Otra pieza del rompecabezas tras el Grial
Donde la aparición de una cruz milagrosa es sólo el epítome de una serie de crípticas claves sobre la propia geografía.
Como anticipo y necesaria introducción a este trabajo, sugerimos leer:
- “El idioma de los ángeles”
- “Templarios y Gnósticos de Palestina a la Patagonia: la pista francesa”
- “El Grial de la búsqueda”
– ¿¡Pero qué creen ustedes!?. ¿Qué esto es un mercado que puede abrir cuando cualquiera lo pida?. ¡Este es un lugar serio, señor!
El cura estaba enojado, y como soldado que huye sirve para otra guerra, disimuladamente me mantuve a alguna distancia de la furia del eclesiástico mientras mi amigo Sergio, con su sonrisa beatífica, absorbía valientemente la andanada de denuestos. Sergio es un bon vivant renacentista, que junto a su esposa Juana y sus dos gemas Claudia y Gabriela, nos estaban haciendo pasar unos días cálidamente magníficos. Días de debate y relevamientos, noches de cenas opíparas y divagues metafísicos hasta la madrugada. En su “búnker” del sótano, donde recibe a sus amigos a la sola luz de velas alrededor de una mesa colmada de jamones ibéricos de bellota, quesos de oveja o de cabra aromatizados, huevas de mújol, bonito en aceite de oliva, un buen “Ribera Sacra” tinto y un imperdible cognac (en los tiempos que aún se les podía llamar así y no “brandy” como denominación de origen) de 1943, que debe haber sabido estar reservado a momentos muy especiales y sobrevivido en tímidos sorbos a lo largo de los años, pero que acabó estrepitosamente en la segunda noche de nuestra visita. Sergio sabía por todo eso y mucho más que siempre podía contar con mi apoyo moral, así que nada aportaba multiplicar el enojo del cura por dos. No, evidentemente, no podríamos ver el famoso relicario. Porque eran las 10.35 de la mañana, a las 11 hs. abría la capilla al público y si es para ustedes tan importante, señores, bien pueden esperar media hora más, al decir del ofuscado hombre de la iglesia.
Pero una vez más, como ya me venía sucediendo con demasiada frecuencia desde que aterricé en Europa, los caminos se abrieron mágicamente, como si desde algún plano sutil alguien o algo le diera un coscorrón al curita y este se levantó, nervioso y sorpresivamente, manoteó su grueso manojo de llaves y, mascullando por lo bajo, a paso firme nos abrió la capilla… y nos dejó solos allí.
Era la capilla con la Cruz de Caravaca. La que estrictamente se habilita en horarios programados y bajo vigilancia. Ley de Atracción o suerte perruna (aunque la “suerte” es el éxito de los mediocres), el asunto es que estábamos allí, aún conmocionados por los descubrimientos que habían comenzado temprano por la mañana.
– Lindo lugar para un SPA, ¿verdad? –el comentario del sibarita de mi amigo parecía frívolo, sí, pero ilustraba con un pragmatismo a prueba de balazos lo relajado y bello de ese rincón en Las Fuentes del Marqués, un paraje en las proximidades del pueblo de Caravaca. Esa mañana habíamos partido temprano, muy temprano, desde Murcia, dejando a nuestras mujeres descansar de los ajetreados días previos (y no descansar tanto tampoco; en unas horas seguiríamos en grupo viaje a Cartagena) para conocer en el terreno un lugar que al principio, no tenía ninguna preferencia en mi apretadísima agenda. Cómo habría de sorprenderme.
Me han dado varias versiones de la historia de donde trataré de resumir sus puntos en común. En tiempos de la dominación árabe en la región, hubo un jeque que, teniendo prisionero un sacerdote católico, lo llama cierto día a su presencia para interiorizarse sobre los cultos cristianos. Al comentarle aquél la importancia dada a la misa, el árabe le ordena que escenifique una para él. El sacerdote accede, pero solicita una serie de instrumentos litúrgicos. Llegado el momento del acto, no se le había provisto de una cruz. El piadoso hombre de la iglesia señala que es imposible celebrar la misa sin ella, pero el moro, imperativo, ordena que se lleve adelante el rito, aún sin ella. Temiendo por su vida, el sacerdote obedece. Y es en ese momento, en pleno acto ritual, cuando por una ventana penetra un “rayo de luz” y en él dos ángeles portan hasta el sacerdote una cruz bajada de los cielos…
Esa cruz milagrosa había sido venerada, luego de la caída del control árabe del lugar, en una primitiva iglesia construida en el lugar. Aquí, las versiones difieren. Algunos estudiosos dicen que era una simple cruz, tal como la conocemos. En nada parecida a esa cruz que hoy se venera, con dos brazos transversales, uno más corto que el otro, y que de hecho no es original de Caravaca sino conocida en el ámbito teológico como “cruz patriarcal”. Por cierto, la historia oficial dice que sí, que era no solamente así la que trajeron los ángeles sino del mismo tamaño que la exhibida en esa capilla de difícil acceso.
Y es pequeña, muy pequeña. No tiene más de veinte centímetros de alto. Esto me originó la primera pregunta: “¿Dos ángeles para traerla?”.
Pero hay más. Esa primitiva cruz sirvió para guardar un trozo del lignum crucis, un pretendido trozo de la cruz de Jesús que habría sido hallado por la emperadora (luego santa) Elena. Desde el Medioevo, toda reliquia atribuida a la Santa Cruz se guarda en una “cruz patriarcal” (llamada así porque el modelo fue adoptado por el primer patriarca de Jerusalén). En 1934 la reliquia fue robada. No la cruz, que era de oro; el trozo de madera petrificada que estaba en su interior. La Iglesia proveyó en 1946 otra astilla (ya saben: si reunimos todas las astillas que se dice pertenecieron a la cruz…) y continuaron los ritos y costumbres, que incluyen, cada 2 de mayo, el baño de la Cruz. En esa fecha y en procesión la reliquia es llevada hasta un templete construido sobre una fuente usada ya con fines terapéuticos en tiempos árabes. Allí, se sumerge ritualmente la cruz en la fuente para retornarla a su lugar. Esto es en recuerdo a la anécdota que refiere que en tiempos de las luchas con musulmanes en la zona, las fuentes de agua habían sido envenenadas por los sarracenos. Un grupo de caballeros templarios (justamente) logran superar el cerco y llevar a la ciudad sitiada unos odres de vino, que en algún momento unos ángeles les quitan y vuelcan en los manantiales, purificándoles.
La mención de los Templarios no es gratuita.
La Torre y los Argonautas
En Las Fuentes del Marques tuve la oportunidad de ver y husmear en la llamada “Torre de los Templarios”. La referencia histórica inscripta en una cartela sobre ella dice que en realidad sólo existe evidencia escrita de su existencia a partir de principios del siglo XVII, así como de una “ermita” anexa. La “torre”, según esa descripción, habría formado parte de un molino sobre el riacho que corre a su vera, y la ermita para satisfacer las necesidades religiosas de los campesinos que en él laboraban. Cosa que se hace difícil de creer. Primero, no hallé en las proximidades huella de tal molino y, por cierto, la Torre tiene más el aspecto de un bastión fortificado para una pelotón pequeño de efectivos. Por cierto que no se encuentra, como sería dable esperar, en un punto alto y de valor defensivo. Por el contrario, su ubicación en plena foresta lo volvería harto vulnerable. Pero es posible que su ubicación obedeciera a otros motivos.
Mientras los buscaba, me pregunté para qué una ermita con habitaciones que iumplicaban más monjes que labriegos trabajando en el lugar… pero si entendíamos al sitio como una pequeña “encomienda templaria”, con áreas habitacionales y áreas defensivas, todo adquiría otro contexto. Sí, pero, ¿cuál?.
Ese contexto es absolutamente esotérico. La Torre se encuentra alineada tanto con el templete de la fuente como con la basílica que guarda la cruz (la que, por cierto, tiene a un lado también su propio grifo de donde emana el agua subterránea, llevada allí quizàs por antiguas canalizaciones ya que se encuentra en lo alto de una colina). Como sabemos, que tres puntos caigan por azar en una línea recta es casi absolutamente imposible, por lo que hay que suponer que esa disposición fue elegida ex profeso. Y tenemos, en un extremo, una “aparición milagrosa”. En el punto medio, una fuente con propiedades energéticas (tan fuertes que es el único caso dentro de la práctica religiosa católica donde se admite que esas propiedades pueden transferirse, cual amuleto, a un objeto físico). Y en este extremo, el “alfiler clavado en el mapa” es una encomienda templaria. Es posible que el riacho, ese mismo que tiene una corriente tan débil que difícilmente pudiera alimentar un molino –ya que corre, no en una zona de desnivel, sino en una planicie- tuviera la clave. Pero, a todo esto, ¿cuál sería su nombre?.
Nadie tenía idea del mismo. Caminé arriba y abajo por su ribera. Y de pronto allí, un pequeño cartel, nos desaznaba: su nombre era… Argos.
La sorpresa de Sergio se mostraba en su rostro. “Ese no es nombre de un río de Murcia. “El Burro Muerto”, puede ser. O como ese que atravesamos cuando veníamos, “Padre Pecador” (por cierto, así se llamaba: “Padre Pecador” –no “Pescador”-)… Pero, ¿Argos?” Y sí, era Argos, nomás. Después aprendería que hasta figura en la Wikipedia y se dice que su nombre lo recibe por una colonia griega que en el 600 AC se habría establecido en la actual Cehegín y que lo empleaba para sus explotaciones mineras. Me resulta extraño, primero, que el nombre que 2.600 años atrás le haya dado un grupo reducido de inmigrantes griegos –que luego habrán sido absorbidos por otros pueblos o simplemente desaparecido- persistiera aún hoy, inmaculadamente intocable. Creo que el nombre le fue dado en tiempos más recientes, seguramente por Templarios, y que más que remitir a esa región griega remite a Jasón y los Argonautas. No es lugar ni momento de hacer nuestra interpretación de esta mitología; baste saber que lo consideramos una fábula sobre el proceso de desarrollo intelectual de la primitiva Grecia, donde las ciencias y las artes mánticas, hermanadas, tuvieron períodos dorados y otros inquisitoriales. De modo que denominar a este río así era señalar un camino, en el doble sentido de la expresión: como vía de conocimiento y aprendizaje, y como territorio.
Como vía de conocimiento, entonces, yo lo estaba recorriendo.
Y como territorio, nos enseñaba a gritos que el concepto milenario de la Geomancia, de las “líneas de energía terrestre”, las “venas del dragón” del Feng Shui, conducían a lugares donde se abre un portal que comunica a las entidades sutiles (“ángeles”) con los humanos.
El hallazgo ameritaba un brindis. Luego lo haríamos con clase. Como escribiera Sergio: “degustamos un excepcional Whisky de Malta Talisker 20 años Edición limitada de 12.000 botellas, destilado en 1982 y embotellado en 2003. Esta edición de Talisker 20 años, ha envejecido en dos tipos de barricas, es decir, después del periodo inicial de maduración, ha permanecido durante un tiempo en barricas previamente utilizadas para la elaboración de vino de Jerez. La experiencia es más compleja y más dulce que las ediciones normales (o tradicionales) de Talisker. Esta edición tiene una armonía especial entre dulzor y amargor, donde la turba se suaviza en el paladar hacia un final rico, dulce y frutal“. Así da gusto hacer hallazgos.
Siempre intuyo que detrás del catolicismo “para las masas” late uno que encierra y conserva arcanos esotéricos, que lo emparentan mucho –demasiado- con la más alta Magia. Seguramente sus popes nunca lo admitirán, ya que eso significaría tanto reconocer que se le oculta al pueblo herramientas que le permitirían una “espiritualidad autosustentable”, sino también su deuda histórica con la Sabiduría Arcana. Pero allí estaba. Y me da una explicación alternativa a esa extraña e inaccesible habitación circular en lo alto de la iglesia de Caravaca, vacía de simbolismos y riquezas, ajena a la arquitectura convencional… con mucho de “occultum”, de lugar de práctica esotérica, que es, como se sostiene desde la Antigüedad, el lugar donde se corre el velo entre los mundos. Un portal.
En los muros inmediatos a esa habitación circular, mi amigo me llamó la atención sobre una imprevista moldura en forma de caracol, o espiral. Está en un atrio interno, no cumple ninguna función en orden y concierto con el resto de la construcción. Parece más una marca de cantero o una criptoseñal, y pienso en esto último. Ya en la nota anterior advertí la “señal de la espiral”. Y habría más señalando el camino que estaba recorriendo, mi propio sendero espiritual sobre la tierra, mi propio Camino de Santiago…
(Imágenes de la Torre, río, templete e iglesia, cortesía de Sergio Chorro)
Un manantial en lo alto de un cerro o monte o colina… es una señal evidente… de piramides y construcciones energeticas, viejas como los Titanes y por la deshumanizacion de la humanidad perdidas, viejas como las conducciones de invisible energia y orgonizacion de agua, que la hacian subir hasta Machu pichu… sin usar otras energias… raptadas tecnicas y saber, des conocidas ya no son hoy.
Gracias por tus relatos, y suerte en tu camino de reencuentro con tu misma divinidad y con la comun.
Un abrazo de paz.
Estimados visitantes soy un caravaqueño autóctono y si bien es cierto que existen lagunas temporales e históricas que parecen un tanto herméticas, las cuales no son muy conocidas: existe una larga serie de razones que explican sus preguntas siempre que sean rectificadas algunas pequeñas inexactitudes de las relatadas. El carácter del sacerdote si es ratificable xD
Hola Fran, buen día: me interesa sobremanera conocer las rectificaciones, házmelas llegar, por favor. Ahora, en cuanto a lo «ratificable» del «carácter del sacerdote»… ¿avalas ese carácter «antes o después» del cambio de opinión?, :-)))) Un abrazo
Para el caravaqueño autóctono Fran J. NS.; yo también soy de la zona. Y no se puede negar lo evidente y real. Si bien es cierto que Caravaca se ha hecho con un nombre a través del Jubilar, produciendo turismo católico que encumbra el lugar. Algo que nunca ha producido el mal llamado «paganismo», a través de viejas anticuadas con ideas ancestrales; (gente atrasada), que no solo no producían dinero (turismo), sino que quedaban «mal». Era mas ético y correcto envolver a toda la zona en un velo católico, algo hecho en la «época de Franco»!! Una lucha de Titanes. Nadie puede contra el catolicismo, aunque sean con invenciones históricas. Pero nadie puede tampoco contra el fervor popular y real!! Estamos ahí!! Somos la verdad!!
Argos….era el guardian perfecto…