El origen cabalístico de la expresión “arte gótico” (pues sobre él y gracias a él se construye el Esoterismo del Medioevo) es múltiple y todos ciertos, como bien corresponde a un símbolo. Es “arte gótico” en tanto “arte goético”, es decir, arte mágico (Goetia es una medieval denominación latina para Alta Magia). Notre Dame de París o Chartres son libros de piedra, pletóricos de símbolos y enseñanzas. Es Art Goth. Es Arte de Dios (Gott, God). Es “argot”, idioma de iniciados. Ahora bien, el diccionario define el argot como “un dialecto particular de todos los individuos que tienen interés en comunicar sus pensamientos sin ser comprendidos por los que los rodean”, es decir, una Cábala hablada. Quien utiliza ese lenguaje, pues y para respetar la sintaxis y la semántica, es un argotier, lo que nos dice que es descendiente hermético de los Argo – nautas, aquellos que tripulaban la nave Argos y hablaban la lengua argótica mientras buscaban el Vellocino de Oro. Que –no es éste el lugar para extendernos– es símbolo del conocimiento traído a los hombres por los “dioses”. Por eso el argot y el Art Cot (en griego: Luz) es el Arte del Espíritu. Recuerden al sacerdote guía y navegante. Y el guía del maltratado Priorato de Sión es “Nautonnier”, es decir, “Navegante”. Argonautas.
El Vellocino de Oro, como las Manzanas de Oro del Jardín de las Hespérides (uno de los doce “trabajos de Hércules”) es el Conocimiento que se entrega de planos superiores a inferiores. John Dee, nigromante y mago oficial de la realeza inglesa, era alquimista, interpretaba este simbolismo que le permitía hablar con los ángeles y “comprender el lenguaje de los pájaros”. En toda la literatura mitológica, la expresión “comprendía el lenguaje de los pájaros” es una metáfora de la extrasensorialidad de su poseedor, quien así comprende el idioma de seres suprasensibles que no pertenecen a nuestro Espacio – Tiempo. Ángeles, por ejemplo. Pero Dee, puntualmente, manejaba fluidamente la lengua de Enoc, el “enoqueano”, el más puro y erudito idioma angelical.
El argot es una de las formas derivadas de la Lengua de los Pájaros, madre y decana de todas las demás, arcaica lengua universal. Es aquella cuyo conocimiento revela Jesús a sus apóstoles al enviarles su espíritu, el Espíritu Santo, a fin de cuentas, un pájaro.
Siguiendo los trabajos de Dee, por un lado, y la aplicación estricta de la Kábala, por otro, estaremos en condiciones de comprender esta idea: los “ángeles”, seres sensibles de un plano no físico, en sus interacciones con el ser humano, optaron, como “lingüa franca” por un idioma que es más que un idioma como lo comprendemos los humanos. Es lengua y es símbolo, es voz y es figura, es fonema y es imagen. “Hablar con los ángeles” es licencia narrativa y hecho objetivo. Es conocer ciertas palabras, en su Triple Sentido (Pronunciación, Correspondencias simbólicas y Etimología), pero también es visualización eidética y trabajo en el mundo de la materia. Cuando el trabajo se sacraliza con nuestra predisposición, estamos dando uno de los pasos. Cuando pensamos lo que decimos al decir lo que pensamos, estamos dando otro. Cuando imaginamos con fe y voluntad, un tercero. Por eso en Alquimia el trabajo en laboratorio era importante, pero no lo más importante. Un alquimista que sólo sigue instrucciones mezclando sustancias en su crisol, en su atanor, no es un alquimista, es sólo un químico. Por eso, aunque un servidor no es católico (y el que avisa no es traidor) he aprendido a apoyar mi rodilla izquierda desnuda en una iglesia, sabiendo cómo moverme y meditar en ella. Y esta última frase sí fue en argot.