Hombres-Lobo, “Lobizones”, “Werewolves”: ¿Mitos culturales o entidades astrales?

Estamos aquí ante uno de esos temas sobre las cuales la sociedad, toda, tiende a tener una actitud maniquea, extremista por donde se la mire. O se le considera un absurdo total, una fábula nacida en las peores pesadillas o en el peor de los casos bajo el influjo del alcohol o los alucinógenos o, en el otro extremo, se cree intensamente en ellos bajo la sombra del temor y la angustia. Unos y otros tienen sus justificaciones. Los primeros, ante el alto índice de extrañeza de esa “leyenda”, sostienen que sólo puede ser fruto de la ignorancia o, en el mejor de los casos, del desconocimiento de fenómenos (naturales, biológicos, psicopatológicos) desconocidos por los testigos. Los segundos acuden a lo que para ellos es irrefutable: lo han visto, o personas de su máxima confianza lo han hecho. Unos y otros se encierran en el búnker inexpugnable de su convicción. Por ende, soy perfectamente consciente que estamos ante uno de esos temas sobre los cuales muchos lectores –o muchos que sólo opinen por el título, lo que no es lo mismo- pensarán que se trata simplemente de un delirio de mi parte. Como los conspicuos, los lectores de siempre, saben, me tiene sin cuidado. Así que avancemos con la teoría.

Lo que aquí propondremos –a la luz de las más antiguas claves de reinterpretación esotérica y la lectura con suficiente amplitud intelectual de los hechos históricos es una “tercera posición” que tal vez no resultará aceptable para unos ni para otros. Y eso ya no sería nuestro problema.

Porque lo que sí lo es, es el tratar de categorizar lo que aquí nos ocupa. En lo personal, estoy convencido que no existe el fenómeno desde un paradigma estrictamente biológico. Es decir, no hay tal transformación física de personas en lobos (o perros). Pero, con la misma convicción, estoy seguro que no puede negarse su realidad histórica y tesytimonial. A fin de cuentas, ¿qué diferencia hay entre estos seres mutantes y vehículos pretendidamente extraterrestres, manifestaciones angélicas, poderes supernaturales?. En todos estos casos, los hechos descriptos resulten violentos para la cultura instalada. En todos estos casos, esos hechos parecen “imposibles”. En todos esos testimonios, sin embargo, persisten con insistencia a través de los siglos y las culturas, y sus testigos y protagonistas tienen la certeza irrevocable de su propia experiencia. Si un OVNI es más “creíble” que un hombre lobo o un duende, es sólo por el paradigma cultural dominante, donde lo tecnológico (aunque alienígena) parece mucho más inmediato que lo feérico.

Dicho esto, alguien podrá acudir a la explicación “fisiopsicopatológica” que se ha popularizado como “licantropía psiquiátrica”. Es decir, la persona acusa una perturbación mental que le impulsa a comportarse como un animal. Desgarra sus vestiduras, se desplaza a gatas, muerde, gruñe. Algunos especialistas quizás exageran un poco la teoría al asociarla con cierto hirsutismo, es decir, el crecimiento exagerado del vello corporal (este desarreglo hormonal no es necesariamente asociable a la conducta licantrópica). Un tipo con mucho vello en el cuerpo, corriendo en cuatro patas y pegando aullidos, y he ahí, en la penumbra, al hombre lobo, dicen quienes buscan así un maridaje entre la creencia y la ciencia. Maridaje siempre deseable, pero no siempre posible.

Porque en el caso concreto de los “hombres lobo” uno tiene que tomar los relatos en su contexto completo. Es decir, el ser ataca, “es” un lobo (o un perro gigantesco, o algo híbrido entre ellos) y herido, el lugar de la misma se reproduce en el cuerpo de la persona que se supone se ha “transformado”. No olvidemos el efecto que en ellos tienen las balas y cuchillos de plata, así como la Luna llena en su aparición. Ah, y también como nota de color, el ser séptimo hijo varón.

A propósito de esto último, en muchos países –el nuestro, sin ir más lejos- se conserva la tradición que el Presidente de la Nación debe apadrinar al séptimo hijo de toda familia que así lo requiera. ¿Saben de dónde viene esta costumbre?. Pues precisamente, de épocas de hombres-lobo.

Porque desde la Antigüedad se afirmó que los Reyes y Emperadores tenían capacidades naturales de sanación espiritual. Quizás como recordatorio de su supuesta delegación divina (en tiempos contemporáneos, del Dios de los cristianos, pero en todos los tiempos y culturas el rey era el depositario de los Dioses Arcanos de siempre). Por eso y hasta en tiempos tan recientes como el siglo XVII, el rey salía ciertos días del año a las puertas de su palacio a tocar los enfermos que le llevaban, precisamente por la creencia en esa capacidad de “sanación mágica”. Asimismo, era padrino de bautismo de todo séptimo hijo, para protegerle y prevenirle de la conversión en hombre lobo. Y con el advenimiento de las democracias, la costumbre real se transformó en costumbre tradicional de algunos Jefes de Estado.

Invocaba párrafos atrás antiguas enseñanzas esotéricas. Concretamente, cito dos fuentes: Dion Fortune, H. P. Blavatsky y Eliphas Levi. Pero también podría acudir a otras. Sin ir más lejos, el Conocimiento Ancestral de los originarios americanos. Pues para este último caso, el concepto del “nagual”, el “animal de poder” correspondiente, como reflejo en la Naturaleza, de cada ser humano, tiene imbricaciones similares.

¿Y qué es lo que dice la “hipótesis astral?. Ello obliga primero a repasar algunos conocimientos, diría que elementales, de Esoterismo.

En primer lugar, tener en cuenta la afirmación que lo que llamamos “cuerpo astral” (sí, el mismo que vehiculiza los tan mentados “viajes astrales”) es un plano de existencia extremadamente sutil que interpenetra –y casi duplica- el cuerpo físico y en realidad es la “correspondencia” en este cuerpo de todo un Plano Astral que imbrica, sostiene y se presenta como un entramado del Universo físico tal como lo conocemos.

En segundo lugar –tal como saben los estudiantes de Teosofía sin ir más lejos, pero no es exclusivo de esa escuela- el “Cuerpo de los Deseos” de nuestra naturaleza y el Cuerpo Astral son la misma cosa. Es decir, lo que se manifiesta como “deseos” en nuestra naturaleza es la manifestación perceptible del comportamiento del cuerpo astral. Acotación al pie de página: si lo que percibimos como “deseos” es manifestación del cuerpo astral, se comprende mejor la universal y arcaica afirmación de todas las creencias en el sentido que el Amor es la fuerza más poderosa del Universo porque lo que entendemos –y expresamos- como “amor” (en cualquier de sus variantes) es el “tono” más elevado de manifestación de ese Plano Astral imanente a aquél.

Tercero: un individuo de vibraciones muy bajas en el sentido de sus deseos (ya saben, de deseos extremadamente primitivos, casi bestiales) teñirá a su cuerpo astral de esa misma naturaleza.

Cuarto y por consecuencia, la exteriorización de su cuerpo astral puede adoptar las características simbólicas (de representación) de ese tipo de vibraciones, porque…

…en quinto lugar y por Ley Universal del Mentalismo (ver mi libro “Fundamentos Científicos del Ocultismo”, interesados solicitarlo gratuitamente en edición digital a: caintegral@yahoo.com.ar ) siendo todo lo existente emanación, ora sutil, ora grosera, de un Primer Principio (“Atman”), una entidad astral suficientemente “baja” no sólo será visible: será tangible (aquí deberíamos repasar los casos de “fantasmogénesis” y “ectocoloplasmías” de la literatura parapsicológica mundial).

La Luna y la plata

Cualquier aficionado a la pesca sabe lo que ocurre si capturadas sus piezas bajo la Luna llena las deja expuestas unas horas “al sereno”: lisa y llanamente, se descomponen. La luz polarizada de Selene tiene efectos muy particulares, y todo médico emergentólogo sabe que en períodos de Luna llena aumenta la tasa de accidentes y de suicidios. Y a los perturbados psíquicamente, se les llama «lunáticos», porque esa luz moviliza fuerzas del plano astral. Recordemos que el “hombre – lobo” se manifiesta durante esos períodos. Bien, hagamos un alto aquí y citemos (el lector lo sabe muy bien) que la única manera de “matar” al “hombre – lobo” es con un cuchillo o bala de plata. Incidentalmente, recordemos también que los “vampiros” (otra mitología que en su momento deberíamos revisar) tienen repulsión por los espejos. Recordemos que antiguamente el reverso de los espejos era cubierto con ázogue de plata. Sigamos recordando, por ejemplo, como llamaban las abuelas a los espejos: “luna”.

Histórico es el conocimiento que la plata es la “correspondiente” de la Luna, es decir, que al elemento astrológico Luna le corresponde la plata. Y es Eliphas Levi quien en su texto “Dogma y Ritual de Alta Magia” enseña: “las puntas de plata impiden la condensación de la luz astral”. Es decir, la manifestación de la sustancia astral. Dejando de lado la experimentación empírica que uno mismo pueda aportar (que es mucha) aquí se pone de manifiesto no sólo el aspecto práctico (un cuchillo o una bala es una “punta de plata”) sino la naturaleza astral de los “hombres- lobo” al ser lo único que los combate, es decir, lisa y llanamente los disgrega.. La mítica «varita mágica» era —y es— una rama de avellano, abedul, milenrama, membrillo o sándalo, con un capuchón de plata en un extremo (obsérvese que las varitas de los ilusionistas de circo conservan la costumbre de un extremo blanco, como recuerdo desvirtuado de su origen).. Por eso el operador mágico siempre lleva una pequeña punta de plata consigo.

Finalmente, ¿porqué la “herida” en ese ente astral de deseos condensados se manifiesta como “herida” en el cuerpo del individuo?. Por cumplimiento del Segundo Principio Universal: la Ley de Correspondencia (al texto citado me remito para evitar ser aburridamente redundante aquí).

Como reflexión final otra pregunta: ¿Y si otras «entidades» tuvieran similar naturaleza?. ¿No les llama la atención -por caso- que pese a la miríada de testimonios calificados de «yetis», «piegrandes», «sasquatches», «chupacabras» -perdón, «Intrusos Esporádicos Agresivos», para adoptar la seria terminología de algunos investigadores que si no se enojarán conmigo- y de rastros de sus apariciones nunca han sido capturados, eliminados «convencionalmente» (simples armas de fuego) y mucho menos encontrados cadáveres físicos?. (Recuerdo mi nota sobre el «Pombero», aquí). Alguien acotará que en muchas ocasiones esas apariciones están asociadas a observaciones de OVNIs. Y sería correcto. Pero incompleto, colegir de ello una presunta naturaleza extraterrestre, habiendo toda una dimensión «espiritual» también en esta fenomenología que ameritaría ser estudiada.

4 comentarios de “Hombres-Lobo, “Lobizones”, “Werewolves”: ¿Mitos culturales o entidades astrales?

  1. pereyra dice:

    hola, me gusto mucho tu trabajo! pero no logro entenderlo por completo, lo que queres decir es, que alfinal, la persona al transformarse en hombre lobo, estaria manifestando su cuerpo astral y al ser tan bajo de vibracion, seria tangible y visible, tanto que tomaria la forma de un lobo o hibrido, y poder asi atacar a la gente? y al recivir una herida en su cuerpo astral, se manifestaria en su cuerpo fisico por la ley de correspondencia? otra cosa que no entiendo, es, el cuerpo astral, tendria inteligencia propia o la luna o otro factor la obliga a manifestarse?
    me facina esta teoria, me gustaria poder entenderla por completo.
    espero que puedas responderme!

    • Gustavo Fernández dice:

      Hola, gracia spor tus conceptos. Tu primera deducción es correcta, según esta mirada. Respecto a la «inteligencia» del cuerpo astral es materia opinable; en lo personal creo que «refleja» la actividad del inconsciente de quien lo origina. Saludos cordiales.

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