Todo es cuestión de enfoque

Vengo escribiendo hace años sobre los principios y preceptos de la Alquimia Espiritual, y en ese proceso sigo percibiendo cierta dificultad (sólo debida a mis limitaciones) para transmitir con exactitud no exenta de profundidad la naturaleza de la praxis de la misma. Y lo atribuyo a mis limitaciones porque, en ocasiones, observo que algunos lectores tienden a enmarañar innecesariamente su aplicación en el día a día.
Visualizaciones, meditaciones, mantrams, mudras y un largo etcétera son una retahíla de instrumentos asaz útiles para potenciar los propios recursos en la consecución de los resultados que se desea. Pero no son la Alquimia Espiritual, ni su teoría, ni su práctica. Y un servidor, que constata su tremenda eficiencia para provocar los cambios deseados y buscados en la vida, nunca predicará lo suficiente la intención manifiesta de difundir sus beneficios.
Así que redacto esta lección “pública” (es decir, tanto para mis ya alumnos de tales cursos como para quienes se acercan por primera vez) a efectos de dar un paso más en compartir un Conocimiento que será indisimuladamente útil.

Todo es cuestión de enfoque. Cualquiera recuerda el experimento infantil de una lupa, un papel y la luz del Sol. Es enfocar esa luminosidad en un punto, al pasar por la lente de aumento. Y lo que era luz, se transforma en un punto tan intensamente caliente que enciende el papel. Ya, en otros lugares, he escrito (y hablado cuando me ha sido posible) del ejemplo del láser y la luz normal, señalando que es también la diferencia entre quienes un pensamiento creador de realidades y quienes tienen un pensamiento acomodaticio a una sola de las realidades que otros eligieron para él.
De manera que volvamos a la lupa y el enfoque.
Todo practicante veterano de artes marciales sabe –y respeta, si es que sabe- a maestros de más edad, entre muchas razones porque les sabe, también, más eficientes en el combate. Se tendrán más años, menos cabello y algunos kilos de más pero las probabilidades de un entrenado joven en vencerle no son tan seguras. Los legos y neófitos dirán “son años de artimañas y trucos” mientras otros legos y otros neófitos dirán que el joven desafiante simplemente “sabe menos” que su ocasional, maduro contendiente. Pero los practicantes conspicuos comprenden perfectamente que hay otra razón: el enfoque. La capacidad de ese maestro de concentrar, en un momento y lugar –el de la técnica que está aplicando- su voluntad, su energía que no es suya, sino que está enfocando el Ki (la energía Universal, el Chi, el Präna, el “od”, el “orgón”) a través suyo. Como la lupa con el Sol.

He escrito, también, sobre las correspondencias que existen entre la práctica de artes marciales y la vida cotidiana. Ésta es una de ellas. Un logro es, en términos de Alquimia Espiritual, lasuma de: correcta visualización –qué quiero, cuál es el camino más directo a ello- , la voluntad y la Energía Universal fluyendo a través de mí concentrado todo en un momento del Tiempo y el Espacio provocando un salto cuántico (nunca mejor el término ya tan remanido en estos tiempos nuevaeurísticos) hacia esa Realidad donde el hecho deseado es un hecho y no un deseo. El lego y el neófito, otra vez, pensarán que “me” ocurre. Sostendrán que será a mi experiencia, oficio (las “artimañas y trucos” del maestro en combate) o que tuve la “suerte” de no tener complicaciones ni oposiciones (como esos otros legos y neófitos que acusaban al novel contrincante su inexperticia como causa de su derrota). Nunca vieron, nunca ven, que todo es cuestión de enfoque.

– Ten el claro lo que deseas: la mayor parte de quienes no saben aplicar la Alquimia Espiritual dicen querer algo ahora pero en dos o tres meses no lo quieren tanto porque ya están orientados en otra dirección.
– Ten en claro tiempos y caminos al logro: no habrá Alquimia si deseas algo pero no te enfocas en cuándo y cómo. Es posible que sobre la marcha aparezcan otros modos u otros tiempos, pero tu “enfoque” en haber elegido aquellos comienza a movilizar la energía en tu dirección.
– Actúa: no pienses ni hables demasiado. Demasiado de cualquier cosa es demasiado. Pero actúa cuando “sientas” el momento, sin racionalizarlo, sin temor, ansiedad o ilusión. Que no haya una gota de duda en el momento de acción. Otra vez: el maestro marcial no “planifica” su contraataque. Grita –todo grito en combate sólo cuenta como descarga de “ki”- y hace lo suyo. No va pensando sobre la marcha qué “hacer después” si su ataque falla, porque ya sabe que ese “pensar después” es la garantía de ser vencido.
– Que el objetivo que deseas sea un vórtice que te atraiga, un vórtice creado por ti, conscientemente, y al que te dejas atraer.
– Y, por favor, ¡deja de inventarte excusas!: “que porque mi marido”, “que si mi mujer”, “que en este país no….”, “que si mi jefe”, “que porque en mi vida…”. Las excusas parecen calmar el ánimo o, cuando menos, salvar la apariencia de nuestro maltrecho ego ante la mirada de los demás, pero en definitiva, todo seguirá igual. Palabras ancestrales: “la gente se divide en dos grupos: los que hacen cosas, y los que pasarán la vida explicando porqué no las hicieron”.
– Medita en que muchas veces en la vida uno no se arrepiente de lo que hace. Se arrepiente de lo que no hace. Y, como dice un buen hermano mío de la vida, muchas veces, también, es mejor pedir “perdón” que pedir “permiso”.

¿Qué lograr esos cambios no es tan fácil?. ¡Claro que no!. ¿Quién dijo que lo fuera?. Si hacer esos cambios, alcanzar esos logros profundos fuera tan sencillo después de todo, ¿qué mérito tendría?. La Alquimia Espiritual tiene requisitos básicos. Aceptar dejar jirones de la propia vida afectiva en el Camino, por ejemplo. Comprender que el camino del Mago y la Hechicera, aunque aparente estar rodeado de personas, aún de quienes te quieren bien, es en el fondo un camino solitario. Si ese tipo de precio te parece excesivo está bien y haz lo tuyo. Pero no te justifiques con excusas cuando trates de explicar, es decir, de poner en meras palabras, tus “porqué no”.

 

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