En los últimos diez años, y en buena medida merced al ingente esfuerzo llevado a cabo desde las filas del Centro de Armonización Integral (de Argentina) ha comenzado a instalarse, cuando menos en los ámbitos aficionados a la Parapsicología y el Esoterismo el conocimiento de la existencia de esta disciplina. Orgánicamente –aunque esto pudiera parecer un exceso de orgullo- somos la única entidad que no solamente ha difundido conceptual y prácticamente la AP, sino que ha formado Instructores sobre la especialidad. Y paralelamente, hemos encarado lo que podríamos definir como una campaña masiva de interiorización sobre el particular.
Si tuviéramos que dar una definición “de diccionario” sobre la AP, diríamos que: “es el conjunto de técnicas y estrategias destinadas a prevenir o superar las perturbaciones que desde los planos sutiles afectan nuestro cuerpo físico, nuestra psiquis y nuestras relaciones e interacciones con el entorno”. En cuanto a la naturaleza de esas perturbaciones, se las identifica como de tipo “psíquico, espiritual, astral y energético”. Con lo cual, queda claro que la expresión “autodefensa psíquica” trasciende las limitaciones de su propio nombre, y es sólo como una generalización insuficiente, sin duda, que es llamada así. Porque será también Autodefensa en lo energético, lo astral y lo espiritual.
Otra observación interesante que el interesado, estudiante o practicante debe hacerse para poner en contexto su aprendizaje, es que a los efectos de la AP se comparte la enseñanza teosófica de identificar al Cuerpo Astral con el Cuerpo de Deseos. No me extenderé aquí en la fundamentación de este argumento, pero diré que comprender que es la misma “sustancia inasible” lo que conforma aquello que entendemos como Cuerpo Astral y lo que expresa, es decir, sirve de vehículo a las emociones, tiene dos repercusiones profundas. Por un lado, advertir que, entonces y aceptando esta premisa, la perspectiva de “trabajar nuestras emociones”, tan requerido en el campo de la Espiritualidad, adquiere otra dimensión. Y en segundo lugar, descubrir que, si la materia astral interpenetra todo el Universo (ya que, para la AP, “materia astral” y la hoy tan conocida “materia oscura” del Cosmos no son más que denominaciones distintas para el mismo fenómeno común), si el orden del mismo señala la “organización” de esa materia que es sustrato y esqueleto sutil del cosmos denso, y si “emoción” y “deseo” están hechos de la misma “sustancia” (qué inútiles son en ocasiones las palabras para describir percepciones trascendentes), eso explica por sí mismo porqué el Amor es la fuerza más poderosa y aglutinante del Universo…
Son tantas las implicancias imanentes a la filosofía que subyace tras la AP, sin contabilizar los beneficios de su práctica, que se impone hacer un poco de historia y conocer sus orígenes.
Si bien desde los tiempos remotos todas las culturas han tenido pensadores, filósofos, magos y chamanes empeñados en proteger al ser humano de perturbaciones “psíquicas” o de las otras, no fue sino hasta 1934 que Dion Fortune compila, sistematiza y bautiza a un conjunto de técnicas con el nombre de referencia.
Dion Fortune (en realidad, llamada Violet Mary Firth , nacida el 6 de diciembre de 1890 y fallecida el 8 de enero de 1946) vino al mundo en Gales, tierra de hadas y duendes, y desde muy pequeña manifestó una espontánea inclinación hacia ámbitos místicos. Contaba su familia que alrededor de los cinco años de edad decía tener “visiones de la Atlántida” y poco antes de los veinte vivió una verdadera crisis nerviosa en el transcurso de la cual parecen haber despertado ciertas condiciones extrasensoriales. En las islas británicas, en tiempos tardíamente victorianos, no es extraño suponer que una joven vivaz, sumamente culta e inteligente tendría que hacer catarsis y manifestar de una manera poco usual sus tensiones internas. Su familia, profundos cultores de la Ciencia Cristiana pero a la vez gente de mentalidad abierta y bien informada, tuvieron el tino, en vez de abrumarla con consignas teológicas, sugerirle que volcara sus esfuerzos intelectuales e inquietudes espirituales en campos más próximos a la ciencia. Y es así que Dion se forma como psicoterapeuta en la Universidad de Londres siendo, también en esto, precursora y paladín de la formación académica de mujeres en un ámbito entonces aún tan espinoso y resistido.
Ejerciò varios años como psicoterapeuta en clínicas de esa ciudad, pero sus indagaciones la llevaron, poco a poco, a volcarse plenamente en la investigación y experimentación ocultista. Tuvo amistad con Alesteir Crowley (de quien podrá decirse lo que se quiera, excepto que no era bueno en lo suyo), discípula del ocultista y francmasón irlandés Theodore Moriarty (tenemos la suposición que en él se inspiró otro ocultista de un “bando opuesto”, Sir Arthur Conan Doyle, para el personaje homónimo, gran archienemigo de Sherlock Holmes) , integró la “Hermandad de la Luz Interior” y, en los ambientes conocedores, es recordada especialmente por dos puntos sensibles de su trayectoria: el haber escrito “La Cábala Mística” (considerada por los expertos una de las mejores obras de todos los tiempos para comprender las reglas operatorias de las fuerzas mágicas) y su activísima participación en lo que se conociò como “la batalla mágica de Inglaterra”.
Este ha sido uno de los episodios de la Segunda Guerra Mundial más frívolamente comentados, pero al mismo tiempo más oscuros. Como es público y notorio, el Tercer Reich no solamente tenía un gran interés sino amplios recursos humanos, logísticos y financieros en el desarrollo de “estrategias ocultistas”. La mayor parte de las investigaciones solían ser disimuladas bajo la carátula de “investigaciones arqueológicas” o “investigaciones históricas” y por ello, dependía casi completamente de la famosa Anhenerbe. Ciertamente, demasiado se ha escrito sobre el “ocultismo en el Tercer Reich” como para cometer el pecado de redundancia aquí y ahora.
Pero de lo que se ha escrito muy poco, en puridad casi nada, es de su contraparte inglesa. Churchill ordenó que se reuniera a los esoteristas más conspicuos de ese país (allí estuvieron Moina Mathers, líder de Alpha et Omega, hermana del filósofo Henri Bergson y viuda de Samuel Matters, gran demonólogo inglés y fundador de la Orden Golden Dawn, donde militaran el poeta W. Yeats, Conan Doyle y de cuya filial alemana, a comienzos de la década del 20, surgiera primero la Sociedad “Última Thule”…. De la que fuera Secretario de Actas Adolph Hitler; Penry Evans, también arqueólogo y con quien durante la guerra se casaría Dion; Arthur Machen y Arthur Edward. Waite –sí, el del Tarot homónimo- e Israel Regardie. Y, por supuesto, la propia Dion) para contrabalancear el accionar que nacía en la Anhenerbe. Muchos discuten si esta decisión de Churchill tenía más que ver con propaganda y guerra psicológica que con convicción de resultados. Es posible. Es posible que pensara que generaría desazón entre los nazis creyentes saber que sus enemigos manejaban las “mismas armas”. Es posible que fueran un “señuelo” para que, ordenando a los agentes encubiertos en suelo inglés obtener más información sobre su accionar, se descubrieran a sí mismos. Y también es posible que, simplemente, Churchill se encogiera de hombros, dijera algo como “why not?” y diera luz verde a un proyecto en tiempos angustiosos donde cualquier ayuda sería bienvenida.
A Dion nunca le gustó entrar en demasiados detalles sobre la intensa actividad que el grupo realizó en esos días. Se sabe, sí, que solían pasar jornadas completas de encierro, en ocasiones realizando rituales que podían durar hasta más de doce horas continuas. Dion falleció a edad temprana, en 1946, víctima de la leucemia, y sus allegados siempre señalaron que fue el precio que tuvo que pagar como secuela de los “combates» que libró como miembro de ese “escuadrón paranormal”.
Pero antes de todo esto, concretamente, a fines de la década de los veinte, Dion Fortune emprendió un largo peregrinar, en tramos solitario, en tramos acompañada por otros viajeros europeos, que la llevó a la India, el Tibet y sur de China. Fueron casi dos años, en tiempos difíciles para esas recorridas y más aún para una mujer europea. Pero formando parte de una gloriosa tríada, junto a Madame Helena P. Blavatsky y Alexandra David-Neel, no puede considerarse una simple coincidencia que hayan sido tres las mujeres que recorrieron la misma senda y que marca tan profunda han legado a la posteridad en el conocimiento esotérico. Fue durante ese viaje que aprendería algunas técnicas que –no podía saberlo entonces- décadas después trascenderían en Occidente como el Autocontrol Mental Indo Tibetano.
Pero esas técnicas, que tan delicadamente armonizan abordajes estrictamente psicológicos de nuestros objetivos o necesidades junto a manipulaciones conscientes del campo bioenergético impregnarían a partir de 1934 lo que llamó y registró como “Autodefensa Psíquica”, razón por la cual practicantes de una y otra disciplina suelen encontrar tantas reminiscencias comunes y técnicas afines, al punto que en el presente se suele considerar sensato el aprendizaje complementario de ambas disciplinas.
Sus primeras reflexiones y enseñanzas las volcó en un libro, llamado, precisamente, “Autodefensa Psíquica”, pero un par de años más tarde comprendiò que si su legado sería sólo ese texto la técnica “dormiría” como un texto más, por lo que comienza a formar en el seno de las sociedades ocultistas en las que participaba los primeros Instructores en la especialidad.
Se produce, luego de su partida, una “impasse” de casi veinte años en que sus enseñanzas quedaron desperdigadas aquí y allá (aunque, por la razón de la sinrazón, especialmente en ámbitos rosacruces) hasta que en 1964 algunas de ellas las rescata el biólogo ruso (entonces “soviético”) Georgi Lozanov, creador del “Superaprendizaje”, una técnica de entrenamiento autógeno orientada a la educación, y lo que se conociera como “Control Mental Soviético” donde es claro observar en sus técnicas que cooptó la casi totalidad del sistema Indo Tibetano (bien de sus fuentes originales, bien de los trabajos de Fortune). Y por distintos conductos –seguramente, el principal de ellos el material que intercambiaban entre sí los rosacruces de distintas latitudes- llega a la Argentina, en manos del abogado y parapsicólogo Héctor Anunziatta, fallecido en 1977.
Actualmente, a sabiendas que trabajan también Instructores y difusores de la especialidad en USA, Inglaterra, Alemania y Francia, estamos iniciando los intercambios necesarios para darle entidad mundial a una agrupación que identifique y represente un conocimiento recatado de los recovecos del Tiempo que no merece volver a ser perdido.
Gracias Gustavo, una vez más quedo más crecido, a Dion no la conocía sí hemos sido en parte favorecido por trabajo con H.P.Blavatsky, la cual la conozco desde mi juventud, tengo 53 años, desde los 20 he estado luchando por impulsar en mi más esclarecimiento de lo nos enseñan ver y oír, también liberarme de los perjuicios…en fin.Saludos