La vida que quieres está a tu alcance

bukowskiNo deja de resultarme sugestiva la reacción, oscilante con bipolar intensidad entre la burla descalificadora del seudo intelectual y la agresividad más propia de un fundamentalista, de algunos comunicadores con pose de “progres”, tiesos académicos de gesto adusto o profesionales de la salud mental (obsérvese a que éstos no les he sumado irónicos adjetivos; no los creo necesarios) ante la proliferación de libros de Autoayuda, abordajes espiritualistas alternativos y propuestas motivadoras (con la particular visión de la Nueva Era) de la vida cotidiana. Una reacción que llama “a la sensatez”, como si el pesimismo y la tristeza como norma de vida fueran sensatas. Un reclamo de “sentido común”, cada vez más el menos común de los sentidos, si “sentido común” es dar por sentado que las culpas y responsabilidades de nuestras limitaciones, de nuestros fracasos, de aquello que hace inalcanzable nuestros más íntimos y lícitos sueños es la injusticia social, el despotismo ilustrado o no, el mercado o la idiosincrasia de las masas. Según esa lectura, todo texto, taller, conferencia de Autosuperación, autoayuda y Motivación Creativa es una trampa para incautos, una manera fácil de llenar los bolsillos (del autor, del conferencista) con la insatisfacción ajena, en fin, una estafa moral y material. Y se quedan tan contentos de sus conclusiones. Son “científicos”, intelectuales –insisto- “de Academia”, estudiosos de las conductas humanas que “explican” porqué la infelicidad, el fracaso permanente, la imposibilidad de crecimiento es inevitable. Al elaborar complejos esquemas explicativos donde el paraíso de los sueños del común de los mortales queda atrapado entre teorías políticas, sociales, económicas, extrañamente en su cientificismo no se diferencian de esos sacerdotes o ministros de cultos varios que pontifican con el dedo que “éste es un valle de lágrimas”, que aquí, a la vida, se llega a sufrir porque, total, la recompensa está en el Cielo y Más Allá (casi, casi, suena como un reclamo publicitario de “Viaje a las Estrellas”…)

Esto me resulta apasionante, de manera que volveré a repetirlo. Cuando el “científico social” o el intelectual de moda te dicen que si tu vida laboral, afectiva, económica, intelectual es una mierda y no vas a progresar mucho más, la culpa es de la sociedad, de algunos políticos (no todos, con algunos deben mantener relaciones estables si desean seguir accediendo a los beneficios del sistema), o de los ciclos histórico – económicos, te están diciendo lo mismo que el “religioso” que trata de consolarte que la vida material es injusta e infeliz y que toda aspiración de recompensa debe ser metafísica. Cada uno le habla a su público pero ambos con el mismo objetivo, sean o no conscientes de ellos. Confundirte que “explicación” es sinónimo de “resignación”.

 Lo particularmente interesante es que –como norma general- ninguno de esos críticos ha experimentado siquiera, se ha propuesto aplicar (de manera sostenida en el tiempo, con entrega de corazón y en ejercicio pleno de esas estrategias) las enseñanzas de esos caminos alternativos de crecimiento para merecer, luego y con algún fundamento, el derecho de criticarlos a piacere. No. Como (por supuesto) todas esas cosas “son una tontería”, sospechosamente originadas en países colonialistas, imperalistas y –faltaría agregar- satánicos, y sus practicantes vernáculos es gente que al parecer no han tenido problemas económicos (ni afectivos, ni de contexto social) en sus vidas ninguno va a perder tiempo dedica un par de años a vivenciarlas y experimentarlas. Además, la crítica, si mordaz y arropada en un discurso elaborado mejor, paga dividendos en los medios. Y caen entonces en la falacia más básica del “racionalismo”: el “pensamiento mágico” inherente a suponer que, desde el vamos, se tiene la razón.

Alguna vez desarrollé una infografía, que explica cómo lo radical, en nuestra construcción de la Realidad, son las “Creencias”. Desde ellas construimos nuestras Ideas, las que generan ciertos Comportamientos que devienen luego en las formas de interacción social. De modo que la percepción de la Realidad de un materialista positivista necesariamente ha de ser distinta –e irreductible- de la de un espiritualista. Esto no sólo hace estéril y agota todo debate (entendido como fructífero intercambio de ideas): le impide al primero darse la oportunidad de aprender cuánto es así y cuánto no. Y rara vez ocurre lo mismo con el espiritualista porque, por lo general y hasta estadísticamente, éste (o ésta) ha llegado al Espiritualismo como actitud de vida luego de años de ensayar –y sufrir- la “perspectiva materialista”.

¿Es que los “espiritualistas” son personas “con suerte” que tienen dinero para no vivir preocupados por las deudas y el sustento, la “fortuna” de no tener relaciones ni vínculos afectivos dolorosos y la “bendición del azar” que las cosas les resulten más sencillas que a los demás, pobres congéneres que sufren maridos golpeadores, sueldos escasos, injusticias cotidianas en el camino esclavizante de las obligaciones del día a día?. “Yo no tengo la suerte ni el tiempo que vos tenés –me decía en una oportunidad un señor- tengo que seguir trabajando en lo que no me gusta, con un sueldo que jamás me permitirá mejorar porque tengo cuatro hijos, mi mujer se quedó sin trabajo hace rato y poco tiempo después enfermó de manera crónica, y buena parte de lo que gano se va en tratamientos y medicamentos para ella”.

Cuántas historias tristes como esta habremos escuchado. Y es obvio que para el pobre hombre, la vida es una mierda. Un mercado laboral rente a sus sufrimientos, un Estado ausente donde lo necesita, las vueltas de la vida que le trajeron dolores en lugar de alegrías. Para él, es obvio que siempre seguirá igual. Quizás la esperanza de bendiciones en el Más Allá.

Y entonces recuerdo aquella frase de Autosuperación: “Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, en cualquier caso estarás en lo cierto”.

Y también, una de Autoayuda: “Algunas personas están tan ocupadas ganándose la vida que no tienen tiempo de hacerse millonarias”.

Sin duda hay condicionantes externos. Pero en realidades semejantes, individuos procesan las situaciones de diferente manera. Lo que quiero decir es que potenciar, exagerar esos condicionantes es muy útil para el político partidista o el religioso, porque convencer como “meme” a la masa que la Realidad, ahí afuera, le es ajena en sus causas es comprometerles en su dependencia a los intereses de los primeros. ¿Qué pasaría si ese pueblo, si esas masas, de pronto se planteara las cosas –es decir, la Vida- de manera distinta-¿. ¿Si dijeran, si enseñaran a sus hijos que lo Determinante está en sus Decisiones, en su Voluntad, en su Acción?. ¿Qué la Alquimia Espiritual –es decir, transmutar la inferior de la vida en algo de calidad superior- es perfectamente posible y sus beneficios se derraman inmediatamente en la vida cotidiana?.

La gente se divide en dos clases, y sólo en dos: los que hacen las cosas, y los que pasarán la vida explicando porqué no las hicieron.

 La crítica a la Espiritualidad, la Autoayuda, la Autosuperación es parte de la táctica de un Sistema que, en el fondo, no desea que la gente cambie. Mejore. Podría proponerse compartir vivencias y experiencias. Podría hasta elaborarse estadísticas de cuánto y cómo afectó benéficamente (o no) a sus vidas la aplicación de esos abordajes a la gente que así lo hizo, para compartir y llevar esas vivencias a quienes aún lo ven como algo lejano. Pero no. Sería peligroso. Fracasadas las revoluciones idealistas de los ’60, el cambio utópico y colectivo del Orden Mundial, hay que detener todo intento de invertir el orden de la ecuación y que ese Cambio vaya de lo particular a lo general…

No lo aceptes. Rebelate ya. Podés tener la Vida que soñaste, si pensás y hacés lo necesario en dirección a esa Idea. La clave está en la fortaleza infinita y transformadora de la Voluntad. Quien dice: “yo traté, pero no pude”, no trató lo suficiente. Quien dice “voy a probar” ya ha frcasado, porque no “se prueba”. Se Cambia o no se cambia. Y si se Cambia, ya no se puede volver a lo anterior. Le comentaba días atrás a una consulta que yo mismo, desde hace años feliz de dedicar mi vida a tiempo completo a las dos cosas que siempre fueron mi pasión (viajar y ocuparme de temas paranormales o espirituales) no llegué a este punto por nacer en cuna de oro o ser un bendecido de la Diosa Fortuna. Pocos conocen ciertos aspectos de mi historia íntima, personal, hace ya muchos años. De manera que recuerdo aquí algunas palabras que le dirigía.

Hay algo que nadie puede hacer por ti: dar el salto de fe. No soy yo quien tiene que decir si es o no es el momento; es tu corazón. Ahora, si tu corazón te dice que «sí» y para darlo construyes toda una estructura de argumentos «socialmente aceptables», entonces el «discurso holístico» se queda en discurso. Es lo que pasa cuando vemos tantas personas que se supone «son de la movida», que se llenan la boca con frases metafísicas pero en las acciones son (y argumentan) de la manera más materialistas, 3D y pro-Sistema posible. O se les encarna una uña y corren al médico a llenarse de químicos.

Así que se trata que decidas si te juegas o no. La elección es correcta. El momento… está en tu corazón. Va costar. Vas a dudar de las decisiones tomadas. Otros se van a encargar de presionarte. Está en uno ser rehén de todo eso, o tragar saliva y seguir adelante. No hay caminos fáciles en esto. De lo que estoy hablando es que si la respuesta de tus seres queridos es cortar, por ejemplo, el flujo de dinero con el que te ayudan, que te lo corten y te arreglarás como sea, así tengas que caminar cuarenta calles porque los pocos pesos que te quedan son para pagar el celular con el que trabajarías. Ahora, si te afecta más saber que habrá meses que no tendrás ni para tomar un café con los amigos, bueno, eso significa que no estás preparado y sigue siendo «socialmente correcto».

Actúa.. Equivócate. Putea un rato. Vuelve a actuar. Vuelve a equivocarte. Vuelve a putear. Actúa de nuevo…. y vas a tener resultados. Actúa para salir de la zona de confort, que es el peor enemigo de la Espiritualidad. Si hay cosas que «arreglar» que sigan rotas, si hay cosas que «solucionar» que sigan sin solucionar, porque lo primero que tienes que arreglar y solucionar es tu futuro.

¿Qué pasaría si tuvieras una enfermedad grave, nadie que ayudara, un dinero escaso y cosas rotas?. Pues seguirían rotas porque lo primero sería comprar los medicamentos. Todo es una cuestión de prioridades, y quizás aquí el problema que aún no lo ves como suficiente prioridad. Total, puede esperar a «mañana»… y claro que puede esperar. A mañana de mañana, etc., etc., etc. Y entonces sigues igual.

Mi consejo: decide tu objetivo primero (no “si es posible”, no “más o menos”: elige tú cuál es el objetivo que quieres), luego un plan de acción, comunícalo a los demás avisando que ni gasten energía en coaccionarte porque te cagarás de infeliz y seguirás adelante…. y ponte a caminar.

Pero si no vas a poder «mantener el paso», ni empieces.

Insisto: no hay fórmulas mágicas, ni atajos cómodos, ni lecho de rosas. Vas a sufrir. Cuando uno dice esto, todos responden algo como «sí, sí, claro, por supuesto, ya lo sé». Mentira, no saben nada. No sabrás nada hasta que algún día, como te dije, tengas que caminar cuarenta cuadras porque necesitás ahorrar  los billetes en lugar de cargar la tarjeta de bus, o tengas que tomar mate y comer pan porque no te de para otra cosa, o te pases tres o cuatro meses sin salir con los amigos simplemente porque las monedas tienen otro destino, ése destino.

Yo he pasado por ahí: supe lo que fue irme peleado de casa de mis padres porque abandoné la carrera universitaria donde ellos habían depositado tantas esperanzas (diciéndoles que si para ellos era tan importante, se anotaran ellos en la universidad). Dos noches de mi vida -vivía entonces en Buenos Aires- dormí en plazas porque no tenía ni para la pensión. Días he pasado, cuando ya había logrado alquilarme algo,  viviendo sin luz porque me la cortaban por falta de pago y no llegaba a juntar lo necesario para recuperarla. Pero en todos esos momentos, cuando algunas almas caritativas me ofrecían alguna trabajo circunstancial, algún puestito administrativo, con un sueldito de mierda pero «por lo menos tendrás para comer», yo decía «no» y seguía con lo mío. Esto.

Hace años, bastantes ya, que estoy muy bien (en todo sentido, pero aquí estamos hablando de lo económico y laboral). Pero no olvido lo que pasé. Tuve amigos y amigas «colegas» que no lo soportaron y hoy son empleados de comercio, trabajan en empleos públicos, amas de casa o jubilados de lo que fuere. No hago comparaciones. Sólo digo que mi Voluntad (o tozudez, depende como se vea) me permitiò seguir en el camino. Sólo digo que volvería a pasar lo mismo, de nacer otra vez en idénticas circunstancias. Pero no olvido lo que pasé.

De manera, querido lector, querida lectora, que la vida que quieres está ahí, esperando que la tomes. Costará más, o menos, en esfuerzo, dolor, tiempos. Pero está ahí. Ahora es tu momento.

Claro que la gente se divide en dos clases, y sólo en dos…

 

 

 

Un comentario de “La vida que quieres está a tu alcance

  1. Silvia Marina dice:

    Exacto: o arremetes como un toro a la vida y sus consecuencias(previo haber escuchado,analizado, aprehendido y ganar tus experiencias), o te jutificas porque eres cobarde.- No hay alternativas

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