La mujer y la Toltequidad

La Toltequidad sabe darle a la mujer un lugar en paridad con el hombre, desde tiempos ancestrales. No se excluye a la mujer que menstrúa de la ceremonia de Temazcal, ni la «marca» (como algunos hacen con un lazo rojo en el brazo o la pierna, reminiscencias judeocristianas de «impureza») sino, por el contrario, nos honra; porque ése es el distintivo de su fecundidad. Por ellas, en nuestros Temazcales Guerreros, dos varones colocan con las manos dos «abuelitas» en el ombligo, acto de valor que es en homenaje al dolor con que las mujeres dan vida. Por eso toda pareja es una «dualidad ometeoica», representación microcósmica de la dualidad de Ometeotl («dios en acción», «Ome» (dos) y «Teotl» (semilla cósmica)) a nivel macrocósmico, pues todo existe en virtud de opuestos complementarios. Y el uso de falda larga no es por moralina, sino porque facilita la canalización de la conexión con Tonantzin (Pachamama) y las energías telúricas que las vinculan.

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