ILLUMINATI: EL PODER SECRETO DETRÁS DE LA HISTORIA (2º parte)

La constante esotérica

     Mencionaba unas cuantas líneas atrás que pareciera haber una continuidad esotérico-histórica a través de las edades. Tratemos de rehacer ese recorrido lineal.

    Ya los he aburrido en párrafos anteriores citando, con referencia a la ubicación espacio-temporal de Los Iluminados, con fechas, nombres propios y otras circunstancias. De las agrupaciones esotéricas que siguen, si se desea saber más, nada más sencillo que ir a un «buscador» cualquiera, tipear el nombre elegido y se tendrá más que abundante información. Por lo pronto, lo que aquí deseo hacer es establecer la relación causal entre estas asociaciones, para que el lector saque sus propias conclusiones. Todas, hablan de las raíces de ese, ya tan temido, Nuevo Orden Mundial.

     Posiblemente el origen de esta especulación deba remontarse a la época de la erección del Templo de Salomón, cuando el rey judío ordena a Hiram y Lamek la construcción del mismo. De Lamek volveremos a hablar después. De Hiram, ya sabemos cómo terminó: tres aprendices celosos dieron cuenta —tal vez físicamente, tal vez, simbólicamente— de su vida y, dicen sus seguidores, allí nació la Masonería. Ciertos historiadores dicen que esto es pura leyenda y que para hallar sus fundamentos más remotos tenemos que esperar hasta el siglo XVIII (casualmente, el siglo que vio nacer la orden de Los Iluminados) pero las influencias esotéricas de hebreos y caldeos tuvieron tierra fértil entre los egipcios, de muchos de cuyos rituales también se ceba esa orden. Templarios y, siglos después, Rosacruces se dicen herederos —si unos primeros que los otros, es ahora una discusión bizantina; si la Masonería es tan remota como se atribuye, los Templarios pueden ser sus sucesores; si no lo es, muchas investigaciones reivindican para aquella la heredad de éstos últimos— especialmente estos últimos, que nos hacen recordar el grado de «Caballero Rosacruz» tan caro en ciertas elevadas esferas masónicas. Mientras todo parece apuntar a que los Templarios tras su persecución buscaron refugio en su «Secretum Templi» (América, donde ciertos antropólogos e historiadores los rastrean hasta el Amazonas y tal vez el propio Cono Sur sudamericano) los Rosacruces inficionaron la Orden de Cristo (en Portugal), la de los Hospitalarios (en Francia) y el llamado «Colegio Invisible» en Gran Bretaña, docta cofradía de sabios que luego devendría en la Real Sociedad de Ciencias de Gran Bretaña, el cual, por muy «científico» que pareciera, era sin embargo fuertemente esotérico, como que se hace eco y difunde el primer manifiesto rosacruz. Recordemos que a esta sociedad perteneció Francis Bacon, genio enciclopédico y presunto autor de las obras de Shakespeare, cuya mansión es llamada por sus allegados «el Temple» y que sostenía en sus obras que el verdadero poder mundial estaba en manos de quienes él denominaba los tres Superiores Desconocidos, líderes de una sociedad conocida como el Templo de Salomón.  La Orden de Cristo, a partir del descubrimiento «oficial» de América tuvo plena influencia en el devenir político de las nuevas colonias, no sólo portuguesas, como lo prueba la constitución en tierras americanas de la Logia de San Juan, a la que perteneciera Benjamín Franklin (creador del Gran Sello característico de los billetes de dólar) y «factótum» de la libertad de Estados Unidos en 1776, casual o causalmente, el mismo año en que queda constituida en Europa la Orden de Los Iluminados. A Franklin, está claro, lo acompañaron 56 firmantes de la Constitución, de los cuales 53 eran masones.

     Mientras tanto, en Europa, la orden de Los Iluminados tenía enorme influencia en Francia y en la Revolución, tanta como en la misma —y en el modelo librepensador heredado después— tendrían Danton y Lafayette quienes, como sabrán, venían de hacer algo parecido en América. Los Iluminados y la Revolución Francesa despertaron honda pasión en Italia y la constitución de los carbonarios (a la que pertenecieron el ya mencionado Mazzini y Garibaldi quien, preanunciando quizás a sus remotos descendientes espirituales, se encargó de dejar unas cuantas cuentas pendientes en Argentina; al frente de buques ingleses y franceses, allá por 1845 violentó nuestra soberanía fluvial, bombardeó, saqueó e incendió varias ciudades argentinas y uruguayas —Gualeguaychú, Paysandú y Salto, entre otras—) y a ellos se sumó también el general sudista norteamericano A. Pike, reconocida autoridad también de la Masonería Escosesa. Masón Pike, masón Lincoln. ¿Masones contra masones?. Pero, ¿acaso no es una táctica obvia que quienes se manejan en los cenáculos del poder aparentan enfrentamientos para sellar alianzas ocultas?. Otra vez, recuerden, Bush-Ben Laden. En Argentina podríamos citar un bananero reflejo de esa estrategia, cuando a principios de los años 70 el «montonero» Galimberti secuestra a los poderosísimos empresarios Born y en los noventa la historia los encuentra a los tres… socios en conocidos emprendimientos comerciales.

     Pero no nos desviemos de nuestro hilo conductor: Mazzini funda la Logia P1, de la cual devienen, con el tiempo, la Logia P2 —que en tiempos muy recientes cierto caballero apellidado Gelli usó para monstruosos lavados de dinero bancarios, ocasionando la casi bancarrota del Vaticano y, lo que es más penoso, de muchas economías nacientes tercermundistas— y la Liga de los Hombres Justos, que bajo la advocación del barón Rothschild fomenta y difunde los trabajos de Engels y Marx y que en 1848 provocaría el nacimiento de la Liga Comunistay en 1864 la Primera Internacional.Otra facción de la Liga de los Hombres Justos, con el poeta W. B. Yeats a la cabeza, decide dedicarse a actividades más «espirituales» y funda la «Golden Dawn» o «Amanecer Dorado», que en los años 20 del siglo XX constituye su filial alemana bajo el nombre de Sociedad Thule. De ella deberíamos escribir extensamente en otra oportunidad; baste recordar que durante muchos años fue Secretario de Actas de esta asociación un oscuro ex cabo del ejército alemán, petiso, histérico y de ridículo bigotito de nombre Adolf y de apellido Hitler.

     ¿Volvemos un poco atrás?. Estábamos hablando de los amigos de Franklin. Muchos de ellos fueron los artífices de la asunción de quien fuera el segundo presidente de los Estados Unidos, John Quincy Adams, ocultista de cuño como que formaba parte de la llamada Sociedad de los Dragones. Miembros de esta sociedad fueron responsables del diseño urbanístico de la ciudad de Washington, en el cual se reconoce un indudable sello metafísico. Y a la misma sociedad perteneció Abraham Lincoln, confeso ocultista y espiritista, cuyo pensamiento siempre influyó —y no precisamente por sus ideales libertarios de la esclavitud— en otro presidente, grado 33 de la Masonería, llamado Franklin D. Roosevelt. Sí, el mismo que internacionalizó el concepto del «New Deal» en palabras y etapas en un todo identificables en las propuestas escritas por Los Iluminados de Baviera.

     No queremos contemplar el Universo mirándonos el ombligo. No queremos creer que el triste, perdido terruño donde uno nació es «Te Pito Te Henua». Pero, ¿recuerdan a Lamek?. Tras la construcción del templo de Salomón partió con las tribus «perdidas» de Israel. Ustedes ya saben que muchos suponen que con rumbo a América. El ya citado Jacques de Mahieu y el nunca hallado Sir Fawcett los supusieron en la Amazonia o más al sur también. Hay huellas extrañamente templarias en el centro de Argentina y en la Patagonia, dicen quienes saben de esto más que uno. Y desde hace décadas, la Municipalidad de Gualeguaychú, en nuestra provincia de Entre Ríos (la que tratara de destruir Garibaldi, hagan memoria) viene inútilmente tratando a nivel oficial de conseguir subvenciones para exhumar, en sus parajes, lo que historiadores locales sostienen son «restos de un probable barco fenicio y un puerto de ultramar de más de tres mil años».

     ¿Fenicios en América?. De Mahieu y Fawcett ya habían especulado sobre ello, y no conocieron Gualeguaychú ni a las sucesivas autoridades de esta hermosa y pujante ciudad que no entienden por qué el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, el organismo gubernamental que regula, beca y supervisa los trabajos científicos considerados de interés nacional) ha negado sistemáticamente hasta ahora hacer prospecciones, argumentando que se trata de una «insensatez», pero refutando desde la comodidad de sillones y oficinas pues nunca se dignaron siquiera echar una mirada a las evidencias reunidas provisoriamente por los investigadores locales, claro, pobres hombres de provincia.

     No sé si hubo fenicios en América y mucho menos si los hubo en Argentina (N. del Admin: al respecto, ver artículo: «¿Fenicios en Entre Ríos?« en Argentina Misteriosa). Sí sé, como todo aplicado estudiante de mi geografía, que el sur de la provincia que habito fue un gran mar primigenio y su ondulada geografía habla de actividad orogénica muy reciente, muy diferente del resto de la región. A no gran distancia de donde escribo estas líneas, hace unos años se encontró un esqueleto parcialmente fosilizado de una ballena y, remontándonos mucho más atrás en el tiempo, yo mismo he encontrado desde antiquísimos trilobites y amonites hasta aun calcáreos restos de conchas marinas en colinas circundantes. Pero como no lo sé, no puedo afirmarlo ni negarlo. Sólo que cabe la posibilidad…

     En fin. De esto escribiré en otra ocasión. Ahora lo que captura mi atención es esa especie de continuidad solapada desde los tiempos de Salomón hasta los actuales, ya que luego de Roosevelt toda otra asociación (incluidos los Bush, el Club Bilderberg, etc.) pueden leerla en los artículos mencionados al comienzo de este trabajo. Permítanme, sin embargo, citar palabras del respetado Eliseo Bayo («La Caída del coloso soviético» en «Año Cero», número 16):

     «El final wagneriano del Este, tal como se ha producido es el resultado, en lo esencial, de una conspiración largamente planeada para destruir los Estados-Nación, detener el crecimiento de las poblaciones, parar el crecimiento industrial y tecnológico, balcanizar las regiones, volver a un orden feudal y caminar hacia el gobierno mundial. Este vasto programa se puede encontrar reflejado al pie de la letra en los proyectos secretos de las sociedades de Iluminados que impulsaron los movimientos extremistas del pasado y del presente siglo, en la correspondencia de Lord Palmerston y de los banqueros suizos que crearon, entre otras, las figuras de Marx, Mazzini, Bakunin, Garibaldi y Hegel, como antes habían animado las de Voltaire, Robespierre, Danton y Madame de Stäel. Así lo reveló en su tiempo Heine. Se pueden encontrar sus raíces ideológicas en aquel gran impulsor de conspiradores que fue lord Shelburne y en sus criaturas Bentham, J. Stuart Mill, Hume, Turgot y Quesnay, que iniciaron los movimientos de vuelta atrás con ropaje «progresista», los Malthus, los Ricardo, los Adam Smith. Casi todos ellos pertenecieron al servicio secreto de inteligencia británico y trabajaban para la Compañía de las Indias Orientales. Ya en nuestros días, este programa de «crecimiento cero» poblacional y tecnológico, contracultural y profeudal, se halla presente en instituciones tan reconocidas como el Club de Roma, la Comisión Trilateral (reunida en Moscú en plena «perestroika», como si supieran con antelación de qué venía la mano N. de G.F.) el Club Bilderberg y otras no tan aireadas como la Fundación Cini, de la que han salido muchas de las corrientes ocultistas, el Instituto Aspen, el Proyecto 1980 y decenas de organizaciones cuya finalidad es extender los movimientos neomalthusianos y anticientíficos bajo una apariencia de «progresismo» y de «modernidad post-industrial».

     «La operación ha triunfado y aparentemente es un éxito, pues parecía que el imperio soviético no podría caer por «acciones desde dentro» y que fiar su desmoronamiento a una intervención exterior equivaldría a asumir un riesgo de destrucción nuclear compartido. Las acciones «desde dentro» han sido protagonizadas por las fuerzas políticas agrupadas en torno a la figura de Gorbachov y de su enigmática esposa Raisa, quienes, a cambio del aparente «harakiri» del sistema, han puesto en marcha los mecanismos necesarios para hacer saltar por los aires la Alianza Atlántica, los Estados-Nación europeos y la «casa común» dentro del esquema de complicidades y de voladura controlada del Partido Comunista que se inició hace treinta años con el debate chino-soviético y con la lenta sustitución de los partidos comunistas europeos por la socialdemocracia en la hegemonía de la izquierda mundial. La Europa profeudal, ocultista, financiera, volvió a encontrar el camino de Moscú para meter definitivamente a Lenin en la tumba. El revolucionario se había reído de ellos. Hizo peligrar los intereses coloniales de Gran Bretaña y los intereses financieros de las grandes familias oligárquicas radicadas en Venecia, Génova y Lombardía. Para estos círculos había resultado prioritaria a comienzos de siglo la mutua destrucción de Rusia y de Alemania. Antes habían orquestado la guerra ruso-japonesa e inducido a Rusia a librar guerras contra Austria y Turquía para que se destruyeran mutuamente. El servicio de inteligencia del Kaiser recurrió a los servicios de Parvus para tratar de parar la guerra. Se esperaba que Lenin sirviera de elemento desestabilizador del estado zarista, que ayudaría a extender a Alemania el fermento radical, que se adheriría a la estrategia anglo-veneciana de desmembrar a Rusia, a Turquía y al Imperio Austro-húngaro, para hacer de ellos un amasijo balcanizado de pequeños estados regionales en permanente conflicto (lo que parece que va a ser el mapa de la región entre fines del siglo XX y principios del XXI). Alexander Helphand «Parvus», patrón de Trotsky en 1905 y de otros muchos líderes bolcheviques en 1917  trabajaba en realidad para el más importante y hermético político veneciano de la época, el conde Volpe di Misurata, el artífice de ese enclave ficticio llamado Libia y coordinador de las guerras balcánicas que condujeron a la Primera Guerra Mundial. Lenin se montó en el tren de Parvus, entró clandestinamente en Rusia, pero no respondió a lo que se esperaba de él. Curiosamente, el siglo XX va a acabar casi como empezó, si se mira atentamente el mapa. Muy pocas de las grandes familias oligárquicas que dirigían el mundo entonces deja de hacerlo hoy. Disponen de más poder y más sofisticado. Lo que está en juego son decenas y decenas de países cuyo destino creen construir en libertad, sin advertir quizás que se hallan en las mismas manos que consideran inacabada la obra iniciada por sus perversos antepasados hace doscientos (¿O miles? N. de G.F.) años».

     También oportunamente me he referido a la relación —principalmente sanguínea— que existía entre uno de los integrantes descollantes del discutido proyecto Majestic-12 (el doctor Vannevar Bush) y la imperial familia homónima hoy encumbrada en el poder. Vinculando el curioso ascendente que sobre lo ovnilógico entonces esta prosapia familiar parece tener, no es inesperado un pronunciamiento como el que sigue, el cual nos informa nuestro Colega Daniel Muñoz en su informe semanal «NotiOvni«: (notiovni@yahoo.com) ,  el 25 de setiembre de 2002:

 EL PRESIDENTE BUSH REACTIVA LA PROHIBICIÓN DE INGRESO AL ÁREA 51…

     El miércoles 18 de septiembre de 2002, el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, insistió en que el «Área 51» no deberá ser abierta a las investigaciones sobre uso y manejo de materiales tóxicos y nucleares, «y que sus específicas actividades y operaciones pasadas y presentes permanecerán clasificadas y no podrán ser discutidas bajo ninguna circunstancia»… El reporte, proporcionado por el periodista Alex Jonson, de la MSNBC, señala que la ordenanza emitida por Bush es incontrovertible, y que vuelve a activar la especulación de que en realidad, en las instalaciones de Groom Lake, Nevada, se escondan y manipulen artefactos y tecnología de posible origen extraterrestre… http://www.msnbc.com/news/809766.asp (en inglés).

     Es bastante obvio el interés que pueden tener los Bush y su estirpe en ocultar al conocimiento público la realidad extraterrestre; de ello ha referido en extenso nuestro ilustre colega Ignacio Darnaude-Rojas. Básicamente, controlar la economía mundial —y el poder sobre las masas que ello significa— a costa de —repito a los autores citados hasta aquí— «balcanizar» las naciones, regresar a una concepción feudal de la economía (donde los «señores» locales sostienen su poder a sangre y fuego pero respondiendo en pactos y alianzas a un poder centralizado en la figura del rey). Como parte de ese proceso, es necesario:

 a) Ocultar y obstaculizar la relación eventual con otras culturas e inteligencias que, por su sola presencia manifiesta y admitida, desplazaría hacia otra perspectiva cósmica una presupuesta verticalidad sumisa a la historicidad de ciertas raigambres plutocráticas.

 b) «Torpedear» todo progreso tecnológico que pudiera abrir a la humanidad los portales del cosmos, revelando no sólo nuevas tecnologías y formas de energías accesibles masivamente y casi gratuitas —que pondrían en pie de igualdad a rubios anglosajones con pequeños bosquimanos— sino el conocimiento precisamente de la manipulación de que hemos sido colectivamente víctimas hasta aquí.

 c) Crear un específico paradigma de cómo debe evolucionar el intelecto de las futuras generaciones, alejándolas de toda revelación metafísica y trascendente que podría peligrosamente dar alas a los sueños de libertad, mediante un rígido «canon» de academias «científicas» y modos «políticamente correctos» de ascender en la pirámide social con sus prebendas.

     En este proceso manipulador (déjenme decirlo de una vez y claramente) son idiotas útiles dos castas contemporáneas claramente identificables: la de los «racionalistas escépticos», esos contradictorios «fanáticos de la razón» que aglutinados en entidades como la ARP española o el CSICOP no sólo son verdaderos Torquemada del libre pensamiento, sino, los intuyo, ignorantes peones en un ajedrez que los premia con migajas de atención mediática y ofrendas del limosnero institucional, sintiéndose preclaros fiscales de la conciencia ajena, sin ser más que agentes involuntarios e inconscientes de un Gran Plan que serían intelectualmente incapaces de aprehender en su verdadera dimensión. En segundo lugar, cierta prensa, caracterizada por su inclinación «socialdemócrata» o simplemente petulantes psicobolches de café —maridaje extraño de altas dosis de discurso teórico de izquierdas con el más rancio freudianismo (no sé si existe el neologismo; pero de no existir, habría que inventarlo). Se los llama también «progres», y con cierta suficiencia fukuyámica digitan qué temas —y lo que es peor, qué pareceres— son «serios», dignos de su atención y de recursos aplicados, y cuáles no.

     Prescott Bush ya en 1918 integraba la logia estudiantil «Calavera y Huesos». En honor a su sociedad, y respondiendo a un desafío de sus condiscípulos universitarios, supo invadir un cementerio apache y robar el cráneo del legendario cacique Jerónimo. Comenzada la Segunda Guerra Mundial, Prescott, socio de una compañía de petróleo en Texas, fue severamente sancionado por el gobierno por haber hecho tratos secretos con la nazi Luftwaffe. Experto en vericuetos legales, supo no sólo escapar a todo escarnio sino también supo acercarse a los hombres del poder que habían sido sus correligionarios en «Calavera y Huesos»; tornóse íntimo de los hermanos Allen y John Fuller Dulles. Éste último dirigía la CIA cuando el asesinato de John Kennedy, en tiempos en que asaltado por vaya a saberse qué remordimientos insistió ante Bush a devolver el cráneo de Jerónimo, cosa a que Prescott accedió. No pasó mucho tiempo para que los descendientes de los bravos indígenas descubrieran que el cráneo era falso…

     La amistad con Dulles garantizó que el hijo mayor de Prescott, George H., ejecutivo de la industria petrolera, pudiera acceder a un empleo como agente de la CIA. George se destacó pronto al punto de, en 1961, coordinar la invasión de Bahía de los Cochinos, en Cuba, intentando derrocar al régimen impuesto por los otrora guerrilleros de Sierra Maestra. Fiel a sus raíces tejanas, George mismo bautizó a las embarcaciones que llevaron a los mercenarios hasta la isla de Fidel  como «Zapata» (nombre de una de sus concesiones petroleras), «Bárbara» (su mujer) y Houston (su centro de operaciones). La invasión frascasó, mil quinientos mercenarios fueron presos y más tarde liberados a cambio de U$S 10 millones en alimento y medicamentos para niños. Pese a la derrota, en 1976 George alcanza el cargo de director de la CIA. Apenado por el desempeño de su primogénito como «007», a estas alturas Prescott se consolaba con el éxito en los negocios petroleros. Y aplaudió la amplitud de visión de su hijo cuando George, a mediados de los años ’60, se hizo amigo de un emprendedor árabe que viajaba con frecuencia a Texas, introduciéndolo a unos pocos de la sociedad local: Muhammad Ben Laden. En 1968, al sobrevolar los pozos de petróleo de Bush, Ben Laden murió en un accidente aéreo en Texas. No importaba: los lazos de amistad entre las familias ya se habían consolidado.

     Eran tiempos en que George Bush andaba más preocupado por las pésimas calificaciones escolares de su hijo homónimo que por la muerte de sus amigos. Arreciaba la Guerra de Vietnam, y para evitar que el hijo fuera convocado, George trató de alistarlo en la fuerza aérea de la Guardia Nacional. Pero la bebida, mientras tanto, impedía que el nieto de Prescott tuviera chance de llegar a ser un buen piloto. Papá George lo incentivó, entonces, a fundar a principios de los ’70 su propia empresa petrolera, la «Arbusto («Bush», se dice en inglés) Energy». Gracias a los contactos internacionales que el padre mantenía desde los tiempos de la CIA, George hijo buscó las inversiones de Khaled Ben Mafouz y Salem Ben Laden, este último el mayor de los 52 hijos dejados por el fallecido Muhammad. Mafouz era banquero de la familia real saudita y casado con una de las hermanas de Salem.  Esos vínculos familiares permitieron que Mafouz llegase a presidente de «Blessed Relief», una ONG árabe en la cual trabajaba uno de los hermanos de Salem, Usama.

     Al tiempo, Arbusto llamó a convocatoria de acreedores y renació con el nombre de «Bush Exploration» y, más tarde, «Spectrum 7». Tales mudanzas fueron suficientes para impedir que la bancarrota amenazara al joven George W. Bush. Salem Ben Laden, fiel a los lazos de familia, fue en socorro de su amigo, comprando U$S 600.000 en acciones de «Herken Energy», que asumió el control de «Spectrum 7». Y firmó un contrato de importación de petróleo por un valor de U$S 120.000 anuales. Las cosas mejoraron para el nieto del viejo Prescott, que logró embolsar U$S 1.000.000 y obtuvo un contrato con el Emirato de Bahrein, el cual dejó a la Esso mordiendo el polvo.

     En diciembre de 1979, George H. Bush viajó a París para un encuentro entre republicanos y partidarios moderados de Khomeini, en el cual se trató la liberación de los 64 rehenes norteamericanos secuestrados en noviembre en la Embajada de los Estados Unidos en Teherán. Se buscaba evitar que el entonces presidente Jimmy Carter se valiese del episodio al punto de perjudicar las pretensiones presidenciales de Ronald Reagan, a fin de cuentas, otro paladín del «New Deal». Y, de hecho, papá George hizo el viaje a la capital francesa a bordo del «jet» privado de Salem Ben Laden, entonces su gran contacto en y con el mundo islámico. En 1988, Salem, como su padre, falleció en un accidente aéreo. En aquél mismo año (de 1979), los soviéticos invadieron Afganistán. George, que coordinaba las operaciones de la CIA, recurrió a Usama, uno de los hermanos de Salem, quien aceptó infiltrarse en Afganistán, para, supervisado por la agencia de inteligencia, fortalecer la resistencia afgana contra los invasores comunistas (si quieren cotejar los datos dados hasta aquí, pueden consultar el libro «Un hijo afortunado: George W. Bush y la «fabricación» de un presidente americano», de Steve Hatfield). Todo lo que sigue es ahora historia harto conocida. Así como el abuelo Prescott fue por la cabeza de Jerónimo, el nieto George fue tras la cabellera de Usama.

(Continuará)

2 comentarios de “ILLUMINATI: EL PODER SECRETO DETRÁS DE LA HISTORIA (2º parte)

  1. Humberto Salazar dice:

    Hola Gustavo. Magnífica la secuencia histórica. Es que hay que leer «atrás» de lo que llaman historia oficial para entender lo que realmente ha pasado en el mundo. Gustavo, que bueno fuera que investigaras sobre los documentos secretos del proceso de Nuremberg luego de terminada la segunda guerra mundial y que se supone deben estar desclasificados. Esto,para entender de mejor manera el plan de Hitler y en qué momento y porqué, se tornó incómodo para los otros que buscaban adueñarse del mundo. Felicitaciones y un abrazo.

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