¿Es la Gran Pirámide un portal interestelar?

La Gran Pirámide - Portal

Supongamos, mientras tanto, este punto de partida paralelo: es un hecho que a medida que transcurren los tiempos, la tecnología se va -permítanme el neologismo- “sutilizando”. Comparen, por ejemplo, el instrumental quirúrgico usado por los cirujanos de hace dos siglos y el actual; los elementos de trabajo del técnico eléctrico de principios de siglo y de hoy en día. El avance de la nanotecnología, los circuitos biocibernéticos y el empleo de la luz como «soporte» informático me alientan a pensar que, en algunos siglos más, quizás en milenios, la tecnología va a tener poco de material y mucho de energéticamente puro. Y sospecho también que si una especie evoluciona decenas de milenios por delante de nosotros, es quizás posible que cada vez prescinda más de lo corporal y emplee mejor lo espiritual. Pienso, sinceramente, que una civilización avanzada -muy avanzada- será más espiritual que material. Y, por ende, su tecnología también sería espiritual. Así que, ciertamente, pensar en naves espaciales para trasladarnos por el universo debe parecerles algo así como ver indígenas montados sobre troncos preguntándose cómo cruzar el océano. Y entonces, vuelvo a pensar en las pirámides.

El fenómeno conocido como refracción de la luz, como todos sabemos, consiste en la desviación que un rayo luminoso experimenta cuando pasa oblicuamente de un medio a otro de diferente naturaleza y densidad. En el caso de la atmósfera, esos rayos se «quiebran» y luego, cuando esos mismos rayos penetran oblicuamente en el agua, se vuelven a quebrar formando un ángulo fácil de observar a simple vista. Eso mismo ocurre con los prismas de cristal. Pues bien, si la Gran Pirámide fuera de cristal -o experimentara un proceso análogo- refractaría la luz solar o estelar en ángulos de 26º5’, siguiendo dichos rayos la trayectoria exacta que siguen los pasillos interiores.

La varias veces milenaria creencia de que el alma vuela a dios (o a las estrellas, montada en un «rayo de luz», ¿podría tener otra lectura? ¿Será el resabio cultural de un antiquísimo recuerdo en que seres no físicos, pero sí reales y civilizados, visitaban y se alejaban de nuestro planeta a través de esta «tecnología»?

Todo el magnífico Egipto -el de los profundos conocimientos esotéricos y el de las maravillas arquitectónicas- nos habla de la presencia de un pueblo poderoso que, estoy seguro, transformó un pequeño riacho sometido a cíclicas sequías en un cauce artificial, el Nilo que hoy conocemos. Observen una foto aérea del mismo. En grandes, prolongados tramos, es perfectamente recto, recto en un llano desértico. Los expertos en la materia opinan que un río de tal talla e importancia, que pierde alto porcentaje de sus aguas nada más que por la evaporación, no pudo haberse abierto cauce por sí mismo puesto que en más de mil kilómetros no recibe nuevos afluentes. Pero, claro, una vez más, esto nadie lo ve.

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