El laboratorio de un rey Illuminati

Vista aérea de El Escorial
Vista aérea de El Escorial

Por fin cumplí un sueño largamente acariciado: caminar por esos salones sobre los que tanto había leído y especulado, los salones de ese palacio-monasterio ordenado construir por un rey español, Felipe II, paradigma del bastión noble de la fe católica. Porque si hubo un rey que más se ganó un lugar en la Historia como paladín de la Iglesia fue precisamente él. No gratuitamente fue en el período de su reinado que la Inquisición (no la Vaticana, sino la Española, es decir, la que respondía a fueron propios) alcanzó, si no el mayor número de asesinatos –que es posible- el de mayor control, dominación mental de las masas, una estructura multitudinaria y polifacética que se imbricaba hasta la trama más cerrada de la urdimbre social de la España de entonces. El ojo del Gran Hermano Católico, Apostólico y Romano todo parecía verlo; los “familiares” (miembros laicos informantes) estaban en todas partes, las gentes vivían en el miedo permanente de ser acusados, arrojados a la pestilencia de una mazmorra y sus bienes incautados en nombre de la Cruz. Pero ese mismo rey, que tan fanático puede parecer a la mirada superficial de quienes creen sin cortapisas la historia oficial, era a la vez un profundo cabalista, un apasionado de la Alquimia, un exigente coleccionista de tratados herméticos, esotéricos y un protector de sabios a contrapelo del relato inquisitorial, a los que protegía pero a la vez exigía para apoderarse de sus conocimientos. Esta mixtura de poder –económico, especialmente, en tiempos que el Imperio Español estaba en su apogeo- esoterismo, doble discurso me ha llevado a considerarlo un exponente típico de

Felipe II
Felipe II

los Illuminati históricos, a caballo de la definición de los mismos que he hecho en otros trabajos. Y que, considerando el impacto en el diseño histórico y geopolítico del mundo tal cual hoy lo conocemos tuvieron sus acciones en su tiempo demuestra esa naturaleza por sí mismo.

El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es un complejo que incluye un palacio real, una basílica, un panteón, una biblioteca y un monasterio. Se encuentra en la localidad de San Lorenzo de El Escorial, en la Comunidad de Madrid, España (a escasos cincuenta kilómetros de la ciudad), y fue construido entre 1563 y 1584. El palacio fue residencia de la Familia Real Española, la basílica es lugar de sepultura de los reyes de España y el monasterio -fundado por monjes jerónimos- está ocupado actualmente por frailes de la Orden de San Agustín.

No voy a extenderme aquí en lo que el lector curioso puede encontrar “googleando” el nombre, el detalle de los aspectos históricos y artísticos del lugar. Sí detenerme en lo que nos concierne: su faz esotérica.

El Pudridero

Uno de los grandes atractivos del lugar es la cripta que guarda los restos mortales de los reyes de España. En salones anexos, también, infantes, príncipes y otros personajes. Pero detengámonos en esta sala. Es tétrica y a la vez, fascinante. Octogonal: evitaré aquí hacer asociaciones

Cripta o Panteón de los Reyes
Cripta o Panteón de los Reyes

neotemplarias, y dirigiré mi atención a este eterno número 8, tan asociado en todos los continentes y todas las culturas a lo sagrado, y sobre el cual, exclusivamente, deberé extenderme en alguna oportunidad. Es interesante señalar que la cripta se encuentra completa. O no. Si se “cegara” el acceso hoy público, cabrían –exactamente- dos sarcófagos más. ¿Y después qué?. Se preguntarán ustedes. No hay forma de abrir una entrada desde otro lado, con lo cual la cripta quedaría completa y “sellada” el día que Juan Carlos y Sofía fallezcan. ¿Es que Felipe II no tomó en cuenta que en unos cuatro siglos el lugar iba a estar completo, dejándole el problema a quienes vinieran después?. Arriesgo otra explicación: que Felipe II sabía, ya en aquél entonces, que la Monarquìa Española no tendrá más reyes, posiblemente luego del actual. Es ésta una afirmación arriesgada, lo sé. Pero el tiempo dirá quién tiene la razón. Y, ¿qué ocurriría si mi especulación fuera cierta?.
No puedo dejar de pensar que la dinámica de la realeza española, hoy, es parte de un interesante tiempo de cambios. Juan Carlos abdicó a favor de ¡oh lala! su hijo Felipe… en tiempos donde un Papa abdica como no se recordaba en siglos, el mismo tiempo donde un Dalai Lama –“el” Dalai Lama- anuncia públicamente que “no serán necesarios nuevos Dalai Lama luego de él”. ¿Es casualidad que estos tres ejemplos confluyan en este momento de la Historia?. ¿Es casualidad que Felipe (II, el del Escorial) sólo contemplara espacio disponible en la cripta hasta este presente?.

Pero antes de ser depositados en su lugar de descanso final, los cuerpos son introducidos en una pequeña sala que pasa habitualmente desapercibida. Los turistas pasan frente a ella sin reparar en esa pequeña puerta negra. Yo, alertado, le pregunté al guardia: “¿Dónde está El Pudridero?” y, pillado por sorpresa, con un gesto sumamente extrañado me la señaló.
El Pudridero es un lugar donde los cuerpos son colocados para pudrirse naturalmente durante 25 años antes de ubicarlos en su féretro de destino. ¿El motivo?. Escuché una explicación de una guía y casi se me escapa una risotada: para reducir el tamaño de los cuerpos, así los féretros podían hacerlos un poco más pequeños. ¿Imaginan a la realeza española teniendo que ahorrar veinte centímetros menos de ataúd?. Serían como suponer que no se quiere que se pudran en la gran cripta por alguna filtración de olor o alguna otra excusa profiláctica.
Sin duda, no es esta la verdadera razón de un lugar siniestro el que en El Escorial prefieren no hablar. Quizás no por escatológico sino por razones más profundas. ¿Cuáles pueden ser éstas?. Estoy convencido que alquímicas.
En la Obra alquìmica, el proceso exige que la materia prima de la futura Piedra Filosofal permanezca “operando” –es decir, en cocción- bastantes años –adivinen cuántos, según algunas escuelas- en plena “putrefactio”, hasta que su carcasa oscura, negra, se quiebra y surge de ella “la Estrella de la Mañana”.Según el lenguaje alquímico, es cuando debe ser retirada del atanor y puesto en una matriz o retorta para iniciar otro ciclo de sublimación. El cadáver del rey pasa 25 años en “putrefactio”, en un lugar oscuro, casi clandestino, aislado, para luego pasar a un gran cáliz octogonal….
Debo hacer aquí una disgresión, lógicamente, alquímica. ¿Saben cuál es la razón esotérica –que algunas religiones, desconocedoras de esta razón, pontifican bajo el disfraz de enseñanza ancestral que sólo sus jerarcas conocen- para preferir que los cadáveres sean sepultados y no cremados?. Que, alquìmicamente, la cremación, al interrumpir el proceso natural de putrefacción, interrumpe la sublimación alquìmica del espíritu contenido, que es –otra vez, Macrocosmos y Microcosmos- lo que en el cuerpo humano repite la Obra Alquìmica del atanor. No debatiremos aquì si estamos de acuerdo o no con esta lectura: simplemente la enunciamos. Es posible imaginar toda una corriente filosófica que realmente pensaba en la posibilidad de transmutar el espíritu a un nivel de existencia superior (un mítico Paraíso) repitiendo en el cuerpo y a nivel masivo los enunciados quìmicos de la alquimia.

Los jardines

Jardines. foto del autor
Jardines. foto del autor

Uno puede suponer que eran simplemente espacios recreativos, pero las figuras regulares, simbólicas pero casi laberínticas de setos y caminos dan el marco perfecto a un edificio cuajado de secretos. Falta un estudio minucioso de los símbolos en los jardines, de la alegoría de sus espacios en superficie, de la numerología codificada en escalinatas y balaustradas.

La leyenda del Perro Negro

La leyenda dice que en algún momento de los últimos años de la existencia del rey, ciertos experimentos esotéricos realizados en la torre laboratorio del palacio provocaron la aparición de un gigantesco perro negro, que en las noches rondaba el mismo, aullando y ladrando ferozmente. Incluso, se le adjudicaron algunas extrañas desapariciones de aldeanos. Dice la leyenda que el mismo Felipe, cuando permanecía por varias semanas seguidas en El Escorial tenía verdadero pánico de la posible aparición de este animal que, pese a todos los esfuerzos, nunca pudo ser capturado. Y que desapareciò para siempre cuando muriò el rey.

La Boca del Infierno

La elección del lugar donde se erigirían palacio y monasterio no fue accidental, ni estuvo sujeta a las bellezas paisajísticas del escenario. Eran tiempos en que la capital del reino era todavía Toledo y las afueras del pequeño villorrio elegido para la magna obra tenía, según astrólogos y curanderos de

El autor en los jardines
El autor en los jardines

entonces, una fama sombría: allí estaba una de las bocas del infierno, uno de los accesos al Averno. De manera que se ordena construir la monumental edificación al mismo tiempo como una forma de cerrar ese acceso y vigilarlo. Recordemos aquì que la planta del palacio y monasterio –uno adosado al otro- si bien según los “historiadores oficiales” reproduce la parrilla donde fuera martirizado al fuego San Lorenzo, ésta es una explicación de circunstancia que, además, no se condice con la realidad: la semejanza de parrilla de la planta de la construcción sólo parece ser tal al finalizar las numerosas obras que, a través de décadas, sumaron ampliaciones y extensiones edilicias que no se contemplaban en los planos originales. En cambio, ellos, los diagramas originales, sí reproducían algo: la planta del Templo de Salomón. Extraño, muy extraño, en tiempos en que el furibundo catolicismo veía a los judíos como enemigos de la fe y cuando millares de ellos terminaban crepitando en las hogueras…
Ene este contexto, reviste otra importancia que El Escorial reúne la mayor colección de “reliquias” sagradas de la Cristiandad: unas 7.500, ubicadas en 507 puntos distintos de la planta, la mayoría de ello dentro de cofres de cobre ubicados en las torres, almenas, etc., como si “sellaran” el lugar de salidas no deseadas.

La Biblioteca Esotérica

Cuando algún amigo a la distancia me habló de ella, creí que era una simple exageración o un rumor. Y hoy que lo cuento sé que muchos de ustedes, lícitamente, podrán pensar lo mismo, toda vez, por ejemplo, que no exhibo fotografías, aunque quienes hayan visitado el lugar saben que las mismas

Una de las bibliotecas
Una de las bibliotecas

están terminantemente prohibidas y la vigilancia es cercana y permanente. Pero, claro, aún así, alguien dudará. Pero es verdad: Felipe se encargó de reunir la más impresionante biblioteca sobre cuestiones esotéricas, ocultistas, alquìmicas, astrológicas, mágicas, para ese entonces. Se habla de más de quince mil volúmenes (en total las bibliotecas palaciegas sumaban cuarenta mil, de donde lo dedicado a lo esotérico es una parte muy importante), algunos de muchos siglos de antigüedad, verdaderos griales del Conocimiento. Esa biblioteca está allí. Y, ¡oh, sorpresa! Los libros están ubicados con sus lomos hacia adentro, mostrando de cara al exterior el borde de sus hojas.. Verdaderamente insólito. Preguntado que hube a un guardia, me dijo que era para “preservarlos” permitiendo que así las hojas se airearan de la humedad. Me parece una tontería: existen muchos métodos técnicos para preservar los textos –el Escorial, verdadero patrimonio de la Humanidad, no carece de presupuesto cómodo para las tareas de restauración, preservación y conservación de su ingente capital artístico e intelectual- y un simple deshumidificador ambiental es por sí solo mucho más efectivo que esa costumbre que, por otra parte, se cumple sólo en la “biblioteca astrológica” (así se la llama) y no en las otras del palacio, que son varias. Entonces, ¿porqué?. Opino, sencillamente, que la idea es que ni el público ni el personal de menor rango sepa qué volúmenes, de qué autores, se guardan allí. Quizás por valuación, quizás por el poder que esos libros encierran…..

La Torre que explotó

Dentro de esta constelación de acertijos alquìmicos y herméticos, esta historia es casi una anécdota de color: En 1572, una de las torres, consagrada como laboratorio alquímico, voló por los aires. Nunca quedó claro quién o quiénes eran los infortunados laboratoristas que allí trabajaban y, mucho menos, qué tipo de experimento hacían, pero no me extrañaría que, hombre práctico al fin, Felipe ordenara que en el “programa de actividades” estuviera contemplada la fabricación de algún nuevo tipo de material bélico.

La sala de los horóscopos

El lugar donde pudimos toma una de las pocas fotografías de interiores sin ser vistos; las ventanas eran aprovechadas por el rey y sus colaboradores inmediatos para realizar estudios arqueológicos, habiéndose ubicado, en el suelo mismo, dos verdaderos “nomones” astronómicos, perfectamente

Guía zodiacal en el piso. foto del autor.
Guía zodiacal en el piso. foto del autor.

identificados zodiacalmente. Curiosamente, las dos salas colindantes donde se encuentran están en el Ala de las Infantas, una parte que ocupaba la alcoba y otras dependencias de una de las parientes directas del rey y, por consiguiente, garantizaba discreción y reserva sobre lo que allí se llevaba a cabo.

La Sala del Secreto

Ubicada al oeste del edificio, destaca en primer lugar por ser lóbrega y por demás austera. Pero su gran particularidad (por eso se la llama también “la sala de los susurros”) es que, ubicado uno en cierto punto y musitando frases en voz tan queda que otras personas, a unos tres metros, nada escuchan, sí lo hace con claridad cualquiera que se coloque al otro lado de la espaciosa sala. Hay una anécdota divertida. Cuando Juan de Herrera –uno de lo arquitectos, y que, obviamente, conocía la propiedad de esta sala que no había revelado al rey), molesto porque el monarca no aumentaba la paga de los jornaleros, se valió de la misma con fines prácticos. Estaba el Rey en un extremo del salón, pensativo y solo, y Herrera se dirigiò al punto que conocía, disimulando entre otras personas que caminaban por la misma, musitando: “Majestad, no está bien que los trabajadores no cobren lo suyo”. Dicen que el Rey, alarmado, dijo en voz alta: “¡¿Quién habla?!” (pues nadie se encontraba próximo a él). Y el pícaro arquitecto dice en voz baja: “El ángel guardián de los trabajadores”, y sale del recinto. El rey, asustado, dio un jugoso aumento inmediato, y la anécdota sólo la contó Herrera en sus memorias.

David y Salomón

En el gran patio se encuentran estas estatuas del rey David y su hijo, el rey Salomón. Algo muy bíblico. Solamente bíblico, dirán ustedes. Lo curioso –y

David y Salomón. Foto del autor
David y Salomón. Foto del autor

esotérico- es que el rostro de David no es un rostro cualquiera… ¡sino el del rey Carlos I, su padre!. Así que el mensaje es claro: si “David” es Carlos I, “Salomón” es Felipe II. Ahora bien, a sabiendas de la fama de cabalista y alquimista que se ganó Salomón, podemos sospechar que el mensaje críptico era que el dignatario se consideraba igualmente sabio en ciencias herméticas.

Adamitas y El Bosco

Felipe II tenía una verdadera obsesión por las obras de Jheronimus Bosch, llamado Jeroen van Aeken o Van Aken y conocido como El Bosco o Hieronymus Bosch. Enviaba representantes por toda Europa a la búsqueda de sus obras sin hesitar en pagar los precios que se demandaran. Uno podría suponer que todo se reducìa a cierta extravagancia artística, peor el hecho es que El Bosco, en vida (vivió entre 1450 y 1516) por poco había escapado al brazo secular de la Inquisición. En parte por el cariz definitivamente sarcástico y cruel de sus representaciones, aún las religiosas. Y en parte, porque era activo integrante de la secta cristiana conocida como los Adamitas. Éstos, que tomaban su nombre del hebreo Adam Kadmon, era interpretadores bastante

"La tentación de San Antonio". El Bosco
«La tentación de San Antonio». El Bosco

fundamentalistas de ciertos pasajes bíblicos pero exégetas de otros, y tenían una característica, curiosa y socialmente escandalosa: consideraban que cubrir el cuerpo era un ofensa al Creador, de manera que andaban desnudos. Cuando menos, dentro de sus casas o en los ámbitos que compartían, aunque solía vérseles así aún en espacios públicos. Esto, por supuesto, era inaceptable para la sociedad de entonces (bah, también lo sería para ésta) por lo que eran perseguidos. Así que El Bosco no era, en ciertos círculos sociales (económicamente poderosos, vinculados a la nobleza, el clero o la milicia) ciertamente un personaje bienvenido. Pero Felipe no tenía miramientos n buscar sus obras que –vale la aclaración- tiene, en muchos –si no todos- casos una lectura esotérica y cabalista.

Silla de Felipe II

Si ustedes ascienden (nosotros no tuvimos tiempo de hacerlo) Las Machotas, en la misma sierra de Guadarrama, llegarán a un tallado escalonado en la roca conocido como “silla de Felipe”. La leyenda popular dice que la hizo tallar el monarca para desde allí contemplar el avance de las obras en El Escorial, pero diversos estudios han desestimado esta fábula. Primero, porque desde esa altura nada se ve con detalle y las condiciones visuales –y el esfuerzo en llegar- no le hacen nada cómodo para esos fines. Y luego (y fundamental) que los estudios arqueológicos han determinado su data muy anterior: posiblemente alrededor del siglo V de nuestra era, y se supone que era un altar o de sacrificio o de adoración de los vetones. ¿Y porqué es de interés para mí mencionarlo?. Porque nos retrotrae a una historia del paraje vinculada al misticismo y lo fantástico: que el espacio geográfico que fuera lugar de “poder” para ese pueblo haya sido durante siglos considerado “boca del infierno” y, a su vez, asiento de El Escorial, edificio que desde su concepción fue destinado a mucho más que las funciones habitacionales o clericales habituales, con un

La "silla de Felipe"
La «silla de Felipe»

significado “oculto” reafirma cuando menos la presunción de la “magia” del lugar. Y el cabal conocimiento que de ello tenía un rey que tuvo un discurso de cara a la sociedad, una “vida políticamente correcta” de acuerdo a sus ansias y sus conveniencias de poder y dominación, pero íntimo conocedor de las “realidades ocultas” de la Naturaleza y eficaz practicante de las artes que le permitieran poner a su disposición, para sus fines mundanos, los planos sutiles. Y eso lo hace un Illuminati más.

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