El «foco tonal» de Erahenén, Capilla del Monte

Realizando la «Senda del Guerrero» aquí comentada.

Existen países –como México- donde la expresión “Foco Tonal” ha pasado a formar parte del vocabulario popular. En otros –caso de Argentina- no sólo no lo ha hecho sino que hasta muchas personas allegadas a estas temáticas ignoran su significado. De manera que a título introductorio diremos que un Foco Tonal es un punto de la geografía terrestre de especiales características energéticas, generalmente asociadas a perturbaciones del campo electromagnético y, en todo caso, detectable mediante Radiestesia. Pero lo que hace particularmente característico a un Foco Tonal es que esas peculiaridades sutiles también se perciben de manera física, ya sea por un fenómeno de “cámara” o reverberación de la voz (en un espacio abierto), o por sensaciones físicas evidentes. En México uno de los más tradicionales se encuentra en el estado de Jalisco y de hecho el punto no sólo ha sido adaptado y preparado específicamente para tales fines sino que grupos de meditadores de todas las latitudes concurren a él para experimentar sus efectos, los que generalmente tienen implicancias con la sanación física, psicológica y espiritual.

Más allá del debate casi bizantino si se trata de particularmente fuertes cruces de “líneas Hartmann”, “portales” donde las diferencias de niveles vibratorios entre nuestro universo tetradimensional y uno de “n” dimensiones se ralentizan o enclaves donde la “energía cósmica” interactúa de manera exponencial con nuestro planeta (en relación a cualquier otro punto), lo cierto es que miles de personas dan su testimonio de los efectos sensibles percibidos en el lugar. Y si bien la expresión Foco Tonal es poco conocida aún, la existencia de estos puntos de intensa energía no lo son y abundan sobre el planeta, como nosotros mismos hemos constatado en algunos de nuestros viajes a diversas latitudes. Y –esto es fundamental a efectos de esta nota- no es menos importante que los mismos eran conocidos (y aprovechados) por los pueblos de la antigüedad, donde verdaderas escuelas de hombres sabios pasaban años formándose en manejar las sutilezas de esas manifestaciones y sus aplicaciones prácticas. Por caso, un ejemplo de disimulado Foco Tonal, conocido sólo por un puñado de iniciados, es la pequeña plaza llamada “de la Rosa de los Vientos” frente a la Iglesia de La Candelaria, en Punta del Este, Uruguay.

Allí se produce concretamente el fenómeno de “reverberación» que he comentado: de pie en su centro, rodeados sólo de un dodecágono perfecto de palmeras y con el mar abierto a muy corta distancia, el hablar en voz alta recibe la “devolución” de la propia voz en un “efecto cámara”, pero si uno se desplaza un metro de ese punto específico, el efecto desaparece (lo que prueba que las explicaciones “convencionales”, por ejemplo la que trata de adjudicar a unas viviendas a cierta distancia dicho efecto cae por su propio peso ya que, de ser así, igualmente se repetiría). No se han realizado experiencias o estudios –que sepamos- de largo aliento sobre ese Foco, aunque podemos acotar aquí el sugestivo dato que en los registros municipales de la ciudad no quedó constancia de quiénes y cuándo decidieron –y porqué- la construcción de la misma. Y es un hecho no menor que se encuentre frente a esa iglesia, donde acuden, de manera más o menos discreta, numerosas Órdenes y Sociedades esotéricas de ese país –especialmente quienes siguen las enseñanzas del fallecido Julio C. Stelardo, alquimista y esoterista- para realizar sus meditaciones y rituales.

Otra vista de la Senda del Guerrero descripta en el artículo.

Esta introducción nos ubica en contexto de lo que ahora queremos compartir. Como ustedes bien saben, hace décadas que estudio los fenómenos que ocurren alrededor de Capilla del Monte y su cerro Uritorco, en la provincia de Córdoba, Argentina. No solamente he constatado eventos de tipo parapsicológico y ufológico, sino reunido evidencias que delatan la presencia de una cultura, una civilización, un horizonte desconocido para la Arqueología academicista, presente en evidencias que van desde el “Pucará del Uritorco”, hasta la “cabeza de Cóndor” camino a la cima del cerro e, incluso, extrañas conformaciones rocosas en el paraje conocido como EL Zapato”. Y allí debemos volver a detenernos.

Su frívolo nombre –El Zapato- proviene de una roca que semeja un calzado, ubicado a su vez sobre un promontorio en la cresta más expuesta de una meseta rocosa ubicada apenas a dos kilómetros del centro del pueblo. A través de décadas, cuando las bellezas turísticas de la región no habían sido aún explotadas, era casi una obviedad llegarse hasta el incipiente poblado a tomarse una foto junto a esta roca. Jubilados y “mieleros” (recién casados) dan fe de sus vacaciones con la imagen infaltable. Es curioso: hoy existe la casi certeza entre los habitantes del lugar que la roca fue “acondicionada”, forzando su apariencia original –todavía pueden notarse claramente algunos cementados que le son ajenos en su estructura- en un punto visualmente tan estratégico para darle al lugar una atracción de la que carecía antes. Y esa apariencia le impuso su nombre al lugar, algo que, quizás, no le sea tan inocente, después de todo.

El punto es que durante algunas de esas investigaciones y relevamientos en el terreno, este paraje siempre llamaba poderosamente mi atención. Será por su paisajística, pero era inevitable percibir una “mística” especial en el lugar. Me debo aún revisar radiestésicamente el mismo siendo que hasta ahora mi atención había sido capturada por las averiguaciones sobre las particularidades geológicas (otra vez, rocas absolutamente naturales tendenciosamente “reacondicionadas” con apariencias artificiales, pero producto de un reacondicionamiento que –a diferencia de El Zapato mismo- no pueden adjudicarse a tiempos más o menos recientes sino, quizás, más bien a tiempos contemporáneos de los mal llamados “comechingones”, originarios del lugar que lo habitaron desde el tercer milenio antes de nuestra Era. De hecho, se sabe que toda la zona era ocupada por los “chamanes” comechingones en reuniones cada 13 lunas para ceremonias colectivas, así también como aprovechaban las oquedades retiros individuales. Una recorrida parsimoniosa por allí reserva algunas sorpresas, como por ejemplo la constatación de “accidentes geológicos” evidentemente manipulados con aspecto de fauces abiertas de reptiles, cabezas de mamíferos, tortugas, etc.

Empero, habría de ser durante un Encuentro Chamánico que, organizado por nuestra Agrupación Difusora de Sabiduría Ancestral “Casa del Cóndor” con la guía del maestro en Toltequidad Ollinkauit (Gerardo Alcántara), de México, cuando sucedieron un par de “anécdotas” que en el marco de la Tradición Ancestral por un lado y el de la casuística de los Focos Tonales, por otro, pasaron a ser relevantes.

Precisamente por ser “anecdóticos”, seguramente los racionalistas minimizarán o despreciarán su significado. Ello sólo diría que ignoran, justamente, la Tradición Ancestral, el valor de las “visiones” en el contexto de la Ensoñación Chamánica y la naturaleza de una Realidad donde los hechos son una sola unidad con los símbolos que los expresan. Se trata de, en verdad, la Realidad del Chamán y del Mago y la Hechicera, que no puede ser cuantificado científicamente sino sólo vivenciado espiritualmente. Para quienes transitan ese Camino, entonces, es que escribo. Quien avisa no es traidor.

Gerardo, como buen Temachtiani (literalmente “consejero”, en realidad, transmisor de Conocimientos) tiene su sensibilidad a flor de piel y una capacidad natural y espontánea de vincularse con la Naturaleza, traducir sus señales y “bajarlas” al lenguaje común del aprendizaje. En ese contexto, el primer día de su llegada a Capilla del Monte me llamó la atención sobre un verdaderamente gigantesco alacrán que apareciò paseándose por el suelo de la cabaña de “Casa del Cóndor” donde nos alojábamos a la sazón. No son extraños los alacranes en la zona, pero nunca había visto yo uno de semejante tamaño (creo que Gerardo le toma, incluso, una fotografía). El “kolotl” (“escorpión”) es una de las formas en que se manifiestan los Guardianes de un lugar, de manera que con cuidado y respeto lo llevamos al exterior, liberándolo. Mi amigo quedó pensando en su significado. Y día después, en Erahenén (como llamaremos de ahora en más a “El Zapato”), una fotografía, que acompañamos aquí, deja un dejo sugestivo. Si la observan de manera acrítica y sensible, verán que el conjunto de nuestros hermanitos –parte de ese Encuentro- adopta, precisamente, la imagen de un escorpión.

Bien, antes de continuar llega el momento de explicar el porqué de “Erahenén”. Porque, en lengua Kamiare, la de los indígenas del lugar, significa “Lugar de piedras”. Se ignora el nombre que los mismos daban al sitio. De hecho, casi todo el dialecto Henia – Kamiare (la lengua “comechingona”) se ha perdido, ya que los mismos fueron literalmente exterminados y aún más, en sus tiempos tardíos, bajo la influencia de etnias del norte, una forma de queshwa (el que hoy se conoce como “quechua santiagueño”, en lugar de “quechua andino”) se transformó en la “lingüa franca” de la región, al punto que la toponimia de varias provincias del centro de nuestro país –como Córdoba y San Luis- son formas del quechua y no de los dialectos locales. Pero aunque extinto, del comechingón se han logrado rescatar palabras sueltas y, precisamente, “Henen” es “lugar” y “era”, “piedra” o “rocoso”.

El mencionado cerro Uritorco.

De manera que a falta de mejor conocimiento, decidimos rescatar el nombre en comechingón e imponerlo místicamente al lugar, en vez del anodino “El Zapato”.

No pude dejar de pensar –y así lo expresé en su momento a mis contertulios- si un nombre tan… insulso, por decir lo menos, no sería también una forma eficaz de algunos Poderes en las Sombras de quitar reverberancia sagrada al lugar. A comparación de los nombres de otros parajes (“Ongamira, “Paso del Indio”, “Los Terrones”, “Posta del Silencio”, “Puerta del Cielo”), “El Zapato” es tan gris –así como que se le asocie a las típicas postales de viajes de bodas y excursiones de jubilados- que resulta hasta funcional a quienes quisieran borrar de la memoria de los pueblos y los lugares su significado trascendental. Lo que esos Poderes ignoran (o saben, pero nada pueden hacer en ese sentido) es que la energía de esos lugares permanecerá, por siglos y sobre culturas, y lo que es oculto y sepultado no por ello permanecerá así eternamente.

Dicho lo cual, regresemos a nuestras experiencias. Porque la segunda, que marcó lo significativo, en términos casi “naguales”, del lugar, es que en otro momento, acompañadosd por el muy querido amigo Javier Resilles Reyes fuimos sobrevolados por un águila blanca. ¿Qué tendría eso de particular?. Si bien muy cerca existe un paraje homónimo, lo cierto es que hace años que las águilas blancas son escasísimas (de hecho, yo mismo nunca había visto una allí antes). Pero no fue solo eso: Gerardo, con emoción, señala que su primer maestro en estos Conocimientos era llamado, precisamente… Águila Blanca. (Aclaración quizás importante: era la primera vez que nuestro amigo visitaba el lugar).

Días después llevamos a nuestro grupo de gente a meditar al lugar y realizar un fuerte trabajo tolteca, la Senda del Guerrero (sobre la que escribiré en extenso muy pronto). Esos trabajos “activan” la energía del lugar: abren los focos. Y de hecho, el sentido de esta nota, además de poner en conocimiento de mis lectores lo interesante del lugar, es invitar e incentivar a quienes tengan una actitud comprometida a continuar este trabajo: rescatando el lugar desde la práctica espiritual, cualesquiera sea la vertiente, filosofía o paradigma que cada uno maneje. Porque estos “sitios de poder” no son propiedad exclusiva y excluyente ni de una creencia, ni de una cultura, ni de una nacionalidad. Son centros neurálgicos, verdaderos “puntos de acupuntura” de la trama energética terrestre accesibles para toda la Noósfera.

15 comentarios de “El «foco tonal» de Erahenén, Capilla del Monte

  1. Gustavo Aguirre dice:

    Ese lugar me fascinó, tanto, que sólo pienso en ir a vivir allí, esa energía me llama. Capilla del monte, camichingones, precioso centro energético.

  2. Monica dice:

    Es un lugar maravilloso!!! De gran misterio y sumamente energetico. Es de esos lugares que deseas volver siempre. Nunca te cansas de transitar por el. Maravilla de la naturaleza!

  3. Monica dice:

    Muy buena nota…me encantó Capilla del Monte!!me falta mucho por aprender,si, se que estoy por mi camino!!un lugar con mucha paz y aorendizaje!!gracias

  4. Eric Martinazzo dice:

    Muy bueno, Capilla es algo especial, aunque no a todos se les abre lo místico de la misma forma. A todos nos pega de distintas maneras, pero es inolvidable.

  5. jucabomasojuca dice:

    Me encanto la redaccion del reportaje, cai en una melancolia fuerte al ver y reconocer el lugar tan vibratorio que varias veces visite, me eleve cuando lei el detallado informe, por el cual os felicito y no me queda mas remedio que volver a ese monte, zona, rio, montañas que comprenden el lugar donde experimente fuertes vibraciones y donde los pajarillos venian casi a comer de mi mano.
    Un fuerte aplauso para este equipo maravilloso que nos hace volver a ver esa zona tan linda.
    Abrazos Gustavo y abrazos a todos.
    Juca

  6. da dice:

    muchas gracias por este articulo! Nacì en Cordoba (La Carlota) y hace un tiempo gracias a muchos maestros y maestras he comenzado un camino …despertando

  7. devachan dice:

    Muy interesante tema. Hay muchos expertos (stephane Cardinaux, Yann Lipnick) que han documentado de manera muy juiciosa estos fenómenos. Incluso los tienen sistematizados: chimeneas cosmoteluricas, vortices energeticos, fallas, etc.

Responder a Gustavo Aguirre Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *