En otro lugar he escrito, casi como esbozo irreverente, de las correspondencias que creía observar entre las culturas del antiguo Anahuac y el Tawantinsuyo. Y lo que parecía apenas un borrador, tímido esbozo de analogías históricas, va camino en convertirse en el abrevadero de profundas y arcaicas aproximaciones a una lectura revolucionariamente revisionista de la Historia.
Porque el ahondar en este tema me llevó a extrapolar las evidencias en dirección de otro tipo de conclusiones. No se trataba, ahora, de imbricar esas correspondencias como evidencias de un contacto, harto frecuente y retroalimentativo, entre esas dos culturas. Era algo mucho más complejo. Proponer que ponían de manifiesto una Sabiduría Ancestral compartida basada en el principio –y su aplicación práctica- de una profunda Ley Universal: la de la Dualidad. De manera que permítanme exponerlo sucintamente, tal como fui tomando nota durante mi último viaje por el Valle Sagrado de los inkas.
Postulo que el Anahuac y el Tawantinsuyo constituìan –a sabiendas cuando menos de los espíritus más esclarecidos de esas sociedades- los dos polos, opuestos y complementarios, de esta región del planeta. Yin y Yang. Los hechos así lo señalan:
– Ambas culturas giraban alrededor de un “ombligo”. En el Anahuac, “Me-xi-co”, “el ombligo de la Luna”. En el Tawantinsuyo, “Q’osqo” (Cusco) que significa “ombligo”.
– En ambas culturas el “caminar con sentido” en forma de zigzag, “caminar como la serpiente” era parte de su cotidianeidad trascendente y sacra. En el Ánahuac, el diseño de las escalinatas de templos y pirámides predisponías a que el viandante ascendiera caminando en zigzag. En las “canchas de pelota” –tal como mis propias investigaciones lo demostraron en Xochicalco y Cantona- las “líneas Hartmann” de energía telúrica, que corren rectas a lo largo del eje longitudinal de las mismas, se
“quiebran” en zigzag en el interior de esos espacios, para volver a ponerse rectas en el sentido longitudinal apenas salen de los mismos. En el sur, mientras tanto, obsérvese las escalas en las terrazas circulares de Moray; dispuestas para que el viandante se desplace, precisamente, en zigzag. Es parte del conocimiento y práctica iniciática saber
que el moverse de esa forma en sitios considerados “sagrados” –una manera de perpetuar con esa presunta sacralizad el conocimiento técnico de las energía presente aún hoy en esos lugares- permite nutrirse de la misma, retroalimentando así nuestro propio campo bioenergético.
– En el Anahuac, la Dualidad inmanente a la manifestación divina está presente en que Ipalnemouane, Dios Creador, “Aquello por lo que Existimos”, por ser increado e inmanifestado para hacerlo debe desdoblarse en una Dualidad, llamada Ometeotl (“Ome”= dos; “Teotl” = semilla cósmica) que es Dios-en-Acción. Y como en la Tierra la corrección es
ser espejo microcósmico de lo Macrocósmico, todo “kalpulli” (antes, “clan” como los, precisamente, “Ayllu” en el Tawantinsuyu; hoy, “hermandad de transmisión del conocimiento ancestral”) debe tener a su frente su “Tekutli” o Jefe secundado por una “Cihuacoatl”, o “Mujer-Serpiente”. Y si Tekutli es una mujer, será Cihuacoatl un varón, así llamado a pesar de su género masculino. Y recordemos que en el Tawantinsuyu el gobierno estaba siempre en manos de una “diarquía”, una dualidad en el mando, desde Manco Capac y Mama Ocllo, legendarios fundadores del Incanato, hasta los hermano Atahualpa y Huáscar, cuyas divergencias tan bien le vinieron a Pizarro para fomentarlas y provocar su división en tiempos de su Conquista. A propósito; pocos saben que Pizarro era primo de Hernán Cortés, otra trágica correspondencia con idénticos fines, procederes y resultados, tanto en el norte como en el sur (y que abona aún más mi presunción que la Conquista de Ixachitlán o Abya Yala fue parte de una conspiración orquestada entre familias emparentadas en las sombras del poder.
– Esta Dualidad también se pone en evidencia en el Altar Mayor del Qoricancha, que llegó a conocer Pizarro y sus secuaces, donde la dualidad es objeto de veneración,
como se ve en esta ilustración.
En este orden de Dualidad, entiendo que el Ánahuac es la correspondiente Yang y el Tawantinsuyo, el Yin. Mi opinión es casi intuitiva, peor se apoya en haber observado que las enseñanzas transmitidas ancestralmente, las danzas, los cánticos, en el Norte se orientan hacia la Voluntad, mientras en el sur, loo hacen hacia el Amor. Cualquiera que hoy en día asista con atención, por ejemplo, en México a danzas mexicas y en Cusco a bailes regionales observará fácilmente esas tendencias aún dominantes.
Apéndice: las terrazas circulares de Moray
He mencionado en el texto el sitio arqueológico de Moray para señalar una de sus características como apoyo de mi teoría. Para contextualizar, permítaseme completar la información sobre este particular lugar del Valle Sagrado de los inkas.
Se trata de un impresionante conjunto de terrazas circulares, en disposición de anfiteatro, sobre cuyo fin la mejor teoría parece ser la que propone que se trataba de un “laboratorio agrícola” de los inkas. En efecto; a medida que se desciende al interior, se percibe claramente como en cada nivel varía la temperatura y la humedad. Es dable
entonces suponer que allí se experimentaba con distintos tipos de cultivo conforme a las diferentes regiones del Tawantinsuyo. Así, podrían darse precisas instrucciones sobre qué cultivar en cada región facilitando tanto la manutención de sus habitante4s como la más eficiente adsministración de los recursos globales del Incanato. No es entonces un tema menor advertir el grado de profunda y eficiente inteligencia de estos planificadores, capaces de gestionar con prolija eficiencia en función de un dilatadísimo territorio y con proyección de futuro. Es fácil ser “inteligente” con computadoras, satélites, comunicación celular. Ellos lo resolvieron a puro ingenio. Se merecen un minuto de respetuosa reflexión sobre sus capacidades.
Interesante laboratorio agrícola. ¿Acaso tendrá un significado específico desde la cosmogónica inca, el centro por ser la parte más baja y de mayor temperatura?