Hoy se cumplen dos años desde que la OMS declaró la pandemia (aunque aún demorarían tres o cuatro días en aplicarse en distintos países). Dos años desde que veíamos la policía recorrer las calles con parlantes y megáfonos ordenando recluirse. Desde que en las playas de Río de Janeiro otros policías corrían disparando al aire para que la gente se retirara, como si nos atacaran los marcianos. Dos años en que los vecinos desarrollaron habilidades de “Stasi de balcón” y vigilantes, denunciaban a quien salía a estirar un poco las piernas. En que tenías que mostrar el comprobante de tu compra si ibas a un supermercado a más de dos cuadras de tu casa…
Dos años en que aceptábamos dejar morir en soledad y ser cremados nuestros seres queridos. Dos años en que la gente en sus autos, conduciendo solas, se cubrían con tapabocas. Sin hablar de los que se abrazaban envueltos en plástico.
Dos años en que en los accesos de los pueblos hacían barricadas de tierra y piedras que buena falta hubieran hecho en Stalingrado, mientras que los camioneros recorrían las rutas con las puertas de sus cabinas precintadas, debiendo orinar en botellas durante el camino.
En que -por ejemplo en nuestro país- la misma policía que no entraba (ni entra) en ciertos barrios pesados, abusaron de autoridad y llevaron a la muerte a algunas personas por “atreverse” a desafiar su autoridad en tiempos de confinamiento. En que un remero olímpico, solitario, que trataba de entrenar en medio del río, era perseguido por dos lanchas de Prefectura y un helicóptero. En que éramos miles los varados en otros países, y los cerebros limados por el periodismo decían que nos jodiéramos “por no haberlo pensado antes”, cuando muchísimos de nosotros habíamos estado fuera de nuestros países por más de un mes antes que se declarara la situación. En que la “prioridad” era esta historieta y operaciones de todo tipo, cuadros crónicos eran postergados y sumados a miles de depresiones, generaron sus propios “muertos ocultos”.
Dos años en que si disentías, te censuraban. En las redes, en la sociedad, en la TV. Esa TV que te vendía una “realidad” que las masas compraban (compran) sin siquiera preguntarse si lo que están viendo es cierto. Aún hoy tenemos que refugiarnos en otras redes y otras plataformas para debatir y compartir información si no queremos ser bloqueados y callados, por lo que no escribo aquí todo lo que ahora desearía, a riesgo que no llegue a ustedes ni siquiera el simple recordatorio.
Pero realmente no me preocupa tanto los periodistas, ensobrados o no (porque creo que muchos sólo siguieron el discurso “políticamente correcto” para evitarse problemas), ni los profesionales de la salud que se sintieron por unos meses Dustin Hoffman en “Epidemia”. Ni siquiera me preocupan los que aún hoy siguen convencidos –con doble tapabocas, mascarilla plástica y distanciamiento social– terraplanistas del corona.
Me preocupa toda la otra gente, la que se dio cuenta (seguramente con una dosis de vergüenza) de todo el show y cuando lo señalas, te dicen algo como “pero entonces no podíamos saberlo”, o “era una situación desconocida”.
Cierto; no pudiste saberlo. Pero podrías haberte informado, indagado, cuestionado, dudado, protestado. Pero te ganó la anomia, el no correr el riesgo de ser un “pájaro pintado”, como escribiera el genial Jerzi Kozinsky, así la bandada, o la manada, te rechazara. Una vez más en la historia de la humanidad, no preocupa tanto el ruido de los malos como el silencio de los buenos.
Porque aceptaste alegremente creer que era una «guerra» y que ya eras un héroe por hacer cosas que en otro momento te parecerían ridículas. Porque te autoconvenciste de que el corona sacaría lo mejor de la gente y te duele aceptar qué equivocado estabas.
Se supone que dentro de todos habita un leon …. Pero el miedo al quedar solo parece más fuerte
Bravo Gustavo lo felicito por haber escrito este texto aplaudo de pie.
Gracias Gustavo por tu valentía y principios. Sin lugar a dudas que lo que narras fue tal cual y es al día de hoy. Desde la segunda semana que iniciaron (para los pueblos) la patraña del siglo; me fue increíble presenciar que los supuestos expertos creyeron y se sometieron a tal cuestión sin pruebas científicas; sin autopsias; sin disentir con lo basicamente lógico a lo que acontecía. Fue entonce cuando inicie mi propia búsqueda dentro de los científicos que no estaban de acuerdo con el tratamiento y certezas respecto la real y verdadera cuestión.
Así fui encontrándome con muchos de ellos que abiertamente cuestionaban desde la base. Pero claro, ellos no estaban en la TV. Por lo tanto la mayoría de la población no se enteraba sino investigaba (en el caso de dudar).
Por supuesto que aquella realidad no tan solo me sorprendió; también reaccione para modificar por lo menos dentro de mi región cercana (siempre lo hice frente a la dictadura que vivimos como pueblo). Pero encuentro a gente aterrada; que no cuestiona; que me ve como un bicho raro e ignorante. A poco andar me percaté que ya no era muy posible hacer razonar incluso a quienes trabajan en salud pública y particular. Y algo que me deja perpleja es cuando veo que en realidad en las universidades donde se imparten las carreras de medicina y otras igualmente involucradas con el tema; ya han modificado los currículo que contienen la educación de tal modo que efectivamente si no se daban a la tarea de investigar por si mismos; de muy poco estaban enterándose y al fin reaccionaban como cualquier mortal e inclusive peor.
Ver a médicos, virólogos, y otros especialistas dentro de trajes aparentemente como los que usan los astronautas era una situación muy particular y principalmente que generaba miedo, temor, e incluso terror para la gran mayoría.
Y bueno, tuve que optar por informarme e investigar para mi porque realmente lo que lograron fue dominar; someter absolutamente y algo tan esencial en el ser humano: razonar. Y ser un referente realmente valioso para la juventud de lo que nos dicen que es un planeta.
Por lo tanto sentí que me estaba exponiendo en exceso; que pronto sería señalada como primera candidata a encierro por no obedecer a ciegas; y me detuve.
Al día de hoy este país es el más obedeció de la región ; aún la gente acude a instalarse hasta la última dosis señalada como requerida. He presenciado a muchísimas personas al cabo de insertados los raros elementos que contienen las va kus ha decaído su salud; el sistema inmune cae invariablemente; vienen variados síntomas; consecuencias y enfermedades graves relacionadas principalmente con la sangre; dejando a tantos en situación de dependencia física y en casos hasta mental; siendo común los fallecimientos.
Vidas truncadas que por obedecer a las autoridades permitieron sin síntoma alguno ser hospitalizados para al cabo de dos semanas ser entubado para que en la tercera semana morir solos; aterrados; sin poder ser asistidos por sus seres queridos. Y por supuesto sin ritos fúnebres que para la mayoría son esenciales para poder aceptar la partida de aquel familiar; amigo; etc. Consecuencias directas: Depresiones; ansiedades; suicidios; terror; dolor infinito y cero posibilidades de recuperación emocional. Esto en niños; jóvenes; adultos mayores; etc.
De pronto me pregunto: ¿ me delataran mis vecinos ; mi comunidad ? . . . Soy la única wue no ha padecido la famosa enfermedad; mi familia falleció en clinicas; hospitales; igual ha sucedido con varios vecinos y prácticamente todos han «padecido de aquello» de modo reiterado. Sin embargo continúan las iniculaciones inclusive el país más «avanzado» en hacerlo también a los niños.
Completamente de acuerdo contigo Gustavo, ahora que tal ves muchos conocen y / o conocieron la verdad, continúan silentes; cumpliendo con los poderes ficticios y otros tantos en silencio pretendiendo que el tema no se toque para no comprometerse. Cada uno con su propia historia a cuestas; con o sin consciencia de su complicidad; sin consecuencia alguna. Personas que creen que se salvaron al no perder su trabajo y que se salvaron de la muerte. Sin embargo yo se que ya no están vivos; murieron el día que concluyeron que era conveniente el silencio y la obediencia obtusa.
Este es ya un pueblo muerto; ya no retrocederán ante la posibilidad de hacernos esclavos; de reducirnos; de manipular descaradamente.
Ya están fallecidos; murieron de rodillas. Yo opto por hacerlo de pie con mi frente en alto y siendo también en esto un ejemplo para mis dos hijos.