Dale a la Magia una oportunidad

Dale a la Magia una oportunidad

Vamos a abrir un espacio de reflexión objetiva y sensata sobre un tema que representa, por su sola mención, los prejuicios culturales propios de esta época: la Magia como práctica, en cualquiera de sus versiones. Ceremonial, Contramagia, Natural, Mimética, Talismánica, etc. Y lo representa porque -casi como un reflejo condicionado- el público se divide en dos grupos irreconciliables: los que “creen” y se sentirán impulsados a leer este trabajo, y los que “no creen” y con una sonrisa burlona lo pasarán por algo. Por carácter transitivo, ambos destinatarios se autopercibirán diferenciados: los afines a la Magia dirán de sí mismos que lo suyo es sensibilidad y apertura a las maravillosas manifestaciones del Universo; los refractarios, se definirán como personas lógicas, instruidas, incapaces de caer en esas paparruchadas y supersticiones.

Para los segundos, tengo algunas noticias.

Podría comenzar recordándoles que sobran ejemplos de individuos altamente formados académicamente, en puestos de responsabilidad y poder que han expresado su afinidad -en la filosofía y la práctica- con aquellos que generalizamos como “Magia”, aunque a continuación yo mismo lo consideraría poco relevante ya que el academicismo sólo indica expertise en ciertos y específicos campos del saber humano pero de ninguna manera otorga una omnisapiencia mundana. De modo que haré hincapié en este hecho: nadie que se vuelque a la práctica mágica la abandona. La humanidad ontogénicamente y el ser humano individual filogenéticamente han evolucionado y sobrevivido en base al ensayo y error. Una práctica sostenida a través d ellos milenios por la humanidad, y a través de la vida de una persona perviven por el simple hecho que funcionan. A la inversa, todo crítico de la Magia es alguien que lo hace desde su propia especulación teórica, pues nunca se ha sumergido en su estudio y práctica para rechazarla después.

Pero, en concreto, ¿Qué es la Magia?. Permítanme definirla así: la Magia es al Esoterismo lo que la Técnica es a la Ciencia. Así como el técnico electricista aplica en la instalación domiciliaria los descubrimientos y precauciones que los científicos han estudiado en laboratorio y en ecuaciones previamente, el Mago, la Maga, aplica en su vida de forma práctica los Principios Fundamentales estudiados a través d ellos siglos por los esoteristas. Y esos Principios son las Leyes Espirituales que rigen el Macrocosmos y Microcosmos.

A partir de allí, devienen todas las “clases” o categorías de Magia más o menos conocidas: la Magia Ceremonial (que consiste en la realización de rituales simbólicos que incluyen muchas veces algunas de la subcategorías que enunciaré a continuación, valiéndonos de un espacio ritual y una serie específica y concreta de herramientas de trabajo), la Magia Natural (donde el conocimiento de las “fuerzas inteligentes” que se manifiestan en escenarios naturales dominados por ciertos elementos -Aire, Agua, Tierra, Aire, Fuego- permiten interactuar con las mismas, como muestran algunas imágenes que acompañan este artículo), la Magia Talismánica (elaboración y consagración de objetos físicos con propiedades tanto de protección como de apertura de caminos, a los que llamamos “amuletos” y “talismanes”), la Magia Mimética (donde ocupamos generalmente velas y veladoras cuya forma semeja el proceso, el resultado o el objetivo que deseamos provocar), Magia Simpática (en la que se opera sobre elementos que conserven cierto “registro” energético de las personas implicadas), Magia Mental (la que parece más sencilla pero es la más intensa, pues consiste en desarrollar la capacidad mental de construir y sostener en el tiempo la representación simbólica de lo que se desea obtener en la expectativa de su manifestación), la Contramagia Ritual (procesos para contrarrestar y anular perturbaciones, también mágicas, que otras personas pueden querer provocarnos), etc.

Hecha esta discriminación, es aquí cuando debemos llamar la atención sobre un segundo prejuicio colectivo. Lo he vivido en carne propia cuando -a veces con la mediocre intención de atacarme en alguna polémica pública- en el marco de debatir alguna investigación o reflexiones mías sobre otros temas (Ufología, Parapsicología) se menciona mi interés por la Magia como “prueba” de mi pensamiento supersticiosa y poco científico y “serio”. Fuera que tal ataque a título personal me tiene sin cuidado, es fácilmente rebatible. ¿Acaso a algún ufólogo o parapsicólogo considerado “serio” se les cuestionan sus eventuales creencias religiosas? ¿No sería visto como un acto de discriminación y odio -palabra tan de moda últimamente en el discurso de los políticamente correctos- que se le difamara por ser cristiano, católico, judío, musulmán? Pero aún así, esos ufólogos, cuyas creencias no sólo deben respetarse sino ni siquiera invocarse en un debate por otros temas científicos, aceptando sus creencias aceptan creer en la resurrección en carne y hueso desde el polvo cierto día del Juicio Final, o la Segunda Venida de un Salvador cósmico, o un supuesto dios de amor absoluto pero a la vez terriblemente vengativo, o setenta mil vírgenes esperándonos en el Más Allá… Pero lo dicho, son “creencias” y como tales deben ser respetadas y ni siquiera mencionadas burlonamente cuando el tema de discusión es otro. Un médico, un astrónomo, un ingeniero satelital, ¿son menos idóneos por sus creencias religiosas? Entonces, ¿porqué quienes “creemos” -aceptemos el término por un momento- en la Magia sí somos plausibles de esa discriminación? ¿Es un argumento “lógico” o es, simplemente, una descalificación cultural por no tratarse de una “institución dominante”?

Trabajando con Salamandras
Trabajando con Salamandras

Este solo argumento debería excusarme de cualquier otra explicación.

Hecha tal salvedad, aclaremos para los neófitos, entonces, cuál es el “mecanismo íntimo” de la operatividad mágica. Como suelo decir a mis alumnos: sería sumamente ingenuo -y definitivamente erróneo- que supusiéramos, por ejemplo, que en el interior del “occultum” lo que hacemos genera o desprende algún tipo de energía u “onda” que sale disparada allende el espacio tiempo hasta impactar en la situación o la persona destinataria, generando así el efecto que se busca. Pues no. El mecanismo es más elaborado, pero inevitablemente más sencillo.

Trabajando con Gnomos
Trabajando con Gnomos

Como sabemos, uno de los principios operativos de la Magia es el Principio de Correspondencia: lo Microcósmico refleja lo Macrocósmico. No es que uno provoca el otro; es igualmente falso suponer que el Macrocosmos actúa sobre el Microcosmos como hacerlo a la inversa. Es, más bien, un “efecto espejo”. Esa ley -como demostré en mi libro “Fundamentos Científicos del Ocultismo” no sólo es argumentativamente perfecta; toda la naturaleza a nuestro alrededor la demuestra. Si usted no la conoce -o no cree en ella- es su problema: usted puede no creer en la Ley de Gravedad, no haber oído hablar nunca de Newton, pero si se asoma en exceso por la ventana inevitablemente se estrellará contra el suelo allá abajo. Que no creamos en las Leyes (o no las conozcamos) no evita que estemos obligados a y por ellas.

Por ese Principio de Correspondencia., entonces, lo que hago simbólicamente dentro del occultum en los planos sutiles (que es el Microcosmos que representa mi intención en mi Microcosmos) se corresponde con lo que en un plano denso ocurre en el Macrocosmos, donde se manifiesta como el “hecho” que en símbolos signifiqué en la operación mágica.

Y como -dijimos- la Magia es la aplicación práctica de esas Leyes Sutiles estudiadas por el Esoterismo, el Principio de Sincronicidad -lo que ocurre en un plano de la naturaleza ocurre en planos más groseros o más sutiles por analogía- explica como las operaciones simbólicas, casi lúdicas, que realizamos en lugares donde los elementos son dominantes (recuerden: el Aire, el Agua, el Fuego, la Tierra) y densos -porque se trata, en puridad, de “categorías” antes que “cosas”, como explico en el libro ya citado- es lo que nos permite ser “advertidos” y “reconocidos” por las fuerzas inteligentes propias de esos elementos: Ondinas, Sílfides, Gnomos, Salamandras. Dado que la Magia es alinearnos en orden a las fuerzas sutiles del Universo (es en ese sentido que se dice que “el Mago ordena”: cuando se quiere ver aquí una actitud soberbia y autoritaria sólo se está demostrando el conocimiento de las raíces filosóficas de esta práctica) es en ese ordenamiento que dichas fuerzas nos “perciben” como inteligencias rectoras, no simples elementos vivos del plural Universo denso y sutil en que se mueven.

Trabajando con Ondinas
Trabajando con Ondinas

Finalmente -sólo por ahora- destacar que el sentido final de nuestra práctica es “modelar la Realidad” a nuestro alrededor, plasmando, materializando como Realidad lo que es hasta entonces Idea (se verá, allí, la importancia de esa Magia Mental). Comprendemos a la Realidad no como algo rígido, determinista, ajeno a nosotros, donde “las cosas ocurren” sino (por Ley del Mentalismo) un ámbito donde “se hacen ocurrir”. Aristóteles hablaba de “entelequias”: ideas que esperan el momento en que la materia las “llene de Realidad”. La Magia es primero la toma de consciencias y luego la manipulación voluntaria de esas entelequias.

Trabajando con Ondinas
Trabajando con Ondinas

A partir de allí, todo es sentir, porque el Todo se siente, no se piensa. Como escribiera el hermano de Camino Aldo Ríos, de Guayaquil, Ecuador:

“A veces, sin pensarlo buscamos reconocer nuestros verdaderos caminos. Decidí sin mayor análisis iniciar un taller de lo desconocido. Contra todo pronóstico llegué a un espacio que desde la entrada sientes la buena energía. Caminos de piedra, espacios abiertos, naturaleza, gallinas, patos y conejos forman el entorno. Lugares abiertos para rituales y una estructura para hacer temazcales. Desde ahí vino el recuerdo, de aquel año donde tuve mi primer aprendizaje de conexión con la madre tierra. Un lugar mágico que hace de la memoria una afirmación. He llegado el lugar correcto.

EL MAGO

Gustavo, el Mago, nos enseñó que la magia existe en lo cotidiano. Que el uso de herramientas e instrumentos nos ayudan a conectar, sanar y atraer para sí lo que por derecho de consecuencia nos corresponde. Rituales mágicos que tiene que convertirse en hábitos de vida. Recibimos una túnica de mago y una vara de poder con la realizamos hechizos para llamar hacia nosotros la energía del sol y expulsemos todo lo negativo, sentenciando con nuestra firma astral el poder que hemos recibido. Y desde ahí, del conocimiento se llega a la sabiduría.

Debemos aprender a pedir, ya que en muchas ocasiones el universo nos da de acuerdo a nuestras propias limitaciones y confusiones. Así que sigue tu corazón y el universo te abrirá sus puertas.

Los elementos, fuego, tierra, agua y aire, salamandras, gnomos, ondina y sílfides, seres místicos que nos otorgan poder, enseñanza, protección y compañía.

LOS MAGOS Y LAS MAGAS

No negaré que me sentí extraño entre desconocidos, pero al pasar el tiempo, desde mi silencio, los fui reconociendo, cada uno con sus conocimientos y experiencias. Unos con conocimientos más avanzados que otros. Cada uno desde sus universos y conexiones, pero siempre atentos al aprendizaje y la búsqueda del saber. Preguntas y repreguntas, solo así se aprende, eso y la práctica, la motivación. Y en el camino de tres días ya colaboramos en cada ritual, contactábamos con las ondinas en la laguna, invocábamos a las sílfides y agradecíamos al sol y la luna.

Al final, conocí algo de cada uno, aprendí de ellos escuchando sus anécdotas y sus historias en el camino, lo que había logrado, como había llegado a ese espacio de energía.

Entonces me sentí a gusto entre amigos.

Todos somos hermanos, todos somos parientes.”

No me pidan aquí anécdotas, no porque no las tenga sino, por el contrario, me vería en figurillas para seleccionar cuáles relatar (siempre con el aval de mi gente, testigo de los hechos). Por ejemplo, en nuestro último retiro en el Valle de Yunguilla, cercanías de Cuenca, Ecuador, la noche siguiente al día que trabajamos con gnomos estos se manifestaron sobremanera: caminaban con pesados pasos sobre los techos de las cabañas, “abrieron” una puerta trampa que dejó escapar animales, desapareció ropa… El citado amigo Aldo, empero, llega a su casa y “ubica” su “gnomo” de acuerdo a las instrucciones, pidiéndole respetuosamente cuide del lugar y los suyos. Se va a dormir, y a la madrugada lo despierta algo extraño: nos envía un video mostrando como las luces parecen haber enloquecido. Un tanto asustado, recorre la vivienda apagando los fusibles… para descubrir una falla que, de no advertirla inmediatamente, podría haber generado un incendio. Sólo un ejemplo. O las “voces” que se escucharon susurradas en el aire durante el trabajo con sílfides…

En fin, que de nada sirve escribir sobre ello ante la maravillosa experiencia de vivirlo. Cómo no sonreír con amabilidad cuando los escépticos, entonces, con ceño fruncido alegan contra nuestras “tonterías”…

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