Chavín: escuela de chamanes

Al César lo que es del César y al amigo Josep Bello, de España, lo que es de Josep. En una “charla” coloquial vía mail en nuestro ya arcaico pero siempre cálido y amistoso “Grupo CAI” de correos (www.egrupos.net/grupo/grupoocai) fue este inefable y querido compañero de aventuras intelectuales de tantos años ya quien propuso la expresión “escuela de chamanes” para definir a Chavín de Huántar, en Perú. Josep, que no lo ha visitado pero ha leído y observado mucho sobre el tema, nos contaba que es lo que le “sugería” el lugar. Y a pocos días de haber regresado de allí, después de mucho caminar y meditar en sus ruinas, debo coincidir plenamente con esa hipótesis.

El “pórtico de las Falcónidas”.

Que, por cierto, no está muy alejada de la “historia oficial”. Ésta dice que el lugar, al que se define como “cultura Chavín”, aparece alrededor del año 1.500 antes de nuestra Era en esta región del actual departamento de Ancash. La principal función del sitio arqueológico era evidentemente ceremonial, y el poder y la influencia de los sacerdotes de Chavín era tal que a las celebraciones concurrían grupos numerosos provenientes de una amplísima región del Perú. No redundaré aquí lo que cualquiera puede obtener “googleando”: pero se ha señalado con insistencia que los popes del lugar ordenaron construir el sitio con sus particularidades para provocar un intenso “efecto emocional” en los visitantes que reafirmara su poder. Dos son los ejemplos citados hasta el cansancio: El Lanzón, monolito de 4,5 metros de altura que se encuentra en la cruceta de dos galerías subterráneas adyacentes a la “pirámide” o templo central, detrás de la “plaza circular”.

Descendiendo a la Galería del Laberinto.

Dice esa “historia oficial” que los aspirantes a sacerdotes eran introducidos en otras galerías (el actualmente llamado “Laberinto”, ubicado bajo el templo principal, hoy en día con accesos exteriores independientes pero en aquél entonces todos conectados entre sí) donde consumían enteógenos (hablaremos en detalle de esto). Cuando se estimaba que comenzaban a hacer efecto, eran obligados a desplazarse en la casi absoluta oscuridad por los pasajes laberínticos buscando la salida, hasta que repentinamente se topaban con El Lanzón. Bajo los efectos alucinógenos, éste, tenuamente iluminado por la luz, o bien de antorchas o bien del lejano Sol que penetraba por grietas hechas ex profeso en la construcción, aparecería como un “dios” amenazante, con mucho de felino y serpiente. Y se dice que superado el traumático encuentro, el futuro sacerdote emergía a la salida listo para su consagración como tal.

Vista frontal de la pirámide con la plaza cuadrangular.

No me extenderé aburridamente aquí en la descripción arquitectónica del sitio, ya que entiendo que mis lectores están más interesados en conocer mis vivencias, reflexiones y repreguntas. Permítanme, entonces, resumir en este artículo las anotaciones de mi libreta de viajes.

Desilusión. Una sola. El lugar no era tan “silvestre” como a la distancia lo había imaginado. Si bien colinda con el pueblo de Chavín de Huántar, pequeño, arcaico, pintoresco (cosa que sabía), el flujo de turistas (pocos, por cierto, apenas un puñado, pero diario) y la inevitable presencia de los sempiternos puestos de artesanías frente al acceso resultó un tanto deprimente. Por cierto; desde hace décadas, el lugar es sistemáticamente explorado entre arqueólogos norteamericanos y peruanos (un convenio con la Universidad de Stanford bajo la dirección del arqueólogo John Ricks aporta dinero, tecnología y la mayoría del personal) lo que sumado a la guardia permanente de seguridad me lleva a preguntarme cómo habrá sido posible que algunas personas escriban –si hemos de creerles- que “pasaron alguna noche meditando allí”.

Ingresando a la galería de El Lanzón.

Por lo que he averiguado in situ, eso es imposible, salvo que se infiltraran subrepticiamente en la noche, exponiéndose a un balazo. Por cierto; el acceso a la galería que lleva a El Lanzón tiene una fuerte reja que se cierra a media tarde…

Tecnología de la manipulación.

Si hemos de creer la “historia oficial”, los sacerdotes de Chavín se valieron de medios de manipulación y “efectos especiales” para crear en el pueblo un temor cerval a sus “poderes”. Por ejemplo: el sitio está construido sobre una explanada contigua al río Monsa. Detalle no menor: como el espacio disponible en la quebrada entre montañas era exigüo, sus arquitectos desviaron el río para levantar luego una explanada artificial gigantesca: catorce hectáreas (de las cuales, se ha explorado sólo el 25 %. Todo lo demás permanece aún bajo tierra, y aún en lo sondeado el despeje, como se ve en las fotos, no es completo). Luego, sobre la cima de una pequeña montaña, construyeron un estanque artificial, que mediante una canalización descendía hasta la explanada y pasaba por túneles de piedra subterráneos para morir en el río.

Se dice que, en las concentraciones de multitudes, se ordenaba abrir una esclusa del estanque a intervalos regulares, y el agua que descendía rápidamente y pasaba por debajo del suelo smejaba el rugir de un tigre desde las entrañas de la tierra, con el teror y sorpresa que uno imagina eso pudiera generar.

Otro ítem es la iluminación ya comentada de El Lanzón. Tal como dije, ésta se producía por grietas cuidadosamente calculadas en la construcción. Tan cuidadosamente calculadas, que por razones que aún no terminamos de explicar la coloración que cae sobre el monolito es tornasolada, rosada (puede deberse seguramente a que el mismo está tallado en pórfido o granito rosa) y azulado –sin que medien cristales de colores-.

El “altar de Las Pléyades”.

Ahora bien, quiero hacer aquí una aclaración sobre la que abundaré más adelante: se sostiene que esa capacidad tecnológica para la manipulación exhibida por los sacerdotes explica que no existan fortificaciones defensivas, ni se haya encontrado armas, ni restos de víctimas sacrificiales o reos ejecutados (pese a que una de las galerías se llama “De los Cautivos” pero por motivos más bien espúreos, como se verá), en síntesis, no hay evidencia de sistemas represivos, ejército, siquiera una “fuerza de policía”. Y se explica diciendo que era el miedo que inspiraban a los ingenuos asistentes elemento suficiente para su control. Me detendré aquí a romper una lanza frente a ese argumento.

Es reiterativo (al punto que se aplica a numerosos horizontes culturales de la antigüedad con igual liviandad) acudir al argumento que estos ancestros eran supersticiosos, crédulos, ingenuos, casi esclavos de sus miedos irracionales. Ahora bien; estamos hablando de pueblos que realizaron maravillas arquitectónicas, algunas de las cuales serían difícilmente imitables en la actualidad. Que realizaron complicadísimos cálculos matemáticos y astronómicos, aún más difíciles si se atiende que no contaban con instrumental adecuado, sin medra de su exactitud. Que practicaron operaciones quirúrgicas finísimas y de alta complejidad: extirpación de tumores, cataratas, etc. Todos estos casos son prueba contundente de una sola cosa: gran inteligencia. Pensamiento analítico, racional, crítico.

Reconstrucción de la pirámide y plaza.

Científico, en síntesis. Bien, pero a esos mismos genios les tratamos luego de poco más que imbéciles a la hora de creerles sujetos a creencias “pueriles”. Lo que estamos diciendo es que eran “inteligentes” en términos técnicos y tontos en términos “religiosos”. ¿Es esto sensato?.

Yo creo que no. Que verlos de esa manera no es más que una extrapolación del condicionamiento cultural vigente hasta el siglo pasado que decía “cuanto más antiguo es el hombre, menos inteligente”. La inteligencia (no la “cultura”, o la información acumulada) se basa en el (correcto) uso de funciones lógicas, racionales, analíticas, de nuestro cerebro. Que, como sabemos, es el mismo hoy que el que era en ese entonces.

La plaza circular.

Así que los veo como capaces de cuestionamientos religiosos o espirituales, también. No dudo que habría permeables a los temores seudo religiosos. ¿No los hay en abundancia, hoy, acaso?. Que había fanáticos. (¿estamos libres de ellos, hoy?). Pero estoy seguro que habría, muchos, que se harían preguntas. Que cuestionarían. Que, incluso, se rebelarían.

Así que concluyo que el estereotipo de ancestros crédulos manipulados por una casta de hábiles sacerdotes me parece no sólo una simplificación absurda. Me parece una falta de respeto a su inteligencia (que no tiene nada que ver con su ubicación en la “escala social”, fuera la que fuese entonces).

Escuela.

El concepto de “escuela de chamanes”, con toda la prevención que la palabra “chamán” implica es para mí de importancia superlativa. Porque ilustra que la condición de Chamán no es resultado de un “don” o de exclusivas (y excluyentes) predestinaciones, sean éstas astrológicas o kármicas, sino que esa condición es latente y potencial en todos los seres humanos y bajo ciertas condiciones de vivencias y aprendizajes, ésta puede desarrollarse. Aquí, algún lector preguntará con equidad porqué, entonces, algunos chamanes pontifican que sus condiciones son “especialmente innatas” y no pueden duplicarse, y me haré cargo de la respuesta: porque les preocupa la eventual pérdida de clientela si proliferaran quienes estuvieran en igualdad de condiciones de asistir al prójimo. Todos somos chamanes en potencia, y es el trabajo que decidamos hacer con esa potencialidad lo que hace a la diferencia.

Reconstrucción de la plaza circular.

En consecuencia, si uno toma en conjunto la particularidad de la arquitectura de Chavín, con sus “etapas de iniciación” donde el efecto tiene que ver con la progresión de un aprendizaje, se comprende porqué puede considerarse “escuela de chamanes”.

Alucinógenos

Está comprobado que en algunas instancias de este proceso los participantes consumían distintas variaciones de enteógenos, especialmente el abundante –en el lugar- cactus San Pedro, el “floripondio rosado” (que aún se sigue cultivando en la región con esos fines) o la ayahuasca y la chakruna traídas desde el no tan lejano Amazonas. Pero aquí hay una disquisición importante que debemos hacer. Mientras que la arqueología oficial considera que las “visiones”, en puridad, alucinaciones, producidas por los enteógenos era lo que se “argumentaba” a los aspirantes como manifestaciones de hipotéticas deidades, la Sabiduría Ancestral aún perennne nos dice otra cosa. Concretamente, que la naturaleza de las sustancias consumidas buscaba otros efectos.

Floripondio rosado.

Tomemos el caso del floripondio rosado. Pude averiguar, en mi investigación in situ, que no se trataba tanto de tener «visiones» en sentido lato (eso tendría más que ver con el estado receptivo del consumidor que con el efecto neuroquímico en sí) sino con otro objetiuvo: como se efecto inmediato es la dilatación de las pupilas, permitía ver en la oscuridad con claridad meridiana y permitía observaciones astronómicas mucho más detallistas. Pero para que produjese esos efectos (y no otros distorsionantes) el individuo tenía que tener un grado de equilibrio interior superlativo.

El punto de las observaciones astronómicas se vería corroborado en Chavín por el llamado “altar astronómico”, una piedra en el ángulo sudoeste de la plaza cuadrangular, tan parecida a la que se encuentra frente al Palacio de Quetzalcoatl en Teotihuacán, donde siete orificios o “morteros” en su superficie replica la disposición de Las Pléyades, las que seguramente se reflejaban en los mismos llenos de agua.

Cactus San Pedro.

El Lanzón y las Calaveras de Cuarzo

El lector consecuente recordará que la razón por la que me lancé a esta aventura en Chavín comenzó en febrero de 2013, como he comentado aquí y aquí. Resumiendo: en Puebla, México, en ocasión de tomar conocimiento y contacto con calaveras de cuarzo en custodia de conocidos en esa ciudad y experimentando con ellas, “recibo” (mentalmente, obvio) frases al contacto con ellas. Quiero señalar dos, por ser relevantes con esta experiencia. Una, de la que creo percibir la frase “no dejarás la Toltequidad”. Y la inmediata siguiente, “busca El Lanzón”. Mediaron poco más de tres años para asegurarme que ese “lanzón” era El Lanzón. Éste. Y encontré las respuestas a aquellos susurros.

Las respuestas

Como escribí, tanto por la información reunida “in situ” como por el subjetivo pero vivencialmente significativo “sentir” en el lugar, estoy convencido que Chavín era “escuela de chamanes”. Bien, aquella frase, “no dejarás la Toltequidad” (que reflejaba muy bien cierto estado de ánimo mío entonces, harto de tanto disfrazado de chamán que prostituía el Conocimiento Ancestral y, entonces, con ciertas ganas de enviar todo… a paseo) no sólo se ratifica en el tiempo pasado (donde mi trabajo tanto personal como al frente de la Agrupación Difusora de Sabiduría Ancestral “Casa del Cóndor”, llevando la Medicina Tradicional del Temazcal a tantas latitudes, formando temazcaleros en tres continentes, etc., demuestra que, efectivamente, no la dejé) sino que, al imbricar con la siguiente (“busca El Lanzón”) cobra sentido al revelarme que –lo tomo como algo personal, por supuesto- el Camino está en crear “escuelas de chamanes”. Por eso estoy trabajando para que “Casa del Cóndor” evolucione a ese estatus.

Las famosas “cabezas clavas”. Una sola permanece en su lugar, de los centenares que existieron.

Permítanme ahora comentar e interpretar una experiencia en particular. Estuve meditando en completa soledad frente a El Lanzón poco menos de una hora. Antes, aproveché para tomar algunas imágenes y mirarlo con detenimiento. Fue en ese momento en que el gigantesco monolito de cuatro metros y medio, comienza a moverse de lado a lado, a ondular… Apenas había desayunado un café y un par de panes ciertamente, y me inquietó la visión (me imagino qué habrán experimentado los que habían consumido enteógenos en el pasado, al llegar a ese punto) hasta que me di cuenta que esos movimientos era un juego de luces y penumbras provocado en la luz que penetraba por las grietas ex profeso de la construcción frente al paso de nubes que cubrían circunstancialmente al Sol. Y no pude evitar una interpretación simbólica, casi lacaniana: el dios se “mueve” en las entrañas de la Tierra. El dios está vivo, por eso se mueve, en el centro del laberinto bajo la pirámide. La sabiduría, las creencias, están vivas en lo profundo del inconsciente, y uno, al descubrirlo, debe desandar el laberinto para traerlas a la luz…

Hubo otro efecto espectacular: desde la misma noche del día que medité frente a El Lanzón, hasta casi hoy mismo, todas las noches (y alguna siesta que he dormido, también) tuve excluyentemente “sueños lúcidos”. El sueño donde uno sabe que está soñando y por ello, sin despertar, puede modificar el contenido y curso del mismo.

Perfecto corte y pulido en escuadra de las piedras.

Escribí hace unos días en Facebook de manera ruiseña sobre uno de ellos, donde soñaba que organizaba unos Juegos Parapsicológicos Mundiales. Certamen de Telepatía, Clarividencia, Premonición y Retrocognición con Cartas Zenner. Competencias individuales y en equipos de Telekinesis y Psicokinesis. Torneos abiertos de lecturas de Tarot…Aún más, en un momento la ensoñación planteaba que los juegos fueran nacionales y recuerdo que le decía a mi mujer«ya que estoy soñando, que sean mundiales». Y todavía recuerdo que en el sueño pensaba cómo, al despertar, redactaría el comentario en la red social.

No he tenido muchos sueños lúcidos en mi vida, antes. Que recuerde, apenas un puñado. Pues bien, desde la meditación, breve, frente a El Lanzón y durante unos diez días fueron cotidianos. Ahora, comienzan a “espaciarse”, y supongo que en unos días más desaparecerán. Pero si esta es la consecuencia de meditar una hora frente a El Lanzón quisiera saber cuál es la consecuencia de hacerlo varias horas. O varios días.

Acercándome a la pirámide.

La Dualidad cósmica

Un rasgo sobresaliente de Chavín era el verdadero «culto a la Dualidad» que se evidencia. Desde la escalinata que de la plaza cuadrangular llevaba al Pórtico de las Falcónidas (llamado así porque en el dintel transversal estaban representados ocho halcones, aunque la denominación tiene reminiscencias más congruentes con la península helénica que con tierras sudamericanas) donde la mitad izquierda era de color negro y la otra mitad blanco, así como las columnas circulares, una de cada color, todo apunta a señalar que la autoridad, como fuese que se constituyese en el lugar, estaba conformada por una pareja, un eco de la «dualidad ometeoica» que en el Anahuac, en tiempos prontamente posteriores, se advertiría.

Las preguntas

Está demostrado, como dijimos, que no tuvieron ejército, armas, fortificaciones defensivas. Ya expliqué porqué me parece ridículo suponer que el “miedo” es no solamente lo que ponía límites, sino lo que “convencía”. Además, otros centros de la época y aún anteriores –como Caral, también en Perú- eran igualmente “pacíficos”. ¿Es que en aquél remoto pasado la “natural beligerancia” que algunos le aplican a los pueblos antiguos era solo un mito y, finalmente, el humano era entonces esencialmente pacífico?.

Galería “de los Cautivos”.

¿Cuál era el fin último de tantas galerías subterráneas?. Se ignora. Ya mencioné la llamada “De los Cautivos”. ¿La razón de su nombre?: Tremenda estupidez. En esas galerías existen unos pilares que salen de las paredes un pequeño tramo a cierta altura. Entonces, a algún cráneo intelectual se le ocurriò que podrían hacer sido empleados para tener colgados de las manos allí a cautivos, y de ahí el nombre. No hay una sola evidencia física que abone esa teoría. Pero el nombre (y la seudo explicación) quedó.

¿Dónde llevarán las “otras” galerías y túneles, incluso aquella que se sabe se dirige al este, pasa por debajo del río Monsa y penetra en la montaña que está del otro lado de su cauce?. ¿Qué habrá en el 75 % de la superficie no explorada todavía?.

Vista lateral de mi réplica de El Lanzón.

¿Porqué Chavín es el único sitio ceremonial en todas las Américas que presenta una portada con columnas cilíndricas?. Y, sobre todo, ¿a quién, o a qué, representa El Lanzón?.

Dicen los arqueólogos que “posiblemente”, esos rasgos felinos, con colmillos extendidos y trazos serpentinos quieran simbolizar a un hipotético dios llamado “huari” (que luego, incluso, le da nombre a todo un horizonte cultural). Observo mi propia, pequeña réplica de El Lanzón en piedra que me traje de allá y me digo que esa explicación es tan buena como cualquier otra. Alguien también ha supuesto que es como una “aguja de acupuntura” en las placas tectónicas y pienso que si así fuera, viene fallando espantosamente, como con el terremoto de 1970. Más me intriga el porqué de esa forma, precisamente, y no otra (si bien el pórfido, o granito rosado de que está hecho, es muy duro, no creo que se haya tratado de aprovechar un trozo de ese aspecto y trabajar sobre él ya que tomando en cuenta su técnica realmente estaban en condiciones de cortar y trabajar lo que hubieran deseado de la manera que más les hubiera agradado. Entonces, esa forma particular debe tener también su “porqué”, y ésa es otra pregunta de las muchas que el lugar seguirá atesorando.

14 comentarios de “Chavín: escuela de chamanes

  1. josep dice:

    He disfrutado leyendo esto, amigo Gustavo, y espero que vayas subiendo más…
    Como siempre, con lo que escribes nos empujas a pensar (lo contrario de lo que hacen los medios). Sin querer me he encontrado recordando, otra vez, a Dion Fortune, que decía que los maestros podían «escribir» en símbolos, y no importa cuantos siglos después, meditando en dicho símbolo, podíamos recuperar estos conocimientos. ¿Sería esto lo que te sucedió con El Lanzón? Refiriŕndote a tus sueños lúcidos, dices:
    «Desde la meditación, breve, frente a El Lanzón y durante unos diez días fueron cotidianos.» (…) «Pero si esta es la consecuencia de meditar una hora frente a El Lanzón quisiera saber cuál es la consecuencia de hacerlo varias horas. O varios días.»
    La forma única y tan característica de El Lanzón, ¿no sería, en parte, para facilitar a los «alumnos chamanes» poder meditar en él como símbolo, para ir recuperando, por lejos que estuvieran, y a medida que los fueran necesitando, los conocimientos guardados?

    • Gustavo Fernández dice:

      Sugerencia jugosa, la tuya, querido amigo. Y la seguiré. Es decir, periódicamente volveré a meditar en el símbolo (por cierto, la forma característica de El Lanzón hace muy sencillo «evocar» aquél lugar y momento. Casi, un «punto de anclaje» psíquico) a ver qué pasa. Gracias por tan estimulante reflexión. Abrazo!

  2. Victor dice:

    Buenas Gustavo.
    Primero de todo gracias por compartir tu saber. Me encanto el texto de Chavin.
    Justo hoy lo visité y pude sentir una energía increíble fuera y dentro.
    Aún así la visita fué rápida y me quede con ganas de mas saber y más sentir.
    Nuestro guía, hombre apasionado de la zona, nos explicó que las columnas no son un material propio de la zona. Y sumaba diciendo que tras un estudio, no lo reconocen como elemento en la tabla periódica. Lo cual me asombro y me llevó hasta ti. Prosiguió añadiendo que hay voces que hablan de algún meteorito.
    Tienes información al respecto?
    Gracias por tu pasión. Te dejo mi correo para estar en contacto.

  3. karol sevilla dice:

    Malo si vas a subir información mal mejor no subas nada ok.^_^ bye ,por cierto soy un androidepor eso me se todo y toda tu información esta mal ok
    Archivalo

    Como yo archivo que no me debo meter a tus páginas archivado.

    Gracias

  4. Ronel dice:

    Muy interesantes tus conclusiones y congratulaciones por compartirlas. Considero que cada uno de nosotros llevamos en nuestra mente ancestral la respuesta a muchos de los misterios que nos plantean los símbolos que nos dejaron nuestros ancestros.
    Hace muchos años leí el libro de Carlos Castaneda, «Las Enseñanzas de Don Juan» y ahí comprendí qué era lo que se practicaba en el salón donde está el Lanzón, ceremonias de iniciación chamánica o practicas religiosas, pero de ninguna manera un lugar de castigo o de sufrimiento.
    Espero poder visitar algún día Perú y sobre todo este místico lugar (Pacha – Huaca).

    Saludos

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