Y sí, me confieso un vagabundo. Indiferente al uso popular (de aquél que sin domicilio ni oficio conocido erra de aquí para allá) me remito a su origen etimológico; deviniendo de “vaccare”, el que está libre, y, a partir del siglo XIV combinándose con “mundus”, “mundi”, por aquél que sin ataduras anda por el mundo. También podría haber escrito “vaga por el mundo”, donde el verbo, en el sentido de andar de aquí para allá, también remite, entonces, a la libertad. Qué pena que entendamos por “vago” como sinónimo de “sin oficio”, “perezoso” cuando en realidad proviene de “vargari”, deambular, viajar libremente.
Quien avisa no es traidor: si no sientes el “fuego sagrado”, la pasión devoradora por conocer mundo (no importa si no lo has hecho aún), no pierdas tu tiempo. Esta nota no te interesará.
De lo que escribiré hoy, aquí, es de la actitud, la mirada, con que encaro uno de los matices más gozables de mi vida: viajar. Quienes me leen hace tiempo saben que es una de mis actividades referentes, tanto por motivos profesionales como por simple placer. Otros no lo considerarán siquiera importante y está bien que sea así para ellos. Pero aquí me permitiré escribir sobre mí por el “eco” que estas líneas puedan tener en otros ámbitos de la vida de ustedes.
Porque encuentro con alguna frecuencia gente que me escribe, con buena onda, para decirme cosas tales como “¡Qué lindo que puedas hacer lo que yo no puedo!” en ésas y otras palabras. Y “no pueden” por su economía, la familia, los compromisos, los innumerables etcéteras que se imaginan, saldrán al paso.
Hasta que alguien se le ocurriò escribirme: “Gustavo, ¿vos cómo hacés?” (en “argentino elemental”, algo así como “Tú cómo le haces”). Oportunidad de contar, casi como charla de sobremesa, mi mirada sobre esto de viajar.
Porque no es tan difícil.
Es hasta divertido que, por caso, quienes consideran que les “es imposible” “viajar tanto” suelen señalar, como obstáculo inicial, el dinero. Digo divertido porque por lo general quienes argumentan “es carísimo” son quienes no han viajado nunca. Hablo de viajar lejos, no de escapadas de unos pocos días, claro.
Esto es como el célibe que te da consejos matrimoniales. O un asesor financiero en bancarrota.
Seguro que esto es proporcional al “campo operativo” (disponibilidad, medios, etc.) de cada uno, de cada una. Y así como siempre digo que quien tiene ingresos por cien no debe especular con ingresos por un millón sino en una etapa por mil, en otra por diez mil y así sucesivamente, cada persona es un mundo también en cuestiones de viajes. Pero hay observaciones generales que siempre aplican:
La primera: abandonar la infusa idea que “es caro”. ¿Qué es “caro”?. ¿En relación a qué o quién?. Todo es relativo, y relativo es también a cómo armamos nuestro proyecto. La primera regla es encogerse de hombros y no prejuzgar si algo será caro o barato. Te prometo que te vas a encoger seguido de hombros si te propones viajar a gusto, comenzando por encogerte de hombros ante lo que los demás piensen de ti.
Aquí comienza la lista que tendrás por un momento en consideración para luego desterrarla de tu mente. Desde quienes dirán que es “inoportuno” por una situación general dada, que “ya no tienes edad para esas aventuras” hasta, finalmente, “de dónde saldrá tanto dinero que se necesita para eso”… Respecto a una hipotética situación general, salvo casos extremos, nunca hay una situación general ideal. Tomemos el caso de Argentina. Hoy, cuando escribo esto -13 de agosto de 2018, porque si leen esta nota dentro de un tiempo las cifras parecerán risibles- el dólar está a 30 pesos argentinos. “Imposible viajar así”, dicen muchos. Lo dijeron cuando el dólar estaba a nueve pesos y saltaba a trece. Cuando estaba a diecisiete, y saltó a veintiuno… y seguimos viajando. Todo es cuestión de acostumbrarse y adaptarse.
De lo segundo, suele ser una observación típica que se le hace (es casi una cuestión de género) a mujeres a partir de sus 40. Como que tomar una mochila e irse con una amiga a Macchu Picchu está bien si tenés veiticinco y sos soltera y sin hijos, pero a esta altura…. “responsabilidad”, “seriedad”, “madurez”… Todas excusas manipulatorias de quienes son, sin saberlo, aceitados engranajes de un sistema que necesita que en algún momento de tu vida te “normalices” (es decir, cumplas la norma) no sea cosa que los demás también despiertan y el Sistema pierda el control sobre la masa. Además, si sos feliz y las cosas te salen bien, es un mensaje implícito a quienes levantaban el dedo pontificando cómo debe ser la cosa en el sentido que, después de todo, tenías razón en tus elecciones y ellos vivían equivocados.
Con respecto a lo tercero, lo he vivido en carne propia. A mis oídos llegaron incluso comentarios, digamos del “entorno geográfico” que arriesgaban si no andaría en el tráfico de drogas porque, si no era así, no “entendían cómo”. Y ahí está la clave (no en el tráfico de drogas, aclaro. Aunque cuando me llegan esos comentarios gusto decir que estoy en otro nivel y me dedico al comercio clandestino de bitcoins…) La clave está en que si alguien, porque “no entiende cómo”, supone algo ilícito, eso habla de su capacidad menor –bah, de su inteligencia- más que de lo que yo haga o deje de hacer. Aún más, desde hace décadas debo escuchar que, simplemente, algunos “no entienden cómo” logré vivir y vivir bien durante esas décadas dedicándome exclusivamente a lo que amo: Parapsicología, Ufología, Chamanismo. Comentarios muchas veces nacidos de “colegas” que trataron, pero no pudieron. Ahí otra vez: sólo demuestra su carencia de audacia, inteligencia o lo que sea. Así que a encogerse de hombros. Sé perfectamente que en este punto muchos lectores comentarán eso de “no debe importarnos lo que piensen los demás” y, como en todo, trato de poner la justa medida. No seamos hipócritas: sí nos importa –en distinto grado- lo que piensen
los demás, la diferencia es que a algunos les importa mucho lo que piensen todos, y a otros nos importa poco lo que piensen algunos… Así que (volviendo al tema de nuestros viajes) lo que aquí debes tener en claro es que la opinión de los otros la debes escuchar una vez para ver si contienen algún concepto o dato que se te haya escapado, pero nunca darles peso moral por sí mismas y sólo por sí mismas.
Supongamos que mi lector nunca viajó fuera de su país. Y decide fijarse una meta. Digamos que es argentino, y elige España por primera vez en su vida. La segunda regla es si realmente es lo que desea, y desearlo con convicción e intensidad. Aquí cumple con la primera exigencia de la Ley de Atracción: no se trata de “pensar” el objetivo con intensidad, sino de “desearlo” con esa intensidad. Si no lo desea, mejor que lo deje en suspenso. Me han dicho en varias ocasiones que mis mismas actividades son la expresión más clara de cómo aplico la Ley de Atracción: no sé si soy la “expresión más clara” pero sí sé que estoy absolutamente convencido (y por ello soy dedicado practicante) de la existencia de dicha Ley. Incluso (ustedes lo saben bien, pues me han leído) de algunas ceremonias y prácticas rituales ancestrales que tienen como fin “densificar” la acción de esa Ley en nuestra vida. Aunque, obvio, esto es optativo.
Alguien podrá escribir refutándome en discurso su existencia: yo sólo comenzaré por encogerme de hombros (recuerden, condición primera) y mostraré mis resultados.
El siguiente paso (y fundamental) es sostener ese deseo intenso en el tiempo. Cualquiera desea intensamente algo: la pregunta es si quince días después lo sigues deseando con idéntica intensidad. Ésta es la verdadera clave de la Ley de Atracción. Y aquí enfoca tu atención: sólo si ese objetivo está y se mantiene por encima de cualquier otro, conocido previamente o que surja sobre la marcha, asegurarás su cumplimiento. Para el caso de los viajes. Piensa en el viaje en tu día a día. Haz tu itinerario, recórrelo. Lee, mira videos, escucha música afín. Sueña con tu viaje. Come con tu viaje.
Conozco muchas personas que me dicen cuánto desean viajar. Pero dos meses después nos hablamos y escribimos y su deseo aparece “devaluado”. Porque tienen que cambiar el refrigerador. Porque no quieren endeudarse. Porque le prometieron algo a alguien. Está todo bien por mí, pero entonces, ¿cuánto realmente habías deseado concretar ese viaje?
Voy a contar un caso absolutamente real. Si no publico los nombres de sus protagonistas es simplemente porque no les he pedido autorización previa para hacerlo. Si leen esta nota se identificarán claramente y no me dejarán mentir. Es más, porque de hermanos de Camino se trata, hay todo un grupo de personas que son testigos veraces de lo que voy a relatar.
Se trata de una pareja que deseaban sumarse a uno de mis Viajes Grupales de Aprendizaje a México. Tenían un niñito recién nacido que, para la fecha de partida, tendría poco más de año y medio: decidieron hacerlo igual, sobre todo porque no deseaban dejarlo y, si esperaban, pasado los dos años el pequeño pagaría ticket aéreo y el dinero no es alcanzaría. Otros hubieran dicho “tal vez dentro de unos años”, “esperemos que el niño crezca y veremos”. Ellos se dijeron que el momento era ahora. Pero los obstáculos recién comenzaban.
Unos pocos meses antes del viaje –les sonará increíble: es rigurosamente cierto- se les incendió su casa; perdieron prácticamente todo. En los días siguientes los familiares, claro, dieron por sentado que ante semejante drama el viaje quedaría definitivamente pospuesto. Pues no. Su razonamiento (el de esta pareja) impecable fue: “Una cama, un refrigerador, mesa, armario, podemos comprarlo dentro de seis meses, o un año. Este viaje, si lo suspendemos, quizás pasen muchos, muchos años antes de poder hacerlo”. Y entonces reunieron los mínimos muebles de prestado –una cama aquí, una vieja heladera allá- para continuar más o menos con su vida y viajaron. Y al regreso, sí, se enfocaron en adquirir de a poco los elementos perdidos.
Sí. Sé que algunos de ustedes dirán que esa conducta es una locura (una bella locura, quizás acotaría yo). Pero, ¿saben qué?. Fue absolutamente acertada: hoy no sólo tienen su viaje hecho y sus enseres recuperados: la Ley de Atracción “anclada” en sus vidas con esa actitud precipitó otros muy seguidos e inesperados viajes. Otra vez: ante el discurso explicativo de “porqué no” de algunos, el ñañañañaña “socialmente correcto”, esta familia exhibe el logro conseguido. Toda palabra se silencia ante los hechos.
Cuarta consigna: olvídate de frases como “en cuanto aparezca una oportunidad”. Las oportunidades no aparecen; se crean. Insiste, presiona, demanda, vuelve a insistir, sobre todo, juégate cuando y si fuera necesario.
Ponte en acción. No acudas –salvo que tengas la holgura de hacerlo- a la solución simplista de las agencias de viajes: un “tour” contratado con ellas te saldrá el triple de organizado por tu cuenta y visitarás lugares con los segundos escasos de tomar una foto (no puedo olvidar una escena: cuando con mi mujer visitábamos Notre Dame, en París, con todo el tiempo para nosotros –meditamos en ella, ascendimos las dos torres- apareciò un “bus” de turistas hispanoparlantes. Bajaron frente al atrio, la guía dijo: “tienen 15 minutos para las fotos y continuamos”. ¡Era Notre Dame!..) Anímate: el mundo no es tan malo ni peligroso ahí fuera como quieren hacértelo creer (para beneficio, entre otros, claro, de esas mismas agencias). Compra tus tickets aéreos on line,
activa “alertas” que te aparezcan ante promociones aéreas, busca fechas cómodas para ti pero también de “franja baja”, súmate a grupos de “aventureros” que con fines comunes a los tuyos se organizan a través de las redes sociales para viajar en grupo.. En cuanto a alojamiento, googlea: Booking, Expedia y otros sitios son absolutamente seguros tanto para asegurar la reserva como el pago y a la vez, para que satisfagan tus expectativas.
Es evidente –bueno, debería serlo- que hay una abierta campaña para “demonizar internet”. Que comprar por Internet te hace objeto de estafas, que puedes caer en sitios peligrosísimos. Claro que eso ocurre, como ocurre en el “mundo real” de todos los días. Sin duda, si contratas alojamiento de “particular a particular” vía Internet puedes encontrarte, tal vez, con esas situaciones. Las “plataformas”, en cambio, te garantizan un aceptable margen de responsabilidad.
Cultiva tus amistades “virtuales” y permítete que pasen a ser “reales”. El fantasma de perfiles falsos que esconden oscuros personajes, otra vez, existe pero en la medida de tu propio “espacio de segmentación”. Si sales a la caza de parejas informales y sexo casual será sin duda más estadísticamente probable que si te manejas con miembros de alguna asociación cultural, pongamos por caso. Y la experiencia inenarrable de amigos “a distancia” con los cuales alguna vez te fundes en un abrazo te enriquecerá a límites insospechados como también te permitirá contar con todo lo que un amigo significa en un lugar que desconoces.
Afín a esto, en algunos casos aplicará una recomendación: si tienes alguna habilidad, algo que puedas ofrecer, un servicio, la transmisión de una enseñanza o una idoneidad, puede serte muy útil crearte con antelación –en el destino que has elegido- un “nicho” de destinatarios. Encontrarás que será funcional a amortizar una parte importantísima de tus gastos.
La mejor comida, siempre, está en los mercados populares. Usa los transportes públicos, existen miles de aplicaciones para ello en tu celular. Anímate a comprar en un supermercado y cocinarte en el apartamento si rentas uno (es muy interesante descubrir que cuando se piensa permanecer suficiente tiempo en un lugar termina siendo más económico alquilar un apartamento temporario que alojarse en un hotel), o llévate cualquier cosa a la habitación. Busca comedores económicos; siempre el turista es bien mirado y recibido. Aún más: aquí depende mucho de tu propia susceptibilidad, pero el alojamiento bien buscado puede ser maravillosamente económico. No digo ya alojarte en habitaciones compartidas (estoy de acuerdo; uno mismo llega a una edad en que se reconoce como un burgués de la Nueva Era) pero encontrarás comodidad en la austeridad para disfrutar el viaje. Ejemplo: cuando viajo con mi mujer, Mariela, por mimarla a ella busco la típica habitación con baño privado. Cuando lo hago solo, no tengo ningún problema, si la circunstancia lo amerita, en valerme de habitaciones singles en un hostal con baño compartido. Caso concreto: en Barcelona, prefiero un cómodo hostal en esa condición a treinta metros del monumento a Colón, donde la Rambla se encuentra con el Puerto, que cualquier hotel con baño privado que me obligaría en esa zona a un desembolso imposible o, para que esté dentro de mis números, alejarme varios kilómetros. Total, ¿cuántas veces por día necesitan hacer sus necesidades o tomar una ducha?. En todo hostal con baños compartidos hay dos o tres de éstos por piso, así que generalmente los encuentras libres y nadie ha de golpearte la puerta y reclamarte que salgas cuando lo estés ocupando. Otra vez: la barrera es mental.
Siempre que puedas, planifica con la mayor antelación. Pongo otro ejemplo personal: cuando convoco a un viaje, suelo hacerlo con ocho, diez meses previos. Y algunas personas me dicen: “Ah, total, falta un año” o ese infuso “es el año que viene”. Y cuando te quieres dar cuenta, el año ya pasó.
Y la Ley de Atracción no sería tal si no comprendieras que no se tratar de “pensar”: se trata de “sentir”. Si yo me paro frente al escaparate de una venta de automóviles y mirando una unidad pienso “ya tendré uno igual”, por “fuerte” que sea ese pensar implica dos cosas: una, que lo ubico en mi futuro (“lo tendré” es que no lo tengo ahora), y que si yo “deseo” algo que me “llene” en el futuro es que hoy tengo un vacío. Ocurre que estamos más o menos acostumbrados en adoctrinar nuestros pensamientos mas no nuestros sentimientos. Debo vivir como si la “cosa” ya fuera parte de mi vida y es cuestión de tiempo que llegue a mis manos, insisto, aquello que yo ya “tengo”. Si no puedes sentirlo así, simplemente no estarás aplicando la Ley de Atracción. Porque nunca insistiré lo suficiente es que está bien que la gente interesada en aplicar esta Ley pregunte lo que debe hacer; sería igualmente importante que preguntaran lo que NO deben hacer.
En esa dirección, siempre señalo que por lo general la gente pone más atención en lo que no quiere que en lo que sí quiere. Por ejemplo, creen que es correcto enfocarse, casi como un mantram, en la frase “no quiero tener más deudas”. No me extenderé aquí en este detalle puntual; digamos solamente que pensamientos, frases, sensaciones, deben siempre construirse en positivo.
¿El idioma?. Prácticamente en todo el mundo, si manejas inglés algo un poco más arriba de “I, Tarzan, you, Jane” podrás hacerte entender. Si no, los gestos ayudan. Usa el traductor de tu móvil. Y siempre, siempre, una sonrisa: abre todas las puertas. No te preocupes por mucho más; el viajero suele ser un inimputable social, salvo que pasees por Afganistán.
Aquí es donde debería comenzar el análisis de casos particulares. Es el final de esta nota; no, seguramente, de consejos que puedes recabar, con la convicción que se puede, si se quiere.
Finalmente, last but not least, como gustaba escribir el lamentado Antonio Ribera: obsérvate. Por ejemplo, si en este momento, llegando al término de esta lectura, los pensamientos que acuden a tu mente son del tipo: “bueno, pero no siempre es así…”; “es que en mi caso no…”, “no, no, es que a veces…”, pregúntate si no será el “lado oscuro” (casi escribo “de la Fuerza”) que así te condiciona. Una vez más: comprendamos que muchas posturas que “parecen” correctas sólo son “memes” (no en el sentido de las tonterías gráficas que hoy en día circulan en Internet con ese nombre sino con lo que son originalmente: verdaderos “virus” construidos, ingeniería social mediante, para incrustarse en el ideario colectivo como verdades que se dan por sentadas, para condicionar la conducta de las masas de manera atemporal).
Y aquí estamos. A mi alrededor tengo mi propia “tropa” de gente que aplicando estos preceptos suele sumarse o acompañarme en mis viajes. No dudo que habrá otra que explicará que no es tan sencillo. Y otra vez, repetiré aquella enseñanza: hay dos, y sólo dos, clases de personas. Los que hacen cosas, y los que pasan la vida explicando porqué no las hicieron.
excelente gustavo!!!!
yo tengo la suerte que mi mujer trabaja en una compania aerea y por pasajes no tengo que preocuparme, pero pienso igual que vos. si realmente deseas hacer ese viaje, conocer tal o cual sitio, hay que enfocarse en ello y trabajar con tiempo para lograrlo. poe ejemplo, ahora estoy plsnendo y juntando dinero para un viaje iniciatico a japon con un grupo de reiki de barcelona. es para agosto del 2019, pero ya estoy motivandome y juntando la plata para pagarmelo. no va a haber nada que me lo impida hacerlo, salud mediante!!!
un abrazo
hugo de canada
Hola Gus.
Me ha encantado esta entrada, llevo años soñando con Nueva York y no cejo. Le echaremos más sentimiento y saldrá.
Un abrazo fraternal.
Muy bien escrito…. Bravo!!!!
Totalmente de acuerdo contigo, yo viajo en promedio 3-4 veces por anio a Europa.
Vivo en Israel, es un vuelo entre 2-5 horas y sabiendo buscar en Internet es entre barato y baratisimo.
La parte «cara» del viaje es lo que no gano porque estoy de vacaciones.
El próximo mes voy a estar una semana visitando lagos y antigüedades en Bulgaria.
Todo el viaje (alquiler de casa, auto, vuelo y plata para gastar alla) son unos 550 Euro… lo que no voy a ganar por estar en vacaciones alrededor de 700 Euro.
Otra cosa que me encanta es Musica, y hay veces que junto mis viajes con espectáculos, 2 pájaros en 1 tiro.
Lo que yo digo a mis conocidos es que yo no soy Superman, y si yo puedo hacerlo ellos también pueden… lo que nos diferencia son las cosas que nos importa, A mi me importa viajar y ver espectáculos de Música…. a ellos les importa comprar una casa, cambiar por auto nuevo y guardar para el futuro…. asi que en realidad yo y ellos hacen lo mismo (lo que cada uno quiere) por lo cual no entiendo por que ellos me envidian…
Parece que yo hago lo que quiero y «ellos» hacen lo que creen que tienen que querer
EXCELENTE Fernando. ME GUSTO Y ASI LO CREO. SALUDOS Y SIGUE VIAJANDO POR LA VIDA Y POR EL MUNDO.
Gracias Yasmín. Cuando vea a «Fernando» le doy tus saludos, porque yo soy Gustavo :-). Un abrazo
¡Yo quiero ir a Africa!
Jajaja. «Fernando Gustavez». (victimas del efecto mandingo)
… digo, «Mandela».
Una vez màs…..aplausos… ¡¡¡¡¡¡¡ ….nada màs cierto lo que relata……como poder ilustrar la expresión facial de los que me vieron partir x 3 meses al sudeste asiático con mis canas y mochila a la espalda….hasta a mi marido lo miraron con algo de suspicacia por » no decir nada» … ( sería que debía darme permiso? ) ..ah y para màs inri , los consiguientes temores x mi escasìsimo conocimiento de inglès, x esto, x aquello y muchos etc. Estuve 4 días sola en Sydney a la ida y a la vuelta , lleguè a BKK a juntarme con mi hija y novio que venìan de trabajar un año en Nueva Zelanda y de vacaciones en varios otros países del sud este y recorrimos el norte de Thailandia, Laos, Vietnam, Cambodia, de vuelta yo a mi casita y ellos a Europa un par de meses màs. Como epìlogo les cuento que el novio es ahora marido ( a pesar de los 3 meses viajando con la suegra je je je) , mi hija està haciendo el doctorado en neurociencia que se habìa propuesto , despùes hicimos un viaje bien formal como le gusta a mi marido y ahora estoy deseando, planeando, visualizando …otra aventura con mochila…tal vez con mi nieta mayor.
Que buena la conclusión de Emanuel Zytner ¡¡¡¡¡¡ que a veces deseamos lo que creemos que debemos desear….lo políticamente correcto……
Saludos fraternos.
Gracias por el tiempo en compartirnos tus pensamientos, tu calidez y el estar ahí. Un abrazo