El de izquierdas piensa que quien es de derechas es un oligarca al servicio de las cúpulas explotadoras. El de derechas piensa que el de izquierdas es un cipayo alineado con regímenes totalitarios. El ateo da por sentado que el sacerdote sólo busca imponer su absolutismo ideológico. El sacerdote piensa que el ateo es agente de regímenes foráneos y satánicos. El «kirchnerista» cree que la oposición sólo busca atender sus bolsillos personales, y el «antikirchnerista» piensa que quien tiene simpatía por el gobierno busca cuidar sus prebendas. El racionalista piensa que que el instructor de cursos de la Nueva Era es un fraude sólo alentado por el negocio; el instructor de técnicas de la Nueva Era cree que el racionalista es un «poco evolucionado»… pocas veces nos permitimos admitir que el «otro» puede tener las mismas buenas y honestas intenciones que nosotros, aunque alguno de los dos, o ambos, estemos equivocados. ¡Claro que existen los cipayos, los mercachifles y los embusteros!. Pero no son mayoría, y basta con saber identificarlos para dirigir nuestra atención a lo que realmente importa, es decir…. todos los demás. Respetar la «otredad», buscar la unidad en la diversidad, reconocer lo que nos une, no lo que nos separa, enfocarse, aún en pleno debate o discusión que la diferencia con el otro es intelectual, NO MORAL.