En un trabajo que tiene ya varios años, publicado aquí, me dediqué a describir, primero el asombro y luego el entusiasmo que me había despertado interiorizarme sobre el profundo conocimiento que los Toltecas –así como muchas otras etnias del Anahuac prehispánico- tenían sobre los “cuecueyos”, centros energéticos en el cuerpo humano, de cada uno de los cuales depende el funcionamiento de ciertos órganos o determinadas actividades funcionales. La identidad con los “chakras” –hasta en su número: siete- es tan obvia que por un tiempo supuse si no se trataría de una tardía y oportunista “intoxicación” que en algún momento, quizás del siglo XX, algún avispado habría hecho, derramando sobre el respetable conocimiento ancestral americano conceptos del orientalismo. Y no, no era así. Estos “cuecueyos”, incluso, posiblemente se basen en filosofías aún más antiguas que las del propio Yoga.
No vamos a debatir aquí –aunque este debate se hace cada vez más necesario- si se trató de una influencia oriental en América o a la inversa. Fijemos nuestra atención en que el desarrollo de una práctica asociada al trabajo energético sobre el ser humano –esa “fusión” o “unión” entre los distintos planos que, precisa y hasta etimológicamente, propone la Yoga- preexistió en estas tierras, y algo de todo eso adelanté en mi trabajo sobre Inti Yoga. Y ya que nos remitimos al horizonte histórico y geográfico sudamericano, recordemos que entre Waris, Aymaras e Inkas el concepto de los centros energéticos también existiò, y fueron conocidos como “pojcpos”.
En ese trabajo mencionado –no me repetiré aquí- anticipamos a lectores que desconocían el tema sobre la práctica del llamado “Kinam”. Un tema ríspido para entendidos en el actual México, no tanto por la práctica en sí sino por ciertas aristas legales –y hasta policiales- que algunos de sus cultores han provocado. Incidentalmente, sirve para ubicarnos en el contexto de lo que desarrollaremos a continuación: el Yoga Tolteca (también practicado por distintos horizontes culturales del Anahuac) llamado «Tonallin”.
“Tonallin” significa “energía en movimiento”. Lo menos que puede decirse del término es que su elección es acertadísima: eso es precisamente lo que uno experimenta apenas comienza a practicarlo. Su fundamento es elaborado: consiste en una veintena de “movimientos” (el término no es exacto si lo concebimos en forma coloquial, toda vez que una buena parte de los mismos consisten en meditaciones, pero como tales meditaciones implica también el “movimiento” de la propia energía, es en consecuencia absolutamente correcto), uno por día, y cada uno de los cuales responde a un punto cardinal. Asimismo, se identifican con un efecto, una acción, un área de expresión de nuestra vida. Y esta veintena (número que se corresponde con la duración del mes en el Tonalpohuaui o calendario, y que se identifica con Cocodrilo, Viento, Casa, Lagartija, Serpiente, Muerte, Venado, Conejo, Agua, Perro, Mono, Hierba, Caña, Jaguar, Águila, Cóndor, Movimiento, Pedernal, Lluvia y Flor) se distribuye en esas cuatro direcciones cada una de las cuales, a su vez, correspondiente a una “esencia cósmica”. Quetzalcoatl, la Inteligencia, Tezcatlipoca (la Espiritualidad), Xipec Totec (la Vitalidad) y Huitzilopochtli (la Voluntad). Una vez más –aunque el desarrollo del concepto excedería los espacios aquí disponibles- es necesario repetir que estas “esencias”, identificadas por el clero del conquistador como “dioses” (y, como “meme”, repetido como un sonsonete aún por los textos escolares) remiten en puridad a manifestaciones de Ometeotl, la Divinidad.
El gran aporte del Tonallin –y que me lleva entusiasmado a su práctica, con la iniciación al mismo que en su visita a Argentina nos diera el maestro y hermano Gerardo Alcántara– es que no se agota simplemente en una serie específica de ejercicios y posturas, movimientos y meditaciones: fija con precisión cuál es la práctica correspondiente a las energías propias de cada día y (asociado al Tonalamatl, u “horóscopo tolteca” –aunque la traducción pueda resultar un tanto irrespetuosa- ) cuáles son los distintos ejercicios, posturas o meditaciones que el practicante puede elegir hacer dependiendo de cuál energía de su propio Tonalamatl quiere potenciar.
No lo tomen como una expresión profética –aún- pero auguro para el Tonallin un interesante crecimiento y expansión allende sus tierras originarias.