Cuando se me pregunta el porqué del especial interés que aplico en el estudio y difusión de la Autodefensa Psíquica, respondo que el título de este artículo es una muy buena razón. Este “corpus” de Conocimiento ha brindado y brinda (en los últimos ochenta años desde que fuera organizado por Dion Fortune) no solamente argumentos y evidencias sobre la naturaleza de las mismas sino -obviamente- las mejores estrategias para manejar estas situaciones.
Tal vez seríamos más específicos (aunque seguramente no igualmente claros para los lectores) si, en puridad, habláramos de seres “no físicos” en tanto espirituales, donde quizás el término “multidimensionales” resulte mucho más explicativo. Y hasta disentiríamos con el adjetivo “negativos” para reemplazarlo por “inarmónicos” que evita toda connotación “moral” a su naturaleza.
Su naturaleza es variada; los legos tienden a mezclar de manera erráticas expresiones como “entidades”, “espíritus”, etc., olvidando o ignorando que la diversidad de orígenes y naturalezas implica también ocupar distintos términos para referirnos a ellas. Así como en Parapsicología Aplicada, al referirnos a entidades espirituales “positivas”, hemos enseñado que el término hebreo y antiquísimo, “haiöth-hakoseh”, traducido como “animales superiores en santidad” refleja no solamente el espíritu sino también el grado de conocimientos de la época en que el término fue adoptado, en Autodefensa Psíquica señalamos que al definir adecuadamente a cada entidad según la expresión que le es acorde tendremos una descripción más acertada, por ejemplo, del plano en que actúa y (por extensión) cómo enfrentarnos a ella. Por tanto, no es lo mismo un “Paquete de Memoria Thanático” (residuo psíquico de una persona fallecida de bajo nivel de evolución espiritual y moral durante su vida biológica), que un “cascarón astral” (residuo “astral” -no psíquico, no energético, ni espiritual) de una persona fallecido, o una “larva astral” (entidad que nace, vive, y muere -de manera parasitaria- en el Plano Astral), un “egrégoro” (construcción psíquica de un colectivo, independiente pero parasitaria de ese colectivo), una “ideoplastia” (materialización de la psiquis de un individuo), etc.
Por este conjunto de razones, es que también sostenemos que la Autodefensa Psíquica es el abordaje laico de lo Demonológico. O, también, que la aplicación de técnicas de Autodefensa -como el Gran Sellado o la Erotización de Paquetes de Memoria Thanáticos- es la efectivización de un exorcismo laico. Con un componente significativo que podríamos exponer así en el siguiente párrafo.
He escrito numerosas veces que si el estudio de la Vida es campo propio de las Ciencias Naturales (Biología, Fisiología, Medicina, etc.), el estudio de la Vida después de la Vida, de haberla, también debería ser campo propio de estudio de las Ciencias Naturales. Que parezca “obvio” que de ello se ocupen las iglesias, no las academias, algo, insisto, “obvio” tanto para eclesiásticos como para científicos, es sólo un emergente de la Manipulación que los Poderes en las Sombras han hecho de lo “cultural” a través de la Historia humana, privándonos a los mortales tanto de la cotidianidad de coexistir con lo espiritual, es decir, con lo no-físico (quedando limitado al ritual de eventuales ceremonias) sino así también entender que ni necesitamos intermediarios ante la Divinidad, ni somos capaces de descubrir y valernos de todo nuestro propio potencial no físico. En línea con esto, se nos ha hecho creer que sólo dentro del “canon” de ciertas instituciones (iglesias; me resisto a decir “religiones”, término que tiene más que ver con el Conocimiento que con las estructuras) es posible acceder a las herramientas para enfrentar a tales entidades, vale decir, “exorcizar”. Debe decirse: la Autodefensa Psíquica es, por tanto, el exorcismo laico.
Un exorcismo aún mucho más proactivo que el que entendemos como tal. Esa técnica mencionada, la “Erotización de Paquetes de Memoria” no solamente busca alejar tales entes; implica comprometerse con la acción dhármica de facilitarles su transición (para acudir a una expresión cinematográfica casi: “pasarles a la luz”) en vez de la mera, humana pero egoísta, acción de rechazarlos sin más.