La experiencia (y los años) me enseñaron que existe un segmento del público que concurre a Terapeutas Holísticos, Tarotistas, Astrólogos y Parapsicólogos víctimas de este síndrome, que consiste en presentar en consulta una larga (generalmente muy larga) lista de problemas en distintos ámbitos de sus vidas: económico, sentimental, amistades, etc. Comienzan planteando lo mal que va su trabajo, continúan con el mal momento que atraviesan con un pariente y terminan -por el momento- relatando que «todo le sale mal»: desde artefactos descompuestos (nunca preguntándose si pueden tener obsolescencia, mala instalación eléctrica…) y llegan a expresar su convicción que «todo es consecuencia de una brujería que le han hecho».
No seremos nosotros quienes neguemos lo que en Parapsicología se llama Ataque Psíquico Consciente y que profundizamos, por ejemplo, en Autodefensa Psíquica. Pero cuantitativa y cualitativamente, debe ser la última causa a considerar: no porque me aprieto un dedo con la puerta la causa es una brujería hecha por la cuñada de mi vecina. Si bien es cierto que en algunos casos esto es alimentado por el mismo «sesgo de aceptación» del colega (que quizás también tiende a ver brujerías en demasiados lugares), en la enorme mayoría de los casos se trata simplemente -y para decirlo de modo respetuoso- de personas «complicadas».
Pero no. Nunca van a plantearse si el problema no será, después de todo, como ellos se manejan en la vida. Es más cómodo, claro, pensar en brujerías, siempre. Y si es posible, en una sola, «polivalente» que al «cortarse» le «abra los caminos» en todo al mismo tiempo. Rápido y de ser posible, barato.
En Toltequidad se enseña a observar las «huellas blancas», el efecto que en la vida cotidiana tiene cómo vemos y ejercemos nuestra Espiritualidad. En esta filosofía es apasionante observar -desde milenios a que se remonta su existencia- como, aceptando (y combatiendo) las «brujerías», la terapia comienza por hacerse cargo que las acciones generan consecuencias (por ello, su hincapié permanente en el trabajo de la Voluntad y el correcto discernimiento, lo que se llama el «Acechar del Guerrero»). «Las «huellas blancas», se suman a las «huellas rojas» -las acciones, en un sentido explícito- y a las «huellas azules» -la carga y experiencia de los Ancestros y nuestras vidas previas- para marcar un Camino entre las estrellas a tu Nagual. Mientras no lo entendamos, seguiremos buscando el falso grial de la Brujería Polivalente.