Para dolor de cabeza de algunos de mis lectores, hay reflexiones que se me ocurren casi sobre los hechos mismos. Por ejemplo éstas, a dos días de este “Portal” tan publicitado, reflexiones en verdad disparadas por un grupo de amigos con los cuales compartimos algunas Enseñanzas. En mi descargo, además de aquello remanido de “más vale tarde…”, digo que tales reflexiones serán de utilidad en cualquier otro “Portal”, por ejemplo, en 2019 (el 3-3), en 2023 (el 7-7) y, claro, en 2027.
O en cualquier otra fecha en que se desee encontrar un significado aritmético, porque las Matemáticas son tan entretenidas que puede, siempre, sumarse, restarse, dividirse y multiplicarse sobre sí misma para encontrar las coincidencias que se buscan, algo así como si de un Uroboros numerológico se tratare.
De manera que lo que vengo a exponer aquí es sencillo de resumir (como una reducción aritmética cualquiera). Y podemos resumirlo en cuatro puntos:
- La fecha carece de significación espiritual, esotérica o metafísica alguna. Y ello, porque depende del calendario gregoriano, de pocos siglos de antigüedad y que pertenece a un horizonte cultural específico: el cristiano y europeo. Es fácil googlearlo: un Papa decide abandonar el calendario instalado (el Juliano) y consensúa con una élite un nuevo almanaque. El año comenzará en enero a partir de un año concreto. Y fue una imposición geopolítica la que lo difundiò. Ni siquiera tiene el justificativo religioso, ya que chinos, hindúes y un largo etcétera suman más que todos los cristianos del mundo reunidos, aunque nuestro corset intelectual nos lo impida abarcar. Tampoco puede invocar antigüedad histórica. Es una convención impuesta por la costumbre. Y a escala cósmica –que es lo que se supone debe ser el parámetro de un Portal- es absolutamente prescindible: ni siquiera expresa el colectivo del planeta Tierra. Pongan cierta “distancia” intelectual, piensen en términos estelares si se quiere: ¿de qué manera resulta determinante la decisión de un puñado de individuos que ni siquiera expresa el Inconsciente Colectivo?. Que para algunas –seguramente muchas personas- resulte significativo tiene que ver con un deseo inconsciente, no con un hecho, repito, cósmico: es su “sesgo de aceptación” que le hace encontrar “sentido” en ese sincopado numérico. Escribí sobre esto en mi trabajo sobre “Sincronías Numéricas” y ese significado es un hecho personal, aceptable y respetable. Pero si de “portales” hablamos, implicamos un evento que ya no es ni personal ni aceptable. Otra vez: que alguien “le resuene” la fecha tiene relevancia, sí, para él o ella; pero que no se invoque espúreas razones universales.
- ¿Esto significa que todo ello es una mentira?. No. Porque sí hay una variable espiritual o, deberíamos escribir con más exactitud, esotérica y parapsicológica. Que miles de personas, en un momento determinado, enfoquen individual o grupalmente su psiquis tras ciertas estructuras de meditaciones genera un Egrégoro. Tema recurrente para nuestros lectores y estudiantes. Y como ya hemos desarrollado, un egrégoro es un gran reservorio de energía. Esto sí se presenta y funciona. Otra vez: no se “abre un portal”, sino se genera conjuntamente un ente psíquico que es más que la suma de las partes. Y sí, al practicante le es posible “conectar” con este ente y aprovechar su potencial.
- Pero hay aspectos armónicos y aspectos inarmónicos en esto. La “energía” no es “buena” o “mala”: será el buen uso, el mal uso o el abuso de la misma la que devenga en consecuencias. Como la electricidad: con ella te ilumino o te electrocuto. No es la electricidad en sí; es lo que hago con ella. De manera que aquí tenemos una gran carga de energía y un número indeterminado pero seguramente muy grande de personas que no tienen idea de lo que están generando. Un practicante en consciencia de sí mismo y del momento, seguramente podrá valerse de ella a su favor: pero, con el mismo criterio, otro –o quien convoque- puede valerse de toda esa energía y de toda esa gente para dirigirles con una meditación a enfocarla en lo que a él o ella le interese. Si algo se aprende en Esoterismo, es que quienes conocen los mecanismos de estos planos sutiles pueden –según su moral- aprovechar la energía que otros generan para sus propios fines. Usted, que participa o participará en estas meditaciones, será responsable, en todo caso y kármicamente, de tener (o no) en claro la naturaleza e intenciones de aquél en quien deposita el control de la experiencia. Porque en Esoterismo, como en jurisprudencia, no puede invocarse la propia ignorancia en su defensa.
- Finalmente, quiero expresar mi opinión personal sobre lo que se menciona como “comercio” alrededor de estos movimientos. En las redes, artículos en blogs, radio y televisión uno contempla a eventuales fiscales de la consciencia ajena, seguramente bienintencionados, dando su discurso sobre el “mercantilismo de la Nueva Era”. Es más; en estos mismos ámbitos leo gente que comparte nuestros intereses trinando enojados por el monto que algunos ponen como arancel participativo. Y es aquí donde romperé algunas lanzas: ¿cuál es el problema, si de un “contrato social” entre partes adultas y responsables se trata?. A diferencia de los casos donde algunos “manochantas” abusan de la ignorancia, credulidad o desesperación de potenciales “clientes”, estos eventos suelen tener por asistentes a personas solventes, muchas veces profesionales, funcionarios públicos, empleados de carrera, estudiantes universitarios. Es decir, gente que a todos los efectos psicológicos y legales son perfectamente idóneas para gerenciar sus vidas. Si alguien decide cobrar “caro” un evento, y esas personas están de acuerdo en pagar esos montos porque reciben lo que esperan, ¿quién soy yo para censurarlo?. Además, ¿qué es “caro”?. ¿Según la situación de quién?. Con qué derecho digo que lo que cobra un colega es “caro”, si su alumno, consultante, cliente, está bien dispuesto a pagarlo y satisfecho con lo que recibe?. ¿No habría algo de envidia en eso?. Porque, sí, es lo que pienso: muchos colegas que critican abiertamente lo que otros cobran para asistir a este tipo de reuniones (o cualquier otra) como ejemplo de “mercantilismo”, en el fondo de sus almitas quizás penan por no poder igualar esos números. Una vez más: si alguien estipula un monto a pagar, y otro alguien está de acuerdo en abonarlo y recibir a cambio lo que recibe… ¿cuál es el problema?. Ah, ya sé: se objetará que los menos pudientes no podrán accederlo. ¡Por favor!. ¿Alguien cuestiona a la agencias de turismo por lo que cuesta un tour al Caribe, a sabiendas que un obrero de bajos recursos no podrá pagárselo?. ¿Acaso no existe una galaxia de opciones “holísticas” y “espirituales” para elegir?.
No mucho más para escribir. Sólo la expectativa que estas reflexiones estimulen un compromiso más consciente con estos eventos y sus implicancias.
Muy interesante, Gustavo, pero yo, como siempre, me salgo por la tangente. Todavía me estaba rondando por la cabeza lo que contabas -una vez más-, en tu último artículo, el del Inframundo, sobre las pinturas en cuevas o subterráneos sin huellas de hollín de la iluminación. Los «escépticos» lo solucionan diciendo que quemaban grasa de tuétano «que no produce humo», supongo que por acción de la Navaja de Occam, que resuelve todos los problemas que les planteen a los «escépticos».
Pero no quiero entrar concretamente en el hollín inexistente, para eso ya vale tu hipótesis de los enteógenos. Ahora me interesa otra cosa: ¿cuantas veces hemos leído sobre pinturas en tumbas subterráneas, en cuevas, sin volver a plantearnos el problema de la iluminación sin hollín? Con una sóla vez que hayamos oído: «-Se iluminaban con tuétano, que no ensucia-«, nos lo creemos y posiblemente no volvamos ni a recordarlo. Me siento manipulado, y me repatea. ¿Cómo lo hacen para «subrayar» un juicio científico para que nos lo traguemos a ciegas y no volvamos a planteárnoslo? ¿Usarán magia?
Quizá en este artículo nos has dado la solución: «…aprovechar la energía que otros generan para sus propios fines». Sería delicioso descubrir que el «escepticismo-creencia», casi diría religión, utiliza la magia para implantar sus principios.
¿Habrá alguna clave censurada en lo de «la luz en la oscuridad»? Estoy pensando también en la fotosíntesis de las gramíneas en el fondo de la Cueva de los Tayos… ¿sólo en esta cueva? Porque, por ejemplo, en las ciudades subterráneas de Capadocia, sus cientos de miles de habitantes, con el ganado ¿qué comían? Aunque tuvieran silos con cereales, ¿cuanto les iban a durar? Si viajas a Capadocia, ya tienes otra cosa a investigar: ¿también allí pueden crecer plantas sin sol? y, ¿por qué no se habla del tema?
O lo que conté hace tiempo en el grupo, de la cueva de Montserrat que recorrían mi tío y sus compañeros, en la parte en que se «apagaban» las velas mientras su perro seguía «como si viera a oscuras y respirara perfectamente»… y que en la misma cueva, a mi compañero de Olesa también se les apagaban ¡las linternas eléctricas!