(Aclaración: en Argentina, llamamos «manteca» a la mantequilla)
Ya en otros artículos (como aquí, aquí y aquí), he comentado el uso del “ghee”, o manteca clarificada, tanto en aplicaciones terapéuticas, preventivas y rituales. Sin embargo, en Occidente suele ser difícil –cuando no, oneroso- acceder a ella, por lo que muestro aquí el proceso hogareño que yo mismo llevo a cabo para la preparación del mismo.
- Conseguir manteca sin sal es importantísimo; no olvidar que uno de sus usos es colocarlo en el ojo, con lo cual una alta proporción de sal suele tener efectos irritativos. Lo mejor es obtenerla directamente de establecimientos campestres o artesanales en la preparación de este derivado lácteo. Si no les es posible, busquen en el mercado mantecas “Light”; las que en su formulación indiquen un máximo de 1 % de sal de sodio, sirven. No en proporción mayor.
- Colocar al fuego muy suave una superficie metálica: acero, bronce, cobre. Empezar a derretir sobre él la manteca, agregándole en cantidades progresivas.
- Observarán que rápidamente comienza a formarse una espuma; con un cucharón o cuchara de madera, ir retirándolo con suavidad.
- A medida que avanza el proceso, comienza a observarse, además de la espuma, una especie de “película” o membrana que flota en la superficie; retirarla también.
- En minutos comenzará a observarse cuatro naturalezas claramente diferenciadas: la citada “espuma”, la “película”, la manteca líquida, ya mucho más transparente y fluida (ésta es propiamente la “manteca clarificada”) y unos grumos densos que caerán al fondo (detritus y excipientes grasos). Con cuidado, como dijimos, vamos retirando y desechando las dos primeras, evitando recoger lo cuarto. Y a partir de un momento, con otro instrumento limpio, debemos comenzar a recoger la manteca ya clarificada trasladándola a un envase –puede ser plástico- bien limpio.
- Éste será nuestro “ghee”. Estimativamente, 200 gramos de manteca original te proveerán unos 50 gramos de ghee. La duración confiable de éste es de unos dos años.