En los últimos años, las líneas más audaces en Ufología proponen que para avanzar en la comprensión del fenómeno (hablo de investigación, no de «creencias» que, aunque respetables, no son necesariamente compartibles, sobre todo porque parten de sesgos de aceptación) proponen enfocarnos más en las «fronteras de la consciencia» que en la hipótesis simplemente mecanicista de «tuercas y tornillos».
Entonces, recuerdo que simplemente sumergirse en el estudio de las Ciencias Herméticas y su devenir pragmático, la Magia Ceremonial, nos ubica, precisamente, en un paradigma donde la «Realidad» es matizada o modificada más en razón del «marco de consciencia» que de la causa-efecto resultante de sus prácticas.
Y es cuando propongo si a la par (no veo contradicción en ello) de la investigación metodológica «de campo» no deberíamos coordinar «investigaciones mágicas» sobre estas inteligencias. Y no hay conflicto en ello: la Magia es pragmática. Ya he señalado muchas veces que la experiencia señala que sus prácticas generan «anomalías» asociables a la idea popular de «portal»: pero muchos siguen pensando en esas entidades ocasionalmente manifestadas como «espirituales». Ahora, permítanse pensar en ellas como «interdimensionales» o, porqué no, «extraterrestres». Habitualmente (pero lo habitual también es un condicionamiento) es suponer que el «salto» debe hacerse con tecnología «dura». ¿Y si fuera la «tecnología soft» del Esoterismo aplicado lo que lo permitiera?
Entre los distintos obstáculos a superar, señalo ahora uno: a los ufólogos les apasiona la Ufología (una obviedad). Y por lo general, leen y se documentan sólo sobre literatura estrictamente ufológica. No suelen incluir en su bagaje bibliografía parapsicológica u ocultista (además, a muchos les mancillaría su pretensión de «seriedad»). Y como no debe opinarse sobre lo que no se conoce, quizás deberían permitirse ir también por ese lado.