La evolución tiende a convertirnos en energía

La fase biológica de la evolución es sólo un estado pasajero de la historia, como lo ha sido, por ejemplo, la excluyente evolución química. Tengo la hipótesis que la evolución biológica puede alcanzar su fin cuando sus productos (por ejemplo, nosotros) hayamos proporcionado a las estructuras cibernéticas la complejidad suficiente que las capacite para seguir desarrollándose independientemente, sin ayuda de técnicos orgánicos, «vivos». Y cuando esas supercomputadoras cuenten -ya están en ello- con sistemas de transmisión y almacenaje de la información no electrónicos sino, por ejemplo, ópticos, se estará a un paso de obtener soportes meramente energéticos para la información. Y cuando la información pueda transmitirse y almacenarse en «receptáculos energéticos», los contenedores materiales (máquinas y cuerpos) serán superfluos. Entonces, una «masa de energía» podrá a la vez ser vehículo y proceso de aprendizaje, inteligencia, ensayo, error, almacenamiento; en síntesis, entes pensantes. De aquí a la concepción de «entidades espirituales» hay un sólo paso que quizás nuestras anteojeras materialistas, la manipulación paradigmática del pelotón de tuercas y tornillos nos impide ver en OVNIs, ángeles, espíritus, fantasmas…

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