En algún artículo anterior, me he referido a la manipulación de los contenidos ideológicos de la Nueva Era con fines más propios de la Vieja Era. No sólo el ansia mercantilista de algunos los lleva a explotar la buena fe de los interesados en estas disciplinas con argucias propias del sistema dominante, sino también el contexto de Acuario es útil para la manipulación subliminal. Así, poniendo en boca de algún que otro mensajero celestial ciertos “decretos”, se logra, por la confianza dispensada por estudiantes o lectores, inficionarles de una idiosincrasia sólo útil a quienes desean esconder oscuros intereses.
Es en este contexto que debe comprenderse que si bien la Nueva Era es el campo propio del crecimiento individual, la apertura de conciencia y la rotura de “corsets” intelectuales, si se logra inculcar criterios perversos en el ideario colectivo con el maquillaje adecuado el resultado será exactamente lo opuesto. Uno de esos “decretos” es la idea difundida de que el ego individual debe ser “aniquilado”, “anulado”, “suprimido”, como instancia necesaria —pero no suficiente— de crecimiento espiritual.
En el sentido psicológico de la expresión, es decir, “desviado de lo correcto”.
Como en tantas otras cosas, la verdad no es tan sencilla (de hecho, cuando se juega con la muletilla de que “la verdad siemprees sencilla”, en realidad se evade la infinita trama y complejidad del Universo, reduciéndola a leyenda de galletita china de la buena suerte: sólo lo superficial es fácilmente vendible). Así como existe más de un Yo, no es el mismo tratamiento dado al Ego en distintas etapas evolutivas. En otra lección me extenderé sobre la inserción del Ego en el devenir cósmico, acudiendo a ciertas fuentes de información sobre las que prefiero avanzar prudentemente y sobre cuya credibilidad —o no— juzgarán ustedes en su momento. Pero necesitamos referirnos, primero, al ego nuestro de todos los días.
Cuando un animal es indomable la solución primitiva es castrarlo. Pero nosotros entendemos que el Ego es una herramienta importante del ser humano. No queremos terminar con el Ego, al contrario: hay que reforzarlo para poder utilizar su colosal fuerza de realización. Sin ego no hay creatividad, combatividad, arte o belleza. Y más: la mayoría de quienes declaran que el ego es esto o aquello, son hipócritas, porque manifiestan mucho más ego que los otros, frustrados por no conseguir eliminarlo o malintencionados, por utilizar ese argumento para manipular a sus seguidores.
Anular el ego sería como castrar a un espléndido caballo árabe y después utilizarlo, caminando cabizbajo, sin libido. Trabajar el ego, en cambio, equivale a domar y montar un caballo fogoso, orgulloso, con su cabeza erguida y sus pasos viriles. Castrar el ego sería demasiado fácil.
Domarlo, eso sí es una empresa que requiere coraje y disciplina. Eliminar el ego corresponde a la cobardía y fuga frente al peligro. Adiestrarlo denota coraje y disposición para la lucha. Nada de destruir al ego. Vamos a cultivarlo, con disciplina y con la noción realista de que lo necesitamos para nuestra realización personal, profesional y evolutiva.
Una confusión o contradicción similar ocurre con el empleo del raciocinio. En lo personal, son ya demasiadas las aburridas oportunidades en que amables contertulios con los que me embarco en disquisiciones intelectuales sobre temas espirituales trinan algo como: “Gustavo, ¡no racionalices tanto!”. Es obvia la inferencia: para estas amables personas, lo espiritual requiere más corazón que mente. Esto, ¿no es acaso casi un slogan comercial, perdón, metafísico?. Así como más de un/a pseudo espiritualista argumenta muy orondo/a que “no necesita estudiar porque nació con el Conocimiento”(o “ya aprendió con el mejor Maestro”, o “lo suyo viene por intuición” o etc., etc., etc., cualquier excusa es válida para no reconocer su pobreza intelectual), también podemos decir que el cerebro sin corazón conduce al desastre. Pero no necesariamente lo contrario es el camino correcto; tal dicotomía es propia de la falencia humana. Otra vez, el justo camino es el Camino del Medio.
Porque, precisamente, si Bhrama, Dios/a, la Conciencia Cósmica o quien sea nos ha dado el raciocinio, esta cualidad humana, como todas nuestras cualidades, debe ser aprovechada al máximo y en perfecta armonía con las demás como justo reconocimiento al Creador. Y así como el Espiritualismo en particular y la Nueva Era en general tienen ya suficientes —valga la redundancia— espiritualistas (en el sentido de “cultivadores del espíritu”) creo que es necesario aportar a estas disciplinas “pensadores”. Es decir, racionalistas, palabra que en estos ámbitos suele tener casi connotaciones mefistofélicas.
Los fenómenos paranormales, otras dimensiones, elementales y ángeles, campos bioenergéticos y comunidades galácticas son eventos de este Pluriverso en que habitamos. Existen. Por lo tanto, su percepción, comprensión o manipulación son sólo aspectos particulares de esos eventos. Más aún: su comprensión lógica (“logos”: conocimiento), racional(a través de la razón) no sólo es posible y deseable, sino necesaria. Ergo, el debate intelectual, la argumentación analítica, Es imprescindible aquí la lectura de mi trabajo “La verdadera naturaleza del Yo” .
La explicación racional (sin caer en sofismas) es tan importante como la percepción espiritual (si por “espiritual” queremos entender lo “no racional”,cosa por demás discutible). ¿Voy un paso más allá?. Pienso que quienes denostan contra la indagación intelectual en estos menesteres exhibiendo supuestos blasones ultrafísicos sólo quieren ocultar, así, su falta de construcciones racionales sensatas para justificar sus, después de todo, respetables creencias. Pero no nos confundamos: al afirmar que es “fe” el creer a despecho del razonar, quizás oculten en esa maltratada palabra su ansia de soluciones cómodas y fáciles, su desesperación, su fanatismo ignorante. La fe, si apostamos a definirla, es ante todo la certeza del inconsciente. Pero ese “inconsciente” no es algo ersatz. Puede explorarse y, en consecuencia, luego extrapolarse al consciente, con lo cual tarde o temprano descubriremos la manera de verbalizar ordenada y formalmente aquello en lo que “creíamos”. ¿Ejemplo?. Recuerden el trabajo “Una prueba de la existencia de Dios”.
Está demasiado difundido el erróneo concepto —quizás funcional a aquellos intereses ya citados que necesitan manejar a las masas dentro de un contexto de ignorancia— que en Dios se cree o no, pero no se discute. Esto no es así pero, ¿cuántos se permiten considerar lo contrario?. De resultas de todo esto puede deducirse un planteo sumamente elemental pero que parece despertar urticarias en espiritualistas fundamentalistas (que también los hay). Si mis razones, mis argumentos y evidencias en pro de mis creencias no resisten el debate, refugiarme en el Parnaso de las revelaciones “espirituales” puede tener mucho de alucinante. Si llevo razón en mis creencias, tarde o temprano encontraré las pruebas, los argumentos y los planteos que tendrán mayor peso que el de mis detractores: y a su búsqueda debería empeñarme, si soy un verdadero Guerrero del conocimiento, pues todo guerrero es, antes que nada, un Buscador.
Alguien que sabía de todo esto mucho más que nosotros dijo una vez: “El conocimiento os hará libres”. Se refirió, también al conocimiento intelectual ese que —otra vez— necesitó del ego psicológico para expresarse.
Mira la palabra exacta ser guerrero, es un luchador, un buscador, y el raciocinio,.nos guia paso a paso en al vida.- El conocimiento nos da herramientas utiles, pero el juicio es confrontar la realidad y la teoria, tanto de nuestras actividades dia a dia, tanto para la existencia de Dios.-
Luchador significa tener disciplina, conocer el terreno, ser perpiscaz, observar, investigar y sacar conclusiones para tomar decisiones acertadas.- Y cuando el ego logra acierto en lo que haga, el Yo se lanza al infinito, haciendote mas seguro.-