Escribo este artículo con ánimo introductorio: los lectores de «Al Filo de la Realidad» están acostumbrados a investigaciones y reflexiones de otra extensión y profundidad en estas temáticas; pero considerando que el Feng Shui no tiene aún la difusión que su eficacia amerita, he ahí la razón de estas líneas, con el interés de acercar a otros espíritus inquietos a estos estudios (lo mismo que me llevara, en su momento, a escribir aquél libro sobre Feng Shui que la editorial 7 Llaves de Buenos Aires editara años atrás).
Cualquiera sean nuestras desgracias o dificultades cotidianas, ninguna técnica de abordaje de las mismas es útil si el individuo afectado carece de un entorno que lo armonice, que lo equilibre y al cual pueda correr a refugiarse cuando las presiones excedan su capacidad de resistencia. Porque ni las técnicas de protección espiritual, ni los sistemas más avanzados de abordaje analítico pueden sobrevivir al embate furioso de semanas, meses y en ocasiones años de desdichas.
En ese momento, es cuando se hace imperativo contar con un “oasis”, un refugio donde recargar las baterías y potenciarse, anímica, intelectual, emocional, física y espiritualmente, para salir a enfrentar la nueva batalla de cada día. Y si ese oasis es la propia casa, mejor.
Algo parecido puede decirse del lugar de trabajo de uno. Algunos somos lo suficientemente afortunados para poder trabajar en lo que queremos y donde queremos, con lo cual tenemos toda la comodidad de ambientar el lugar de acuerdo a nuestros gustos y, en este caso, de acuerdo a nuestros conocimientos. Pero otros se ven constreñidos a desempeñarse en ámbitos que les son ajenos, donde apenas pueden aportar algún que otro detalle: la posición de tal escritorio o mesa, algún adorno, una pequeña planta, sugerir un tipo de iluminación o de colores de las paredes. Y en estos últimos casos, lo que debería tratarse de un ambiente de estimulación positiva se va transformando, lenta e inexorablemente, en un “agujero negro” de la energía del trabajador.
Para revertir estas situaciones, potenciar al máximo nuestro rendimiento y transformar el espacio físico en que habitualmente nos desenvolvemos en un foco de positividad, está el milenario arte del “Feng Shui» chino, una disciplina que entiende que por la superficie de la Tierra discurren todo tipo de energías (o, deberíamos decir más exactamente, una sola gran energía, el Chi que según la orografía del terreno y la disposición de los ambientes de una vivienda, tiene manifestaciones, ora positivas, ora negativas) que pueden ser manipuladas, dirigidas y/o neutralizadas, según las circunstancias. Una disciplina que contó con el favor de emperadores, incapaces de decidir la instalación de una nueva ciudad, un templo o una fortificación sin que los geománticos de la corte decidieran primero su emplazamiento.
Antecedentes históricos
La idea de que la Tierra está recorrida por flujos de energía que interactúan con la vida biológica y obviamente con el hombre, ni es original ni personal de los chinos; si bien desde tiempos tan remotos como el 4000 AC los habitantes del imperio del Dragón Celestial vienen desarrollando una técnica del “viento y del agua” (que es lo que significa “feng shui”, llamada así por ser los dos elementos de la naturaleza que mejor expresan los conceptos de adaptabilidad y fluidez, características comunes a toda energía), y siendo seguramente quienes desarrollaron estudios más profundos en ese sentido (fueron los primeros en señalar que así como el ser humano tenía líneas energéticas en su cuerpo –los “meridianos” de acupuntura- el planeta los tenía sobre su superficie –las así llamadas “venas del dragón”) casi todas las grandes civilizaciones, en distintos momentos de la historia, llegaron a similares conclusiones. No podemos olvidar el uso de tales conceptos entre los druidas y tal vez pueblos preceltas de Europa (el moderno descubrimiento de las “líneas ley” –llamadas así porque en Inglaterra, lugar de su descubrimiento, unen poblaciones con las partículas “ley” o “leigh” en sus nombres) y entre los incas (donde los “caminos reales” eran trazados cuidadosamente por los astrólogos).
Por otra parte, es muy interesante observar que la geomancia era una disciplina sumamente respetada entre todos los pueblos antiguos, tanto como método de conocimiento del futuro así como sistema para determinar los lugares energéticamente favorables o no, lo que la moderna geobiología viene a redescubrir. Hoy en día, la radiestesia (véase al respecto las lecciones correspondientes en este curso) aunada a la física permite, con abordaje científico, reinsertar en el conocimiento contemporáneo los descubrimientos de los sabios de la antigüedad.
Cada casa es un microcosmos en estrecha relación con sus habitantes. De ahí que la armonía o la falta de equilibrio en su ubicación, y la situación de los objetos en su interior puedan influir en nuestras vidas. La milenaria técnica china del Feng Shui puede ayudarnos a reciclar de forma positiva los espacios donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, transformando nuestro hogar en un foco de radiaciones altamente favorables para todos los aspectos de nuestra vida, y aún matizando en nuestro lugar de trabajo las consecuencias energéticamente desfavorables y llegando a revertirlas en forma de cambios, pequeños pero significativos, en al decoración, permitiéndonos recuperar la energía que perdemos inadvertidamente.
Es un hecho considerado por todas las “disciplinas alternativas” que todos los aspectos de nuestra vida, desde el económico al afectivo, desde la salud del cuerpo hasta nuestras relaciones con los demás, desde el éxito en los exámenes hasta la comunicación con nuestro hijos, son aspectos meramente parciales de un equilibrio holístico que debe mantener el ser, interpenetrando lo energético y lo espiritual. Sobre la composición y realidad de los campos energéticos no nos extenderemos aquí; ya lo hemos hecho en otras obras a las cuales remitimos al lector. Baste señalar que, respondiendo a la Ley Cósmica de Correspondencia, donde lo microcósmico se identifica con lo macrocósmico, es un hecho que si estamos desequilibrados energéticamente es dable esperar que nos desequilibremos y perturbemos económica, afectiva o socialmente.
Para ponerlo de otra forma; cuando usted atraviesa una circunstancia enojosa de cualquier naturaleza, si sólo busca la solución en el mismo terreno aparente donde se ha producido el problema, sólo conseguirá minimizarlo o suspenderlo provisoriamente; tarde o temprano, los males regresarán. ¿Acaso no ha observado usted numerosas veces en su vida a muchos conocidos que, a través del tiempo y más allá de cuántas soluciones busquen, siguen teniendo inexorablemente los mismos problemas a través de los años?. ¿Nunca pensó que una circunstancia desfavorable estaba aparentemente solucionada hasta que, como maleza perniciosa que crece en cualquier intersticio, reapareció en el momento en que menos lo esperaba, como un virus latente aguardando en su organismo la ocasión propicia para manifestarse?. Es una verdad contundente que toda expresión de un desequilibrio (falta de dinero, problemas con nuestros superiores, separación de ser amado) es apenas la expresión, en el grosero mundo material, de desequilibrios preexistente en planos más sutiles, como el mundo espiritual y el mundo de las energías.
Con esto no queremos decir que con una mera armonización solucionará todos sus problemas. Queremos significar que, para que las soluciones implementadas (laborales, familiares o de la naturaleza que sea) sean definitivas deben ir acompañadas de una armonización del lugar donde usted se desenvuelve. Y que para evitar en el futuro tales desagradables contingencias, debe mantener la armonía preestablecida.
Porque el Feng Shui sintetiza las tres exigencias de la sabiduría hermética de la Antigüedad; se alimenta de aspectos espirituales, satisface la investigación experimental y además es un arte que desemboca en el placer visual de la estética de la vida.
¿Pueden mejorar nuestras relaciones afectivas por poner una planta en la esquina derecha del dormitorio?. ¿Influye en nuestra existencia el lugar de entrada a nuestra casa?. Por increíble y trivial que parezca, aquellos que han experimentado la influencia del Feng Shui así lo afirman. Expertos en estas técnicas han comprobado reiteradamente sus efectos. Para ellos, al igual que para los antiguos sabios chinos, nuestra casa es una segunda piel que nos protege del exterior. Es también un organismo vivo que, como nosotros, tiene boca, ojos, órganos internos cuya energía bloquearse y provocar todo tipo de problemas y malestares en nuestra vida, o bien circular con fluidez, en cuyo caso el espacio que nos rodea se convierte en un poderoso imán que atrae hacia nosotros el equilibrio y la armonía.
El Feng Shui se basa en la paciente y minuciosa observación de la naturaleza que los filósofos chinos han practicado durante milenios. Quizás cueste creer en algo tan intangible, pero cuando los practicantes de Feng Shui realizan cambios en sus hogares, comprueban que esos cambios se producen también en sus vidas. Y es que, aunque pensemos que estamos aislados de lo que nos rodea, formamos parte del mapa energético de nuestro entorno. Como la física ha demostrado, todo en el universo es vibración. Hay una vibración entre las viviendas y los seres que las habitan, de tal modo que en toda casa se reflejan los patrones de conducta de sus ocupantes.
Desde este punto de vista, de nada servirían la meditación, las dietas sanas y todas nuestras buenas intenciones de vivir en armonía, si habitamos o trabajamos en el interior de lugares perjudiciales por su orientación o contenido para nuestra salud, mientras que conseguir el máximo de bioenergía en los espacios en que nos desenvolvemos mejorará nuestra existencia cotidiana.
Ya escribimos que los efectos de las energías invisibles sobre el ser humano son, por otra parte, claros y cuantificables, como lo han demostrado la Radiestesia y la Geobiología que estudia las energías terrestres. De hecho, aunque no sean las mismas, Geobiología y Feng Shui son complementarios. Elementos como la electricidad, el ruido, la televisión o la compactera se han ido incorporando a nuestras vidas y tales disciplinas nos permiten calcular los efectos sobre el ser humano.
Si alguna duda aún existiera sobre estas afirmaciones, el reciente y polémico descubrimiento que la exposición durante años a líneas de media o alta tensión –las que habitualmente alimentan amplias zonas residenciales, tendidas a través de torres metálicas que cruzan barrios enteros- aumenta la incidencia de distintos tipos de cáncer –especialmente linfático y sanguíneo- viene a corroborar esta afirmación.
El comunismo chino puso al Feng Shui en la lista de supersticiones, pero ha sido imposible desarraigar esta disciplina de la sociedad. Actos como determinar el trazado de carreteras, construir edificios, demoler un muro o erigir una estatua en una plaza se rigen aún, en China, por ella. La profunda veneración que los chinos profesan a sus antepasados, y que precisamente fue origen del Feng Shui –encontrar un lugar idóneo para las tumbas era primordial pues si los muertos están contentos derramarán bendiciones para los vivos- continúan tan vigentes que los chinos de Hong Kong visitan incluso las tumbas de los extranjeros para no desatar las iras de los difuntos. Los hombres de negocios de la mítica ex colonia inglesa tienen tanto miedo de no respetar las reglas del Feng Shui, que el edificio de cuarenta y cinco pisos construido recientemente por el célebre arquitecto Norman Foster, como sede de un gran banco, se realizó según los consejos de Koo Pak Ling, un afamado geomántico, y se suprimieron por ello los pisos cuarto y decimocuarto, cuyos nombres en chino son de mal agüero, pues se parecen demasiado a “muerte” y “muerte súbita”.
En las últimas décadas las reglas del Feng Shui se han extendido hasta 0ccidente. Hombres de negocios como Richard Branson, el excéntrico multimillonario inglés fundador de las tiendas “Virgin”, no tienen reparos en confesar que no dan un paso en sus negocios inmobiliarios son consultar a un experto en Feng Shui. Y el controvertido cantante británico Boy George –vocalista del grupo pop Culture Club– quien recurrió al Feng Shui cuando su vida estaba a punto de derrumbarse, ha declarado abiertamente haber terminado con muchos aspectos neuróticos de su personalidad al ordenar su casa siguiendo las leyes de este arte.
Su filosofía tiene en cuenta fundamentalmente dos aspectos: primero, que todo cuanto hay sobre la Tierra es un burdo reflejo de lo que pasa en el cielo y en segundo lugar, la unidad dual compuesta por dos fuerzas opuestas, el yin y el yang. Hallar el equilibrio entre el cielo y la tierra, yin y yang, es la meta de todo practicante de Feng Shui. Este propósito se reflejó primeramente en la antigua China en un Feng Shui del paisaje, necesario para la feliz ubicación de tumbas, poblados y casas, que tenía en cuenta lo que se ha dado en llamar las energías del Dragón celeste (yang) y el Tigre blanco (yin), dos corrientes magnéticas distintas, masculina o positiva la una y femenina o negativa la otra, que representan las energías del cielo (yang) y de la tierra (yin). El Dragón se manifiesta en las elevaciones del terreno, colinas, montañas, etc., mientras que el terreno llano y ondulante simboliza la energía terrestre del Tigre. El lugar donde ambas se cruzan, donde no hay preponderancia de ninguna de las dos, es el favorable para situar una tumba o una casa, siempre y cuando haya además un equilibrio entre el resto de los elementos presentes. El punto central de una cadena de colinas en forma de herradura, por ejemplo, sería el sitio ideal para fundar una ciudad, y en tal enclave es donde se encuentra la ciudad china de Cantón, como ejemplo significativo.
Finalmente, quiero hacer una observación personal: en los últimos años ha cundido en nue4stro medio una vertiente de la llamada «Escuela de la Brújula» (sólo una; justo es señalar que en esa corriente no todos opinan igual) denominada «del Hemisferio Sur», que sostiene que para este hemisferio debe girarse literalmente 180º las interpretaciones milenarias porque, aparentemente, «se invertirían las polaridades». Si bien es cierto que el comportamiento de ciertos cambios rota -por ejemplo, el drenaje de un remolino de agua, como el de la bañera, gira en sentido opuesto en el hemisferio sur a como lo hace en el norte) no hay inversión de polaridades en sentido estricto: hemisferio norte o hemisferio sur, el norte es el norte y el sur es el sur, donde, en definitiva, apunta la brújula, ya que se trata de «direcciones cardinales» y no «polaridades», por lo que es obvio que en nuestros sureños países la aplicación de los rumbos del Feng Shui debe ser, universalmente, la misma.
Buen articulo Gustavo ‘
Las cosas que decís o escribís hacen que Uno mire a su alrededor y vea las cosas cotidianas de otra manera.
Un saludo ‘
Gracias Gustavo: En medio del tecnicismo de mi oficina, un momento de relax espiritual, como yo les llamo a las lecturas de tus escritos.
saludos desde Chile