¿Antigravedad, velocidad cercana a la luz, apertura del hiperespacio o máquina del tiempo?
Sobre fines de la Segunda Guerra Mundial, y como sabemos ya claramente, los nazis estuvieron (¿sólo estuvieron?) a punto de desarrollar aeronaves con el aspecto y comportamiento de “platillos volantes”. Pero ése no fue su único “proyecto negro”, abortado (¿abortado?) por la derrota militar. En la abandonada mina de Wenceslas, en el “Sudetenland”, “Die Grockle”, “La Campana” era el desarrollo de un aparato que quizás continuó luego siendo experimentado en EE.UU. pero sobre el cual se discute su verdadera función: generador de antigravedad, apertura de “agujeros de gusano”, puerta en el tiempo o propulsor cósmico a velocidad lumínica. Este es un boceto de la historia.
En el año 2001, salió a la venta un libro muy especial. Su título era “En busca de la gravedad cero” y su autor, un británico devenido investigador histórico, Nick Cook, supo presentar en él una interesante y muy bien documentada historia sobre “proyectos negros” nazis, tecnología extraña aun para los cánones de este incipiente siglo XXI, rumores y calificada información científica. Entre otros ítemes, se proponía una explicación alternativa sobre los “foo fighters”, esas misteriosas “bolas de luz” de comportamiento inteligente que los pilotos aliados observaron atónitos en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Junto a un investigador polaco llamado Igor Witkowski, que ya había escrito varios libros sobre entretelones de la tecnología alemana de ese período, enfocaron su atención sobre una región montañosa próxima a la frontera checa, en el “Sudetenland”, o Baja Silesia. Allí, aparentemente, tropas especiales alemanas bajo la égida de un “Spezial Kommando” constituido por científicos altamente especializados y la “créeme” de los oficiales de las SS, trabajaban furiosamente, casi sobre el final de la guerra, en el desarrollo de un dispositivo antigravitatorio. Los estudios de la dupla apuntaron a reunir evidencia circunstancial de que el resultado de tales experimentos se condecía significativamente con efectos del tipo “foo fighter”, en tanto excedían las limitaciones de la física normal, la alta cota de vuelo de las apariciones, los bruscos cambios de dirección con instantáneas desaceleraciones y aceleraciones, características que ni entonces ni en el presente pueden imitar los recursos aeronáuticos y espaciales conocidos.
El punto de partida de sus investigaciones fue un oscuro libro escrito por un ex oficial de las SS, de apellido Sporrenberg, titulado “La Wunderwaffe”[1], en edición del autor. En él se cita que la última noticia de este dispositivo era que había sido ocultado en una mina abandonada cerca de la pequeña aldea polaca de Ludwigsdorf, hoy en día llamada Ludwikowice. De hecho, consta en los registros históricos de los tribunales polacos que el oficial Karl Sporrenberg fue encontrado culpable de varios crímenes que él había cometido mientras estaba a cargo de las tropas especiales ya mencionadas. Éste proporcionó en su libro información detallada sobre el grupo de científicos y su destino (cuando sesenta y dos de ellos fueron ejecutados mientras el Ejército Rojo se cernía sobre Ludwikowice) y su suposición de que el dispositivo quizás había sido enviado a último momento hacia Noruega. En tanto, Cook y Witkowski visitaron la región, que en tiempos previos a la Guerra había pertenecido al Reich, donde muchas de las minas de carbón situadas en la región montañosa fueron utilizadas como instalaciones de producción para la Wehrmacht, imposibles de ser vistas por los aviones de reconocimiento. Allí, ciertamente, se produjeron algunas piezas clave de las V-2, en lo que se conoce como “Colina del Búnker”, en las afueras de la estrecha y alargada aldea que discurre a ambos lados del horrible camino solamente hasta la misma. Aquí comienza lo interesante: desde ella, nace otro, totalmente distinto, de 2,5 metros de ancho, hecho de sólido concreto ascendiendo lentamente las colinas serpenteantes. El visitante se encuentra primero con la típica compuerta de un polvorín, con otras del lado opuesto del montículo que alguna vez lo cubriera.
La historia
Debo a nuestro lector Jorge Guaraglia, de Uruguay llamar mi atención sobre estos hechos históricos que desconocía. Jorge, de todas formas, es cualquier cosa menos un simple conocedor de la cuestión por lecturas superficiales: Cito algunas referencias de su primer informe:
“… Hace unos años conocí a un inglés medio chiflado que me habló por primera vez de un experimento denominado «The Bell» o «La Campana», en español, lo que este amigo me contó (te pido disculpas pero me ha pedido reserva de su nombre) fue algo tipo Indiana Jones donde decía que los nazis habían trabajado en algún aparato que generaba campos tipo lo que describe Berlitz en su libro junto a Moore «El Experimento Filadelfia». Estamos hablando de cosas raras, tambores de mercurio rotativos (¿no te suena a vimanas?) extraños campos energéticos y cosas así…” “… Cuando este amigo me habló del tema no le creí nada, (incluso fui a Bs. As. a entrevistarme con él). El hombre parecía tener miedo, me dijo que sabía algo respecto al tema que (sic) …»los servicios de inteligencia americanos lo habían amenazado si divulgaba lo que sabía…”. etc., etc. Como verás, me dije para mí… uno más de los chiflados. Mientras tanto hace algunos años estoy intentando certificar lo que Burnside (con el cual somos amigos por mail) dice en su libro «El escape de Hitler» acerca de que en 1945 habría aterrizado un avión en algún lugar del litoral uruguayo y se habrían bajado materiales y luego habría sido echado al río Uruguay. Para resumir un poco el relato, hace como 2 años un escritor polaco Igor Witkowsky me preguntó acerca de lo que yo sabía del tema, y que no entendía cómo alguien por estos lados podría saber algo de un tema que él recién estaba publicando en un libro, (mi mail se lo había dado Abel Basti desde Bariloche) como no soy de esconder la leche sino de intentar colaborar mas allá de que sean otros los que publiquen (lo único que me interesa es saber la verdad) le conté a Igor todo lo que sabía que era bastante poco. Para mi sorpresa, a la vuelta de algunos meses tuvo el hermoso gesto de enviarme un ejemplar autografiado donde PARA MI TOTAL ASOMBRO se mencionaban lugares, nombres, fechas, se volvía a mencionar el famoso avión que habría arribado a Uruguay, se mostraban documentos desclasificados y en definitiva un material valiosísimo y con una información que creo sumamente seria donde demostraba todo lo que mi «chiflado» amigo inglés me había dicho años antes. Esto es a grosso modo lo que sé. ¿Existió The Bell?, todo parecería indicar que sí. ¿Fue traída a nuestras tierras durante la fuga nazi? ¿Por qué no? Al menos sus planos o un prototipo …”.
Aclaremos algunos puntos incidentales pero importantes. Nick Cook no es un cualquiera: es un periodista galardonado, que trabaja como especialista en temas aeroespaciales, en la revista británica Jane’s Defense Weekly, que es la máxima autoridad mundial en temas militares y de tecnología militar. Hace diez años que Cook trabaja allí. Igor Witkowski goza de mucha credibilidad y respeto en su Polonia natal, tanto por sus conocimientos sobre tecnología alemana de la Segunda Guerra Mundial como por su honorabilidad como persona. El mentor de toda la búsqueda de Cook, es un científico británico, un Físico, al que él llama el Dr. Daniel Marckus (por obvias razones guarda su anonimato). Este individuo le orienta, le plantea interrogantes, le pide que le averigüe cosas ya que él mismo no tiene tiempo de averiguarlas y de viajar de un lado a otro. Luego con los datos que Cook le provee, Marckus a su vez interpreta los mismos y le ilustra sobre su importancia, funcionamiento de cosas, etc. Cook va a estar en permanente contacto con Marckus. Cook detalla que Witkowski había hecho un extenso estudio sobre las actividades de desarrollos tecnológicos de los alemanes en tiempo de guerra, y más adelante habla del general de los SS Jacob Sporrenberg, que fue sub-comandante de Cuerpo VI de los Waffen-SS en 1944. Witkowski le relata a Cook lo que Sporrenberg declaró a cortes rusas y polacas, acerca de experimentos con una Campana. En tanto, Cook se va a entrevistar con gente de la NASA, y va a viajar a Europa en búsqueda de los primeros experimentos que habrían realizado los alemanes en enormes subterráneos, ubicados cerca de la frontera checa, donde los proyectos estuvieron a cargo del General Hans Kammler, un individuo que había logrado la confianza de los superiores y adjudicación de dinero y mano de obra de los campos de concentración, para llevar a cabo experimentos científicos de avanzada, fuera de la corriente general de la ciencia de entonces. En resumidas cuentas, el proyecto había sido desarrollado bajo dos nombres en código: “Laternentrager” y “Chronos” y siempre implicó “Die Glocke”, el objeto con forma de campana que brillaba cuando se le sometía a prueba. La Campana en sí misma estaba hecha de un metal duro y pesado y estaba llena de una sustancia similar al mercurio, de color violeta. Este líquido metálico era almacenado en altos y finos frascos térmicos de un metro de alto encajados en plomo de tres centímetros de espesor. El experimento siempre tuvo lugar bajo una gruesa cubierta de cerámica y envuelto en dos cilindros que giraban rápidamente en direcciones opuestas. La sustancia similar al mercurio tenía el nombre en código “Xerum 525”. Otras sustancias incluidos los peróxidos de torio y berilio, recibían el nombre en código de “Leichmetall” (metal liviano).
La cámara en la cual se llevaban a cabo los experimentos estaba situada en una galería cavada profundamente bajo tierra. Tenía un piso de aproximadamente treinta metros cuadrados y sus paredes estaban cubiertas con baldosas de cerámica con una sobrecapa de grueso revestimiento de goma. Después de aproximadamente diez ensayos, la sala se desmanteló y sus partes componentes fueron destruidas. Sólo la Campana misma se conservó. Los revestimientos de goma eran remplazados cada dos o tres experimentos y eran echados a un horno especial.
Cada ensayo duraba aproximadamente un minuto. Durante este período, mientras La Campana emitía su pálido brillo azul, el personal permanecía a unos ciento cincuenta a doscientos metros de la misma. Todo equipo eléctrico que estuviera dentro de ese radio habitualmente haría cortocircuito o se estropearía. Después, la sala era empapada hasta por cuarenta y cinco minutos con un líquido que parecía ser salmuera. Los hombres que llevaban a cabo esta tarea eran prisioneros del campo de concentración de Gross-Rosen.
Según comenta el especialista Milton W. Hourcade durante las pruebas, los científicos colocaban varios tipos de plantas, animales y tejidos de animales en la esfera de influencia de la Campana. En el período inicial de ensayos de noviembre a diciembre de 1944, casi todas las muestras fueron destruidas. Una sustancia cristalina se formaba dentro de los tejidos, destruyéndolos desde dentro; líquidos, incluyendo sangre, se hacían gelatina y se separaban en fracciones claramente destiladas. Las plantas expuestas a la Campana incluían musgos, helechos, hongos y moho; los tejidos animales incluían yema de huevo, sangre, carne y leche; los animales iban desde insectos y caracoles a lagartos, sapos, ratones y ratas.
Con las plantas, se observaba que la clorofila se descomponía o desaparecía, volviendo a las plantas blancas cuatro o cinco horas después del experimento. Dentro de las ocho a catorce horas, ocurría un rápido decaimiento, pero difería de la descomposición normal en que no estaba acompañada de olor. Al final de este período, las plantas habitualmente se descomponían en una sustancia que tenía la consistencia de grasa para ejes.
En una segunda serie de experimentos que comenzaron en enero de 1945, el daño a los sujetos de prueba se redujo en aproximadamente un 12 a un 15 por ciento luego de ciertas modificaciones al equipo. Esto se redujo a un dos o tres por ciento luego de un segundo conjunto de ajustes. La gente expuesta al programa se quejaba de enfermedades, a pesar de su ropa protectora. Las mismas iban desde problemas para dormir, pérdida de memoria y equilibrio, espasmos musculares y un permanente y desagradable sabor metálico en la boca. El primer equipo se dijo que fue disuelto como resultado de la muerte de cinco de los siete científicos que participaban.
En su libro, Cook transcribe casi textualmente una conversación que mantuvo con Marckus: “Yo sé lo que ellos estaban tratando de hacer… Yo sé de qué se trataba realmente. Estaban tratando de generar un campo de torsión.”
– ¿Qué es un campo de torsión?
– “Laternentrager” significa “sostenedor de linterna”. Pero es el segundo nombre en código el que aporta el indicio revelador. Chronos . Sabes lo que eso significa, ¿no?.
– Sí, Dan. Sé lo que significa. ¿Qué es un campo de torsión? ¿Qué es lo que hace?
– Si se genera un campo de torsión de suficiente magnitud la teoría dice que puedes curvar las cuatro dimensiones del espacio en torno al generador. Cuanto más torsión generas, más espacio perturbas. Cuando curvas el espacio, también curvas el tiempo… Ahora, ¿entiendes lo que ellos estaban tratando de hacer? ¡Estaban tratando de construir una máquina del tiempo!
“ ‘La Campana’ debe haber emitido radiaciones como el infierno” —sigue diciendo Marckus— “generando energía electromagnética en todas las frecuencias, desde ondas de radio a luz; no en vano enterraron tanto la maldita cosa.”. El hecho de que los alemanes hayan llenado los cilindros rotatorios con una mezcla de diferentes metales también es significativo, cree él. Si se pueden obtener las proporciones exactamente adecuadas se tiene una posibilidad aún mejor de interactuar con un campo de gravedad cero. Pero sería un proceso de mucho acierto y error, avalada por un comentario de Sporrenberg. Cada prueba había sido muy corta, durando un promedio de aproximadamente un minuto. Se parecía mucho a como si los científicos hubieran estado tratando de “sintonizar” la Campana como se hace con una radio. “Si se logra exactamente se tiene una muy interesante pieza de instrumento”, dice Marckus; “si se erra todo lo que se tiene es un costoso desecho”. Manipúlese la inercia de un objeto y se ha extraído su resistencia a la aceleración. Póngaselo en el espacio y continuará acelerando todo el tiempo hasta la velocidad de la luz, y quizás más allá de ella. Manipúlese el campo de gravedad local alrededor de un objeto y se puede obtener que levite”. Para cuando se escriben esos comentarios, ambos caminos de “propulsión avanzada” estaban siendo explorados dentro de la iniciativa de Innovaciones en Física de la Propulsión, de la NASA.
Pero aquí viene la verdadera parte difícil. El vórtice de energía que se supone este aparato debía generar, no es un fenómeno tridimensional o aun cuatri-dimensional. No puede serlo. Para que un campo de torsión sea capaz de interactuar con la gravedad y el electromagnetismo tiene que estar revestido de atributos que fueran más allá de las tres dimensiones de izquierda, derecha, arriba y abajo, adelante y atrás, y del campo de tiempo cuatridimensional que ellas habitan; algo que los teóricos por conveniencia le llamaron la quinta dimensión, el hiperespacio.
¿Dónde está?
Cook está seguro de que la Campana fue localizada por los estadounidenses y llevada a su país, donde se continuó experimentando en tiempos posteriores a la espera del momento de implementarla. La obvia pregunta de “Si es así, ¿por qué aún no hemos visto las aplicaciones de la misma?”, tiene dos respuestas, una obvia y la otra no tanto. La primera, que la economía mundial está edificada sobre la explotación petroquímica: recién en estos años en que avizoramos su próxima desaparición comienza a ser funcional el desarrollo de tecnologías alternativas, primero, claro, con aplicaciones militares. La otra respuesta es que sí está siendo usada, pero nos lo han ocultado y, según estos investigadores, es en el bombardero B-2 “Stealth” donde se emplea como coadyuvante del sistema de propulsión una pequeña generación de antigravedad. Máximo secreto militar, por supuesto. Los analistas que sospechan esto se fundamentan en un detalle: visto en planta, el B-2 no tiene dos extremos de alas, tiene siete, pues su “borde de fuga” es aserrado. Una tecnología meramente anti-radar, por el contrario, necesitaría lo primero —un borde de fuga sencillo— para minimizar la exposición a los sistemas de detección. Un “borde de fuga” aserrado, en cambio sí es funcional para una cosa: incrementar los puntos de descarga de la masiva electricidad estática que necesariamente se condensaría en forma de campo alrededor de un aparato antigravitatorio.
Pero Witkowski, como comenta Guaraglia, no descarta que fuera posible que la Campana, sus planos, un prototipo hayan sido traídos a Sudamérica. Desliza que su fuente pertenece al ámbito de la inteligencia militar, y esta precisión tendría más de sesenta años. Sabido es que el gobierno de Juan Perón brindó una “ruta de escape” a jerarcas y científicos alemanes y, de hecho, la tecnología argentina se ubicó octava en el mundo en sólo tres años luego de 1945. El desarrollo del caza jet Pulqui II es un ejemplo paradigmático, y sería interesante ahondar en los experimentos atómicos de Richter en la isla Huemul, frente a Bariloche, más allá de la “versión oficial” de la Historia que afirma que Richter era un lunático o un estafador y Perón un simple crédulo ambicioso (del fallecido ex presidente pueden decirse muchas cosas, incluso de su ambición, pero nadie que conozca un poco de su historia sostendría que era un simple crédulo).
Ah, por cierto. Existe el rumor de que en las cercanías del río Gualeguaychú habría aterrizado, luego de la Segunda Guerra Mundial, un avión con personal nazi, y que habrían ocultado en algún punto equipo de naturaleza desconocida. En lo personal, miro el mapa y observo que no está lejos de la población entrerriana de Rosario del Tala donde, como recordarán, informamos en “Al Filo de la Realidad” Nº 163 que existirían los remanentes de un centro secreto de experimentos digitado por europeos desde antes de la guerra. Y sí: existe la anomalía, como pueden ver en la Revista de la Asociación Geológica Argentina: “Se ha elegido como caso testigo el área situada hacia el sur de la localidad de Gualeguaychú, en el extremo sudoriental de la provincia de Entre Ríos. Ésta fue seleccionada pues se tenía conocimiento del cese de operaciones y existía interés de autoridades locales en verificar la ausencia de anomalías indicadoras de potenciales residuos peligrosos para el ambiente. La interpretación de la respuesta magnética obtenida sugiere que los objetos enterrados con alta susceptibilidad magnética, no serían de grandes proporciones…”.
La honestidad profesional nos obliga a citar que las conclusiones del mencionado estudio son que los objetos parecen “tambores de menos de un metro de diámetro” y, de paso, contradecirse a sí misma cuando más adelante sugiere que “se trata de objetos ferrosos de menos de dos kilogramos de peso”, todo atribuible, posiblemente, a un relleno sanitario. Conocedores por sufrimiento propio de la burocracia argentina, nos preguntamos -porque conocemos- si se habrán hecho estudios de semejante nivel científico en cualquiera de los centenares de tóxicos y apestosos rellenos sanitarios de todo el país (útiles también para sepultar grandes negociados corruptos y decenas de cuerpos de desaparecidos), muchos (como los del Gran Buenos Aires o Gran Rosario) infinitamente más grandes que los de la pequeña ciudad de Gualeguaychú. La respuesta es esperable: no. De manera que volvemos a preguntarnos por qué tanto interés de las autoridades en este particular caso, y sospechamos que detrás de esta “preocupación sanitaria” puede esconderse otra cosa. Será cuestión de seguir investigando. Tan simple como eso.
[1] La traducción más aproximada al castellano sería “División de Armas Milagrosas”.
..me encantó,y lo cpmpartí en Face y en Twiter gracias Gustavooooooooooooooooooo !
Gracias por compartir, un abrazo
exelente, éste es el lado obscuro de la historia que a todos nos gusta, pero creo que no solamente en Argentina ó Uruguay he leído historias relacionadas de la selva del Brasil y alguna leyenda en Ecuador. ………………. Con estos relatos da gusto empezar la semana santa….. gracias Gustavo
un abrazo
Excelente artículo! Esto me hace pensar… en mi teoría alternativa de si los OVNIs que vemos no son vuelos experimentales de aparatos «bien terrestres» pero de una tecnología de avanzada como la que describes.
Un abrazo
Pato
Pero después de más de 65 años, esta tecnología no debe ser mucho más desarrollados?
excelente. Claro y comprensible hasta para una limitada inteligencia como é
sta que uso. Gracias.
¡Claro que sí! y como la siguieron desarrollando… hoy hacen cosas que para un avión «común» serían imposibles. Y quizás ya tienen un sistema de propulsión basado en giro de campos magnéticos, acceso al hiperespacio, viajes interdimensionales y otros «chiches» que sólo atribuimos a los OVNIs. Ojo, creo absolutamente en la vida extraterrestre, pero también supongo que muchas de las naves que vemos son terrestres con tecnología extraterrestre.
Tavito, hermano …. tremendo material para que amplies con tu experiencia y verborrea sobre el tema en un podcast …. ojalá puedas ver (si es que ya no lo viste) el documental de Werner Von Braun (de los Nazis a la Nasa).
Cordial saludo amigo, a tu Sra. y familia, mis respetos.
Javier.-
Venezuela.
Hola Javi, cómo estás. Pues si buscas el podcast nº 67, está más o menos ya desarrollado. Gracias y abrazos para ti y los tuyos.
Gracias por la referencia, Tavito …. ya me bajo el podcast. Un abrazo y sigue adelante con tu trabajo. Un seguidor mas …
Javier.-
Venezuela.
Leyendo lo de «tambores de mercurio rotativos (¿no te suena a vimanas?)» pienso que más bien se trataría de rectificadores de vapor de mercurio. Su aspecto era bastante aterrador, trabajé con ellos el 1966… Eran como este:
http://www.youtube.com/watch?v=yjMZ5qtyCUc
pero además un motor los bamboleaba para mantenerlos cebados.
Un abrazo, Josep
Hola Gustavo.
Tenia pendiente desde hace meses leer alguna entrada de tu blog, soy oyente de podcast, y la verdad es que me he congratulado de dicha decisión
Llevo siguiendo tus podcast desde que los descubrí a principios del año pasado en ivoox. La verdad es que me he vuelto adicto a ellos. 🙂
Me interesa mucho los contenidos del programa y me agrada la manera que tienes de explicarlo, especialmente el lenguaje que empleas. Que gusto da oír a un comunicador que se expresa tan bien en castellano.
Es una pena que desde España, desde donde escribo, haya pocos programas en los medios de comunicación generales que traten este tipo de temas de manera seria. se pueden contar con los dedos de una mano y sobran dedos. Esta visto que al sistema no le interesa lo más mínimo que «despertemos».
Solo escribo esto para darte infinitas gracias por todo el esfuerzo y tiempo que dedicas a hacer estas joyas de programas.
Sigue adelante con esta gran labor informativa. Los adictos como yo dependemos de ella 🙂
gracias gustavo ! me interesa mucho todo lo que escribes !! tengo muchas ganas de llegarme hasta parana para algun taller !bendiciones !!!!
Hola Gustavo. A propósito de todo esto, es bueno preguntar y de acuerdo a investigaciones serias que se hayan podido hacer: Será verdad que un grupo indeterminado de jefes nazis (y hasta el mismo Hitler?), hayan podido huir a la Antártida y tener allí bases, laboratorios y lo más fantástico: mover los hilos del mundo actual y esperar el momento de aparecer en escena?. El escritor Serrano hablaba algo de ello. Pero es eso confiable?. Un abrazo y gracias por el artículo.
Ya estamos cerca de algo. Hace unos atrás hice referencias en Otras Inteligencias sobre el avión del 3er Reich llegado a URUGUAY pero pasó desapercibido. Es más siempre me pareció un error decir que Hitler llegó en un U-Boote a la ARGENTINA, cuando en realidad sería en ése avión un Junker 390 de seis motores que habría llegado a URUGUAY. Nunca estuve de acuerdo con BASTI, DE NAPOLI, UKI GOÑI y otros. El único que acertó en todo fué BURNSIDE.
En 1975 en la localidad de KICKSBURGS (EEUU) cayó un Ovni con forma similar a la «Die Glócke». Se la llevaron las tropas de USA y amennazaron a los pobladores testigos del hecho de no mencionar nada al respecto. Gracias GUSTAVO.
Super interesante Gus.
Saludos desde el norte.
Carlos.
Deberiamos de comenzar a preguntarnos hasta donde ha llegado esta tecnologia(si es que la han desarrollado) y,por otro lado, por que no se ve aplicada al campo de los vuelos espaciales, en donde se tienen velocidades ultra lentas, en comparacion con las grandes distancias del universo.Muy buen articulo.Saludos
Me pregunto:Faltan pocos días para cumplir 68,para qué me sirve en mi devenir cotidiano todos estos descubrimientos?Serán de alguna ayuda para mi expansión de conciencia?Le será útil a mi alma para alcanzar el estado monádico? Desde la ignorancia de mi ser carnal de 3D….No entiendo nada !!!!!
Y se responde: por algo elegiste interiorizarte. Pero hay otra pregunta: ¿porqué todo tiene que tener un «para qué»?. Aún dsifrzado de metafísica existencial, es una actitud meramente «funcionalista». Y también puede responderse. Porque el conocimiento y la verdad siempre iluminan.