Sucedió un fin de semana de 1986. Una mañana encontraron un líquido rojo en una vivienda, que análisis posteriores demostraron que era sangre humana. Unos vecinos aseguraron que era un “mensaje divino” por la cercanía del templo de la Rosa Mística, otros dijeron que era de la víctima de un tiroteo. Décadas después el misterio continúa.
Ese sábado 15 de noviembre de 1986 Luis Fersko y su esposa Cipriana se levantaron a la hora de siempre. A eso de las 7 y media, antes de abrir el negocio “Foto Iris”, en la calle 54 al 1310 de La Plata, Luis salió a comprar el diario y la mujer se puso a barrer. “Cuando abrí la puerta para sacar bien la tierra”, contaría después, “vi que desde las baldosas salía sangre. No sé qué será ni por qué”. Así, en medio de la rutina hogareña, empezó uno de los casos más extraños que hayan sucedido en la capital bonaerense, y que al día de hoy, décadas después, continúa sin tener una resolución. Era sangre humana, sí; así lo afirmó un análisis. Pero ¿de quién? ¿Y de dónde salió?
La casa se había despertado con un hecho extraordinario. Con el paso de las horas se fue corriendo la voz y al mediodía la sencilla vivienda de los Fersko era un maremágnum. Se había llenado de curiosos, mujeres orando, místicos. Luis, rodeado y asombrado por la turba, le confesó a El Día: “Hace 45 años que vivimos en esta casa y nunca había pasado esto. Yo no soy creyente, mi mujer sí. Para mí todo eso de Dios hecho hombre, no va. Es mi manera de pensar. Pero esto pasó. No sé si será sangre, como dicen, o se debe a otra cosa». Cipriana, que había descubierto el hecho junto a su cuñada Blanca Rodríguez, añadió un detalle, con la mente puesta ya en lo sobrenatural: “Cuando trajeron la imagen de la Rosa Mística, la trajeron aquí para que mi marido la fotografiara. Fue la primera casa que visitó la Virgen”. Se refiere a una imagen que el sacerdote Ángel D’Auro, amigo de la familia, trajo de Europa, y que después fue ubicada en la iglesia Nuestra Señora de la Victoria, muy cerca de la casa de los Fersko. Detalle: D’Auro, ese fin de semana de sangre terminaría bendiciendo la casa y el local de Foto Iris.
Las manchas de sangre se veían desde la puerta del negocio y llegaban hasta la cocina, la última dependencia de la casa. Parecía que seguían un recorrido. “En el comercio están esparcidas circularmente. Se trata de lenguas rojizas, la mayoría ya secas. Otras, las del fondo, mantienen un estado semilíquido, como si estuvieran coagulándose. Quien las toca queda con sus dedos tintos y nota la viscosidad similar a la de la sangre. Esto lo corroboran algunos policías que celosamente no dejan pisarlas”, contaba el cronista del diario platense.
Entre toda la gente que abarrotaba el lugar, llorando por el milagro y mojando estampitas de santos en el rojo líquido, había policías. Investigaban lo obvio: de dónde había salido esa presunta sangre. El comisario mayor Enzo Richero y el juez Nelky Martínez charlaron con los Fersko y se retiraron. El caso ya tenía carátula: “Presunto hallazgo de muestra sanguínea”.
Mientras tanto, la sangre seguía brotando.
El día siguiente
El domingo el fenómeno continuó, al igual que las visitas de vecinos y curiosos, algunos tan lejanos como de Magdalena, Berisso y Ensenada. Se hablaba de “sangre que marca como una herida en el piso”, de “milagro”, de “un mensaje del más allá”.
Oscar, el hijo del matrimonio Fersko, no compartía la excitación popular. “Esto no debe pasar a mayores”, contó, “ya que simplemente se trata de uno de esos casos para los cuales jamás se encuentra una explicación lógica. La gente no tiene que venir a mi casa a rezar, ya que nosotros no somos santos ni cosa que se le parezca». Además, el joven estaba con una pierna enyesada y se quejó: “Tengo que ir de un lado para otro para declarar o para hablar sobre el asunto”.
El cuadro ya era dantesco: “Ancianos rezando, niños tocando el timbre insistentemente, parejas intentando observar algo a través de la cortina del local y algunos oportunistas vendiendo estampitas o medallas”.
La editorial Perfil envió a una periodista llamada Susana González para que cubriera el caso para su publicación “Libre”. La nota salió en el número 150, la semana siguiente a los hechos, y junto a la descripción de las escenas que se podían ver en la calle 54 se menciona que Oscar Fersko había sido protagonista también de otro hecho singular ocurrido en La Plata: la aparición de los “enanitos verdes” en diciembre de 1983. En tanto, el texto cita otro detalle: “Desde hace unos dos meses, un ovejero alemán que pertenece a una casa que linda con los fondos del hogar de los Fersko aullaba por las noches de forma lastimera y poco tiempo después otros perros del vecindario se unieron a ese lúgubre coro… Desde el sábado a la mañana (cuando comenzaron los fenómenos de brote de sangre) las lamentaciones terminaron repentinamente”.
Se dijo también que el fin de semana estacionaron frente a la casa dos autos oscuros, de los que se bajaron ocho personas que pidieron ver la casa. Era un grupo de hombres y mujeres que no dejó rincón sin recorrer. Una de las mujeres se acercó al señor Fersko sin que sus compañeros se dieran cuenta y le comentó que estaban esperando que esto sucediera. Luego se retiraron.
Entre tanto, acudió al lugar un parapsicólogo, Daniel Sánchez, para investigar lo ocurrido.
El lunes la sangre había parado de salir. Igual la gente continuó acudiendo a tocar las manchas ya secas, en tanto que algunas personas agredieron a la familia y hasta apareció una pintada cercana que rezaba: “LA SANGRE ES MENTIRA”. Oscar insistió: “No sé qué decirle a esta gente”.
Hipótesis
Pasaron varios días y el caso empezó a perder popularidad. El 19 de noviembre se celebró el aniversario de La Plata y todo lo demás pasó a segundo plano. Pero el 21 se supo un detalle fundamental: lo hallado en el piso de la familia Fersko era sangre humana, del tipo A+.
Allí aparecieron dos hipótesis, a cuál más improbable. Una hablaba de un crimen frente a la casa de 54 entre 21 y 22. Una vecina había oído disparos en la madrugada del sábado y cuando se asomó por la ventana vio cómo entraban a una persona herida. Nunca se descubrió ningún cadáver relacionado con el caso. De hecho, en “Libre” Luis Fersko afirma que “no pensamos en absoluto que esto sea producto de una o varias muertes, al contrario, eso no tendría explicación, porque este piso tiene más de cinco años y está construido sobre una base de concreto de varios centímetros de espesor. Dentro de nuestra incredulidad lo atribuimos a que cuando la Rosa Mística fue traída aquí se le sacó la primera foto y este pedestal pintado de azul fue para colocarla, y aunque pasaron muchos años pareciera que la Virgen quiere expresarse con nosotros a través de esta manifestación”.
Mientras tanto, otro trascendido fue la última noticia aparecida en El Día. En un pequeño recuadro, once días después de conocido el misterio de la casa de la calle 54, el título decía: “El caso de la sangre sería obra de un alterado mental”. “Sospechan de un sujeto afecto a las fabulaciones esotéricas», se aclaraba. “Antes del próximo fin de semana puede haber una novedad concreta”, coronaba una fuente policial. Nunca se supo nada más de esto.
Sobre la mesa
Tuvieron que transcurrir muchos años para que se conociera más información sobre el caso de la “casa sangrante”. Allá por 2011 Oscar Fersko ofreció una entrevista en la que declaró detalles escalofriantes. Sobre la sangre, dijo que “el líquido seguía un camino hacia el fondo de la casa. Puerta abierta, puerta donde se metía. Se terminó en el camino, en el pasillo y en la cocina. Hasta que volvió a saltar, pero en esta ocasión arriba de la mesa. Salía de la mesa y eso nos sorprendió a todos”.
Oscar aseguró que este recorrido “seguía el camino” que había hecho la imagen de la Rosa Mística dentro de la casa cuando fue fotografiada por su padre.
En la nota, Oscar también contó que en esa ocasión “cuando estábamos ahí analizando lo que había sucedido, salió desde las paredes como una entidad gigantesca en una foto. Era como uno de esos guerreros romanos esos que tenían como un plumero en la cabeza. Sale muy tranquilo en una foto. Sabiendo de la pared, con cara, con casco, con brillo. Bien corporal. A color y todo, digamos nos faltó que nos saludara, nada más”. Y agregó que mucho tiempo después se siguieron viendo entidades en la casa: “Mi madrina vio a una persona alta, sin rostro, parada en la puerta de mi pieza. Habían pasado unos diez años de lo que ocurrió con la sangre”.
Nada ni nadie quedan
Tres décadas y media después, la casa ya no existe y ocupa su lugar un edificio de departamentos. Y todos los testigos iniciales han fallecido, incluso Oscar, que era joven en 1986. Además, el parapsicólogo Daniel Sánchez terminó internado en un psiquiátrico y el comisario que entró el primer día de los hechos, Enzo Richero, fue víctima de un grave incendio en su casa en 2007. ¿Una maldición?
El misterio de la “casa sangrante de La Plata”, como otros similares alrededor del mundo, continúa esperando una respuesta.
Apéndice: la historia del santuario de la Rosa Mística
La historia de la “casa de sangre” de La Plata está ligada con la del santuario de la advocación de la Virgen María llamada de la Rosa Mística, ya que Luis Fersko registró la primera imagen de esa Virgen que fue traída a la ciudad aproximadamente un año antes de los hechos, y tanto él como su hijo Oscar vinculaban lo ocurrido en noviembre de 1986 con esas fotos.
El culto a María Rosa Mística nació en Montichiari, Italia, en 1947. La enfermera Pierina Guilli contó que se le había aparecido la figura de una hermosa mujer doliente, que vestía túnica morada, velo blanco y tenía, en lugar de corazón, tres espadas clavadas en el pecho. La aparición, según Guilli, se repitió el 13 de julio de ese año, en un hospital de ese pueblo. Entonces, la mujer mostró en lugar de las espadas, tres rosas en el pecho: una blanca, una roja y una dorada. La rosa blanca simboliza el espíritu de oración. La rosa roja, el espíritu de reparación y sacrificio. La rosa dorada o amarilla, el espíritu de penitencia.
Según cuenta Blanca Ramírez Blanco en su libro “Los milagros de la Rosa Mística», “todo comenzó con una mágica postal” en el verano de 1981. En esa época el padre Ángel D’Auro, párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria en La Plata, en 54 y 23, recibió una postal de la Virgen María Rosa Mística que al dorso llevaba impresa una oración en alemán. «Quiso Dios que la colocara en el altar – declaró en una oportunidad para la prensa el sacerdote- y casi inmediatamente después se produjeron las primeras curaciones.»
“En efecto, quienes oraron frente a Ella, muchos con extrema desesperación por sufrir enfermedades terminales, observaron una mejoría y hasta sanación con el correr de los días. Entonces comenzó a hablarse de milagros y se obtuvieron testimonios muy valiosos, como el de la doctora Gladys Cangaro, quien en 1986 expulsó un tumor maligno del recto”, continúa Ramírez Blanco.
Y sigue: “El padre D´Auro, al ver la conmoción de los feligreses y escuchar tan maravillosos relatos, pidió una imagen a Alemania, suplantando así a la estampita original. La imagen de la Virgen fue colocada en el pequeño altar lateral (el único que hay) de la Iglesia de la Victoria. Finalmente cuando se decidieron a levantar un Camarín Santuario, pidieron otra talla”.
“La devoción popular atrajo un número cada vez mayor de fieles, al punto de que el pequeño Templo se convirtió en un santuario por el que desfilaban multitudes”.
El lugar fue oficialmente declarado “santuario” el 13 de julio de 2005 por el entonces arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer.