¿Curiosidad megalítica o evidencia de antiquísima tecnología?

Muy pocos pueden sentirse exentos de ese “pecado de juventud” que consistía en atribuir a tecnología extraterrestre toda anomalía del pasado de nuestro planeta en términos de avance cultural considerado “excesivo” para la época. No descreo -yo, menos que nadie- que efectivamente la Tierra ha sido visitada en distintas ocasiones por inteligencias procedentes de distancias interestelares. Sólo señalo que no toda incógnita en términos de desarrollo tecnológico “fuera de lugar” es necesariamente explicable de esa manera.

Claro, a veces las hipótesis alternativas son aún más escandalosas. Por ejemplo, tomemos, ya que de “fuera de lugar” estamos hablando, los propios “ooparts” (“Out of place artifacts”: “artefacto fuera de lugar”), esas cosas extrañas para el lugar y sobre todo, la época en que se manifiestan, desde el “cubo de Salzburgo” hasta la “calavera de Lubaatún” y, como no, el propio “martillo de Paluxy” que tuve ocasión de contemplar largamente de manera personal (“Humanoides entre dinosaurios”). Así, tornillos, tuercas, clavos, la marca residual de calzado aparecieron en estratos geológicos de millones y en ocasiones, decenas de millones de años de antigüedad. Dejando obviamente de lado tanto fake que corre hoy por internet y tomando esos casos verídicos, ¿cómo explicarlos?. Porque quien escribe siempre ha dicho que lo más extraño no es que esos objetos modernos aparezcan en estratos tan antiguos donde aún siquiera el “diseño humano” era inexistente, sino que sean idénticos a los que empleamos en el presente. Y si efectivamente no son bulos (y de algunos de ellos tenemos certeza que no) entonces sólo es viable la explicación de tratarse de objetos modernos, bien terrestres… que viajaron en el tiempo al momento en que quedaron “congelados”.

De todos modos y como he dicho en muchas ocasiones, hay un inconsciente “fascismo interplanetario” en la afirmación de “los antiguos no eran capaces de hacer esas cosas”. En las lagunas de centenares de millones de años que presenta la historia de nuestro planeta, todo es posible. Hasta el surgimiento, caída y absoluta desaparición de períodos humanos y civilizados como el nuestro, hoy. O si por alguna catástrofe natural o humana nuestra cultura se extinguiera, ¿qué creen ustedes que encontrarían hipotéticos arqueólogos extraterrestres llegados en, digamos, apenas un millón de años en el futuro?. Con suerte, restos de las pirámides. Todo el plástico, metal, vidrio (y no hablemos de lo “virtual”) simplemente hubiera desaparecido.

Estas reflexiones son útiles para considerar estas evidencias que compartiré aquí y sobre cuya antigüedad y razón de ser no puedo expedirme: sólo formular preguntas.

He visitado, en Navarra, España, los dólmenes de Portillo de Eneriz y de Mina de Farrangotea. Son los típicos dólmenes de uso mortuorio, llamados “de corredor”, con una cámara, en ambos casos bien conservada, de losas verticales semisubterráneas en un túmulo artificial, y un corredor de acceso de otras losas, divididos ambos sectores por un acceso de piedra que ya de por sí llama la atención. Mientras que las losas que forman cámara y corredor, grandes y pesadísimas, son de factura burda, este marco (no se sabe si tenía puerta o no) está cuidadosamente tallado y de bordes redondeados y rematados.

En ambos casos, pequeños poblados se levantaban en las cercanías y aparentemente, ocupaban estas construcciones para enterrar a los miembros más prominentes de su comunidad. Los esqueletos y ajuares hallados en las cámaras sepulcrales ratifican, entonces, la certeza que tal fue su uso y destino, alrededor del año 3.000 a.C. Hasta allí, todo dentro de la “normalidad arqueológica”.

Pero…

Pero ocurre que cuando uno presta especial atención a los detalles, comienza a observar anomalías inexplicables, que comparto aquí. Ya mencioné ese cuidadoso e inopinado trabajo en los portales de acceso (esto se repite en ambos dólmenes) pero las cejas se enarcan cuando vemos que en algunas losas hay tallados totalmente ajenos tanto a la morfología de la estructura como a su funcionalidad. Por ejemplo, como vemos en este caso, acanaladuras longitudinales en el canto de la misma:

O segmentos de cortes circulares:

O la “joya de la corona”, este extraño sobrerrelieve, casi una pieza de Tetrys o Lego, junto a la entrada de una de las edificaciones:

De más está aclarar que la Arqueología simplemente completa estos megalíticos con techos de ramas o hierbas, no encontrando (creo que ni siquiera advirtiendo) l razón de ser de estas extrañas características.

¿Y qué es lo que creo yo que es? Pues restos, la reutilización de construcciones anteriores.

Por inercia mental (no creo que por otra cosa) se sobreentiende que las losas fueron cortadas, burdamente talladas y transportadas a fin de servir precisamente para ese destino: sepulcros. Sin embargo, la arquitectura histórica sobra de ejemplos de reutilización de materiales de construcción o restos de edificaciones mucho más antiguas con otros fines, desde las pirámides de Egipto a la iglesia de Tiahuanaco construida con bloques de la Akapana de Tiwanaku pasando por el uso de los templos del Foro Romano para las viviendas del Medioevo. Entonces, lo que postulo es que algunas losas de estos sepulcros fueron parte y pertenecieron a edificaciones anteriores (vaya a saberse si especialmente empleadas por considerarse provenientes de sitios sagrados o poderosos y quién sabe desde qué distancias: recuerden el trayecto de las “piedras azules” que forman parte del complejo de Stonehenge -precisamente, de la misma época-). Esos detalles particulares que señalé, insisto, indican que formaban parte de “otras” estructuras.

Ahora, las grandes preguntas: ¿Cuáles? ¿Dónde? Y aún más: ¿Qué tan antiguas? ¿Y quienes construyeron las mismas?

No tengo respuestas, y quien avisa no traiciona: lo advertí desde el comienzo. Sólo puedo, hoy, señalar la anomalía.

Incidentalmente, creo haber encontrado tallado en una de las losas del dolmen de la Mina lo que creo un “mapa estelar”. Quizás mentes más avispadas le encontraran un sentido y significado.

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