¿ALTERNATIVAS O COMPLEMENTARIAS?

Algún día –qué duda cabe- las Terapias No Convencionales tendrán el rango de técnicas aceptadas no sólo por la comunidad científica sino por el común de los mortales y, siempre en el medio, los sistemas de salud de los países, sea éstos avanzados o no. Pero quedan en el camino muchos obstáculos por superar, entre los cuales no son los menos, por un lado, el mercantilismo desvergonzado de algunos cultores de estas disciplinas –que las practican menos por vocación que por oportunidad comercial- y, sin duda, muchas cuestiones epistemológicas.

Una de ellas se viene soslayando sistemáticamente o, en el mejor de los casos, es defendida desde lo que creo un punto de vista filosóficamente equivocado. Y digo “filosóficamente” por ser, nostálgico pensador, un convencido que ésta –la Filosofía de qué y porqué antes que el cómo– subyace en la raíz de toda ciencia, pura o aplicada, dura o social. Y que en tanto no resolvamos entre todos los comprometidos –por afición o elección laboral- un cuestionamiento básico, no terminaremos de cerrar ciertos círculos.

Es la pregunta del título. ¿Debemos seguirlas llamando “alternativas” o, como crece en el consenso de muchos profesionales de respeto, “complementarias”?. Ya se sabe complementarias a qué: a la medicina tradicional. Y éste es el punto. ¿Se afirma esto por convencimiento o por conveniencia?. A saber que en muchos países es sencillo que se endilgue a los terapeutas no convencionales el epíteto de “ejercicio ilegal de la medicina”, uno (yo) tiene la sensación que la afirmación de “Complementariedad” responde más a la necesidad de mantener satisfechos a los doctorandos universitarios en sus poltronas que a la plausible –pero discutible- sumatoria de las mismas (de sumarse a aquella medicina ortodoxa, digo). Como si “quedar bien” con aquellos significara –ingenuidad fatal- ser “políticamente correcto” y estar a salvo de cualquier persecución.

No sería problema si, otra vez filosóficamente, tal aggiornamiento fuera posible. Pero, ¿lo es?. Me temo que no. Dado que, como sabemos, la enorme mayoría de las Terapias No Convencionales trabajan con (o aceptan el principio de) la existencia de “campos energéticos” y “planos sutiles” como contexto necesario de sus operatorias –porque de lo contrario, si su acción fuera puramente biológico – mecánico, ¿porqué no serían aceptadas por la medicina convencional si sus efectos serían entonces absolutamente demostrables en los protocolos de investigación académica (y, por lo tanto, absorbidos culturalmente por las facultades de medicina) ni requerirían de conceptos tan “esotéricos” como, por caso, los que fundamentan la Homeopatía –terapia no convencional próxima al “corpus” institucional de la medicina, si las hay[1]-. Y el problema, entre otros, es que esa concepción “sutil” conduce a la conclusión que lo que en muchos casos eterniza la dolencia, genera nuevas en el paciente, lo empeora o simplemente no lo cura es, precisamente, la agresión sufrida en forma de químicos, cirugía, exploraciones agresivas. O, para ponerlo de otra forma, que la efectividad de las Terapias Alternativas está, precisamente, en su “suavidad”, en recomponer, armonizar lo basal, es decir, el campo energético, devolviendo el equilibrio holístico. ¿Es compatible con la Aromoterapia –por caso- que el individuo acompañe con Clonazepan o Prozac su tratamiento?. No. Porque la virulencia y desequilibrio energético de los segundos obnubilaría el sutil pero persistente efecto reparador de la primera.

Y podríamos enlistar miles de ejemplos. Que es como decir: en muchos casos, quizás la mayoría, no son compatibles. Si usted tiene cáncer, está en su derecho de atacarlo con Quimioterapia o con Macrobiótica. Pero es infantil suponer que la Quimio más la Macrobiótica duplicarán sus probabilidades curativas.

Y aquí se llega al fondo del problema. Porque las Terapias Alternativas no son hoy por hoy funcionales al gran negocio de la salud mundial. Porque una esencia es ridículamente económica al lado de cualquier medicamento de consumo masivo donde, como se sabe, se paga más por el “marketing”, el “packaging” y los “retornos” a los mismos médicos que por el producto en sí. Otra vez, no pongamos la zanahoria delante del caballo: el problema no es la técnica sino el Sistema dominante que la prostituye y subordina a su principal objetivo que (¿adivinaron?) no es la salud el prójimo, no es mejorar la calidad de vida, no es brindar felicidad a los contribuyentes. Es hacer más dinero.

Y este “condicionamiento memético” (¿recuerdan la expresión?[2]) es tal que hasta se le niega al paciente la posibilidad de elegir por sí mismo qué diablos quiere hacer con su salud, con su cuerpo, con su vida. Un condicionamiento que genera cargas culpógenas en primer lugar (¿qué terapeuta alternativo no ha escuchado, por ejemplo, aquello de “mire, si por mi fuera probaría con el método Hansen y dejaría las drogas pro….¡qué va a decir mi médico! (o mis hijos, o el vecino), y continúa luego con verdaderas campañas mediáticas donde se le conculca a la población que hay una sola manera de entender la salud –curiosamente, la que maneja el corporativismo farmacéutico- y que asuma los riesgos de no encolumnarse con el rebaño.

En fin. Se puede dar el caso, verbigracia, que hasta alguien se sienta tentado, aquí, de demandarme por hacer propaganda del ejercicio ilegal de la medicina. Eso, sólo demostraría hasta donde llega en este Sistema una “libertad de expresión” que no debe molestar a los “clichés” estructurados. Es decir, los “memobots”. Y todos, terapeutas y pacientes, agacharán sus cabezas y seguirán alabando a los íconos de lo socialmente aceptable, tal vez por cobardía. Pero siempre sobrevivirá las preguntas:

¿Alternativas o Complementarias?. ¿Conveniencia o aggiornamiento?


[1] Como hemos demostrado en otro trabajo, la verdadera explicación de la Homeopatía –ver la serie “Fundamentos Científicos el Ocultismo” estriba n es la “impronta” química que quede en la suspensión sin, estando por debajo del Número de Avogrado, en su homónima energética, un principio que ni siquiera es entendido por muchos médicos homeópatas aún

[2] Ver mi artículo “La intoxicación en ls paraciencias”

2 comentarios de “¿ALTERNATIVAS O COMPLEMENTARIAS?

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