Este artículo es apenas una serie de apuntes de mis viajes un poco desordenados, tratando de encontrar alguna hilación antes que se pierdan en la bruma de mi memoria y el polvo de mis archivos, aunque la memoria sea virtual y el polvo, metafórico.
Si una larga travesía se compone de un número inmenso, pero necesariamente finito, de pasos, la construcción de una teoría, por universal que fuese, conlleva muchísimos, pero seguramente también finitos, datos. De forma tal que aportaré aquì unos pocos, nuevos quizás, originales, emprolijados mientras ponía en orden mis archivos.
Estas evidencias –en el caso concreto de este artículo- atañen a la antigüedad americana, y en todos los casos su valor, que puede ser relativo y discutible, cuenta por lo menos con el “bonus” a favor de haber sido recogidos por el autor de primera fuente, caminando sobre el terreno mismo.
La dinastía que bajó del cielo
Que presumamos la visita extraterrestre en el remoto –o no tanto- pasado del Anahuac (luego conocido como México) no es ninguna novedad. Que lo fortalezcamos con estos aportes, ya suena a algo distinto.
Uno de los linajes sanguíneos más antiguos de los mal llamados “aztecas”(1) que continúa hasta la actualidad es el de los Chimalpopoca. Históricamente, vinculados a las castas gobernantes (una Chimalpopoca era esposa de Cuauhtémoc, el último Huey Tlatoani mexica). Aún hoy, existen Chimalpopoca distribuidos por todo el Eje Central Volcánico mexicano y, de hecho, es una rama de esta familia la custodia de los sagrados restos del mismo Cuauhtémoc, en Ixcateopan.
Uno puede preguntarse porqué esa pertenencia a un linaje sagrado. Y la respuesta puede estar en la etimología del apellido. El nahuatl –la lingua franca del Anahuac- es un idioma de aglutinación (como la mayoría de las lenguas amerindias, tal como el guaraní avañe-é, por caso) donde nuevas palabras nacen por la agrupación de otras, cada una con significado propio para construir un significado de conjunto. Así, Chimalpopoca conjuga “Chimalli” (escudo), “Popo” (Humo, como en el volcán Popocatepetl –“el cerro que humea”- o “popoxcomi” –el sahumador donde se quema el incienso-) y “Ca” (Gente). Por lo tanto, “gente del escudo humeante”. No puedo dejar de pensar en el típico OVNI lenticular…..
Las enseñanzas de la serpiente emplumada
Aún hoy, la “mexicanidad” que no debe interpretarse como la afición cultural a mariachis, tequila y charros, sino la continuidad del Me-xi-Co ancestral, el “ombligo de la luna” (que eso significa el término), el tiempo en que los mexicas convivìan con los dioses, se transmite en agrupaciones llamadas “kalpullis” (“familia” no en un sentido sanguíneo, sino social y cultural, más cercano a nuestro concepto de “hermandad”). Fui formado años atrás en el kalpulli “Koakalko” (del cual,
inclusive, supe ser representante en Argentina, y del cual traje por primera vez a nuestro país uno de sus jefes o “tekutli”, Marco Mazatl) y en charlas profundas con su máximo mentor, Tlakaélel (seudónimo espiritual de Francisco Jiménez, el “Abuelo de abuelos”; Tlakaelel era la mención honorífica del máximo consejero del emperador o Huey Tlatoani) llegamos inevitablemente a una revelación que él me hiciera: “La serpiente es sagrada porque es el símbolo del conocimiento que los Ancestros trajeron desde las estrellas”. Le pregunté abiertamente al Abuelo si eso
significaba que él –y sus antepasados- creían en la presencia extraterrestre en la antigüedad, y me respondiò con una sonrisa: “¿acaso puede no ser obvio para alguien?”.
La Serpiente está presente en las prácticas de la Toltecayotl (o Toltequidad: la continuidad del antiguo conocimiento de los Toltecas, palabra cuya traducción significa “sabios artistas”) con el uso de la “vincha”, cinta alrededor de la cabeza o, más precisamente, “ixcoatlmecatl”. Que se descompone en “ixcoatl” (Galaxia, Vía Láctez, por “ix”, bruma, niebla, y “coatl”, serpiente, es decir, “serpiente de niebla”, una forma extraordinariamente poética de llamar a la Vía Láctea en los límpidos cielos de aquél entonces) y “Mecatln”, banda, cinta. Aún más, ¿qué tiene que ver esta “cinta de la Galaxia” en nuestra frente?. Para no olvidar los orígenes.
¿Es necesario aclararlo?. Una de las razones por las que sigo practicando y profundizando la Toltecayotl es por mi íntima convicción que entre sus pliegues duermen enseñanzas y técnicas legadas por los hermanos de las estrellas…
Por su parte, don Francisco de San Antón Muñón Chimalpáhin Cuauhtlehuanitzin, descendiente cristianizado e hispanizado de los príncipes de Chalca –región entonces al sur del desaparecido lago Texcoco, dentro del cual sobre islas se levantaba Tenochtitlán- escribió a principios del siglo XVII la historia de su pueblo. No la de los chalcas, llegados a la región alrededor de 1250, sino de los nonohualcas teolixcas tlacochcalcas, llamados después tlamanalcas chalcas y finalmente, por supresión, sólo chalcas. Su lugar de origen ¿mítico? Se llama Tlapallán, y llegaron al Anahuac después de cruzar “ teohuatl ylhuicoatoyatl”, que se traduce como “gran mar divino fuera del espacio y del tiempo” (¡!). Seamos francos: cruzando el cosmos.
El avatar cósmico
Mucho se ha escrito, mucho más se ha especulado sobre la naturaleza de Quetzalcoatl, y sin lugar a dudas no será éste el lugar idóneo por falta de espacio, tiempo y sobre
todo, lucidez para referirnos in extenso a un personaje de importancia fundamental. Sólo acotemos nuestras opiniones a uno de los varios posibles Quetzalcoatl (tantos quizás como “Budas” ha habido), concretamente a Ce Acátl Topilitzin Quetzalcoatl, “nacido” alrededor del año 950 de nuestra era en el poblado de Amatlán, en el estado de Morelos. Quiero evitar aquì extenderme sobre lo que quizás es el aspecto más fascinante de este personaje: los hechos de su historia –como todas, discutibles- tan similares a las que jalonaron al arquetípico Jesucristo. Tanto, que se ha afirmado –en boca de estudiosos responsables- que en realidad son falacias, fábulas sumadas al personaje histórico para sensibilizar el
corazón de los indígenas y acercarlos más a la Cruz. Es posible. Pero en esa línea, entonces podriamos decir que tantos parecidos de igual tenor entre Jesús y Khrisna pueden permitir afirmar que el personaje judío “copia su historia” del hindú. Lo que también puede ser. Pero me atrae más otra teoría:
Supongamos la existencia de seres extraterrestres no físicos, sino energéticos. Y supongamos que deciden “encarnar” en un cuerpo absolutamente humano para su actividad. Es absolutamente posible entonces que esos “cuerpos”, es decir, esos individuos históricos “repliquen” similares instancias en sus vidas porque, a fin de cuentas, la energía encarnada es de similar tenor…
El punto es que el “nacimiento” de este Quetzalcoatl fue muy especial: apareciò a través de la “puerta de Amatlán”, una puerta en la roca.
Yo he estado allí. No tiene siquiera buen aspecto de puerta; apenas un par de fisuras en el muro de piedra que permiten, con mucha buena voluntad, pensar en una puerta. Por allí apareciò y en una ocasión volviòa a entrar y salir cuando la escasez de alimentos entre el pueblo lo obligò a “ir a buscarlo” a otra parte… Y he aquì: esa “otra parte”, supòngo, es una dimensión paralela.
Dato no menor: Quetzalcoátl era hijo de Iztac Mixcoátl, dios…. De la Vía Láctea.
Las conchas voladoras
Tanto en tierras del Anahuac como en las del Tawantinsuyo inkaico se daba especial reverencia y valor a las conchas o vulvas del “Spondylus”, un tipo de crustáceo de fuerte color rojizo. Desde ambas regiones partían expediciones, por tierra o por mar, hasta la altura de Colombia y Ecuador, donde es posible recolectarlas, pues no existen naturalmente en los lugares donde más interés se les daba. Y me he preguntado durante un tiempo porqué tanto valor. Son atractivas, es cierto. Son escasas, es cierto, pero existen innumerabls objetos bellos y escasos como para que en ambas latitudes le den importancia por igual.
En el santuario de Pachacamac, en las afueras de la actual Lima, se halló una puerta cubierta de Spondylus, que guardaba más del mismo y que
los defensores, a la llegada de los españoles, defendieron con sus vidas. Y existe incluso una teoría que sostiene que el aspecto “aserrado”, visto en conjunto, de los formidables muros de Sacsayhuaman, son así para imitar el borde aserrado del Spondylus. Y bien, ¿recuerdan a Don Francisco de San Antón Muñón Chimalpáhin Cuauhtlehuanitzin?. Pues bien;en su “Crónica” aclara puntualmente que el cruce de “gran mar divino por fuera del espacio y el tiempo” se realizó a bordo de… conchas voladoras.
Y les dejo reflexionando.
(1) Efectivamente, mal llamados así porque el término “azteca” es espúreo, tanto, que la primera mención escrita del mismo corresponde a un momento tan tardío como 1801. No eran “aztecas” quienes vinieran de “Aztlán”, la mítica tierra original, ya que de ser así serían, en todo caso, “aztlanecas”. No eran “aztecas” los enemigos de Cortés, los habitantes de Tenochtitlán, que era, precisamente, “tenochcas” y, más genéricamente, “mexicas”. Su empleo es parte de la “desculturalización” programada desde el fondo de las edades: como en el caso de los “tobas” (en realidad, “Qöm”, porque “toba” significa salvaje”) y “Comechingón” (en puridad, “henia-kâmiare”, ya que “comechingón” significa despectivamente “vizcacha”) en nuestro país.
Muy muy interesante nota, Gustavo. Siempre un aporte más
para motivar la busqueda de un sentido trascendental a la existencia
desde hacia donde, y su completitud.
Gracias fraternal saludo
Muy interesante, cosas que incluso ignoramos de nuestro país y sus tradiciones.
Información en verdad extraordinaria, que tenemos ante nuestro ojos pero hace falta que nos la descifren, yo vivo en el estado de Hidalgo, México y tengo a 20 minutos la ciudad Tolteca, cultura en verdad grandiosa pero también misteriosa, gracias por la informción