El Tarot admite la mirada del Profano y la del Iniciado. El Profano “le” preguntará cosas “al Tarot” sobre su cotidianeidad, y está bien si es lo que busca. Quizás, tímidamente y ante algún panorama sombrío, preguntará “¿Qué puedo hacer?”, deseando en su fuero íntimo que el Tarot haga por él. El Iniciado, en tanto, ocupará el Tarot como un instrumento, una herramienta de cambio. Es decir, puede usar el Tarot para “ver” y puedes usarlo para “hacer”. La Tirada Circular es una de ellas.
A fin de cuentas, el Albedrío es poco más que objetivo y persistencia mientras avanzamos ante las tormentas del Destino. Viajeros internos que terminamos encontrando al Anciano arquetípico en un plano donde el tiempo y el espacio de nuestra vida se entrelazan. Arcano a Arcano iluminamos ese ciclo constante de cambios que llamamos existencia, aceptando obstáculos y conflictos necesarios para el aprendizaje y el crecimiento.
El final de ese Sendero, el Arcano XXI, el Mundo nos hace comprender cómo todo está interconectado y cómo nuestra vida es inevitable parte de un Universo en evolución.
Por eso, el siguiente Arcano, sin número, es el Loco: nuestro Arlequín interno que -hecho consciencia- trascendiendo ese camino entiende que nada importa realmente y se desprende de todo, danzando a la vista de cortesanos y plebeyos con el indiferente desenfado de un bufón cósmico. Porque vive en su esencia la Danza de Shiva que es creación, preservación y disolución. Porque todos estamos danzando esa danza en este momento: sólo los Magos lo saben y la ejecutan conscientemente.
Mira el círculo del Tarot con la clave que los estudiosos de la Astrología conocen: míralo como se mira la Rueda Zodiacal, en sentido contrario a la manecilla del reloj. Descubrirás que, entonces, el Sabio, el Buscador, el Ermitaño ha caminado ese camino para aceptarse como Loco, pues sólo aceptándote como tal avanzarás al escaño siguiente y te transformarás en Mago.
