La invasión de los drones fantasmas

Desde unos pocos días antes de Navidad del 2019, en los estados de Colorado (principalmente) y Nebraska, en USA, se han visto sorprendidos por la reiterada aparición nocturna de una “bandada de drones” de origen desconocido frente a los cuales, al momento de escribirse estas líneas, las autoridades se manifiestan completamente desorientadas.

Hasta ahora se han realizado más de treinta denuncias formales, principalmente de parte de granjeros que consideran violadas sus propiedades privadas cuando estos objetos, a muy baja altura, sobrevuelan sus fincas y se detienen por períodos variables sobre las mismas o su ganado. Empero, la cobertura periodística parece indicar que los avistajes estarían superando, ya el centenar. Y si bien (aparentemente) no entrañan peligro alguno, muchos han consultado a sus policías locales si es lícito dispararles. Aquí quiero señalar mi discrepancia con esta versión: conociendo de primera mano la psicología del americano medio (y del Medio Oeste, por añadidura) si es que hubo algunos que “consultaron”, tengan por seguro que hubo otros que ya han disparado. Con la consecuencia, entonces, que tales hipotéticos disparos no parecen haber afectado a estas aeroformas. Y esta es sólo la primera, eventual curiosidad.

Lo que en un principio parecería apenas una nota de color, suponiéndose un ardid publicitario de alguna compañía fabricante de drones, el prelanzamiento de alguna producción televisiva, etc., tiene, a poco que se reflexiones sobre el caso, aristas más que sugestivas. En efecto, los testigos manifiestan (y en algunos videos esto es evidente) que estos “drones” tienen un diámetro aproximado de dos metros y medio, lo cual los hace enormes y, por cierto, fuera del mercado tradicional de los civiles. Expertos en drones han sugerido que aparatos de esas medidas y con las perfomances que describiré a continuación deben tener un costo que oscile en aproximadamente cien mil dólares. Lo que, por definición (recuerden que estamos hablando, en ocasiones, de unos treinta apareciendo simultáneamente) los pone fuera de la simple iniciativa privada en términos generales. Cierto es que el FBI y otras fuerzas han manifestado que “se sabe” de un “vehículo de control”, un “gran camión de caja cerrada con antenas” que “habría sido visto” y “podría” ser el centro de operaciones d ellos mismos, y que “se abocan a su búsqueda”. Dado que tremendo equipo no puede ocultarse fácilmente, es de suponer que ya lo habrían hallado o estaríamos en vísperas que lo hagan. Con lo cual -de ocurrir- esta nota no tendría razón de ser. Siempre y cuando el “vehículo de operaciones” realmente exista y no sea un artilugio de “tapadera” de algo que no se puede identificar no controlar.

Porque veamos las hipótesis explicativas:

  • Drones militares, vaya a saberse implicados en qué operación secreta. Fuera del hecho que todas las fuerzas armadas y de seguridad norteamericanas han desconocido tal operación (lo que, por cierto, no es garantía de nada), no queda claro cuál sería la razón de tamaño despliegue en superficie tan extensa como dos estados y durante tanto tiempo.
  • Una operación psicológica, quizás tendiente a crear una “psicosis controlada” en vistas de una escalada bélica internacional. Según esa mirada, más que una operación militar sería entonces una operación de inteligencia.

Pero también debemos considerar esta otra opción: que no sean drones, sino -literalmente- OVNIs.

Describí antes que un detalle de extrañeza era su gran, innecesario tamaño. Mencionaré un segundo: son absolutamente silenciosos. Como cualquiera que haya operado o estado cerca de un dron en operaciones, por pequeño que sea, sabe que produce un zumbido característico, sin ir más lejos, por la acción de las paletas de las hélices contra el aire. Ese efecto auditivo puede minimizarse pero no eliminarse, ya que es una cuestión de leyes físicas que no pueden violarse. Como en el caso de los famosos “helicópteros negros” a los que se les atribuye la características de “silenciosos”, se comprende que no lo son en el sentido de producir nulo sonido, sino que, comparados con los helicópteros convencionales, lo suyo es como un intenso “zumbido de abejas”. A propósito, en bastantes casos de aparición de OVNIs los testigos manifiestan que fueron acompañados de un penetrante “zumbido de abejas”, lo que lleva a pensar si tales “ovnis” no eran, en realidad, tecnología “negra” malinterpretada… peor eso sería motivo de otro análisis.

Y una tercera característica mencionada por los testigos: en ocasiones, realizan maniobras “violentas”, impensadas aún para drones. Estas tres particularidades señaladas hacen a esta conclusión: parecen drones, pero quizás no lo sean.

Y entonces, ¿qué pueden ser?

Noticia gráfica de la oleada de dirigibles fantasmas.

A fines del siglo XIX, entre los años 1896 y 1898, todo el sur d ellos Estados Unidos se vio asolado por las masivas apariciones de “dirigibles fantasmas”. Los periódicos relataban centenares de avistajes de objetos voladores ahusados, con “ruido a motor” y poderosas luces que barrían la superficie, a la vez que efectuaban giros impensables y despegues a altísimas velocidades. Tripulados por “humanos” que, empero, tenían conductas absurdas -como descender de las nubes frente a un granjero, pedir un vaso de agua e inmediatamente volver a ascender y alejarse- como aparecieron, desaparecieron, y más allá de nuestra propia investigación de un caso y su luctuosa consecuencia (ver aquí) estos -etimológicamente verdaderos- objetos voladores no identificados pasaron a la historia como lo que eran: parecían dirigibles, pero no lo eran.

En la década de los 30 del siglo XX, toda la península escandinava se vio conmocionada por las apariciones de “aviones y cohetes fantasma”. En tiempos en que aún imperaban los biplanos y, obviamente, los aviones eran a hélice, estos cuerpos eran descritos como “husos oscuros”, con “alas en forma de V2 y fuego que salía por su parte trasera”. Incluso los “cohetes” eran extraños, silenciosos al igual que aquellos “aviones”, se desplazaban paralelos al suelo y, en ocasiones, giraban (?) hacia un lado u otro. Otra vez: parecían aviones y cohetes, pero no lo eran.
En ambos casos, pasa a la literatura de la historia ufológica ambos hechos porque estas “apariciones misteriosas” presentan el aspecto de la más moderna y revolucionaria tecnología insinuada en la conquista de los cielos, pero exhibiendo características muy superiores a las que en ese momento alcanzaba esa tecnología. Es como si alguna Inteligencia señalara un camino, dijera, con el símbolo de esas manifestaciones, “es por aquí”, se anticipara morfológicamente al inminente “salto” tecnológico humano, pero dejando en claro que eran algo muy distinto.

Nadie puede negar el impacto tecnológico de los drones hoy en día y, mucho más, en las décadas por venir. No es sólo un juguete, un elemento militar o para documentalistas. Ya existe en países para llevar rápidamente estimuladores cardíacos a víctimas de accidentes cardiovasculares, o entrega de productos “a domicilio”. Incluso, el desarrollo de drones de tamaño mayor irá ocupando el espacio del transporte semipúblico. Y aquí aparecen ellos, los “drones fantasmas” haciendo ese guiño, indicando algo como “es por aquí” pero dejando claro que no son terrestres. O quizás, dirigibles, aviones, cohetes y drones fantasmagóricos ni siquiera sean “físicos” en el contexto que solemos dar al término. Quizás una ideoplastia o, mejor aún, una manifestación egregórica resultante de la liberación de tensiones psíquicas del Inconsciente Colectivo en las vísperas de un “escalón cuántico” en la evolución tecnológica de este planeta…

¿Cuándo se resolverá y de qué manera este interrogante?. Esperemos. Si tienen una explicación “convencional”, en unas semanas, a más tardar, será tema resuelto.

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