EL PRIMER OVNI EN ENTRE RÍOS

El citado "café Dutte", años después del suceso
El citado «café Dutte», años después del suces

Circulan relatos orales que dicen que las etnias indígenas propias de estas regiones habían sido testigos reverenciales de luces nocturnas de extraño comportamiento en épocas prehispánicas. Pero debe esperarse hasta mediados del siglo XIX para que quedara registro escrito de la primera observación de un Objeto Volador No Identificado sobre territorio entrerriano. Con el “bonus” de haber sido una observación colectiva.

El 20 de noviembre de 1855 fue un día muy particular en la ciudad de Gualeguaychú. Según el diario “Ecos del Litoral” del día siguiente, en horas de la mañana numerosos vecinos vieron aparecer una “luz muy brillante”, que a medida que pasaron los minutos definió su aspecto y forma. Su luminosidad no era eclipsada por el sol, sino, por el contrario, en tanto pasaba el tiempo se acrecentaba aún más. Un par de telescopios en poder de vecinos intelectualmente inquietos, permitió observar en detalle al objeto que –según relatan quienes exhumaron este curioso informe de las brumas del tiempo, el investigador local Carlos Atilio Rieger, el doctor José Brunetti y el señor Luis Luján, sobre archivos del Instituto Magnasco, de esa localidad- “adoptaba la forma de una medialuna en menguante, alrededor de la cual giraba un disco, como los anillos del planeta Saturno”. El extraño objeto continuó desplazándose por el cielo hasta perderse en el horizonte (lo que, teniendo en cuenta la baja construcción de entonces, permite suponer que la observación fue prolongada) y durante el resto del día fue la comidilla del pueblo, dando lugar a las más extrañas especulaciones; desde quienes, con cierta formación cultural, lo suponían un extraño fenómeno atmosférico o astronómico, hasta quienes quisieron ver en él un signo profético de naturaleza religiosa.
La anécdota quizás hubiera quedado reducida, precisamente, a eso, de no ocurrir a la noche un giro fundamental: llega a la ciudad la noticia que –en plena guerra de Crimea, que por entonces enfrentaba a las potencias europeas con Rusia, aquella que inmortalizara la “Carga de la Caballería Ligera”, a la que el poeta Kipling evocara con sus versos: “Cañones a la izquierda/cañones a la derecha/hacia el valle de la muerte/cabalgaron los seiscientos…”- las tropas aliadas, francesas, italianas e inglesas habían tomado la ciudad de Sebastopol.
Por cierto, la caída de Sebastopol había ocurrido el 9 de noviembre, y la noticia demoró todo ese tiempo tanto en virtud de las comunicaciones intercontinentales de entonces como del aislamiento de Gualeguaychú respecto a los grandes centros poblados (recordemos que la provincia de Entre Ríos fue “insular” hasta 1969, y el cruce en barcazas no sólo demoraba el tráfico comercial sino también la celeridad informativa). Dado que en la localidad había una muy fuerte colectividad de esas tres nacionalidades europeas –al punto de justificar la presencia de sus respectivos consulados- buena parte del pueblo se lanzó esa noche a las calles, –según relatan los citados investigadores, a tenor de los periódicos de la época- en espontánea manifestación, ofreciendo informales “serenatas” a las autoridades y (según la adjetivación propia de esos tiempos) a los más “caracterizados vecinos”. Una orquesta filarmónica local, dirigida por don Luis Giuffra, y una banda militar se instalaron frente al popular “Café Dutte” (propiedad de un francés de apellido homónimo) alternando “La Marsellesa” con el Himno Italiano. Seguramente fue en esa animada tertulia donde los más entusiastas arriesgaron que el “extraño evento cósmico” de la mañana había sido un anticipo, un “aviso” del júbilo que experimentaban en ese momento, como si desde alguna ignota esfera celeste poderosas potestades enviaran a un pequeño pueblo de aldeanos sudamericanos un anticipo de lujo. Parecer que, reflejado en tono altisonante y pomposo por el diario “Ecos” al día siguiente, hizo perdurar por muchos años en el ideario colectivo el recuerdo del “aviso de los cielos sobre la batalla de Sebastopol”.

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