El Chamanismo como sendero iniciático y el Temazcal como la herramienta de iniciación

Debo comenzar, sin embargo, por una pequeña cita para mí reveladora. En mis conversaciones con especialistas en tierras del Ánahuac, ellos me referían, constantemente, su certeza que el temascal, como baño de vapor terpéutico y místico, supo extenderse alguna vez por todo el continente americano, desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Empero, si bien pueden hallarse evidencias en el actual territorio de Estados Unidos y América Central, no me había sido posible, hasta ahora, detectar indicios entre nuestros pueblos originarios de Sudamérica, al punto que alguna vez llegué a pensar que tal vez era sólo un rumor, una expresión de deseos.

Pero no.

Y el grato hallazgo ocurre precisamente entre uno de los pueblos menos conocidos –y tal vez por eso- más enigmáticos del actual suelo argentino: los comechingones (mal llamados así: se trata de la etnia “henia-kâmiare”) habitantes de la provincia de Córdoba. Más precisamente, en el Valle de Punilla. Más aún, con intensa presencia en las regiones de Capilla del Monte, Ongamira y alrededores. No creo que sea casual esto; la inluctable relación energética entre esta región y Tepoztlán, en México (y que he descripto en “Ecos chamánicos entre Tepoztlán y Capilla del Monte”) da otro sentido a la repetición, en estas tierras australes, de prácticas tan difundidas entre los pueblos toltecas y otros.

La cita en cuestión la hallé en “Relación de las provincias del Tucumán” (1582) de Pedro Sotelo de Narváez: “… acostumbran meterse en las casas debajo de tierra y muy abrigadas, a sudar, como manera de baños, y de allí salen, después de sudar mucho, a que les de el aire, aunque se enjugan dentro”.

De hecho, un temascal. A sabiendas de la profunda mística de estos pueblos, capaces de erigir centros ceremoniales de propiedades aún desconocidas es inevitable trascender la mera casualidad. Por cierto, cuando en Xochicalco, en esa verdadera “universidad del espíritu” tolteca escuché los fundamentos de un encuentro continental de sabios, allá por el 650 de nuestra era, y cuando fui reuniendo evidencias que establecían una identidad cultural entre el Tawantinsuyu y el Ánahuac, la casualidad se transforma en causalidad.

Repasemos algunas de esas evidencias, no necesariamente en orden de importancia, sino como afluyen a mi recuerdo:

  • El calendario religioso de 260 días.
  • El uso de cuerdas anudadas como registro contable, calendárico, etc. El “Mecatl” en el Norte, los “kipus” en el Sur.
  • La “cultura de las pirámides” aterrazadas.
  • La presencia del pueblo Purépecha en México, con raíces lingüísticas quechuas en su lenguaje, capaces también de construir grandes canoas para navegación “portulana” (con la costa a la vista) con las cuales, está demostrado, llegaron del Perú a México en tiempos remotos.
  • El aspecto de cráneo alargado tanto de Qurzalcoatl como de Viracocha, y la persistencia de la costumbre ritual de alargar cráneos desde el nacimiento.
  • El ciclo cósmico de 52 años.
  • Correspondencias culinarias, como los tamales (¡qué inclusive se llamaban con el mismo nombre desde épocas prehispánicas!) en la actual Argentina como en México.

Y ahora, también los temascales.

El linaje

Con el Abuelo Tlakaélel, mi maestro iniciador en Toltequidad

Todo proceso iniciático requiere una relación discípulo – instructor. O, para ser más precisos, una escalera de trascendencia, básicamente de tres niveles: Aprendiz – Compañero – Maestro. Y un contexto, institucional o casi, en el cual ese aprendizaje de las “formas” -rituales- como recreación Microcósmica de procesos Macrocósmicos sean conocidos, practicados, aprehendidos, develados sus arcanos significados y significantes, aplicados y sostenidos en el tiempo. Esa es la razón de ser de todas las sociedades iniciáticas. Y el kalpulli lo es también.

Un “kalpulli” es una hermandad de transmisión del conocimiento ancestral originario. En este caso su naturaleza es iniciática. Los “tekius” o “trabajos” hechos en su seno y por instrucción de sus superiores, los ritos de paso, todo ello propende a despertar en el estudiante y practicante -porque en Esoterismo no se es una cosa si no se es la otra- cualidades espirituales sobre las cuales no tiene sentido abundar, toda vez que no es su razón de ser la de presumir ante terceros sino para que cada uno, cada una, sepa dentro de sí que pule de la basta piedra bruta que en masónica alegoría es nuestra naturaleza.

Pero una iniciación esotérica, por cumplimiento de la Ley de Correspondencia (ver al respecto mi trabajo “Fundamentos Científicos del Ocultismo”) debe ser operativa y filosófica. Filosófica, porque propende al conocimiento en virtud del Conocimiento en sí. Y operativa, porque debe ser herramienta de Cambio, de modificación. En síntesis, de Evolución.

Pero una evolución egoísta, centrada y finita en el individuo, desacraliza la iniciación que le ha sido conferida. Porque la evolución debe irradiar hacia el entorno. Si la filogénesis repite la ontogénesis, la razón de ser de las búsquedas espirituales debe ser también incidir, actuar, impulsar la evolución del entorno del individuo. Como un campo radiante que se extiende y derrama a su alrededor, todo Iniciado tiene el deber moral de transmutar y transmutarse, de ayudar y ayudarse, tanto en lo físico como en lo espiritual.

Y el “kalpulli” como contexto, y la Inkaltonatl (ciencia espiritual tolteca) lo son en grado sumo. En algún momento me referiré a las posibilidades sociales y económicas (y por lo tanto, políticas) que el kalpulli puede brindar a la colapsada sociedad contemporánea. Quizás más cercanos al concepto de un arcano cooperativismo, psicológico antes que social, los pueblos originarios pudieron haber escrito, si se les hubiera permitido, una historia distinta. sospecho -más aún, estoy convencido- que una de las razones históricas para arrasarlos, someterlos y esclavizarlos en la pobreza y la ignorancia a través de los siglos es, precisamente, el conocimiento que los Poderes en las Sombras tienen que un despertar de la conciencia originaria (si les suena mejor que “conciencia indígena”) conlleva necesariamente el colapso del sistema consumista y dominante eidéticamente de los últimos quinientos años. Tras las matanzas de Chiapas, tras el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y su Subcomandante Marcos (¿alguna vez se preguntaron, si Rafael Sebastián Guillén Vicente -tal su presunto nombre real- es el “subcomandante”, quién -o quiénes- son los “comandantes”?) y la masacre de Tlatelolco en 1968 se esconde más, mucho más, que intereses políticos del momento.

Por eso toda iniciación -y la indigenista lo es- requiere de tres elementos:

  • En primer lugar, la organización heredera del Conocimiento, del linaje.
  • En segundo lugar, un Maestro, un Iniciador, un Guía.
  • En tercer lugar, un Espacio Sacro y un Ritual (o varios).

El temazcal

Y el temazcal es ese espacio sagrado. Es un Templo, pues, en primer lugar, allí se establece -si simbólica o expresamente, depende del Nivel de Realidad en que se ubique el iniciado- una conexión entre el ser humano y la Madre Tierra (Tonantzintlalli o Pachamama). En él se re – crea el re – nacimiento (en este caso espiritual). En él se amplifican los miedos, la Sombra, los deseos, se aplasta el Ego y en ese Tlazolteótl (“la fuerza que destruye y crea a sí misma”), transforma el cuerpo del ser humano en un atanor dentro de otro atanor para catalizar un verdadero proceso alquímico de donde será Piedra Filosofal el Quetzalcoatl, el Tezcatlipoca, el Huitzilopochtli o el Xipec Totec que despierta dentro de cada uno.

Por supuesto, también puede usarse para la terapéutica física o meramente psicológica, de la misma manera que el templo cristiano, judío o budista también puede ser visitado por turistas, para tomar fotos artísticas, para conocer la historia de una localidad. Pero que en el momento del ritual, se transforma en otra cosa.

Entonces, pasar por sucesivos temascales (sean éstos terapéuticos, guerreros o místicos) es someter a la materia, nuestra materia, al “disolve et coagula”, una y otra y otra vez. Hasta que la negra costra comienza a desprenderse permitiendo brillar al Sol la estrella que en su interior fue transmutada de bajos elementos a otros de orden Superior.

Nota importante: En este contexto empleo la palabra «chamanismo» para remitir sencillamente al lector al tema que se trata, sabiendo que el mismo, así como el «chamán» sólo implica las artes de «curación» espirituales del mismo.

9 comentarios de “El Chamanismo como sendero iniciático y el Temazcal como la herramienta de iniciación

  1. Armando dice:

    Muy bien hermanos! Esos registros que hablan de las «chosas de sudor y banos» en los pueblos sudamericanos de época de la conquista, y mas allá.. Son una revelación y una confirmación al mismo tiempo. Revelación por que se creía que el temazcal era y sigue siendo de centro américa hasta Alaska.. Una confirmación por que los pueblos nativos americanos del continente entero, por su raza y color, tradiciones y profecias son, y siempre han sido, desde Alaska hasta la patagonia, «LOS GUARDIANES DE LA MADRE TIERRA»,. como podían prescindir del ritual mas sagrado relacionado con la Madre universal?

    Se confirma: «Por comunidad de esencia, raza, cultura, tradición, origen y destino, todos los pueblos amerindios conocieron y utilizaron el temazcal como el ritual mas sagrado de su sino; contactar con el corazón de la Madre Tierra para conocer sus designios y ejecutarlos! Ademas de los beneficios directos e indirectos que obtenían del ritual, como la salud física, el crecimiento espiritual y la purificación de la mente y sujeción del ego. Pero lo primero antes y ahora es la conexión con el corazón de la tierra y con el corazón del cielo en nuestros corazones humanos, para poder recordar nuestra misión colectiva e individual.

    Ahora ya no es un asunto de raza o de color; todos somos responsables de la nave donde viajamos hacia la graduación cósmica, cada uno en su trinchera personal y grupal..

    El temazcal es el catalizador del despertador de esa conciencia cósmica, un túnel del amor que lleva al instante presente, osea, al despertar! El renacimiento desde el vientre materno que representa un temazcal, no es solo una figura literaria o poética, una expresión alegórica o metafórica,… no. Realmente es una experiencia trasendente, un renacimiento de la consciencia cósmica a la que llamamos dios, dentro de nosotros.

    Por que: «..primero busquen el reino de dios.. y todo lo demás les será dado..» Pero ya en secreto a sus discípulos les dijo: «Dentro de ese reino está un Rey, apresúrense a buscarlo mientras están vivos, por que cuando mueran lo buscarán y no lo van a encontrar…» «Ese rey son vosotros mismos!»

    Osea que el Señor enseñó budismo clásico ancestral a sus discípulos. Les dio la verdad que los liberó.. lo mismo hace, toda proporsion reservada, una o varias ceremonias del vientre materno nativo americano.

    Uókaje !!!! (hoy es un buen día para morir!!!!)

    Es mi expresión favorita dentro de un temazcal. El ego la escucha sabiendo que la «promesa de muerte» va dirigida a él,.. y solo traga saliva con algo de dificultad… y cada pedacito de muerte del ego, es un pedacito recién liberado de rey.

  2. dragon dice:

    Muy buen articulo muy bien documentado y sombre todo muy bien
    tratado.El trabajo es indudablemente iniciatico.La correspondencia cultural y religiosa entre los diversos pueblos de América es. Un hecho innegable.La raíz atlante esta muy arraigada en nuestro continente. La evolucion de la raza humana tiene el camino de la doble serpiente sujetas a su báculo; por lo tanto, sus fases alternantes son identicas en en muchos pueblos en apariencia distantes,pero unidos por igual sabidurías. SALUDOS!!!

  3. Roberto Bs As dice:

    Armando: Felicitaciones por tú comentario un deleite!!!! a la vista y al Corazón.
    desde Bs As Gracias; Roberto.
    Pregunto si se me autoriza copiar él comentario ya que lo considero, un documento. Esta para imprimir y repartir

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