Decidí unos pocos artículos atrás comenzar a compartir con mis lectores algunos rituales espirituales de Ayurveda, quizás poco conocidos aún por muchos practicantes (lícitamente más enfocados en sus aspectos “clínicos” pero soslayando, como expresé aquí, los beneficios de hacer hincapié particular en su Espiritualidad) y con el confeso propósito de estimular a los mismos –conocedores del tema o principiantes- a acercarse y profundizarlos, respetando y honrando así el mandato de quienes me formaron.
En este caso particular, trabajaremos sobre el Shivalingam, expresión sánscrita resultante de la fusión de dos símbolos, el “lingam” o expresión fálica, y el “yoni”, representación de la vagina. Unidos en un solo objeto tridimensional –precisamente, el “shivalingam”, simboliza cómo la Dualidad Universal se hace Uno para expresarse como Creación. Una mirada puritana del Occidente llevó durante mucho tiempo a darle sólo connotaciones sexuales, olvidando que la Sexualidad es la manifestación microcósmica de aquellos procesos trascendentes en el Macrocosmos.
Un antiquísimo adagio hindú dice que “los dioses vuelven sus miradas y sonríen allí donde se devocione un shivalingam”. En sus cinco mil años de historia, el Ayurveda ha respetado no solamente como una Tradición sino como una herramienta de trabajo el ceremoniar un shivalingam, y quien crea ver aquí una intencionalidad meramente religiosa ejercerá una mirada correcta, sí, pero enormemente incompleta.
En efecto, les retrotraigo a la enseñanza primigenia del Ayurveda: la interrelación de todos los planos de nuestra naturaleza es tan estrecha, y la de éstos con el Todo, que un ejercicio consciente en uno de ellos necesariamente repercutirá en los demás. Recuerden aquella enseñanzas conmovedora (por lo profunda pero también por su constatación empírica) que “la pronunciación de mantrams crea nuevas vías neuronales”.
Y en este caso, la herramienta en cuestión, devocionar un shivalingam, podemos reformularlo en otros términos: nos alinea con las corrientes de energía y vida Inteligente del Universo. ¿Quieren ponerlo de otra forma?. Pues bien, ¿qué tal ésta?: Resonamos con los Arquetipos Cósmicos. ¿Una tercera mirada?: despertamos nuestra Divinidad Anterior. Pero si quieren saber cuál es mi concepción preferida, diré que precipita la Ley de Atracción hacia nosotros.
Por práctica empírica, esto es, por experiencia directa, diré que funciona. Sea lo que cada uno entienda por “dioses”, “algo” nos sonríe en nuestra Vida cuando devocionamos un shivalingam. Y cuando recuerdo aquella enseñanza ancestral, la del refrán ya comentado, pienso que este objeto se ha transformado en un “punto de anclaje” (expresión tan cara a nuestros estudiantes de Parapsicología, por ejemplo), es decir, un objeto físico que fija, ancla, adhiere, energías –psíquicas, cósmicas- identificadas por Correspondencia con él.
La técnica
Debe la persona proveerse, lógicamente, de un Shivalingam. Puede crear el “espacio sagrado” para trabajar con el mismo (altar con alguna imagen hindú –Gasnesha, Shiva,Khrisna, Vishnú, Lakshmi, Hanuman, Saraswati, Kali, aunque en mi caso lo hago con Danvantarin, el “médico de los dioses”- , una lámpara de aceite, implementos como cucharillas y vasijas de bronce para trasvasar los líquidos, campana o cuenco) pero es el Shivalingam el eje de su Universo y por ello, y ante la falta de otros elementos, se basta y sobra.
El practicante deberá entonces encender la lámpara de aceite (en su defecto, una vela, aunque es preferible que en algún momento se haga de aquella pues las vibraciones de la luz provocadas con los aceites empleados son superiores al uso de estearina, parafina y, como no, sebo) frente al shivalingam, saludar tres veces (con las palmas de las manos unidas) y tomando un poco de “ghee” (manteca clarificada, en otro artículo enseñaré a prepararla de forma casera), aceite de sésamo, coco u oliva con la cucharilla –que debe ser de bronce también- echarlo sobre el shivalingam (si es “ghee”, derritiéndolo previamente sobre la llama) mientras se musita suavemente un mantram de los indicados más abajo. Este “baño” del shivalingam se repite cuatro veces, tras lo cual se deja la cucharilla y se entonan mantrams, en la clae y cantidad de repeticiones que se entienda menester. Recordemos que la Tradición dice que un mantram debe repetirse 108 veces, en su defecto 64, si no es así 32, 16 u 8 veces. (queda claor que “64” no lo es por ser división por dos de 108, aunque todas las otras cifras sí lo son de 64). Finalizadas las repeticiones, se saluda al shivalingam otra vez tres veces, diciendo, con la última salutación, “Namaskar”
Tenemos aquí una “gimnasia espiritual” que, como toda gimnasia, mostrará resultados en tanto hagamos de ella un hábito. ¿Sirve visitar el gym una vez por quincena?. No mucho, por cierto. ¿Una vez por semana?. Sí, tendrá alguna utilidad. ¿Tres veces, cuatro veces por semana?. Es óptimo. Ésa es la intención con que debe practicarse esta técnica.
Insisto en el efecto: por ejemplo, sobre la salud, que en Ayurveda es condición necesaria de trabajar todos los planos (esto es tan así que, y seguramente les sorprenderá, existe una técnica para observar los problemas físicos, emocionales y espirituales de una persona observando sus heces) . Cierro esta nota facilitando los mantrams que recomiendo, sugiriendo la recitación de todos ellos, cuando menos ocho veces cada uno, al ceremoniar tu propio shivalingam.
Namäni dha Danvantarin ädi devan
Surasurair vandita päde padman
Loke jarà ruk bhaya myrtyn näsan
Dhäbaräm tsam vividhausadhinäm
Intelectual
Aum
Saha Nau avatu
Saha nau bhunaktu
Saha viryam karayavahai
Tejasvi nihuyadhijam astu
Ma viduisshavahai
Aun shanti shanti shanty
OM BHUR BHUVAH SWAH
TAT SAVITUR VARENYAM
BHARGO DEVASYA DHIMAHI
DHIYO YO NAH PRACHODAYAT
Para agradecer al Universo
Om namah shivaya
Para eliminar negatividades
Om Dam Duregyar Namaha
Muy interesante!!!
Interesantísimo, amigo Gustavo. Pero tengo (tenemos, los que no conocemos la pronunciación hindi) un problema. La pronunciación de los mantrams crea nuevas conexiones neuronales… pronunciándolos correctamente. ¿Pero qué puede pasar si en lugar de «chexpir» pronuncio «sakespeare»? Pienso que sería como si el médico me recetara gimnasia, o magnesia, o algo así…
La transcripción de los signos del sánscrito, hindi, o ¿…? a los occidentales, se habrán hecho con convenciones que no tienen nada que ver con las del castellano moderno. ¿Como se pronuncia correctamente «Dhäbaräm tsam vividhausadhinäm»? ¿Dhä…? Si lo pronunciamos «a ojo» en español, obviando la diéresis y diciendo «Da», en lugar de una conexión neuronal para recuperar memoria, ¿crearemos una para mover las orejas?
En un libro de yoga aprendí a recitar el mantra «Aum», y tiempo después un amigo francés me dijo que en español se pronunciaba «Om». Y yo que creía que eran dos mantras distintos.
Siento proponerte más trabajo, pero nos ayudaría algún vídeo con la pronunciación correcta. Y digo vídeo, para poder ver el mantra escrito y asociarlo con su correcta pronunciación (y entonación).
Muchas gracias, y un abrazo.
Josep quewrido, lindo leerte. Recuerdo que esta misma y correctísima observación me la hiciste una vez respecto al nahuatl, de manera que vale la misma respuesta: es cierto, sin embargo, el sentido de ponerlo «por escrito» es para incentivar a los en buscar tutoriales y otras fuentes de información. Empero, tampoco es TAN diferente, conociendo algunas reglas fonéticas. Un abrazo (respecto a la idea del video, muy buena, sólo se trata de tener tiempo para hacerlo 🙂 )