UECHI-RYU: EL CAMINO DE LA CONEXIÓN INTERIOR

“… aunque subamos el alto camino de la montaña por senderos diferentes, si lo hacemos con total respeto y el corazón, seguramente nos encontraremos en la cima …”

Sensei Luis León

Sábado de medianoche. Mis hijos duermen desde hace un par de horas y en la lejanía, los sonidos habituales, monótonamente cotidianos. El escape libre de un motociclista alcoholizado. La ¿música? apagada de una discoteca no lejana donde los contemporáneos de uno gustan atontarse para escapar de sus pequeñeces y mediocridades diarias. Uno, dos disparos allá, lejos, ahogados entre el susurro del viento sobre los pinos cercanos a mi hogar, y el histérico chillido de la patrulla policial que se acerca, pasa y se aleja tras una nueva página oscura de los tiempos y la sociedad en que vivimos.

Medianoche de sábado. Con el cuerpo aún cálido por el entrenamiento, una ducha tibia y aquí estoy, sentado frente al teclado, luego de más de una hora –como hice costumbre– de mi práctica de Karate-Do Uechi Ryu Shobukai. Pero tras la piel fatigada mi mente, extraña y gozosamente alerta, percibe como despersonalizada de ese entorno tan común y al mismo tiempo tan extraño. Uno comprende gracias al estado de mente «ku», de mente «vacía pero alerta» que sí, que en Oriente tenían razón y este mundo que tanto nos preocupa es sólo «maya», ilusión. Una vez más, Uechi Ryu Shobukai ha restablecido mi conexión interior con el Uno.

Cuando uno fatiga muchos años de su vida en contacto con disciplinas alternativas, rondando el misterio y este universo de enigmas, conociendo personas ilustres dedicadas a experimentar los más disímiles senderos de Iluminación o de Conocimiento, cuando uno, por placer o por trabajo, hace de la reflexión e investigación de metafísicas varias, filosofías y prácticas diversas algo cotidiano, uno descubre que los caminos para alcanzar Lo Trascendente, la autorrealización, la percepción intuitiva de lo cósmico o, simplemente (¿simplemente?) la paz interior, pueden ser muchos y válidos. Yo, una vez más, vuelvo a elegir este entre otros, que es de lo que voy a hablarles en este artículo.El Karate-Do, y de sus numerosísimas escuelas, una en especial: la Uechi Ryu Shobukai.

Seguramente muchos lectores tendrán de las artes marciales en general y del Karate en particular la sensación de que se tratan sólo de eficientes formas de arruinarle la salud al prójimo o, en todo caso, una saludable actividad deportiva. Sin duda, no distinto pensaba yo mismo cuando, con quince adolescentes años, me acerqué por primera vez a ese «dojo» de Buenos Aires, a mi primer Sensei (profesor) Chozen Nakama, y a quienes a través de los años conocería y reencontraría, como compañeros de práctica y –supieron ser más dedicados que yo– los actuales senseis: Gustavo Gondra, Eduardo de Angelis, Jorge Délas… Tal vez esta nota parezca excesivamente personalista y hasta nostálgica, pero es la crónica de un camino, mi propio camino, mi reencuentro con raíces filosóficas que marcaron en buena manera mi propia forma de deambular por estos senderos espirituales.Porque aun cuando la inconsciencia juvenil sólo es motor para alimentar el ego con perfomances físicas que nos place descubrir que pocos pueden imitar, el Karate-Do, el «sendero de la mano vacía»,. que ello es lo que significa, templa otras cosas además del cuerpo. Templa el espíritu. Templa la mente. Siempre tuve la sensación de que cuando a través de los años pude enfrentar sin menoscabo tanto las críticas acerbas de mis contemporáneos como la mofa de la «intelectualidad» por aquellos temas –éstos temas– a los cuales había elegido dedicarme, mi convicción y seguridad interiores estaban en buena manera abonados por la templanza que Uechi Ryu me había dado. Pero me dio más. Me dio la firmeza psíquica para, en expediciones, caza de «fantasmas» o simplemente deambulando arrabales, superar toda dificultad. Me enseñó que más debemos temerle a los vivos que a los muertos. Me dio el equilibrio interior para remontar la ola de los sinsabores de la vida, profesionales o personales. De alguna manera, despertó en mí lo escaso de mi modesta percepción extrasensorial. Y me trajo paz y serenidad. Que no es poco.

Así que, cuando uno, que no cree en la casualidad, descubre que una cadena de acontecimientos menores en la vida sobre los que no los aburriré me pone nuevamente en el camino de la práctica, de transpirar el «karategui», de focalizar todas mis energías en la práctica del «sanchin», es porque, como Ouroboros, la serpiente alquímica que se muerde la cola indicando el renacer de los mismos ciclos del Universo, «algo» señala que debe caminarse por viejos senderos con nuevos zapatos. Ya no soy un adolescente. Ya no me interesa arruinarle la salud al prójimo. Pero otra vez estoy, aquí, haciendo Uechi Ryu Shobukai.

La vida es como un «dojo». Cada nuevo día, enfrentamos un nuevo «kumite» (combate). De ahí que la actitud del verdadero artista marcial, la actitud del Guerrero, es fundamental para superar los sinsabores de esta vida. Aprender, por ejemplo, que lo importante no es vencer o morir, sino estar en el camino. Vencer es tan natural como ser vencido. El vencedor de hoy será el vencido de mañana, y ganar o perder es tan natural como el flujo y reflejo de las olas sobre la playa. Aprender que el miedo no desaparece evitándolo, ya que así sólo desconocemos aún más lo que lo genera, y el miedo es hijo de la ignorancia. El miedo desaparece contactando de lleno con lo que creemos que lo produce y así percibiendo su naturaleza vacía, transitoria, confusa. Aprender  a no malgastar energías en discusiones, distracciones, reflejos autocompasivos: sólo hay una dirección en la que podemos caminar en la vida, y es hacia adelante. Aprender a  estar en el momento, ni antes, ni después. Cada situación es un momento irrecuperable y, después de todo, hoy es el primer día del resto de nuestras vidas.

Claro, también aprende uno a combatir (y cómo), pero proporcionalmente crece el respeto a la vida –propia y ajena– la adaptabilidad a la convivencia y el respeto al otro. Es que uno descubre que la hostilidad, la agresividad gratuita, la intransigencia, el fanatismo, todos matices de un mismo monstruo interior, sólo son el reflejo de una personalidad insegura. El matón necesita pelear (física o verbalmente, en la calle oscura o en las lñistas de internet), porque cada conflicto le renueva la decadente seguridad en sí mismo. El ignorante necesita pelear; es su única chance de imponer una «verdad» sobre la cual carece de argumentos. Pero el ser humano integrado, coherente, seguro de sí mismo, no. ¿Para que pelear, si ya sabe el resultado?. ¿Para que imponer su punto de vista, si tiene el equilibrio para ver con objetividad dónde está la verdad?. Excepto cuando los bienes supremos están en peligro, allí, se hace carne ese lema del karate: «Si te persiguen, huye. Si te acosan, evade. Pero si te acorralan, mata».

Un poco de historia

Seguiremos aquí las palabras de quien es hoy el máximo representante latinoamericano de Uechi Ryu Shobukai, el Sensei Gustavo Gondra, 7º Dan, quien en su sitio web escribe:

Aunque poco se sabe de los 13 años de Kambun Sensei en China, ocasionalmente contó historias a sus discípulos de sus viajes y el estudio del Karate. Su hijo Kanei Uechi Sensei dijo que Kambun dirigía todas sus energías hacia la Maestría del Karate. Kambun no sólo aprendió la parte física –la que incluía medicina China– sino también la filosofía subyacente, la cual dejó una impresión duradera en él. Sensei Kambun Uechi Durante 10 años de estudio, Kambun Sensei obtuvo recursos para abrir su propia escuela. Con gran dificultad al principio, Kambun inauguró su Dojo en la Provincia de «Nansuone». A Kambun le habían advertido de no abrir la escuela allí pues otros ya habían fallado, a esto Kambun respondió «que él deseaba probar su habilidad en Karate enseñando allí, pues le gustaba el lugar». A su tiempo, a pesar de unos pocos arrestos, su reputación creció hasta que finalmente tuvo una escuela exitosa con muchos estudiantes, incluyendo a Mr. Gokenkein, quien era el que le había aconsejado a Kambun que no era una buena idea abrir la escuela allí. Kambun Uechi tuvo el honor de ser el único Okinawense que había aprendido en China y era aceptado como un Maestro. Kambun se encontraba contento en este pueblo y lo estaba haciendo bien como Maestro, cuando desafortunadamente, uno de sus estudiantes, quien por naturaleza era tranquilo y modesto, fue provocado a una pelea sobre una disputa de límites. Su oponente atacó traicioneramente al estudiante, quien se defendió instintivamente y accidentalmente lo golpeó con un puñetazo mortal. La gente del pueblo culpó de esto a Kambun Sensei, pues él le había enseñado a este estudiante y entonces el respeto del pueblo se tornó en desconfianza y odio. Kambun había estado enseñando tres años antes de que volviera a Okinawa, jurando nunca enseñar Karate nuevamente y ni siquiera volver a hablar sobre él. Hay muchas versiones de la historia de cómo Kambun  Uechi comenzó su maestranza nuevamente, la mayoría son parcialmente verdaderas. La siguiente fue contada por Kanei Uechi Sensei (hijo de Kambun) y confirmada por el alumno de Kambun, Ryuyu Tomoyose. Kambun Uechi volvió a Okinawa en 1910, se casó y comenzó a cultivar la tierra en la parte sur de la Isla, cerca de Naha. La vida transcurrió tranquilamente para Kambun durante estos años. Dos años después de que Kambun Sensei volviera a Okinawa, el Sr. Gokenkein se involucró en una pelea con un Maestro de Karate de Naha. Cuando Gokenkein venció al Maestro, muchos otros Maestros lo desafiaron pero ninguno pudo derrotarlo. A partir de entonces muchos jóvenes le pidieron que los instruyera en su estilo de Karate. Gokenkein les decía que vivía en Okinawa un gran experto en Karate, el que había sido su Maestro en China. Pronto la reputación de Kambun creció y se expandió, aunque nadie lo había visto practicar. Muchos jóvenes lo visitaban para que les enseñara pero él les decía que lo habían confundido con otra persona, pero finalmente la gente del pueblo lo confrontó con el Sr. Gokenkein. Luego de esto Kambun no pudo negar las historias, pero aún se rehusaba a discutir sobre Karate o a demostrar un Kata. Cada año el departamento de Policía de Motobu daba una gran celebración y todas las escuelas de Karate demostraban sus habilidades. Los otros Maestros que estaban ansiosos de ver la prueba de la habilidad de Kambun le pidieron al Mayor de Motobu que intercediera ante él para una demostración en la celebración. Harían que Kambun asistiera y se sentara tan cerca del escenario, que si rehusaba a  los pedidos del Mayor, perdiera prestigio. El plan funcionó, pues cuando el Mayor le pidió a Kambun que hiciera la demostración, los otros Maestros que estaban sentados cerca de él, lo empujan traviesamente al escenario. La exhibición de Kambun Sensei, fue realizada con tal poder y fuerza, tan veloz y hermosa, que deslumbró al público de tal manera, que apenas bajó del escenario y regresó a su hogar, la celebración terminó, pues nadie más quiso continuar… A partir de entonces Kambun fue respetado por toda Okinawa como un gran experto en Karate. ltosu Anko, un gran experto de Karate del sistema «Shorin Ryu» y un profesor de Karate en el colegio de Maestros de Okinawa, le pidió a Kambun aceptar un cargo. Había tanta presión de tantos lugares diferentes que Kambun Uechi finalmente dejó Okinawa para ir a Japón en 1924. En Japón, Kambun vivía en una pensión en la prefectura de Wakayama, cerca de Osaka. Allí conoció a un alerta y agresivo joven de Okinawa, un vecino de nombre Ryuyu Tomoyose. Por accidente, Ryuyu sospechaba que Kambun conocía el Karate, y una noche Ryuyu inventó una historia sobre una pelea, describió un ataque ficticio y luego dijo que no sabía qué debería haber hecho. Luego de escuchar esto, Kambun se entusiasmó mucho y le explicó a Ryuyu qué debería haber hecho. Cada noche por una semana Ryuyu le describió a Kambun una situación de ataque diferente y cada noche Kambun le explicaba qué debería haber hecho. Después de darse cuenta que no podría continuar con esta artimaña por más tiempo, Ryuyu le dijo a Kambun que él sabía de sus habilidades y le imploró que le enseñara. Al principio Kambun se rehusó pero finalmente aceptó por amistad con Ryuyu y con la condición de que no se lo dijera nunca a nadie más. Dos años más tarde, Ryuyu le pidió a Karnbun Sensei que enseñara en público, alegando que si no lo hacía, la forma de este Arte pronto moriría, y que algo tan bueno debería ser enseñado a otros. Finalmente Kambun accedió, y Ryuyu reclutó muchos alumnos, la mayoría de Okinawa. Kambun continuó enseñando en la Prefectura de Wakayama hasta 1947.

Sensei Kanei Uechi
Sensei Kanei Uechi

Su hijo Kanei, comenzó su estudio de Karate en 1930 bajo la guía de su padre en Japón, estudió por 10 años y luego abrió su propia escuela en Osaka por dos años. Partió a Okinawa, contrajo matrimonio y se estableció como un granjero por poco tiempo en Nago (al norte de la Isla). Ryuko Tomoyose, hijo de Ryuyu, estaba viviendo en Futenma, supo por su padre que Kanei Sensei estaba en Okinawa, en Nago. Inmediatamente Ryuko lo buscó y al encontrarlo, lo llevó a Futenrna a enseñar. Sensei Kanei Uechi estuvo activamente enseñando Karate desde entonces, hasta el día de su muerte.

Sensei Kanbum Uechi
Sensei Kanbum Uechi

Es precisamente el Sensei Gondra quien, tras superar numerosísimas dificultades logró darle sentido de permanencia a un estilo marcial que actualmente tiene sedes en distintos puntos de Argentina, Colombia, Estados Unidos y alumnados en Brasil, España, etc, todos respondiendo a la enseñanza y la autoridad de este Sensei argentino, quien alguna vez supo escribir:   «… Está bien respetar y aprender cuando yo estoy. Está mejor aún hacerlo cuando yo no estoy.Practicar es existir, practicando cada uno existe, pero les digo que si sólo lo hacen cuando yo estoy, es existir a través mío, cuando la realidad es existir cada uno por uno mismo. El riesgo es grande, porque cuando yo muera si sólo están por mí, moriremos juntos, si estamos por ambos, con el tiempo y aunque yo ya no esté a través de ustedes, seguiré viviendo.»

Uechi Ryu no es sólo una letal forma de combate. Tiene una altísima dosis de espiritualidad en su tradicionalismo, donde los movimientos combinados conocidos como «katas» son efectivamente una forma de meditación en movimiento. En Uechi Ryu cultivar el espíritu sano, no sólo significa formar alma, sino también educar y perfeccionar la capacidad racional que permite tener profunda reflexión y buen juicio, y cultivar actitudes que permitan llevar a cabo su fe, actitudes que responden a distintos aspectos.       A través de la percepción de la esencia del Karate se cultiva Justicia. A través de la correcta actitud con que se practica la técnica del Karate se cultiva Valor. A través del ánimo y seriedad con que se estudia la filosofía del Karate, se cultiva Sinceridad. A través de la franca reflexión con que continúa la práctica del Karate, se cultiva Bondad. A través del sufrimiento y la paciencia con que continúa la práctica del Karate se cultiva Espíritu de Sacrificio.

El «Dojo»

Un Dojo tradicional es, de hecho, un patriarcado. El «Sensei» es el Maestro del Dojo. Sensei es una palabra japonesa para algo así como Profesor Honorable, de forma que los doctores y abogados pueden ser llamados de igual manera, «Sensei».

En el Karate, el Sensei mira a sus alumnos como si fueran hijos e hijas, viéndoles de forma que ellos nunca se podrán observar. Él influye directamente en su carácter y su físico, incluso más que sus familias, es por ello que debe estar por encima de sus alumnos, no sólo en un plano técnico, sino personal y como ser humano también.

El Dojo es realmente la casa del Sensei, los estudiantes vienen a su casa a aprender su forma o camino de vida, y esta forma o camino de vida es el Karate.

Las relaciones con sus estudiantes deben ser, por encima de todo, objetivas y bien definidas. Sólo de esta forma se perpetúa el aprendizaje. Todas las Artes Marciales apuntan hacia un proceso de auto-realización. Es un deber para el Sensei poner un ejemplo para cada cosa, de forma que el alumno avance no sólo técnicamente, sino en madurez también. Un Sensei aprende primero a ayudarse a sí mismo, antes de hacerlo con otros.

A menudo, durante el curso de los entrenamientos, un alumno alcanza un estado dificultoso debido a su afán de aprender, tal vez debido a la excesiva impaciencia u otras razones emocionales. En este caso, el Sensei o Profesor hace las veces de amigo, tanto como de corrector en cuanto a la técnica del Arte.

Todos los Sensei tradicionales son perfeccionistas, es difícil ver en un Dojo tradicional muchos aparatos para su uso. Todo estudiante es enseñado a andar el camino de la perfección diaria, a través del kihon (formas básicas).

Mantener sus cuerpos en el mejor estado físico es un requisito y exigencia para todos los alumnos. Los combates se suceden contra oponentes más grandes, más fuertes o más pequeños y más débiles que uno, se les enseña a practicar la autosugestión y la meditación. Saben que el que gana no puede abandonar nunca y que el que abandona, nunca ganará nada.

El profesor Richard Kim, un gran Sensei, una vez dijo sobre el entrenamiento de Karate, «es un desafío que se hace durante todo el tiempo de Vida». Ese desafío es de uno mismo a uno mismo, todos los Dojos tradicionales mantienen sus estandartes de limpieza y belleza, tal como existía en los Dojos originales. En los Dojos del viejo Japón, la calidad del trabajo desarrollado es el reflejo de la atmósfera del Dojo.

Un Dojo típico de Karate es limpio, espacioso, inmaculado y estructuralmente bonito. Algunas veces están adornados con figuras tradicionales, como los guardianes del templo Todaiji, para crear una atmósfera de dignidad y excelencia para los estudiantes.

Todo Dojo tradicional tiene su tiempo dedicado a la meditación. Algunas veces al principio de la clase, otras al final. Un buen estudiante gastará años antes de desarrollar el verdadero sentido de la meditación y paz interior, siempre y cuando logre superar todos los obstáculos que encontrará a lo largo del camino de la vida. En el Dojo no existe familia, trabajo, problemas, sólo existe Karate Do…

Sanchin es el corazón…

El alma del Karate Uechi Ryu es el kata «Sanchin», que significa «Tres Conflictos». El emblema Uechi incluye las tres esferas de movimientos, Tierra, Hombre y Universo. Pero lo filosófico también está involucrado en lo físico. Las esferas están conectadas por el fluir de los movimientos circulares internos. Estas mismas curvas se usan como guía para los arcos básicos de todos los bloqueos y para buscar los pasos de desplazamiento con su énfasis en un centro inamovible de equilibrio que puede ser alcanzado por el practicante. El Sanchin desarrolla ese centro de equilibrio con una combinación de equilibrio físico (postura) y equilibrio psicológico (aplicación del Zen).

El Sanchin combina la meditación con el movimiento. Mientras hacen movimientos que inicialmente desarrollan un cuerpo sano y fuerte capaz de soportar el riguroso entrenamiento mental y físico, los estudiantes pronto dominan los movimientos hasta el grado de no tener que pensar mientras los están realizando. Habiendo adquirido un estado en el cual el pensamiento no es necesario para realizar una acción, el estudiante puede enfrentar el tecer conflicto: logro de la unidad mente-cuerpo. En este estado de calma y quietud, el estudiante siente una profunda comprensión del ser y el no ser. Por lo tanto, se logra una pérdida del propio ego.

«Haga de su ego diario su ego marcial, y de su ego marcial, su ego diario».

Sensei Miyamoto Musashi

Ahora bien: ¿por qué creo tan importante difundir la enseñanza y práctica de Uechi Ryu?. ¿Por qué estoy seguro al afirmar que el crecimiento de un niño o adolescente que ha pasado por Uechi Ryu le hará, más allá de un triunfador en la vida –palabra cuyos parámetros siempre serán discutibles– un «realizado», íntegro, estable y feliz, un Guerrero absolutamente preparado para la victoria?. Simplemente, porque la práctica de Uechi Ryu Shobukai alienta, como no he encontrado otra filosofía, el despertar en todos y cada uno de nosotros el código del Bushido. En efecto, si algo puede salvar a esta sociedad de su decadencia no pasará por largos y aburridos panegíricos con que saturemos a los jóvenes. No dependerá de movimientos políticos o religiosos seculares. Tan simple y tan verdadero: sólo con que un número suficiente (pero no necesariamente grande) de nosotros viva el código de honor del samurai, alcance esa «masa crítica» de la que tantas veces he hablado para provocar el cambio de paradigmas tan esperado, y la Realidad –esta, en la que estamos inmersos– podría ser tan distinta…       Recordemos, entonces, los mandamientos que la sabiduría milenaria de Oriente nos ha legado y el tradicionalismo que nuestra escuela de Karate do ha perpetuado.

El código del Bushido

Estos son los siete principios que rigen el código del Bushido, la guía moral de la mayoría de samurai de Rokugan. Sed fieles a él y vuestro honor crecerá. Rompedlo, y vuestro nombre será denostado por las generaciones venideras.

GI – Honradez y Justicia.   Sé honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la Justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia.   Para un auténtico samurai no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia.   Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.

YU – Valor Heroico.   Álzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir.   Un samurai debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte.  Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.

JIN – Compasión.   Mediante el entrenamiento intenso el samurai se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos.   Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.

REI – Cortesía.   Los samurai no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurai es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales.   Un samurai recibe respeto no sólo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros.

MEYO – Honor.   El Auténtico samurai sólo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quien eres en realidad.   No puedes ocultarte de ti mismo.

MAKOTO – Sinceridad Absoluta.   Cuando un samurai dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará.   No ha de «dar su palabra.» No ha de «prometer.» El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y Hacer son la misma acción.

CHUGO – Deber y Lealtad.   Para el samurai, haber hecho o dicho «algo», significa que ese «algo» le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan.   Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel.  Las palabras de un hombre son como sus huellas; puedes seguirlas donde quiera que él vaya.

Debe entenderse esta nota tanto como un homenaje a quienes me iniciaron en el sendero, el «do» de Uechi Ryu Shobukai, como a quienes lo continúan hoy en día, especialmente en la persona que fue motor del desarrollo, internacionalización e institucionalización del estilo, Sensei Gondra, así como una invitación a todos ustedes, amigas y amigos lectores, si quieren conocer un camino que sí, que exige autosacrificio, responsabilidad, tesón y esfuerzo, pero que encierra la gratificación de no ser escaso en resultados físicos, mentales y espirituales. En una época donde se prometen tantos «senderos» –que por lo sencillos y rápidos más parecen veloces autopistas– es reconfortante descubrir que aún existen, dentro de lo tradicional, formas lícitas y no imaginarias de conectarse con el ser interior, despertar a nuevos estados del Yo y superar, día a día, nuestros propios límites.

Sedes donde se practica Uechi Ryu Shobukai:   En Argentina:AOUKA Sucre 2336  1º «B» – Código Postal (1428) – Capital Federal

gustavogondra@yahoo.com.ar

Teléfono: (011) 4-781-1194

(Martes y Jueves de 17:30 a 22:00 hs.)

Sede Central Uechi Ryu Shobukai: Futenma Okinawa Japón Estados Unidos: Boston Sensei Manuel Neves (7º Dan)     Colombia: Cali Sensei Jorge Chamorro (4º Dan) TemucoBuena Ventura Sensei William (1er Dan) Manizales Sensei César Alzate (1º Dan)

5 comentarios de “UECHI-RYU: EL CAMINO DE LA CONEXIÓN INTERIOR

  1. Valentín dice:

    como siempre me gusto mucho el articulo. mas porque realizo taekwondo y entendi basicamente el sentimiento que transmitis con la escritura. hoy dia que el arte marcial no se salva de ser llevada a la expresion mas burda de deporte violento o simple autodefensa fisica para gente acobardada, es bueno saber que uno no esta solo en el camino 道.
    un abrazo nos vemos!

  2. Norma dice:

    me encanto lo q lei me remonto a aquellos años hermosos q no olvidare jamas y las enseñanzas de mi profesor q en un humilde dojo me invito a ver una clase de karate era un local chiquito en una esquina,,tres alumnos y la energia de toda okinawa en ese pequeño lugar mucha practica hasta aprender san chin -Despues de un tiempo los examenes las exibiciones eramos poquitos a donde fueramos examen en long champ en un club chiquito con el sensei NAKAMA NADIE NOS CONOCIA YO LLEGUE A PRIMER KYU me costo veia el esfuerzo de los profesores y de mi profesor q hoy no me puedo acordar de su nombre el vive en boulogne sur mer partido de san isidro el me regalo su carategui para q yo pracique aunque decia q no era lo mas importante el enseñaba ahi en bouñogne si alguien me puede asercar su nombre se lo agradesere EL KARATE DO UECHI RYU FUE LO MAS LINDO Q ME PASO EN LA VIDA.-La humildad de mis maestros y la belleza del arte de este estilo quedaron en mi e hicieron la persona q soy hoy y le agradesco a dios q haya sido parte de mi vida- me despido saludos a todos aquellos q incorporaron este estilo en sus vidas Norma b mena 1er kyu de karate do uechi ryu.

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