Terror en la montaña de la muerte

”A mi parecer, no hay nada más misericordioso en el mundo que la incapacidad del cerebro humano de correlacionar todos sus contenidos. Vivimos en una plácida isla de ignorancia en medio de mares negros e infinitos, pero no fue concebido que debiéramos llegar muy lejos.”

(Howard Phillip Lovecraft)

Entre los centenares de casos extraños, enigmáticos, que he investigado y conocido a través de los años, pocos tienen el misterio, el terror y las incógnitas del llamado “caso Dyatlov”, ocurrido en Siberia, en 1959.

Un grupo de nueve personas –ocho estudiantes de Geología y su profesor- deciden atravesar el Paso Dyatlov, al pie de la montaña llamada Otorten, (en los Urales) territorio de la etnia “mansi” (el paso sería llamado así precisamente luego de ese desastre, en recuerdo del apellido de su líder). En dialecto mansi (la etnia originaria de la región), precisamente, esa montaña, mal traducida en los mapas como “Montaña de la muerte” tiene un nombre mucho más sugestivo y espeluznante. “Otorten” significa, precisamente en mansi, “no vayas allí”.

Y seguramente el grupo tendría que haber hecho caso de este consejo quizás centenario, pues desde siempre en la región abundaban las leyendas de desapariciones misteriosas, extrañas luces y no menos extraños humanoides. Pero el aguerrido y juvenil grupo (fogueado en muchas otras expediciones montañesas) no iba a hacer caso, en esa Rusia comunista de pensamiento pragmático y materialista, de monsergas de ancianas.

El grupo estaba integrado por Igor Dyatlov, líder del grupo, 23 años, Zinaida Kolmogorova, 22 años, Liudmila Dubinina, 21 años, Aleksandr Kolevatov, 25 años. Rustem Slobodin 23 años. Yuri Krivonischenko 24 años.Yuri Doroshenko 21 años, Nicolas Thibeaux-Brignollel, 24 años, y Alexander Zolotarev, 37 años. Yuri Yudin fue el único sobreviviente: sintiéndose afiebrado, decidiò quedarse en el campamento-base del pueblo, el 1 de febrero de ese año, en que el resto de sus camaradas emprendiò la que sería su última travesía.

Durante una semana no se tuvo noticias del grupo de jóvenes, hasta que las autoridades locales, preocupadas por su demora, exigidas tanto por Yuri como por las familias que desde lejanas ciudades llamaban en busca de noticias, salió en dirección de sus pasos. Y lo que hallaron aún hoy estremece.

Los nueve habían muerto, de una manera que se supone horripilante. Algunos, con todos sus huesos destrozados, como si hubieran caído de gran altura –pero fueron hallados en un claro del bosque, en terreno completamente llano- Otros, tenían enormes tajos en sus cuerpos. Otros más, horriblemente, parecían haber sido parcialmente devorados o cuando menos arrancadas sus carnes. Otro más, le había saido extraída la lengua. Una de las mujeres tenía el cuello roto con la cabeza girada en ciento ochenta grados, y la otra, en lo que parece ser el epítome de la extrañeza, presentaba terribles quemaduras, sólo compatibles con una violenta exposición a radiación. Incidentalmente, tres de los hombres también presentaban huellas menores de radiación superior a la media normal.

¿Qué había ocurrido?

Huelga aclarar aquí que aún hoy el caso permanece insoluble para investigadores civiles y militares, pese a haberse destinado ingentes esfuerzos y recursos para explicarlo. Quedó claro, sí, que el grupo viviò horas de terror antes de su trágico final. En la carpa donde se cobijaban aparecían profusos cortes a cuchillo. Unos, horizontales y cortos, del lado que miraba hacia el bosque: posiblemente hechos con sigilo y aprensión para observar y vigilar algo que les perturbaba en esa dirección. Pero otros eran en todas direcciones, enormes, hechos evidentemente en un estado de paroxismo. Hechos para huir, para escapar frenéticamente de algo que se acercaba. Todos los cuerpos excepto uno estaban descalzos, lo que probaba que en el terror habían escapado de la carpa sin tomarse siquiera tiempo para calzarse.

Claramente distinguibles los cuidadosos cortes horizontales (para observación) y los frenéticos verticales (para huida)

Las simples cámaras fotográficas de entonces tenían algunas sorpresas. Las primeras fotos muestran un grupo divertido y relajado, acostumbrado a compartir vivencias al aire libre y paseos. A medida que se avanza en los carretes, las fotos son más esporádicas y más “funcionales”: perspectivas del bosque, de la montaña. Y recientes estudios han hallado que la anteúltima foto muestra lo que parece un enorme ser bípedo, humanoide, emergiendo del bosque. Cualquier duda que pudiera tenerse respecto a lo que muestra la imagen se desvanece cuando se lee que en su libreta de notas, con trazo tembloroso y como frase final, uno de los estudiantes escribió: “El hombre de las nieves existe”.

La última foto, desenfocada, tomada de noche a lo que parecen ser extrañas luces en el cielo, arroja más preguntas que respuestas. Fue pocos minutos antes del trágico desenlace.

¿Qué ocurrió?

Muchos investigadores estamos de acuerdo que la muerte de este grupo de personas se debiò al ataque demencial de un “alma”, palabra que en “mongol” significa “hombre salvaje” y es como se conoce al “yeti” o “abominable hombre de las nieves” en Rusia. No debe extrañar al lector su dilatada geografía: antropoides gigantescos, mitad humanos, mitad primates, han sido reportados no solamente en Asia sino en Estados Unidos (“sasquatch”), Australia (“Yowuie”) y Argentina y Bolivia (“Ukamar Zupai”). Ciertos estudiosos creen que se trata del “eslabón perdido”, o supervivientes de alguna especie homínida que no logró desarrollarse y extenderse en el globo. Otros –entre quienes me incluyo- tenemos fundadas razones para suponer que se trata más bien de una entidad extraterrestre o proveniente de una dimensión o mundo paralelo, por fantástica que esta posibilidad parezca.

Las extrañas luces que aparecen en el cielo en la última fotografía (y que en algún momento fueron interpretadas como “OVNIs”) resultan ser coincidentes, según las investigaciones, con un experimento balístico que precisamente en esas fechas llevó a cabo la ex URSS: el primer lanzamiento de un misil de varias etapas, que debía caer y desintegrarse, precisamente, en la noche del 4 de febrero de 1959 en el monte Otorten. Hubo una falta de coordinación de las autoridades. Mientras los militares creían que en la región no había nadie, las autoridades civiles del pueblo no sabían del experimento militar y por eso no pusieron reparos a la expedición de los estudiantes.

Pero no fue la caída del cohete lo que los mató.

Se sabe hace tiempo que aquellas extrañas criaturas –a las que genéricamente llamaremos aquí “yetis”- tienden a ser retraídas y rehuir el contacto humano. Pero algo ocurre cuando se sienten acorraladas y amenazadas: sobran los testimonios que demuestran que experimentan un cambio aterrador en sus conductas, volviéndose demencialmente furiosas y asesinas y, concretamente en Rusia, hay varios asesinatos de leñadores o viandantes que han tenido lamentables encuentros con estas criaturas. En esa línea de pensamiento, entonces, es muy posible suponer que el yeti y los jóvenes coexistían en esa región del bosque, quizás el primero acechando y vigilando, sin atacar, al segundo (como demostraría la foto donde se le ve a la distancia). Pero cayó el misil, y el críptido (el yeti) enloqueció.

Ahora bien, ¿porqué afirmar que se trata de entidades “no terrestres” en lugar de, simplemente, postular que es una especie animal desconocida?. En este caso particular, precisamente por el tipo de heridas atípicas descubiertas en los cadáveres.

La zona del campamento, en la actualidad y en verano.

¿Qué animal, simple animal, por desconocido que sea, es capaz de provocar “quemaduras asimilables a radiaciones desconocidas”?. Esta sola prueba documental evidencia el origen no terrícola de la criatura. ¿Qué otra alternativa cabría?. Otra vez recordando a Lovecraft, entonces, uno tendría que pensar en extraños entes procedentes de otro lejano confín del Tiempo, del Espacio o de una Dimensión Paralela, que al materializarse, manifestarse en nuestro espacio y momento tridimensional adquirió características de horror que sólo el genio de Providence pudo haber entrevisto en sus pesadillas.

Monte Otorten. “No vayas allí”. Si tan sólo, detrás de las sonrisas, hubieran hecho caso…


Los protagonistas

9 comentarios de “Terror en la montaña de la muerte

  1. Celine dice:

    Muy interesante estos relatos, gracias por compartir y los felicito por sus estudios y experiencias en estos temas, un gran abrazo señor Gustavo Fernández.

  2. Ivan dice:

    Este es un caso que ya conocía.
    La primera vez que me entere de este caso fue por internet, hace años.
    Siempre pensaba que seria algo fabuloso que hagan un documental para la televisión sobre esto, para que la gente este consciente de que esto realmente paso y para que mucha gente duramente escéptica o «negacionista» lo tenga en cuenta y reflexione.

    Últimamente, canales como «Nat Geo», «Discovery Channel» y «History Channel» se han convertido gradualmente en canales «informativos» de una calidad que yo pienso, es exelente.

    Justamente el canal History hace no mucho emitió un programa dedicado a este caso en particular y relataban hechos de este suceso que no conocía, muchos de los que vos acá nombras Gustavo.
    Detalles como esa foto del avistamiento del Yeti, entre otras cosas muy interesantes, fueron contadas en el informe del programa.

    Este creo es sin duda un caso «paranormal» que toda persona debería tener en cuenta, mas allá de que «crean» o no.
    …Es que es un suceso real que nadie puede negar. Fue investigado por las autoridades rusas y si no me equivoco ellos mismos denominaron al caso como «No Resuelto»…

    Este es solo otro de los tantísimos casos de características «paranormales» que son extremadamente poco conocidos por la gente común y corriente pero que de investigarse profundamente e Informando-NOS al respecto, creo, seria todo un poco diferente.

    El hecho de que estos seres ya no provengan de otros planetas si no de otras «Dimensiones»…… te juro es algo que casi no puedo imaginar.
    Otras dimensiones de la realidad…..¿¿como serán estas??
    Es fascinante reflexionar sobre esto. Y es aun mas fascinante observar como no se les presta la debida atención es los medios masivos.

    ———

    Me gustaría mucho Gustavo que en algún momento si es que podes, redactes un articulo o le dediques un podcast al tema de la Criptozoologia.

    Porque al parecer «El Monstruo del Lago Ness» es también algún tipo de criatura de otra dimensión, ya que al mismo se lo ve pero esporádicamente, tampoco se encuentran huesos de restos muertos o evidencia «científica» de algún otro tipo.

    Y como comentario final Gustavo..

    Decime si no es al menos un poco curioso el personaje de la película «Star Wars», «Chewbacca».
    Un aparente «Simio intergalactico» que viaja en naves espaciales y todo eso…
    jajaja siempre lo vi curioso 🙂

    Un saludo.

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