Seamos aristocráticos

iperice001p1La primera reflexión descontracturante que debemos meditar es que, aunque vengan degollando, los seres humanos no somos iguales. Es decir, no solamente somos distintos en razón de la diversidad (la biodiversidad, la etnodiversidad, la psicodiversidad) sino, mucho más allá y aunque esto suene aristocrático (y así debe sonar, porque es aristocracia pura) el vecino de la vuelta no es igual a usted. Tal vez sea superior. Tal vez sea inferior, siempre distinto.
Esta afirmación suele dar asco. ¿Cómo que los seres humanos no somos iguales?. Cómo que hay alguien superior a otros?. ¿No es acaso sumamente anti espiritual escribir así?. Indiscutible es que resultaría más vendible mi imagen si propugnara un arrasamiento transversal y horizontal, una tasación uniforme del precio del espíritu humano.
Anti espiritual, no sé. Políticamente incorrecto… sí, sin ninguna duda. Y es que hemos sido condicionados por un corset demagógico que a cambio de hacernos creer que todos somos empíricamente iguales, encuentra así una forma sutil de manipularnos. Porque, como se sabe, es fácil manejar a la masa, lo difícil es hacerlo con el individuo. Yo he experimentado, muchas veces, las dificultades de contender intelectualmente con grupos reducidos de oyentes en una conferencia con poco éxito de público, pero qué fácil y llevadero se hace en reuniones multitudinarias. La masa de cien personas tendrá doscientos brazos y doscientas piernas, pero sigue siendo un solo cerebro.
En Esoterismo solemos decir: los seres humanos son iguales en esencia, poco iguales en potencia y totalmente desiguales en acto. Es decir, si bien esencialmente somos iguales, nuestra historia kármica y familiar establece necesarias diferencias. Si a estas diferencias las exageramos con nuestras elecciones de vida, pues seremos totalmente distintos. Unos más, otros menos. Sólo una política bastarda puede sostener que debe valer lo mismo la opinión (es decir, el voto) de un golpeador infantil, un charlatán, un inmoral que el de un individuo que ha modelado su carácter al fuego de su voluntad, respetuoso y solidario con el prójimo.
Pues claro, a la impresentable clase política no le conviene el individuo pensante, como no le reditúa el moral o intelectual. Qué mejor que convencer al inútil o vago de turno, siempre a la pesca de una limosna estatal, al que vende su voto al mejor postor, al que concurre alegremente a la concentración partidaria por un emparedado o una botella de cerveza, que tiene él, su pensamiento, su espíritu, el mismo valor que el otro, que la otra, que quien se toma el trabajo de sopesar alternativas, quien piensa en loque conviene a los demás además de sí mismo, que se toma el trabajo de profundizar en su conocimiento de hechos, personajes, historias, obras y propuestas antes de tomar una decisión. Qué mejor que hacerle creer a esos mediocres, esos chatos, frívolos, superficiales, egoístas consumistas y pasatistas de la vida que valen lo mismo que los devotos, los esforzados voluntarios, los consoladores crísticos del dolor ajeno, los luchadores de las causas nobles y justas. Todos valemos lo mismo, claro, y otra vez, la Biblia junto al calefón, la Madre Teresa junto a Jack El Destripador. Y esto porque si después de todo NO somos iguales, y la Madre Teresa NO se puede poner junto a Jack El Destripador… ¿a partir de qué punto comienza a dividirse la gente?. Y, lo más importante, ¿quién hará la división?.
No; somos aristocráticos porque el espíritu lo es, aunque repugne a los “progres” y pseudo liberales. Porque “aristocracia” significa el “gobierno de los mejores”, y debemos buscar el consenso, el gobierno, la orientación y el consejo de los mejores. Aristocracia igual a nobleza oligárquica es sólo una deformación de los tiempos históricos. Aristos, el mejor, es el más moral, el más sabio y el más culto de los hombres y mujeres. El esoterista quizás no lo vea jamás. Pero jamás cejará en su voluntad de serlo. Porque en la vida lo importante no es vencer o fallar, sino estar en el camino correcto.

4 comentarios de “Seamos aristocráticos

  1. Jorge Agote dice:

    acerca del párrafo:
    «Qué mejor que convencer al (grupo 1) inútil o vago de turno,… o una botella de cerveza, que tiene él, su pensamiento, su espíritu, el mismo valor que el otro, que la otra, que quien se toma el trabajo de sopesar alternativas (grupo 2),… y propuestas antes de tomar una decisión. Qué mejor que hacerle creer a esos mediocres (grupo 1),…que valen lo mismo que los … luchadores de las causas nobles y justas (grupo 2)»
    Está clarísimo que los que deciden la inclusión o exclusión de los protagonistas de esta sociedad son los políticos y sus séquitos,sin distinciones partidarias. Sin embargo creo que los del grupo 1, no poseen, a esta altura del partido, capacidad para ser «convencidos» de que tienen el mismo valor que los otros. Perdon por mi repugnante falta de respeto hacia esa gente, pero creo que el grupo 1 no responde concientemente, Ha sido «encapsulado» por los políticos en una ignorancia tal – a través del proceso de analfabetización acelerado en la argentina de los 90 y por el proceso de subsidiariedad ad-infinitum, inaugurado por Alfonsin y enriquecido por todos sus sucesores- que obran instintivamente y de ninguna manera puede atribuírsele responsabilidad en el proceso de decadencia en el que estamos inmersos. Creo que entro en el grupo 2, pero vivo rodeado de gente perteneciente al grupo 1 y son lo que son, por voluntad ajena. Y ojo, tal vez muchos del grupo 2 sean cómplices (por acción u omisión) de sus «odiados» políticos, protagonistas de los tiempos democráticos y los otros….

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