Matías Alé, los ataques psíquicos y Antón Pirulero

AléAgradeceré la amabilidad de los lectores no argentinos evitar extenderme en explicar quién es, qué hace, ese personaje televisivamente mediático y “popular” (en Argentina) llamado Matías Alé. A interesados, les pido la deferencia de googlear su nombre e ir al punto que nos interesa. Galancete de televisión devenido en actor y más conocido seguramente por sus historias sentimentales que por sus dotes histriónicas, su historia personal sería irrelevante a los fines que pretendo resumir si no hubiera instalado, televisión mediante, un debate que debe darse.
Alé ha tenido en estos días, aparentemente, brotes psicóticos. Cuando menos, así lo definen los especialistas académicos. Tras el primero –en su domicilio- tuvo que intervenir la policía y fue trasladado –por la fuerza, obvio- a una clínica psiquiátrica. Y en un par de días, mientras los noticieros ocupaban decenas de minutos con transmisiones en vivo de la palabra de la esposa, suegra, ex parejas, amigos actuales, amigos devenidos enemigos, opinólogos y un largo etcétera, desfilaron –como decía ser- una pléyade de psiquiatras y psicólogos explicando que le pasó a Alé.
Mientras tanto, de manera paralela y casi subrepticia, se instala en buena parte de la opinión pública la convicción –por un colectivo de razones que sería largo y aburrido de explicar aquí- que este joven ha sido víctima, literalmente, de una “brujería”. Ya saben mis lectores: en Parapsicología reemplazamos esa voz popular por la expresión “ataque psíquico” y ya hemos fundamentado en extensión la credibilidad de su realidad. Claro que, como siempre, repetimos que no porque nos apretamos un dedo con la puerta es que la hosca vecina nos ha hecho un “hechizo”, y que el facilismo de explicar todas las dificultades de la vida como “ataques psíquicos” es sólo eso: facilismo. Pero que las hay, las hay.
Va de suyo que no tengo del “caso Alé” más información que la sesgada e incompleta que brindan los medios, de manera que nada más alejado de mi objetivo que “sentenciar” sobre la naturaleza de lo que le pasa. Pero creo que la oportunidad amerita otras reflexiones.
Ya sabemos que buena parte de la prensa saca patente de “seria y creíble” literalmente comprando el paradigma cultural dominante, sin cuestionarlo. Tiene algo casi tierno ver como algunas mentes lúcidas en el oficio de informar son ácidos y filosos en cuestiones políticas, sociales, deportivas, pero en cuanto a tocar a la Magna Ciencia proceden como hindúes devotos frente a una vaca sagrada. Sólo reverencias y silencio. De ahí que para el periodismo contemporáneo sobrenada la percepción que un “científico” es un héroe moral, un infatigable y sacrificado filántropo de la Humanidad y el Saber. Palabra Santa, bah. En ese paradigma, lo ”parapsicológico”, lo “espiritual” tiene poco más que el estatus de “creencia” y en la mayoría de los casos, un campo pródigo en supersticiosos y chantas. Y ahí termina la cosa.
El asunto –y por esto mi referencia a Alé- es que este pobre hombre sigue allí, internado, y los brotes, repitiéndose. Nadie llama a un exorcista (bueno, sí, lo ha visitado uno pero se le ha mantenido a cierta distancia) ni a un especialista en fenómenos paranormales y Alé sigue entre la inconsciencia de la sedación y el estallido místico. Mientras los periodistas siguen con la letanía de evitar “la superstición” y escuchando arrobado a psiquiatras que acumulan etiquetas para “explicar” el problema, descubrimos que las etiquetas y las explicaciones no le solucionan nada y el sujeto sigue empeorando. Si esto llega a terminar de la peor manera posible, vendrá lo previsible: un caballero de bata blanca que se parará frente a las cámaras y pronunciará el exhorto ecleciástico. Perdón, académico: “La Ciencia hizo todo lo posible”.
Y sin duda la ciencia habrá hecho todo lo que pudo. La pregunta es si la exclusión, por “creencia” de otros abordajes, en la presunción que pueden agravarlo no es cercenar el propio derecho del paciente a que se respeten sus creencias. Y a mí no me sirve que la ciencia me “explique” porqué se muere alguien, como si eso cambiara el hecho que está muerto.
He escrito muchas veces que los ataques psíquicos, el “vampirismo energético” y ese largo etcétera que estudia la Autodefensa Psíquica penetran por el flanco más débil de la víctima. De modo que es muy posible que hubiera un desequilibrio psicológico, neurológico o fisiológico previo que fungiera de “talón de Aquiles” del ejemplo que estamos planteando (otra vez: que es sólo un ejemplo porque no tenemos certeza alguna que en este caso sea así).
O para llegar al punto que me interesa: mientras una cohorte de “espiritualistas” deambulan por los estudios de televisión tratando de autopromocionarse para sumar clientes y por eso permitiéndose participar en los ridículos más graciosos con tal de tener un poco de cámara, mientras muchos “científicos” se sienten realizados porque logran “ponerle nombre” a las patologías y matar los síntomas, mientras tantos periodistas se perciben “progres” y modernosos por actuar de escépticos racionalistas sobre temas que no comprenden porque nunca se permitieron estudiarlos con alguna profundidad (obvio: como esas cosas “no existen”, ¿para qué perder tiempo investigándolas?) mientras cada uno juega al Antón Pirulero atendiendo su juego, miles, decenas de miles de pacientes son literalmente arrumbados en hospicios psiquiátricos el resto de su vida porque en este luminoso siglo XXI, claro, no podemos tomar en serio las supersticiones medievales y “la Ciencia hace lo que puede”.

A propósito: el «Antón Pirulero» de la canción infantil habría sido un asesino, oriundo de Granada, España, que allá por el siglo XVII mató a su mujer y se deshizo del cadáver vendiendo su carne a los vecinos. Que sospechaban, pero cada uno atendía su juego. Con el tiempo, se perpetuó sádicamente en una canción infantil (como otras canciones y otros cuentos). Que el juego que cada uno atienda no disimule otras tragedias.

7 comentarios de “Matías Alé, los ataques psíquicos y Antón Pirulero

  1. nora opermeier dice:

    hola, gustavo, leyendo tu artículo sobre matías ale, me vino a la mente el caso del chico que desapareció en nuestra zona, río negro. Aún lo buscan desesperadamente. Su vehículo apareció abandonado al costado de una ruta más o menos a 200 km de su lugar de origen. Ahora de a poco surgen datos que estaban reservados sólo a la policía y la familia. Parece que el chico llegó gritando a la comisaría pidiendo ayuda, diciendo que escuchaba voces que le mandaban asesinar a su padre. Como nunca habían tenido un caso así, lo dejaron un rato para que se tranquilice, mientras llamaban a superiores pidiendo instrucciones. En ese lapso, el chico salió, subió a su camioneta y desapareció. Como te dije, han circulado muchísimas fotos porque nadie aportó, ningún dato de nada… se llama rodrigo hredil y es del balneario las grutas, provincia de río negro.

  2. Rita dice:

    Es muy importante como ser humano ayudar a otro ser humano. Existe la forma de ayudar a una persona en esas condiciones? Que se puede hacer? Soy neofita en el tema pero desde mi corazòn elevo una oración por èl y todas las personas que igualmente lo necesiten. Sepan disculpar.

  3. laura dice:

    El caso de Rodrigo Hredil es como lo comenta Nora Opermeier,solo que la camioneta aparecio a 20km de Las Grutas..NUNCA MAS SE SUPO DE EL….si lo googlean hay mucha información,su familia y toda la comunidad desesperada !!

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