La historia de la “casona embrujada” de Tezanos Pinto y su protagonista

Antes de profundizar en los eventos parapsicológicos que (sostenemos nosotros) ocurren en ese lugar, y sabiendo que aún los escépticos y negadores cederán a la curiosidad de comenzar a leer este trabajo (peor quizás no llegando más allá de unas pocas líneas) permítaseme decir, como introducción esto: en nuestros blogs, páginas en redes, Youtube, etc., aparece gente declarando haber visitado el lugar y contando sus experiencias. Y también, quienes lo hacen, o conocen el sitio, y sostienen que “allí no pasa nada porque ellos nunca vieron nada”. Sólo decir que hay que ser muy torpe para asomarse al balcón y, cuando al mirar al cielo nada llama nuestra atención, regresar a postear en una red social que los meteoritos no existen porque salieron al exterior y no vieron ninguno.

Un lateral de las ruinas

Me he decidido a escribir estas líneas no para “demostrar” la realidad de los fenómenos que ocurren en (y alrededor) de la hoy famosa casona de este pequeño pueblo entrerriano, sino con el afán de poner ideas en orden, hacer una “línea de tiempo” de la historia y ubicar en contexto a quienes desconocen los pormenores. No tengo duda que los lectores pueden creer o no los pormenores de esta historia y a fuerza de pecar por irrespetuoso huelga decir que me tiene sin cuidado: reflejo los hechos como ocurrieron, dejo libre a cada uno la interpretación de los mismos (es obvio que yo tengo la propia) y continuamos profundizando. Si los comentarios de terceros influyeran en mis exposiciones, hace tiempo que habría abierto un drugstore para ocuparme sólo de ello.

Veinticinco años atrás, cuando aún existían sus altillos, investigando en el lugar

Corría el año de 1990 y estaba al aire, los domingos por la noche, con mi programa “Al Filo de la Realidad” en LT14 Radio General Urquiza, de la ciudad de Paraná, Entre Ríos, Argentina. Ya en ese entonces, Alberto “Quique” Marzo era el productor del ciclo. Sí, el mismo, inefable Quique que bien conocen hoy los fieles seguidores de nuestros podcasts. Cierta noche un oyente anónimo nos pregunta qué sabíamos de la “casona embrujada de Tezanos Pinto”. Seré sincero: si me apuran –como supongo le ocurre a muchos lectores- creo que ni siquiera sabía que el pueblo existía. Situado sólo a quince kilómetros de Paraná, pero en mi descargo diré que haría un año que me había radicado en esta ciudad y su geografía inmediata me era en gran parte aún desconocida. Quique le pide más datos y no se obtienen muchos: sólo que en las afueras del mismo había una casa abandonada donde “aparecían fantasmas”. Pero con los datos suficientes para ubicarla, prometí investigar y días después, con un pequeño grupo, nos dirigimos a ver de qué se trataba. Era entonces –entonces- una bastante entera casona de unas cuatro grandes habitaciones, dos altillos de madera y otras dos construcciones muy próximas que seguramente cumplieron funciones de cocina, despensa, etc. En un patio interno, un hermoso aljibe de hierro forjado. Y sobre el frontispicio de la casa y del arco de acceso, la letra “P”. En sucesivas incursiones interrogamos a los habitantes y nos contaron esta historia. La casona habría sido construida a mediados del siglo XIX, cuando se fusionan dos familias, una de apellido “Tezanos” y otra “Pinto”, que de hecho dan origen al pueblo cuando la servidumbre, peones de campo, algunos proveedores comienzan a levantar viviendas y un par de pequeños comercios alrededor. Tan poderosa económicamente supo ser esta familia, que de hecho el ferrocarril pasa por sus tierras y se construye una estación que prácticamente sólo usaba esta gente. La misma aún está en pie, pero es un dolor de cabeza conocerla, y ya comentaré porqué. El punto es que un par de semanas después, cuando en nuestro programa radial relataba los pormenores de las investigaciones preliminares que estábamos haciendo, se comunica telefónicamente una señora quien no se identifica, sólo dice ser “una de los últimos Tezanos Pinto con vida” y comparte la… ¿leyenda?. Según la misma, a principios del siglo XX, cuando la casa y su entorno tenía una vida intensa, ocurre un hecho aciago: es recluida en ella una joven mujer, de nombre Eloísa. De la misma nos dice que habría sufrido graves perturbaciones mentales por una situación trágica intrafamiliar de la que le tocó ser testigo. No quiso entrar en detalles; sólo que en circunstancias poco claras habría fallecido un hermano de la misma que padecía severas discapacidades o malformaciones físicas. Aún más; sí relata que cuando este joven llegaba al pueblo (en el tren) se ordenaba a todo personal (literalmente, todos los habitantes del incipiente pueblito) guardarse en sus casas y no ser testigos. Eran tiempos retrógrados donde estas condiciones familiares eran percibidas como un baldón. Continuando con el relato de la desconocida dama, evidentemente por su voz de avanzada edad, ese joven habría muerto y algo vinculado a ese deceso perturbó a Eloísa, quien fue recluida por su familia en esa casona hasta su fallecimiento, pese a tratamientos médicos de distinta naturaleza que s ele habría realizado sin poder ser de utilidad en su cuadro. Esta fue la historia que nos contó. Dijo también que no quería volver a hablar del asunto, que lo hacía para “cerrar un tema” de su vida, consciente de su ancianidad. Se negó a ser entrevistada en persona y ahí terminó su relato. Por supuesto, lo compartí con mis oyentes de entonces. Y decidimos intensificar las investigaciones en el terreno. No sólo en la casa abandonada, sino en otras, también abandonadas, de las proximidades. Los resultados de esas experiencias, reflejadas en psicofonías y fotografías “paranormales” (“psicofotografías”) las he tratado en artículos cuyos enlaces van al final del texto para no ser aburrido y redundante aquí para con quienes ya los han leído. Como resumen, digamos que obtuvimos registros visuales y sonoros muy extraños, que parecieron confirmar las características paranormales del lugar. A título ilustrativo, permítanme reproducir aquí un artículo publicado en el número 1 de nuestra “revista digital” “Al Filo de la Realidad” allá por mayo del año 2000 (¡oh, tiempos gloriosos de newsletters enviados casi individualmente!): La “presencia” de Tezanos Pinto

Cuando aún existía la escuela, a corta distancia. Éste es el original donde se ve, pequeño y entre la hierba, al «ser»

Una de las características predominantes en la actividad desarrollada en los últimos años y a nivel nacional por el Centro de Armonización Integral, entidad dedicada a la investigación, difusión y docencia en el terreno de las así llamadas “disciplinas alternativas”, versa sobre la realización de lo que llamamos “investigaciones de campo”, concretamente concurrir munidos del equipo y personal adecuados a sitios donde la información suministrada por testigos o nuestra propia experiencia lo indica como epicentros de fenómenos extraños. En tal sentido, sería ocioso extendernos pero vale la pena recordar nuestros aportes originales en el terreno de las psicofonías, esto es, la grabación magnetofónica de sonidos provocados aparentemente por personas fallecidas y que se reflejara, entre otros casos, en las realizadas en el Cementerio Municipal de la ciudad de Santa Fe por primera vez en el país con autorización oficial, o las cumplidas en tantas otras localidades de Argentina, o las psicoimágenes, registros en video o película fotográfica de las fuentes inteligentes productoras de esas psicofonías, como la obtenida en la ciudad de Coronda, en cuyo cementerio y también con autorización oficial obtuvimos la incontrastable evidencia gráfica de lo que vulgarmente suele denominarse un “fantasma” y que en Parapsicología definimos más técnicamente como “paquetes de memoria”.

Ampliación del ente, de saco y corbata

En esta oportunidad, durante setiembre de 1994 estuvimos relevando la localidad de Tezanos Pinto, a 15 kilómetros de la ciudad de Paraná, en la provincia de Entre Ríos, donde, en los alrededores de una casa abandonada –escenario de oscuras historias de pasión y de muerte– hemos constatado la reiterada presencia de tales “paquetes de memoria”, las hemos grabado pero nunca, hasta esa ocasión, ningún miembro de nuestro equipo había podido obtener evidencias gráficas como las que aquí presentamos. Cierto domingo por la tarde, en una de esas salidas de trabajo mientras recorríamos el perímetro donde los lugareños manifestaban reiteradamente ser testigos de “apariciones” de todo tenor, indicamos a nuestros fotógrafos que “tiraran” placas al azar en la zona, en parte porque ello serviría de referencia documental en la escenificación de los relatos recogidos, en parte porque los años de experiencia y cierto olfato desarrollado en la investigación señalan que estos “tanteos” deparan a veces interesantes sorpresas. Y cuando nuestra colaboradora Graciela Franco, fotógrafa profesional, nos trajo reveladas las primeras placas, a punto estuve de gritar “¡bingo!”. Porque como se observa, un extraño personaje de cabello oscuro y, estaría tentado a decir, de traje y corbata aparecía de medio cuerpo surgiendo en medio del densísimo matorral… en un momento y un lugar en que nadie se encontraba allí, cuando ningún integrante del equipo andaba vestido de esa manera (aditamentos por demás incómodos para pasear por el monte) y mientras era evidente –porque sobre ello manteníamos estricto control–  que ningún extraño se acercaría subrepticiamente a nosotros mientras trabajábamos.

Menos clara que la anterior, esta foto tomada al atardecer muestra, en el interior de la habitación, lo que aparenta dos mujeres de vestido largo (¿monjas?) reclinada una sobre otra

¿Qué decir de esta placa?. El original y su propietaria se someten gustosamente a todo tipo de análisis y discusión. Nuestra certeza sobre lo desierto del lugar y la ocasión es absoluta. Y la presunción de que la película fotográfica, mucho más sensible que el ojo humano, es capaz de registrar niveles de realidad, dimensiones paralelas que escapan a nuestra estrecha ventana de percepción del universo, se agigantan día a día. Más cerca del hoy que del ayer En un par de oportunidades fui incluso convocado por medios periodísticos para grabar una cobertura en el lugar. Primero, por el periodista Walter Zurdo y su equipo de la ciudad de Crespo, Entre Ríos, y más recientemente por Eddie Fitte para un especial de “Todo Noticias” de Buenos Aires. Entonces, el tema estalló. Porque lo que ya a través de los años había concitado el interés de los curiosos locales, ahora pasaba a tener repercusión nacional y, de hecho, mucha gente se desplazó desde otras provincias para conocer el lugar. Debo ser sincero: por esas perversas asociaciones de ideas que hacen algunos ignorantes, “casa embrujadas” –como le dice el vulgo; no comparto para nada ese adjetivo- y “tesoro enterrado” parecen estar inevitablemente vinculadas. De resultas de lo cual a través de los años y por falta de vigilancia en el lugar hordas de desaprensivos fueron demoliendo las paredes a la búsqueda de irreales objetos de valor (lo primero que supe había desaparecido era el precioso artesonado en hierro del aljibe mencionado). Lo que no rompieron, cayó al deteriorarse y debilitarse los muros, casi inmediatamente los altillos superiores de madera.

Pero nosotros ya habíamos reunido suficiente evidencia para saber que el lugar, o bien tenía presencia de residuos psíquicos de personas fallecidas o –decíamos en ese entonces- tenía características de “portal”. En esos altillos citados –uno de los cuales aparece en una fotografía donde yo estoy trepado, y observen esa interesante “nube” alrededor de mi cabeza que nadie ha podido explicarme en términos convencionales- . hoy en día, me pregunto si no ameritará otra explicación. La de un egrégoro, al que contribuimos a formar también nosotros, y el efecto exponencial de su exposición mediática.

Sea cual fuere la explicación, debo aquí señalar el incómodo tema de la reacción de un sector de los (escasos) pobladores locales ante estas repercusiones. Supongo que unos pocos, porque si bien supieron aparecer en las redes diciendo hablar en nombre “del pueblo”, no hay constancia alguna de ello. El presidente comunal (figura administrativa con características de intendente en los pueblos pequeños) paseó por algunos medios periodísticos lamentándose plañideramente y comentando que “iba a renunciar” por esa trascendencia periodística nacional. Aclaremos: nunca lo hizo. Pero la exposición produjo efectos interesantes: un pueblo moribundo, donde los jóvenes lo abandonaban en busca de otros horizontes, totalmente aislado en el transporte público, de pronto fue objeto de atención y en pocos días una línea de ómnibus urbano extendiò su recorrido hasta allí. Pero esa especie de xenofobia minúscula seguía creciendo: algunos publicaban fotografías de origen indemostrable de automóviles con daños en sus carrocerías y decían que “había ocurrido en el pueblo por culpa de los forasteros”. En una concepción ombliguista, la cantidad de visitantes que comenzaron a concurrir no fue aprovechado siquiera con cierta inteligencia: un mínimo bar, algún servicio de comidas a disposición de los “forasteros”, una recorrida guiada por el pueblo que no implicaba “casarse” con ninguna teoría fantasmagórica… Creo que el único beneficiado económico fue un periodista televisivo de Paraná, de añeja presencia en los medios pero un tanto desvalorizado, que realizó un “especial” para la Tv local “desagraviando” al pueblo…. Gracias a unos dinerillos que un par de comerciantes y (cómo no) el erario público supieron darle… Estos tristes episodios alcanzaron su epítome cuando algunas personas nos escribieron que, llegados al lugar y tratando de visitar la estación de trenes (¿recuerdan?) del interior salía gente armada con una escopeta, apuntándoles y ordenándoles que se vayan.

Árbol Genealógico

Esto es grave. Que sepamos, los ferrocarriles, estaciones, galpones ferroviarios y de hecho una franja de terreno a ambos lados de las vías por unos cincuenta metros, son propiedad del Estado Nacional. Ni siquiera de las provincias y menos, de los municipios. La estación de Tezanos Pinto está ocupada por una familia de escasos recursos con la vista gorda del presidente comunal, pero en términos legales está intrusionada o sea, ocupada ilegalmente. Y portar armas, y amenazar en territorio nacional fiscal a un ciudadano con ella, es un delito federal. Algunas personas en Tezanos Pinto deberían tomar nota de ello. Hoy en día, la “casa embrujada” ya casi no existe. Apenas sobrevive el muro frontal y un par de paredes. Las edificaciones cercanas se encuentran totalmente derruidas. Una casa que a unos cien metros supo ser escuela muchas décadas atrás ha sido totalmente arrasada y en su lugar se ha ocupado con cultivos. Sin embargo, los fenómenos se siguen sucediendo y hasta más acentuados. Cito dos: en ocasión de la nota periodística con Walter Zurdo y Sergio Viola, repentinamente las luces del vehículo se encendieron sin que nadie tocara nada. Y con el grupo de Eddie Fitte ocurriò exactamente lo contrario: todas las luces se apagaron mientras el resto del sistema eléctrico seguía son problemas, sin que pudiera hacerse nada para recuperarlas aunque en un par de minutos regresaron por sí mismas…

Árbol Genealógico

Como se ve, el tema está aún en investigación y está bien que así sea: quien quiera visitar un lugar con episodios paranormales y llevarse una “conclusión”, apenas estará especulando. Pero lo que en esta ocasión quería –además de ubicarles en el contexto de los episodios- es acercar un material absolutamente inédito. ¿De qué se trata?. Veamos. Entre los innumerables ataques y descréditos que hemos recibido descalificando estos episodios, se sostuvo hasta el hartazgo que Eloísa, la protagonista ya referida –Eloísa Moritán de Tezanos Pinto, como había comentado la anciana que nos contactara- no habría existido nunca. Obvio que, de ser así, toda la historia caía y tendríamos fundamentos para desconfiar del relato telefónico anónimo y original. El hecho es que Eloísa existiò, y aquí lo demostramos.

Es mérito del amigo Emanuel Giúdice, miembro directivo de nuestro IPEC (Instituto Planificador de Encuentros Cercanos)cuya verdadera pasión por los episodios de ese pueblo le ha llevado, incluso, a crear y sostener una página que nuclear a los interesados: “Tezanos Pinto: la leyenda”. Bien, Emmanuel se ha tomado el trabajo de rastrear actas matrimoniales y de nacimiento, y encontró esto: Eloísa existió, aunque al parecer su historia, su “línea de vida” es muy distinta a la leyenda. Vivió casi 100 años, desde el 19 de setiembre de 1911 hasta el 16 de marzo de 2011, casada con Justo Carlos Bergadá Mugica, y ha tenido cuatro hijos. Lo más apasionante: no solamente estaba viva hasta ayer nomás: cuando la historia se dispara mediáticamente y no cesa de crecer, tenía, entonces unos 80 años. A veces me gusta jugar con la fantasía si no sería ella quien me llamara por teléfono…

Los documentos oficiales ubican también acta de nacimiento del padre (1877), el matrimonio de los mismos en 1902… Pero lo que no cuentan es lo que se perdiera con años de depredación del lugar, y que alcanzamos a ver: trozos de cartas manuscritas donde la familia contaba haber asistido a la asunción del presidente Hipólito Yrigoyen, tarjetones postales desde París enviando saludos a Eloísa. Y preguntando por su salud…. Lo que falta, empero, es precisamente lo que nos hace formularnos ciertas preguntas. Más allá de esa insistencia en saber de la salud de Eloísa (se casó en 1950; por lo tanto, su período de enfermedad corresponde, aproximadamente, a la década del ’30, cuando contaba alrededor de 20 años de edad: la edad que el relato popular le adjudica para cuando vive los extraños y trágicos sucesos. Explicaría que se haya casado a una edad poco usual para la época –y para las conservadoras familias del interior del país: 39 años- . También surge que tuvo dos hermanas. Mujeres. No hubo, entonces, el hermano de naturaleza enfermiza y también protagonista sórdido de la historia negra. ¿Esto significa que todo es falso?. No sabemos qué hechos originales pudieron deformarse hasta alimentar la historia y cuáles ser agregados por la imaginación del vulgo. Sin embargo, lo cierto es que, verdadera, falsa, o apenas un poco verdadera la historia, los eventos parapsicológicos existen, han sido comprobados y testificados por decenas de personas. Una cosa no quita la otra y por ello explicaciones alternativas –como la citada de los “egrégoros”- aparecen como altamente probables.


Backstage de la entrevista de Eddie Fitte

7 comentarios de “La historia de la “casona embrujada” de Tezanos Pinto y su protagonista

  1. Susana Maidana dice:

    Interesante artículo. Debo confesar que me encantan este tipo de historias. Por otro lado, al observar las fotos, específicamente la que dice «lateral..» se percibe gran sufrimiento y residuos energéticos de personas fallecidas, específicamente una mujer anciana, que creo es la que se ve en la foto con la «monja». Tiene que ver con la familia y sus secretos. En cuanto al hombre de saco y corbata, por lo que sentí es un peón que murió trágicamente; pero que estaba relacionado con un suceso «familiar». Perdón por lo extenso del comentario, pero es lo que sentí. Felicitaciones por tu trabajo de investigación.

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