¿Cómo identificar una «posesión» (Demonopatía)?

Ya en mi trabajo “Reflexiones sobre una Demonología laica” abundé en la justificación no solamente de los criterios para aceptar la presencia de “entidades” no físicas que eventualmente pueden perturbar la vida humana, sino de la también necesidad de

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Emily Rose, uno de los casos comprobados de posesión

admitir un abordaje de esta temática sin el “corset” de la fe, cualquiera sea la creencia. No seré redundante aquí: si el lector, la lectora, está realmente interesado en conocer esos argumentos, irá por el enlace al artículo de marras. Si por el contrario, al pie de esta nota sólo postea alguna observación que, por ejemplo, crea cuestionar mi “conversión” (lo que esa persona verá como “conversión”) no pecará solamente de ignorante –en un sentido estrictamente etimológico- sino también de pedante. Sé que sonaré quizás insufrible para algunos pero, ante la delicadeza y suspicacias que este tema pueden despertar, uno (un servidor) llega a una altura de la vida en que disfruta debatir con argumentos, pero se percibe ásperamente intransigente con quienes opinan porque Internet, claro, no les cobra por hacerlo.

Permítaseme solamente hacer hincapié en que más allá de las evidencias anecdóticas, la investigación parapsicológica no solamente constata la presencia de entidades “no físicas” sino así también un buen número de fenómenos que pueden ser mal interpretados como la presencia de las mismas cuando en realidad están generados por la misma Potencialidad Parapsicológica del sujeto. Nuevamente, entonces, remito a la lectura de ese artículo para conocer la naturaleza de esas perturbaciones y los fenómenos asociados, ya que por una cuestión de extensión no repetiremos aquí la “demostración” de la existencia de aquellos, sino, estrictamente, cómo reconocerlos. Hablaremos de «Demonopatías», el término correcto en el «argot» parapsicológico. (Aunque, para facilitarle al lector recién llegado, sigamos refiriéndoles como «posesiones»).
 

Exorcismo “real” y exorcismo “terapéutico

 Podemos comenzar preguntándonos, si de abordar de manera “laica” el tema se trata, si no podríamos buscar una palabra alternativa sin tanto “eco” religioso. Quizás “liberación”, porque de eso se trata. El punto es que, precisamente, eso significa “exorcismo” y no veo porqué una creencia ha de apropiarse de un término. Si pensamos en una “demonología laica”, ¿porqué no hacer lo mismo con un “exorcismo laico”?.

Empero, no estamos aquí hoy para debatir las herramientas de liberación, sino de hacer una correcta identificación. Así que iremos adentrándonos de manera progresiva haciéndonos las preguntas adecuadas.

La primera, ¿existen realmente las posesiones?. Mi experiencia dice que sí, fuera de las discusiones argumentativas. He asistido, estimo, a unas cincuenta o algo más “posesiones” en mi vida. Involuntarias y voluntarias. ¿Puede haberlas voluntarias?. Claro que sí, porque, ¿qué es, sino una “posesión” el acto de un espiritista?. ¿O el de un pai de Umbanda o Quimbundo, cuando elige ser “montado” –por eso, en su jerga se llaman “cávalos”- por una entidad, por ejemplo un Exú o una Pomba Gira?. Antes de continuar debemos distinguir entre “posesión” (cuando la entidad se hace cargo completamente de la volición del individuo) y la “obsesión” (cuando, sin anularle, el individuo atraviesa fases de obnubilación y pérdida del control –quedando a merced de esa voluntad externa- a momentos en que recupera cierto mayor o menor discernimiento.

En la totalidad de casos que señalé, estimo que quizás algo así como un 90 % tuvieron una explicación “convencional”. Simplemente, dramatizaciones conscientes o inconscientes. Luego hablaré de ese resto.

Como dramatización consciente entiendo el simple fraude donde el sujeto actúa su posesión por razones diversas, desde el simple fin comercial hasta profundas razones psicológicas. Por ejemplo, sentirse protagonista, llamar la atención, necesidad megalomaníaca. Esas razones psicológicas no lo hacen involuntario: en estos casos, al contrario, prepara y representa su rol.

Pero generalmente domina la “dramatización inconsciente”, que es cuando, también por razones psicológicas, el sujeto se “siente”  poseído. A riesgo de excesiva simplificación, lo ilustraré así: no hay mejor oportunidad para insultar a los familiares represores, escupir al cura o darle una trompada a la hermana mayor abusadora que “estando poseída” porque, claro y pobrecita, “ella no tiene la culpa de lo que está pasando”. Es culpa del diablo, ya se sabe. Puede parecer risible la explicación; no lo será tanto si se considera el cuadro habitual. Generalmente una mujer, de clase socioeconómica baja o media baja, sin mayor formación intelectual, en contextos familiares asfixiantes y de creencias religiosas simplistas. La víctima acumula años de represión y frustración, de negaciones y rechazos, de ilusiones insatisfechas y en todo ese contexto, sin aparente salida o con salidas que no se anima a tomar, emerge el “diablo interno”: viendo culpable al entorno y “sabiendo” que no puede enfrentarles abiertamente, su inconsciente –no la persona, es decir, no su “Yo” consciente- “ataca” de la manera en que ese contexto ve como más terrorífica y ante la que se siente indefenso: la presencia del diablo.

Imagino las objeciones que hasta aquí pueden ensayar algunos: que conocen casos donde la persona “realmente tenía el diablo adentro”, donde “le vieron hacer cosas imposibles”, que “los médicos no podían explicar” y la máxima: “hasta el cura no pudo hacer nada” (¿Y si un sacerdote no puede hacer nada, de qué sirve el ritual católico, entonces?). Y, en ocasiones “nadie es muy creyente en la familia”. Permítanme objetar: que un profesional o un sacerdote no pueda hacer nada sólo habla de falta de compromiso con el caso (¿cuántos médicos de obra social a quince minutos por paciente estarán interesados en prestar demasiada atención a una “señora poseída”       si no sumará en su facturación y tiene decenas de pacientes esperando?), falta de idoneidad o recursos alternativos. Y generalmente, loa familiares afligidos consultan en estos casos a un médico o a un psicólogo y ante la falta de respuestas, concluyen que “la ciencia” carece de ellas. Y respecto a que “nadie allí es muy creyente”, cualquier entrevista extensa revelará que, siempre, es gente que ha tenido creencias o frecuentado iglesias en mayor o menor medida, quizás en el pasado. Las vicisitudes de la vida o la falta de respuestas puede haber hecho que se alejaran y allí surge un gran disparador: la culpa soterrada. Hábilmente explotada por tantos “pastores” para hacerle “regresar al camino”.

Digámoslo de una vez antes de seguir entrando en detalles. La “verdadera posesión”, para ser tal y como es definida en términos teológicos y parapsicológicos, debe suspender las leyes naturales. Muéstrenme una persona que en plena crisis hace rotar su cabeza 360º (¿o creen que esa escena de “El exorcista” es gratuita?), levita, pero levita realmente, sin punto de contacto alguno de su cuerpo con una superficie (y sin ningún hábil artilugio a los que nos tiene acostumbrados el ilusionismo, obvio), o puede mantener un diálogo en un idioma que desconoce con alguien, y certificaré que es, efectivamente, una posesión.

Pero, lo habitual es que las personas sin conocimiento ni experiencia opinen desde su percepción particular sin fundamentos. Describen a “poseídos” que logran superar la fuerza de cuatro hombres que tratan de sujetarla, como si la literatura especializada no estuviera llena de ejemplos de personas aparentemente débiles que en momentos de crisis sacan fuerzas de flaqueza y realizan proezas físicas sorprendentes. Y que la víctima se retuerza espasmódicamente en su lecho mientras babea y lanza gritos puede ser impresionante, pero de ninguna manera es prueba empírica de posesión. ¿Un impresionante y asqueroso vómito verde? Recuerdo juergas juveniles donde al final de la noche nada teníamos que envidiarle.

Respecto a los idiomas extranjeros, déjenme contarles una anécdota personal. Muchos, muchos años atrás –allá por la década de los 70 del siglo pasado- tenía yo por costumbre frecuentar alternativamente distintas iglesias, distintos espacios religiosos, participando de sus reuniones, tomando notas, comparando, estudiando. Durante un tiempo me acerqué a un grupo de pentecostales y especialmente a un matrimonio con los que trabé amistad personal.

Una noche me invitan a comer a su casa a la par que iban a reunirse varios miembros de su iglesia. Esa tarde había habido oficio en su salón pero por razones personales no pude concurrir y era también una oportunidad de comentarme “algo” que había pasado. Al llegar, el grupo ya estaba reunido, unas ocho o nueve personas. Luego de los saludos, me espetan a boca de jarro:

  • Gus, ¡qué pena que no fuiste hoy!. ¡No sabés lo que pasó!
  • ¿Qué?
  • Fulana (señalan a una muchacha que estaba en el grupo) habló en lenguas!

 Detengámonos un momento. En muchas de estas iglesias se producen episodios donde los fieles “reciben al Espíritu Santo”, que es una forma de ”posesión”, entonces y a fin de cuentas (Recuerden lo que he señalado muchas veces aunque parezca incidental. El movimiento llamado “Carismático” dentro de la Iglesia Católica reúne los mismos fieles –en cuanto a segmento social- y acude  a los mismos procedimientos que muchas iglesias evangélicas, pentecostales, milenaristas o “electrónicas”. Siempre sostengo que el movimiento carismático es la respuesta política del Vaticano al avance del pentecostalismo en Latinoamérica). En estas iglesias, carismáticas, evangélicas, etc., “hablar en lenguas” es la aparente capacidad recibida de hablar un idioma que se ignora completamente. Así, personas de escasa formación de pronto parecen hablar en alemán, swahili o francés sin haberlo estudiado nunca. Eso es sin duda impresionante, pero…

Siempre hay un “pero”.

Si éste era el caso, tenía algo muy interesante que estudiar. Así que pedí a los presentes que me explicaran los detalles. Todos fueron coincidentes: “Fulana” estaba parada entre los demás, en pleno oficio, cuando cayó al suelo, comenzó a convulsionar y a hablar… en árabe. Todos la escucharon, todos daban fe de lo ocurrido. El fenómeno habrá durado, me dijeron, unos cinco minutos, luego Fulana quedó laxa por una media hora y al recobrar la consciencia no recordaba absolutamente nada.

Reflexioné un par de minutos mientras tomaba algunas notas. Luego me volví hacia el primero del grupo (estábamos sentados en semicírculo) y le pregunté:

  • ¿Vos sabés árabe?
  • No, para nada –me respondiò con certeza.
  • ¿Vos? –pregunté a quién seguía en la línea
  • No, tampoco. ¿De dónde? –me respondió la dama con una sonrisa

 Seguía “Fulana”, quien se anticipó encogiéndose de hombros, negando  con la cabeza y mirándome sorprendida.

  • ¿Vos?, ¿vos?, ¿vos? –seguí preguntando a todos y cada uno. Siempre encontrando un “no” como respuesta.
  • Y entonces, si nadie habla árabe… ¿cómo saben que era en árabe lo que Fulana hablaba?

 ¿Se comprende mi punto?. Que algo parezca árabe –para este caso- no significa que lo sea. Yo puedo decir algo como Aljariza jamud ben jojaifa! Con mucha convicción, lo que no quita que sea una jerigonza sin sentido.

Aún más: existe un fenómeno psíquico llamado “pantomnesia” que es el recuerdo espontáneo e indetenible de aquello o casi todo aquello que se ha visto, oído, percibido alguna vez. Tú, yo, “Fulana”, podemos haber asistido hace años a un película donde un actor secundario dice unas palabras en árabe, ni creer recordarlas pero bajo ciertas condiciones espontáneamente salir a la luz.

Para que el fenómeno realmente sea atendible, Fulana debería haber sido capaz de sostener un diálogo en árabe. Que podamos grabar los balbuceos de un “poseído” y luego un experto en lenguas identifique palabras de un cierto idioma, es más pantomnesia que posesión. Sólo si el sujeto –o “la entidad” al ser interpelada en ese idioma puede sostener un ida y vuelta, debemos considerarlo. Pero aún ahí hay otra explicación alternativa a la posesión: la Glosolalia o Xenoglosia, que es una forma de fenómeno clarividente –en cuanto a descripción de fenómenos parapsicológicos- donde el “agente” (la persona que protagoniza) adquiere momentáneamente esa facultad.

¿El frío en la habitación congela?. Entonces, se desconoce el fenómeno parapsicológico de “termogénesis” que consiste, precisamente, cuando a través de medios psíquicos aumenta o desciende la temperatura de un lugar u objeto. La “termogénesis” puede devenir en “pirogénesis”, que es cuando psíquicamente se enciende algo combustible. Y una “pirogénesis” autoinfligida se transforma potencialmente en una “CHE” o “Combustión humana espontánea”.

Una vez más, una “verdadera posesión” debe manifestar la suspensión o alteración de las leyes naturales. Los ejemplos pueden ser numerosísimos, pero en todos los casos no susceptibles de explicarse de manera mecánica, física, química. Por supuesto, es posible que aquí algún lector, recordando alguna situación que conozca, se encoja de hombros y se diga algo como “bah, para mí, lo que yo vi fue el diablo”. Nada puedo hacer tras quien desea contarse la historia que más le plazca.

Otro tema que debemos considerar, aunque esto refleja una posición –cuidado, escribí “posición”, no “posesión”- personal: el Diablo (si es que existe) no es lo que posee. Creo que –insisto, de existir, pero sobre esto reflexioné también en el artículo ut supra indicado- el personaje tiene a nivel cósmico cosas más importantes de qué ocuparse que meterse en el cuerpo de una niña o señora de un barrio suburbano para arruinarle la vida a una familia. Si se me permite ser autorreferente, mis alumnos de Autodefensa Psíquica ya conocen el amplio espectro de factores de agresión y perturbación provenientes de los planos sutiles de los que podemos ser víctimas y entre ellos, algunos (remito a los desconocedores a profundizar en este campo), los “paquetes de memoria thanáticos”, los “cascarones astrales”, los “egrégoros” para citar unos pocos son perfectamente capaces de “jugar” al “diablo personal”.

Anteriormente me referí también a las “posesiones voluntarias”. Y quiero relacionar este punto con ese simbólico 10 % de posesiones que no tienen explicaciones convencionales para ilustrarles. Se comprenderá fácilmente ambos conceptos en uno.

Comenté que durante años me dediqué a deambular inquisitivamente en las más variadas religiones y cultos (de lo que me quedó, entre otras costumbres, la paz de la meditación Zen, la riqueza simbólica del Hinduísmo y la buena cocina de los devotos de la Asociación Internacional para la Consciencia de Krishna, los populares “Hare Krishna”) y entre ellas, los cultos afrobrasileños, Umbanda y Quimbanda (o Quimbundo) y en este aspecto, frecuenté numersos “terreiros” o “congales”, lugar de culto de estas prácticas.

En uno de ellos, propiedad de un conocido al que llamaré “Horacio”, una noche se realiza una de estas reuniones en la que se convoca –e incorpora- distintas entidades. Para este caso, relataré lo que ocurriò cuando el llamado resultó ser aquél al que en esos ámbitos se le conoce como “Exú Tirirí”. El citado es considerado un espíritu atildado, de caballeresco porte y buenos modales, educado y de proceder respetuoso. Así que cuando el “pai” pareciò haber incorporado a la entidad el “cambón” (ayudante9 le acercó una capa de terciopelo y un sobrero de copa, un vaso de buen whisky y un puro oneroso, pues esos son sus gustos para pasearse por estos planos.

El “exú” (es decir, “Horacio” transubstanciado, digamos) caminó entre los presentes, saludando aquí y allá ceremoniosamente. Se detuvo a intercambiar en voz baja palabras con algunos, recibiò ofrendas y pedidos y al rato pidió recorrer la amplia vivienda. Salimos del salón, ubicado al fondo de un parque, caminando en grupo detrás del “exú” e ingresamos por una amplia puerta vitrina a la amplia cocina comedor, donde tomó asiento y siguió platicando con los presentes.

Horacio tenía una perra, una ovejero alemán, gigantesca, hermosa y poco amistosa con los desconocidos. Vimos que el animal estaba parado fuera de la puerta vidriera y como el exú Tirirí es muy afecto a los animales, nos pidió con gestos que se le acercáramos. Con otro presente tomamos al animal y vimos que el mismo temblaba gimiendo. Tratamos de convencerle con palabras que se acercara: metía la cola entre las patas y clavaba las mismas para no avanzar. Literalmente tuvimos que hacer el enorme esfuerzo de casi levantarla en brazos (una fortuna que fuéramos habituales conocidos de ella) y llevarla hasta el exú que a fin de cuentas era su dueño. A ver: un humano puede ser sugestionado, engañado. Pero un perro, definitivamente no. Siempre reconocerá a su amo, aunque se ponga galera y capa, ¿se entiende?. Si éste animal estaba tan aterrorizado, era porque, evidentemente, no reconocía a su dueño, era porque, tras ese rostro, había otra cosa.

Éste fue uno de los casos que me convencieron que la posesión era viable. Y si alguien puede “dejarse poseer”, es obvio que igualmente pueden suceder “posesiones involuntarias”. Las clásicas. De las que he visto un par.

Nos queda, entonces, considerar el “exorcismo terapéutico”. Que es la representación, teatral si se quiere, de un exorcismo ante los cuadros de “posesiones psiquiátricas”, es decir, aquellas donde la víctima lo es de sus propias psicopatologías y no de un ente externo. Es decir, alguien (un sacerdote que comprende la realidad de este concepto o un “actor” disfrazado de sacerdote, en cuanto cuide las formas) dramatiza los pasos del “Ritual Romano” que se aplica históricamente en estos casos. El objetivo es satisfacer la expectativa inconsciente, hablarle a ese inconsciente en el metalenguaje simbólico y metafórico, precisamente, del ritual. Darle lo que a su satisfacción pretende. Su efectividad me exime de toda otra justificación.

Finalmente: alguien podrá objetar que discrimino al caracterizar al segmento estadísticamente más significativo de víctimas de “seudo posesiones”. No me interesa ser “políticamente correcto”, porque los hechos no lo son y ni les interesa. Y esos hechos apuntan a una mayoría de mujeres, de segmentos socioeconómicos medios a bajos, de escasa formación, con creencias preexistentes y/o carga culpógena asociada al “abandono” de sus creencias. No ocurren “posesiones” a ateos (ateos en serio; si alguien me dice que “no cree mucho” es que cree “algo” y en el mejor de los casos sería un agnóstico, no un ateo), a intelectuales, a personas cuya posición cultural y económica, en todo caso, les hará permeables a otro tipo de sugestiones y manipulaciones, pero no a éstas. Concurran a cualquier templo milenarista. Es posible que encuentren a algún profesional universitario allí mas, abstrayéndonos de su historia personal –que deberíamos conocer- aceptemos que ser “profesional” no es sinónimo de ser “intelectual”: sólo de ser un especialista dedicado. Y pregunto: si del “Diablo” se tratara, ¿acaso no mostraría su poder poseyendo a un ateo, a un científico nuclear, a un periodista de investigación?. Pero no; baja a la Tierra y ocupa su tiempo en algún arrabal periférico, conmocionando por unas semanas al barrio para después perderse en el olvido.

Pentecostales milenaristas, católicos fervientes, psicoanalistas freudianos, científicos materialistas, psiquiatras mientras tanto y seguramente, podrán sentirse vulnerados en sus esquemas por esta propuesta. Dos cosas sin embargo serán ciertas: una, que no es fácil moverse de cierta mirada fundamentalista. Dos, que no es esta una tarde en la que me interesara hacer nuevos amigos.

5 comentarios de “¿Cómo identificar una «posesión» (Demonopatía)?

  1. Armando dice:

    Hola Gus. Tantos mundos como cabezas hay!
    Conozco lo que es posesión, desde afuera y desde adentro puede dar testimonio de ello. La padecí, en la mayoria de las veces, por ataque tenebroso de practicantes de brujeria. Por otra parte, aprendi a auto-liberarme.. y liberar. No entro en detalles, solo rápido doy mi opinión.
    Primero, doy la cita de un libro que se llama «El Circulo de los Chamanes». Olga karitidi es la autora, una ex psicóloga rusa (Fue psicóloga hasta que descubrió que era chamana) muy buen libro autobiográfico. La cita es:
    «Todas las enfermedades mentales proceden de dos causas: la pérdida total o parcial del alma,. y la ocupación de una potencia extranjera.» Fin de la cita.
    Tiempo después encontré otro libro, pero que además de ser también muy bueno, es bendito. Se llama: «Desposesion a distancia» En este momento no recuerdo el nombre de su autora, una Mujer de edad, psicóloga pero sobre todo religiosa, en sentido literal, estaba ligada a la divinidad.. sin duda, para mi, una mujer santa. El libro es un relato de cientos de desposesiones a distancia,. la técnica que operaban y los resultados de las liberaciones. En cada uno de los casos se hacía un breve relato del antes y el después. Esto descarta los casos de falsas posesiones. Pues en las liberaciones los pacientes liberados, en la mayoría de los casos, no supieron de la intervención. Y su conducta y estado mental y físico cambiaron 180°
    El libro viene a cuento por lo siguiente, dice: Solo hay dos tipos de posesión demoniaca, con millones de variables de caso a caso, pero en razón de la entidad invasora, solo hay de dos tipos: entidades no humanas tenebrosas,. lo que las escrituras llaman «espiritus inmundos», y las almas (egóicas) desencarnadas de los difuntos, o lo que se conoce como cascarones astrales.
    Hasta este día, y durante 27 años de experiencias fuertes con el fenómeno, he ido constatando la veracidad de ambos libros. Recomiendo especialmente el segundo citado.
    Abrazo a todos hermanos!

  2. Ivancito dice:

    Un detalle que queda como «flotando» respecto a las posesiones es cuál es el proposito de las mismas. Respecto a las aparentemente negativas: ¿qué motivo persiguen esas entidades al poseer a la persona?. ¿Alimentarse energeticamente de toda la situacion de angustia y miedo que se genera?.
    Y con los cultos afrobrasileños lo que me pregunto es, también, cuál es el proposito de esas entidades…
    Respecto a las que ayudan; yo pienso que el proposito es buscar hacer buenas acciones para poder ascender.
    Yo mismo fui paciente de curaciones por parte de ellos y siempre les voy a estar agradecido de corazón y les guardo respeto.
    Ni siquiera hay que pertenecer a la religión para que ellos te ayuden… solo, por supuesto, hay que cumplirles la ofrenda debida por lo que se pidió ayuda.

    … pero como te comento; el proposito que motiva a las entidades es un detalle que me llama mucho la atención. El origen.
    Una vez, en una de mis curaciones, yo hable con la entidad (yo soy muy curioso) y yo le preguntaba cosas… Era (según sus palabras) el espiritu de una mujer que fue asesinada. Yo le pregunte «¿Ustes cuantos años tiene?»… y me dijo que tenia 700 años, que vivia en un cementerio y que su aspecto podia llegar a ser muy feo de ver para una persona. Me re sorprendio todo eso… y también me pregunto ¿por qué tantos años de existencia?. Es como que son almas en pena pero por alguna razón no pueden liberarse y seguir ascendiendo. O eligieron servir a esta causa de ayudar a las personas a traves de ésta religion.
    Yo me pregunto si en el plano en el que estas entidades residen existirá cierto tipo de orden… ¿ acaso tendrán un «jefe» que les «baja linea» y les dice que hacer? (con esto me refiero a orden). Aunque tambié pienso que esta concepción de orden es muy humana. Ellos, en su realidad, no tiene porque manejarse como nosotros, verdad?. O tal vez sí, no lo se. Son solo pensamientos.

    Y hay otros detalles de estos culto afrobrasileños que sería interesante discutir.
    El proposito de toda la religión en sí sería otra cosa interesante… por qué y por quién fue creada. Más que nada (de nuevo) el proposito… porque es sabido que en estos cultos se puede hacer el bien y también el mal. Y son cultos bastante extendidos hoy día por lo que se ve. Yo lo veo…en los barrios… pero muchisima de ésta gente no tiene ni idea ni tampoco se pregunta estas cosas que nosotros nos preguntamos. Por lo que veo, en estos cultos hay muchisima gente que, al margen de que hagan bien ep trabajo de las curaciones, son bastante ignorantes (no trato de ser despectivo).
    Y hay otros que también son aún más ignorantes y hacen cualquier cosa con el conocimiento que provee el culto… cosas malas. Hay gente muy hueca (y acá si soy despectivo, pero no me importa) metiendose en estos cultos porque los mismos cultos son bastante flexibles ya que para empezar a ser parte de ellos solo basta con querer ser parte. No hay mucho requisito.

    Un saludo»’

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