31 de octubre: Ritual de “Protección”

Dejaré para los próximos días –por su extensión- escribir sobre la “otra” mirada que debemos dar al significado de esta fecha, popularmente asociada a Halloween (en puridad, Samhain), su significado oculto –en el contexto esotérico- y los peligros potenciales que encierra, no el día en sí, sino el uso que del día (en ocasiones mágicamente, a veces social y propagandísticamente) han venido históricamente haciendo ciertos colectivos e individuos. Y centraré aquí mi atención (y la de ustedes) en recomendar el procedimiento mágico (quienes son mis lectores conspicuos ya saben perfectamente cuál es el sentido, naturaleza y contexto que doy a esta palabra. Y quien no lo sepa, sugiero googlearme) que indico para la ocasión.

Empero, me detendré a señalar lo que considero un abordaje que debemos modificar, implícito en el título. Usé precisamente la frase “ritual de protección” a sabiendas que sería muy atractivo para muchos. Que ustedes estén leyendo esto me exime de toda otra demostración. Lo que se nos escapa, generalmente, es la “carga psíquica” de ciertas miradas, porque como “miremos” la Realidad hace esa Realidad. Así, si lo que busco son “protecciones”, aún cuando las necesite –nadie lo niega- estoy aceptando que hay algo de lo que debo ser protegido. Ello implica dos cosas: aceptación de mi inferioridad ante ese “algo” y temores asociados. Y aunque un supuestamente “fuerte” ritual me proteja hoy, sigue hablando de mi desprotección mañana. A lo que te resistes, persiste.

En segundo lugar, muchos de los “rituales de protección” (no abjuro de ellos, como mis alumnos saben, soy de usarlos episódicamente también) implica una parafernalia y simbología de la misma naturaleza que usará quien hipotéticamente desee perturbarnos en los planos sutiles: velas, inciensos, círculos mágicos, espadas, letanías y un largo etcétera. Así que el resultado final –como en tanto ámbitos de la Magia- será lo que resulte de un choque de voluntades. Así que para resolver este dilema, entraremos desde otro ángulo. Esta es la razón del entrecomillado del título.

No nos protegeremos. No opondremos resistencia. No iremos al choque en una etérea pulseada de energías. Transmutaremos.

El concepto de “transmutación”, en Esoterismo, es imanente a casi todas las culturas ancestrales. Allí tienen la Toltecayotl, la sabiduría de los antiguos Toltecas, cuando nos hablaban de Tlazolteotl, “la que come suciedad”, que transformaba lo malo en bueno, lo inferior en superior. Transmutar es la Negantropía, que se opone a la degradación de la entropía. Transmutaba el cristianismo de los Cátaros. Y aquí abordaremos el problema desde una perspectiva transgresora: haremos lo necesario, ritualmente, para que esa “energía” perturbadora se reconvierta en positiva.

Ustedes, con tino, preguntarán: “Con todo respeto, Gustavo, ¿por qué hemos de creerte?. Cómo saber si realmente funciona?”. Y responderé: de la única manera en que se aprende en Esoterismo. Experimentando. Probando. Ensayo y error. Resultados. Yo lo practico hace tiempo y por ello lo comparto. Entrego el conocimiento y cada uno, cada una, dejará que su albedrío decida. Aceptado esto, este ritual de la Orden Hermética y Pitagórica es el recomendado.

 

Entonces, deberán munirse de una piedra amatista. De mediano tamaño (aproximadamente unos cinco centímetros de diámetro, si es que “diámetro” puede considerársele a algo necesariamente irregular). Vestidos de blanco o, quienes dispongan de una, cubiertos con su túnica blanca ceremonial, deberán –haciendo esto en algún momento entre el amanecer y el Sol en su cenit, es decir, al mediodía- pararse descalzos sobre tierra en un lugar al aire libre y, sosteniendo la piedra (que previamente habrá estado desde el anochecer del día anterior sumergida en agua con abundante sal en un recipiente de vidrio y cubierta con una tela violeta) con ambas manos, elevar los brazos en cuarenta y cinco grados hacia las ocho direcciones del Universo. A quienes les interese profundizar en Magia Ceremonial, tomen muy especial nota de lo que acabo de escribir; es una enseñanza que se le escapa a muchos y que, cuando trabajan con direcciones cardinales, dejan el procedimiento, entonces, “incompleto”. Apuntaremos hacia cada una de ellas, pensando en la frase “Del corazón del Universo desciendan sus dones a mi Corazón”.

Pero, ¿cuáles serán esas ocho direcciones?. Habremos comenzado por el Este. Girando en el sentido de las agujas del reloj para el Hemisferio Norte, y en contra de las agujas del reloj para el Hemisferio Sur, le seguirá Norte (o Sur), Oeste, Sur (o Norte), Cenit, Nadir (hacia la Tierra), al Centro –hasta aquí van siete direcciones- y entonces ambas manos traerán la piedra hacia el pecho, sosteniéndola allí, porque la octava dirección cardinal es el camino al propio corazón.

Este Ritual también puede aplicarse por nuestros seres queridos (independientemente, y suele ser lo mejor, que ellos mismos lo realicen bajo nuestra supervisión), tras pedir su permiso para hacerlo en su nombre. En ese caso, al iniciar pronunciarán el nombre completo de la persona a considerar y, en la oración, la expresión “mi corazón” debe reemplazarse por “al corazón de…” y allí el nombre nuevamente de esa persona. Nuevamente, las manos vienen al propio pecho del operador u operadora.

 

En todos los casos, tras finalizar, se entierra la amatista, haciendo un lecho de pétalos de flores, rociándola con agua y dejando a su lado una pequeña vela blanca encendida unos momentos, tras lo cual se cubre todo con tierra. Quienes vivan en apartamentos pueden hacerlo en una maceta, tiesto o plantera. El criterio general es dejarla permanentemente y aún más, cada nuevo Samhain, acompañarle de una nueva amatista aunque tengo la tranquilidad de saber que sus efectos –los del ritual- suelen ser efectivos durante tres o cuatro años.

 

Observación final: mis lectores consecuentes recordarán que en alguna ocasión escribí “el brujo rechaza. El Mago transmuta”. Lo aplicaba, en esa oportunidad, a la envidia, cuando –por ejemplo en Autodefensa Psíquica- enseñamos que hay dos instancias para manejarla (la ajena, aclaro). Protegernos de ellos (etapa inicial), o transmutarla (etapa avanzada). Aplica allí el mismo criterio que aquí. Dicho esto, ¿es incompatible con otros rituales?. ¿Puede, luego, el interesado también hacer “otra cosa”?. Sí, puede. Pero pregúntese, por un momento, si no se estaría retroalimentando la propia inseguridad…

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